El exilio, una tarea desgarradora[1]

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16 min readAug 23, 2019

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Por: Karem Tiffany Castañón Hernández*

El 28 de julio se cumplió otro aniversario de la muerte de Haydée Santamaría Cuadrado. Su nombre ya había entrado en la historia revolucionaria cubana cuando, junto a Melba Hernández del Rey y un centenar de hombres armados formaron parte de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de julio de 1953. Más allá de las anécdotas, resulta, en general, poco conocida su labor en el exilio durante los meses de la lucha guerrillera, en un frente de inestimable valor.

Hoy 23 de agosto, día de la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), La Tizza quiere compartir un artículo de la historiadora Karem T. Hernández Castañón sobre esta etapa de la vida de Haydée y dos cartas — a las que se hace referencia en el texto — escritas a Fidel Castro y Celia Sánchez Manduley que evidencian la complejidad de la tarea asignada a Yeyé, y su entrega personal para cumplirla a cabalidad. Resaltan la valoración que hace sobre la personalidad histórica de Carlos Prío Socarrás — el depuesto presidente de 1952 por el golpe de Estado de Batista — , su apelación a su pasado revolucionario — «el muchacho del año treinta» — así como las contradicciones y colores de las fuerzas antibatistianas en el exilio estadounidense — «el problema del Comité» y «el gran problema unidad, es algo terrible» — . La confesión hecha a Celia sobre cómo «más no se puede sentir a Cuba dentro» es, como toda confesión, la expresión más clara de los sentimientos que animaban a la joven revolucionaria en la difícil misión encomendada.

La Tizza quiere, con estos textos, rendir un homenaje — insuficiente, pero necesario — a quien colocó, con acciones propias, su nombre en el listado de las revolucionarias imprescindibles.

Haydée Santamaría Cuadrado es una de las intelectuales más notables de la historia de la Revolución cubana. Su labor se desplegó desde su participación en la lucha contra la dictadura batistiana en las filas del Movimiento 26 de Julio (M-26–7) y, con posterioridad, en su rol como directora de la Casa de las Américas luego del triunfo de la revolución en 1959. Esta última actividad constituyó la obra de su vida y su principal aporte al desarrollo del arte como pieza fundamental para el proyecto socialista cubano.

Sin embargo, en este breve artículo no nos detendremos en su liderazgo en la Casa de las Américas puesto que existe una etapa de su vida poco abordada y que es de singular importancia. Se trata de su estancia en los Estados Unidos como delegada del M-26–7, antes del triunfo de la Revolución.

La década del cincuenta es harto compleja para Cuba y el mundo. El gobierno de Dwight Eisenhower estaba inmerso en plena Guerra Fría, Estados Unidos se había consolidado luego de la Segunda Guerra Mundial como notable potencia mundial y su economía crecía y se expandía alrededor del globo.

Por otra parte, la lucha contra el comunismo ganaba espacios fuera y dentro de la nación norteña, cuyo presidente había inaugurado una máxima que daba rienda suelta para la intervención en cualquier territorio que se encontrara amenazado por los soviéticos.[2] La mirada del gobierno no se apartaba de los acontecimientos que se vivían en Cuba, mientras mantenía su apoyo político y logístico al gobierno de Batista. Del desenvolvimiento de los hechos depende el control e influencia de EUA sobre la isla, y las sospechas de que la beligerancia puede estar permeada de ideas socialistas constituye un elemento esencial de alarma.[3]

En estas circunstancias, en mayo de 1958 bajo el seudónimo Nelly Venzal Alomá,[4] llegó Haydée Santamaría Cuadrado a los Estados Unidos con el cargo de tesorera del Movimiento 26 de julio en el Comité del Exilio. En principio no estaba muy contenta de hacer el viaje, salir de Cuba en plena guerra no era una posición que la reconfortara: «No puedes suponer Fidel los deseos que tengo que esto fuera,[5] me siento muy triste aquí. Desde que llegué todos quieren verme, yo quisiera que tú me escribieras, me hicieras indicaciones, ven todos en mí algo tan cerca de ti, que sería terrible para mí equivocarme».[6]

