ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Detalle de una de las portadas de Cecilia Valdés

Nuestra Feria Internacional del Libro 2022 celebra el aniversario 210 del natalicio del escritor Cirilo Villaverde (San Diego, Pinar del Río, 1812-Nueva York, 1894) y los 140 años de la publicación, en esta urbe estadounidense, de su célebre novela Cecilia Valdés (1882). Como bien dijera el argentino Ezequiel Martínez Estrada, existen obras literarias que tienen la virtud de identificar a sus pueblos con solo mencionárseles: Cecilia Valdés pertenece a esa clase de libros.

A pesar de haberse originado en el seno del colonialismo español, o por esa misma razón, ya que la identidad cultural surge de las diferencias frente al «otro» (algo bien complejo en la Cuba de los años 30 del siglo XIX a causa del difícil contexto político, económico, social, étnico y cultural), la novela Cecilia Valdés logra captar de forma ejemplar las contradicciones de aquella sociedad esclavista, así como el nacimiento de lo cubano y la temprana rebeldía, ya patentes a la sazón.

Durante los años 30 y 40, Villaverde escribe prolíficamente; de hecho, se convierte en un escritor profesional. Compone cuentos y noveletas (géneros identificados en aquel tiempo como novelas). En 1838 aparece Cecilia Valdés en forma de cuento, y en 1839 en forma de libro, aunque solo en su primera parte. Desde esta etapa, el autor ofrece el retrato admirable de Cecilia Valdés que veríamos después, los trazos inconfundibles de La Habana intramuros y algunos de los contrastes de clase, costumbres y cultura de sus moradores.

Sin embargo, las ideas separatistas de Villaverde, junto a su participación en la conspiración de Trinidad y Cienfuegos, lo llevan a prisión en 1848. Al año siguiente consigue escapar y exiliarse en Estados Unidos. En esta nación vive el resto de su existencia. Allí participa activamente, al lado de su esposa Emilia Casanova, a favor de la independencia de Cuba y en contra del régimen colonial español. La inmersión en las labores políticas, el periodismo y la enseñanza sustraen a Villaverde, durante varias décadas, de la posibilidad de culminar la novela Cecilia Valdés. Finalmente, la completa en 1881 y la publica al año siguiente.

Esta larga espera, en cambio, permite al autor alcanzar mayor madurez en la descripción de los personajes, los ambientes, las costumbres, los conflictos sociales y políticos, el habla popular de la época y otros elementos narrativos dentro de una estética mixta, deudora del neoclasicismo, el romanticismo y el realismo, con énfasis en el costumbrismo. La caracterización de los protagonistas y de los personajes secundarios resulta decisiva; sin duda, constituye uno de los pilares del relato.

Cecilia Valdés confirma tal aserto. Su belleza impar, mestizaje y desenvoltura simbolizan a la mujer cubana. Al ensalzarla, el autor rinde un hermoso homenaje a las mujeres de nuestro país (como escribe en la dedicatoria inicial de la ficción). Por otra parte, Cecilia encarna un gesto de disensión frente al régimen esclavista, por ser mujer, mestiza y pobre.

A la vez, el conflicto del incesto, frecuente en la sociedad insular del siglo XIX, sirve para denunciar y revelar de modo indirecto algo más profundo: las enormes injusticias sociales, las desigualdades económicas, los abusos de poder y la descomposición ética del régimen colonial. Otro tanto puede decirse del placer de la novela al identificar La Habana, sus calles, edificios, viviendas y pobladores. Villaverde la mitifica y universaliza en nuestra literatura. La notable recreación de estos signos literarios, y de otros como comidas, vestuarios, habla, música, religiones y modos de pensar de los diferentes estratos sociales, justifican la perdurabilidad de la novela Cecilia Valdés.

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arq. Guillermo Morán Loyola. dijo:

1

11 de mayo de 2022

09:50:55


La mejor de las novelas cubanas, sin dudas siempre será esta obra Cumbre de la literarura cubana, y es que en ella no solo está la nacionalidad cubana, todo el preceso de transculturación, sino el amor desde la óptica de dos hermanos que pertenecen a clases sociales diferentes, pero su química y atracción los une, entre los lazos de una sangre que existe, pero no es descubierta por los hermanos, el celo de José Dolores Pimienta, y del de Cecilia por Isabel Ilincheta, se sugiere la exclavitud, aunque no hay ese rudo lenguaje al describirla, y la existencia de una madre loca, y una abuela pobre, nos deja entrever la explotación, el abuso, y la humillación de unos por otros. Ya Cuba necesita de una versión nueva, que nos haga en realidad sentirnos orgullosos de nuestro arte revolucionario, y de haber logrado la independencia definitiva de España, y de la pseudorrepúbica, que sería una extensión de la novela Cecilia, y a la vez los éxitos de una Cuba, no detenida en el tiempo, y si transformadora de las ataduras sociales, y costumbristas. Vale para bien la Obra de Cirilo Villaverde, que junto a la obra Sab, Abdala, y Sol de Batey, hacen una gran selección de una parte de la cultura cubana.