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Argentina: A propósito del canje de la deuda pública

Julio C. Gambina*

“Este no es el gobierno del default” ha sostenido el Presidente de la Argentina, con lo cuál afirma que el objetivo propuesto es el de cumplir con los compromisos externos asumidos por el Estado argentino a través de la historia. Lo principal entonces es la vocación de pago. Es tan cierto que nunca se pagó tanto a los organismos financieros internacionales como lo abonado en los últimos tres años en los gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.

En ese marco suena contradictorio el discurso sobre el FMI sostenido en múltiples tribunas y que presenta a la posición oficial como dura respecto de los acreedores externos. La realidad es que se estableció el carácter de acreedor privilegiado del FMI, el Banco Mundial y el BID. La mejor prueba son los 10.000 millones de dólares cancelados durante la cesación de pagos, de los cuáles 5.400 tuvieron destinos en el FMI y pese a ello la deuda con el Fondo no disminuyó sensiblemente pues está nominada en Derechos Especiales de Giro (DEG) y con la revaluación del Euro, Argentina paga con dólares en una cuenta que nunca se disminuye. Se cancelaron 4.127 millones en 2002, 2.426 millones en 2003 y 3.505 en 2004. Fueron fondos escamoteados para disminuir y eliminar el default social que hoy se expresa entre otros, en el 40% de población bajo la línea de la pobreza, o el 16,2% de desempleados, mientras crece la brecha que separa los ingresos del 10% más enriquecido en 32 veces sobre el 10% más empobrecido.

Desde el gobierno se asume una “política de Estado” con continuidad histórica y afirma no ser “responsable del endeudamiento, ni del default”, pero si de “arreglar” el tema de la deuda con el Canje reciente. Recordemos que según la Constitución Argentina el que “arregla” es el Parlamento. Lo que se pretende es normalizar la situación para presentar un país serio. Debemos recordar que en el discurso de asunción presidencial del 25/5/03 se sostuvo la necesaria “reconstrucción del capitalismo nacional”, al tiempo que se anunciaba la búsqueda de un capitalismo “normal” y “serio”. Para ello había que salir de la moratoria o cesación de pagos y generar las condiciones para restablecer un clima de negocios favorables para los principales actores económicos.

El Canje reciente es la última modalidad para salir de la anormalidad y volver al sistema internacional, volver a pagar lo que no se estaba pagando. Que vuelvan las inversiones y la confianza de los principales actores económicos. El poder económico era el principal demandante de esa normalización. La realidad es que luego del Canje, las anunciadas inversiones se demoran y lo que sí aparece es la vocación remarcadota que impacta regresivamente el calidad de vida de la población de menores o escasos ingresos.

Datos y proceso de la deuda

La deuda pública argentina se divide en tres partes. Una es la que se mantiene con los organismos internacionales y que se paga rigurosamente.

La otra es la asumida luego de la crisis del 2001 y que permitió: a) eliminar las monedas provinciales; b) centralizar y nacionalizar las deudas provinciales a cambio de acuerdos fiscales; c) “resolver” el corralito y corralón endeudando al conjunto de la sociedad y en beneficio de bancos y ahorristas (inversores). Esta parte de la deuda se mantiene en situación regular y se paga con fondos del presupuesto restringiendo otros gastos o inversiones sociales y económicas necesarias.

La tercera es la deuda canjeada, que implica vencimientos hasta el 2045. Eso es una hipoteca para la generación presente y futura. Si bien hay periodo de gracia de 20 años para los pagos de capital, lo real es que a partir de abril empiezan a vencer intereses que se restarán del presupuesto.

Con el Canje se perdió la oportunidad de denunciar el carácter ilegítimo de buena parte de la deuda. Antes de volver al pago se debió investigar, retomando lo ya existente como la denuncia Olmos y la sentencia de Ballesteros que duerme en el Parlamento.

¿Podría haberse realizado otro mecanismo? Se podría haber intentado un camino común con otros deudores y una campaña de solidaridad, especialmente contra el desprestigiado FMI. Por el contrario, se pactó con los acreedores. Primero se otorgó el carácter de privilegiado al FMI y luego se acordó con los dueños de las AFJP (Bancos transnacionales) que entraran al Canje permitiéndoles contabilicen los títulos a valor nominal para que la eventual pérdida no aparezca en los resúmenes trimestrales que hoy reciben los trabajadores.

Es cierto que hubo quita, alargamiento de plazos y baja de intereses, pero todo para poder pagar. Además se cambió de una deuda mayoritariamente en dólares y otras divisas a una parte importante en pesos (un tercio). Sin embargo y curiosamente como ahora el dólar está quieto y/o en baja y el peso se está apreciando (inflación) resulta que se encarece el pago de intereses. La deuda pesificada costará más en las circunstancias actuales. Cada punto de inflación representa cerca de 450 millones de dólares más por año a pagar, y eso resta presupuesto para alimentación, salud, educación, trabajo, etc.