Aquel escenario se encontraba tenso debido a los últimos acontecimientos relacionados con la Junta Cubana de Liberación, además las relaciones entre el M-26–7 y Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR-13-M), como partes del Frente Cívico Revolucionario,[7] eran tirantes; y las discrepancias surgían a cada rato, tal es el caso del desacuerdo del DR-13-M en cuanto a que Manuel Urrutia quedara como candidato al gobierno provisional.[8]

Haydée califica el escenario de «horrible» debido al tema de la unidad, pero a pesar de esto las actividades del Comité del Exilio no se detienen. Uno de los primeros encuentros que sostiene Haydée en territorio estadounidense, en función de la recaudación de fondos para la lucha, es con Carlos Prío Socarrás. Le resultó difícil la reunión, por la posición que ha encarnado este hombre dentro de la política cubana. Sobre esto le comenta a Fidel:

Después de darle la mano le dije: «doctor, vengo a hablar con el muchacho del año treinta, con ese me puedo entender, si está dispuesto en esta conversación a ser aquel, podemos hablar, si tengo que conversar con el Prío de hoy no podremos ponernos de acuerdo». Esto lo dije casi sin darme cuenta, cuando vi lo que había dicho creí ahí terminaría todo, fue todo lo contrario, me contestó que estaba dispuesto a hablar como yo quisiera. Le hablé de cómo hacía cinco años veía caer a diario compañeros, que no solamente le hablaba de aquellos que tanto quise, sino de los que no habían muerto y los veía gritar por un rifle, que él podía resolver eso, que en nombre de los que él vio morir en aquella lucha contra Machado, en nombre de los que había visto morir yo, en nombre de la mujer cubana que ya no podía más, por Cuba, me arrodillaba ante él para que pusiera un rifle en manos de los que luchaban por darle la libertad a nuestra Patria. Me contestó que dijera la forma, que estaba dispuesto a demostrarme que él quería a Cuba como yo. Le dije la forma de hacer llegar un avión ahí, que si él quería fuera él o una persona de toda su confianza, que yo iría en ese avión para garantizarle el viaje, él tiene un avión que carga cuatro mil libras y esa cantidad de equipos, así que quedamos que en unos días se haría el viaje. Le dije que ahí hablaríamos de la verdadera unidad, esto lo hice para comprometerlo más. Me pidió que de esta operación no informara a nadie, que sería una cosa secreta de los dos. Como esto no perjudica en nada la operación de Ricardo y este ya tiene el dinero para trabajar en lo otro, así lo hice. Además tengo la seguridad si él hace lo que me dijo lo consigo yo mejor que nadie. Fue duro para él que una mujer le hablara así, me vio la desesperación. Además le dije algo, «vamos a hablar de pactos allí», si no lo hace sabe no podrá hablar jamás de pactos.[9]

Haydée también buscaría apoyo por otras vías: así se mandan a hacer bonos, pines, llaveros y pañoletas con los símbolos del M-26–7 y se envían para la venta a los compañeros que se encuentran diseminados por Estados Unidos y otros países de América Latina.[10]

Así lo explica José Llanusa en carta a Haydée: «Adjunto te envío 250 botones para que los entregues a Zamora y este los reparta entre la gente de Miami, Tampa y Key West. Deben ser vendidos a $2. Están muy bonitos y son un buen negocio, pues salen a 30 centavos cada uno».[11]

Por otra parte también se envían armas, María Josefa Ruiz Vinajeras[12] menciona cómo eran un peligro las reuniones, con gente de la peor calaña, comprando armas para mandar para Cuba.[13] Ella no recuerda que Haydée tuviera que tratar con estas personas, su esposo era el que se encargaba de estas gestiones peligrosas, el peso de ser mujer debió influir en el hecho de que ella no participara en estas diligencias.

En esa misma carta, Llanusa explica a Haydée sobre otro contacto, aunque no esclarece de quiénes se trata: «La compra del equipo es más que segura. Los pagos $10 000 ahora, $15 000 a la entrega de todo el material que sería de $100 000 a pagar el resto en seis meses. Tienen solo equipo pesado es decir Ametralladoras 30 y 50, y tienen Thomson 45».[14] Vinajeras apunta que ella monitoreaba el envío de armas, y estas se mandaban a la Sierra a través de Venezuela.[15] Otra manera de recaudar fondos era a través del pago de impuestos a los ingenios que se encontraban en zonas que ya estaban bajo el poder del Ejército Rebelde, luego este dinero se enviaba a los Estados Unidos.

Las cartas de acuse de recibo sobre sumas de dinero recibidas por Haydée se acumulan, las va recibiendo de todas partes del territorio estadounidense y de otros países latinoamericanos. El trabajo es intenso en el exilio. La presencia de Haydée había logrado cohesionar a parte importante de los representantes del M-26–7 en el exterior, su práctica revolucionaria le había hecho ganar el respeto de sus compañeros, de estar donde fuera útil a la revolución, una concepción que atraviesa todas sus acciones. Una carta de José Llanusa confirma la importancia de la labor de esta mujer en el exilio: «La venida de Haydee a esta ciudad ha sido el paso más firme que ha dado nuestro movimiento fuera del territorio, las recaudaciones habían caído debido a los hechos de Abril 9; Yeyé nos ha dado el empujón, además que todos cooperan con ella por su recia personalidad en la lucha librada. Han aumentado las recaudaciones y las ayudas son más efectivas».[16]

Uno de los últimos acontecimientos en Miami que muestran la comprensión de Haydée del momento que se avecinaba para Cuba tiene lugar en enero de 1959. «El hombre ha dejado Cuba»,[17] fueron las palabras que escuchó al teléfono. Al otro lado del auricular estaba José Miró Cardona, aquello significaba que Fulgencio Batista había abandonado el gobierno.

Haydée pensó en la rapidez con que el gobierno estadounidense obstruiría cualquier intento de construcción de un gobierno revolucionario, así que juntó a compañeros abogados y los envió al aeropuerto para volar a la isla, exhortándolos ayudar a Fidel a edificar el nuevo gobierno. Un miembro del M-26–7 pilotearía la nave, Haydée le ordenó que no develara el verdadero destino: Santiago de Cuba, mientras ella, para tranquilizar a los magistrados, había dicho que irían a La Habana.

En unos avioncitos, aerolíneas Q, con otros miembros de la Dirección del M-26–7, el día 2 de enero de 1959, Haydée regresa a la Patria, lista para emprender, lo que tanto ella y su hermano Abel habían soñado, una Cuba nueva.[18]

A sus 37 años de edad, había vivido la cárcel, la clandestinidad, la Sierra y el exilio. En todos esos escenarios la revolucionaria había peleado por el cambio social que anhelaba para Cuba. En 1959 era ya una mujer cuya madurez sustentaba una militancia estrictamente comprometida con la causa del M-26–7.

«Más no se puede sentir a Cuba dentro»

Carta de Haydée Santamaría a Celia Sánchez[19]

Mayo 20/58

Querida Celia:

Qué bien hiciste en no venir, qué triste se siente uno aquí. Pienso también en ti con la enfermedad de tu papá, he sabido se ha puesto un poquito peor; piensa que cuando se tiene esa edad todo es malo y lo que pasa es que lo que es malo es la edad. Tal vez si la suerte me acompaña pueda estar pronto con ustedes, por carta a Fidel te enterarás de todo. Ya he visto telas, relojes, mil cosas, no sé si podrá ir eso, el barco es chico, si se pudiera dar un viaje con estas cosas resolveríamos en grande este problema.