Aunque el Ministro de Economía habló de una deuda pública total de 125.000 millones de dólares, a eso deben sumarse unos 20.000 millones de dólares de aquellos que no entraron al Canje y que por lo tanto continúan demandando por sus acreencias, y cuentan para ello con la complicidad del FMI, del sistema financiero internacional y del poder económico global.

De este modo, el monto total de deuda se acerca a los 145.000 millones de dólares, una cifra similar a la diciembre de 2001 cuando la crisis estalló. Argentina entró en crisis y siguió pagando pese al default y el resultado es que se sigue debiendo lo mismo y el condicionante de política económica continúa. Además, si consideramos un PBI estimado en 150.000 millones de dólares, la incidencia de la deuda sobre el producto prácticamente se duplicó, pasando del 53% al 96%.

Los números de la deuda son palmaria demostración de la gravedad del tema en el corto plazo. Veamos los vencimientos de capital e intereses en los próximos años. Para el presente año la suma en dólares alcanza los 13.500 millones; de 14.900 millones en 2006; 13.500 en 2007, sumando unos 41.900 millones hacia el año de la renovación presidencial. Para el 2008 los vencimientos suman 9.200 millones y 11.400 millones en 2009. El total en cinco años alcanza a 62.500 millones de dólares sin contar los nuevos préstamos que eventualmente puedan tomarse en ese periodo.

El presupuesto nacional tiene acordados recursos para hacer frente a la deuda que no superan los 5.500 millones de dólares, con lo que queda clara la necesidad de conseguir refinanciación. La única posibilidad en ese sentido es un acuerdo con el FMI y es sabido que este no avanza sin lograr un acuerdo condicionado. Solo nos resta conocer con detalles las “condiciones” resultantes de las negociaciones ya iniciadas con el viaje de Roberto Lavagna a Washington. Son elementos vinculados al proceso de negociación de la deuda que profundizan los problemas estructurales de la economía y la sociedad argentina.

Toda la política económica se subordina a las condiciones que impone el pago de la deuda. La política monetaria se preocupa por las “metas de inflación” que como hemos visto afecta directamente el nivel de los compromisos de la deuda. Entonces, el BCRA asume una política de restricción de la oferta monetaria y fomenta instrumentos que favorezcan el retiro de la moneda nacional, el peso, del mercado. Cuando el país necesita consolidar la recuperación económica y avanzar en una reactivación con crédito para pymes y los más amplios sectores de la producción local, la autoridad monetaria retira pesos del mercado e induce al Banco de la Nación (BNA) que asuma la responsabilidad de sostener una paridad cambiaria competitiva para las exportaciones. Esos recursos del BNA se obtienen de la liquidez que genera una importante recaudación en ascenso y que afirma su carácter regresivo.

Se agrava el tema si consideramos que la inflación aparece como una amenaza no solo por los actuales incrementos de precios de sectores monopólicos, tal como ocurre en varios productos y marcas de primera línea, especialmente en petróleo y alimentación. El asunto preocupante es la demanda de incremento de tarifas sostenida por las privatizadas de servicios públicos, las que cuentan con el apoyo y la presión del FMI y el poder económico global. Son las que demandan mundialmente al Estado por 16.000 millones de dólares ante el CIADI (Comité Internacional de Arreglo por Diferencias en Inversiones, dependiente del Banco Mundial).

Hay que pensar en alternativas

La deuda es un mecanismo que profundiza la dependencia del capitalismo local. Ha sostenido recientemente(1)1 el Presidente de Venezuela que “no hay salida dentro del capitalismo”. La deuda ha sido para un conjunto de países, especialmente en América Latina, el mecanismo económico para la reestructuración regresiva luego de la crisis de los años 70.

Es actualmente la forma de continuar afianzando los lazos de la dependencia y subordinación al sistema de dominación global que articula a las corporaciones transnacionales, a los principales países desarrollados y a los organismos supranacionales. Hace falta una posición alternativa en materia de deuda y la Argentina necesita articular una posición común en la región y con el conjunto de los países que soportan el flagelo del endeudamiento y las presiones del FMI. Quizá haya que retomar el espíritu de la convocatoria realizada hace 20 años en La Habana para el repudio de la deuda externa y el establecimiento de un nuevo orden financiero global.

Parece elevado el desafío. Sin embargo y especialmente América Latina aparece como escenario favorable para empujar cambios. La base de esta afirmación es la emergencia de los pueblos como actores determinantes de la coyuntura política en los últimos ños. Basta mirar la actual situación de Bolivia o el fenómeno del cambio político del Uruguay para animarse a pensar que desde la región se intenta avanzar hacia otro mundo posible. En la Argentina también tenemos la palabra.

Buenos Aires, marzo de 2005.

* Profesor de Economía Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario.
1.- Discurso de Hugo Chávez Frías en el Foro Social Mundial, Porto Alegre, Enero de 2005

Alzas y Bajas marzo 2005

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