De aquí puedo decirte, esta es la parte más desagradable que hay sobre la tierra: qué soledad, aunque más no se puede sentir a Cuba dentro, hay veces que siente uno tal deseo de estar en ella que hay que controlarse para no ir corriendo.

Te diré, emigración sabe estoy aquí, andan locos buscándome, no saben cómo entré, me dejan tarjetas en todos los lugares que concurren cubanos, me dicen me presente, no me pasará nada, yo no lo pienso hacer, después sería más difícil la salida. Bueno, no te cuento más, lo importante lo verás en la carta a Fidel, si sigo escribiéndote a ti todo sería triste.

Un abrazo bien fuerte de

Yeye

«Vengo a hablar con el muchacho del año treinta»

Carta de Haydée Santamaría a Fidel Castro[20]

Mayo 20–58

Querido Fidel:

Desde que llegué pensé escribirte, después lo dejé para tener algo concreto que decirte, voy a empezar por puntos:

1. Al llegar aquí me di a la tarea de buscar algún dinero para Ricardo, esto se me hizo bastante difícil por lo que se confronta aquí con el gran problema unidad, es algo terrible, no se habla de otra cosa y los mayores culpables son algunos del 26; jefe de este grupo, Chuchu. Te mando algunos recortes de periódicos para que te des cuenta. En esta gente también están algunos ortodoxos, el jefe de estos [Manuel] Bisbé. [A Roberto] Agramonte y Yuyo del Valle me los encontré como militantes del 26; este último ayuda enormemente, su casa se puede decir está a la disposición del 26. Hay una pugna entre estos ortodoxos y los otros muy grande: puedes imaginarte mi llegada a esta, creí volverme loca, a cada uno tuve que oírlos, quejas, puedes figurarte, por fin ya le entregamos a Ricardo $22 000. El asunto de la unidad, a todos dije, podían ir allá a tratar eso.

2. Es un asunto importante, Yanes estuvo, él es de Boniato, vino a verme para que te informara rápidamente que recibió un aviso de unos militares, uno es un capitán que él garantiza, su nombre es Guillermo Díaz de León, este capitán está en Bayamo, es uno de los que tiene que subir y quiere unirse a ti, debes tratar de hacer contacto en Bayamo con él, que lo vean de parte de Yanes Pelletier, como te digo es capitán, quiere unirse con todo su pelotón además dice tiene otro capitán en las mismas condiciones, sé que es difícil hacer contacto con él pero si pudieran coordinar para que él subiera, fíjate no serían menos de cien hombres armados, además del efecto tremendo que eso haría, también Yanes me trató ir para allá, él ha estado trabajando aquí, yo creo te podría ser muy útil en contactos como estos que te digo aquí.

3. Vino a verme Ernesto Tizol, me dijo quería incorporarse al movimiento, se divorció, ya que la mujer le dijo que escogiera, me confesó no podía vivir, quiere ir como cualquier soldado o que le des un trabajo, yo siempre pensé es bueno, fíjate qué distinto a otros, no ha explotado jamás el Moncada, en esto le contesté te consultaría.

4. Este es el punto más importante: Vi a [Calos] Prío, te voy a decir todo lo que hablamos, cuando lo vi no puedo negarte sentí ganas de dar gritos, cuando lo vi pensé desde Abel que fue con una escopeta hasta Enrique que cayó en una explosión, en cada uno de ustedes, en tu desesperación por conseguir un rifle, fue algo terrible, tanto que después de darle la mano le dije: «doctor, vengo a hablar con el muchacho del año treinta, con ese me puedo entender, si está dispuesto en esta conversación a ser aquel, podemos hablar, si tengo que conversar con el Prío de hoy no podremos ponernos de acuerdo». Esto lo dije casi sin darme cuenta, cuando vi lo que había dicho creí ahí terminaría todo, fue todo lo contrario, me contestó que estaba dispuesto a hablar como yo quisiera. Le hablé de cómo hacía cinco años veía caer a diario compañeros, que no solamente le hablaba de aquellos que tanto quise, sino de los que no habían muerto y los veía gritar por un rifle, que él podía resolver eso, que en nombre de los que él vio morir en aquella lucha contra Machado, en nombre de los que había visto morir yo, en nombre de la mujer cubana que ya no podía más, por Cuba, me arrodillaba ante él para que pusiera un rifle en manos de los que luchaban por darle la libertad a nuestra Patria. Me contestó que dijera la forma, que estaba dispuesto a demostrarme que él quería a Cuba como yo. Le dije la forma de hacer llegar un avión ahí, que si él quería fuera él o una persona de toda su confianza, que yo iría en ese avión para garantizarle el viaje, él tiene un avión que carga cuatro mil libras y esa cantidad de equipos, así que quedamos que en unos días se haría el viaje. Le dije que ahí hablaríamos de la verdadera unidad, esto lo hice para comprometerlo más. Me pidió que de esta operación no informara a nadie, que sería una cosa secreta de los dos. Como esto no perjudica en nada la operación de Ricardo y este ya tiene el dinero para trabajar en lo otro, así lo hice. Además tengo la seguridad si él hace lo que me dijo lo consigo yo mejor que nadie. Fue duro para él que una mujer le hablara así, me vio la desesperación. Además le dije algo, «vamos a hablar de pactos allí», si no lo hace sabe no podrá hablar jamás de pactos. Creo que tú puedas convencerlos ahí de lo que crees mejor. Puedo decirte tienen hasta aviones de bombardeo, yo creo he actuado bien y tengo tantas esperanzas de que llegue ahí el avión. Si me engaña como tantas veces lo ha hecho, no perdemos nada, todo lo contrario, podremos decir cuando hablen de pactos esta petición de que fueran ahí, hasta aquí hoy es todo, hablé ayer con él.[21]

Ahora te diré algo sobre Jorge, vino una persona que está con él, le dije que si él llegaba ahí con un cargamento sería recibido, lo que no se le perdonaría jamás es que fuera a otro lugar, que ahí lo esperaban todos los días.

Del problema del Comité de aquí te contará [Calos] Franqui, Rau es muy bueno y [Manuel] Urrutia formidable. Llerena es el que se le ha subido su cargo a la cabeza y tiene problemas con todos, hasta con Raúl [Chibás]; hablé mucho con Raúl, cada día lo veo mejor.

Bueno, creo no se me queda nada, ojalá pronto nos veamos. Un abrazo para todos y para ti, de

Yeye

Notas:

[1] Fragmento de la tesis de licenciatura «Una bala no puede terminar el infinito. Biografía intelectual de Haydée Santamaría Cuadrado». Universidad de La Habana, 2018.

[2] Doctrina Eisenhower. El presidente solicitó al Congreso la autorización para emplear armas de los Estados Unidos, a fin de asegurar y proteger la integridad territorial y la independencia política de las naciones que lo pidiesen. A expensas de contestar, si fuera necesario cualquier tipo de agresión que proviniera de alguna nación que se encontrara controlada por el comunismo internacional. Véase Eric Hobsbawn. Historia del siglo XX., Editorial Grijalbo, Buenos Aires, 1999.

[3] «A partir de 1955, después que los revolucionarios fueran amnistiados y Fidel Castro viajó a Estados Unidos, el Buró Federal de Investigaciones (FBI), la CIA y otras agencias de los EE.UU. buscaron muestras de ‹contaminación comunista› durante todos los años de la insurrección. Esta búsqueda se hizo más intensa en 1957, como lo reconoció Wayne Smith (Segundo secretario de la Embajada de Estados Unidos en Cuba), entonces analista del Buró de Investigaciones e Inteligencia del Departamento de Estado». Estados Unidos y la Revolución Cubana, en: http://epoca2.lajiribilla.cu/pdf/cronica2.pdf.

[4] Pasaporte utilizado por Haydée para entrar en Estados Unidos. Fondo Haydée Santamaría. Archivo Histórico del Consejo de Estado. (AHCE)

[5] Habla sobre la posibilidad de venir en un barco que enviaría Carlos Prío con provisiones.

Carta de Haydée Santamaría a Fidel Castro del 20 de mayo de 1958. AHCE. PONER ENLACE A LA TIZZA QUE LA PUBLICA

[7] Se compone de las organizaciones firmantes del «Pacto de Caracas» que buscaban la conformación de un frente común antibatistiano. Es necesario señalar que el M-26–7 no designó delegados al Frente, asistían de manera provisional José Llanusa y Luis Buch. Ver carta de José Llanusa a Fidel Castro del 22 de agosto de 1958 desde Miami. Archivo personal de María Josefa Vinajeras.

[8] Ver: Frank Josué Solar Cabrales. Influencia de las concepciones y prácticas unitarias en las relaciones entre el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de julio. (1955–1958). Tesis doctoral. Universidad de La Habana, 2016. p. 87.

[9] Carta de Haydée Santamaría a Fidel Castro, el 20 de mayo de 1958. AHCE. En la edición de la carta se ha respetado en, en lo esencial, la ortografía y redacción originales de Haydée Santamaría, aunque en algunos casos se han hecho correcciones de signos de puntuación que faciliten la lectura y, sobre todo, porque no afectan las ideas principales de la misma.

[10] En la documentación revisada en el AHCE se encuentran cartas de Haydée esclareciendo envíos de este tipo de aditamentos a compañeros en: New Jersey, Nueva York, Detroit, Puerto Rico, Venezuela, y México.

[11] Carta de José Llanusa a Haydée Santamaría. 26 de julio de 1958. Archivo personal de María Josefa Ruiz Vinajeras, p.2.

[12] Esposa de José Llanusa.

[13] Entrevista a María Josefa Ruiz Vinajeras. 16 de diciembre de 2017.

[14] Carta de José Llanusa a Haydée Santamaría. 26 de julio de 1958. Archivo personal de María Josefa Ruiz Vinajeras. p. 2.

[15]Entrevista a María Josefa Ruiz Vinajeras. 16 de diciembre de 2017.

[16] Carta de José Llanusa a Fidel Castro. 22 de agosto de 1958. Archivo personal de María Josefa Ruiz Vinajeras, p. 2.

[17] Margaret Randall. Haydée Santamaría. Cuban revolutionary. She led by transgression. Duke University Press. 2015, p. 99.

[18] Haydée Santamaría. «Todo es una sola cosa». En: Casa de las Américas. №229, oct-dic, 2002, p. 17.

[19] Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. Fondo Haydée Santamaría.

[20] Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. Fondo Haydée Santamaría. En la edición de la carta se ha respetado en, en lo esencial, la ortografía y redacción originales de Haydée Santamaría, aunque en algunos casos se han hecho correcciones de signos de puntuación que faciliten la lectura y, sobre todo, porque no afectan las ideas principales de la misma.

[21] En una entrevista posterior (1975) dice sobre el envío de suministros desde los Estados Unidos: «(…) las poquísimas armas que llegaron a nuestros compañeros aquí no salieron de allá. De allá, en definitiva, no pudo salir ningún barco, de allá no se permitió salir ningún avión (…) de Estados Unidos, casi solo lo poquísimo que pudieron ocultar en sus faldas nuestras compañeras, a costa de un riesgo enorme, y sin poder resolver el problema principal que era el de las armas largas para el combate en la Sierra (…) gastamos miles y miles de pesos, más de un millón, y a la Sierra no llegaban. Comprábamos un avión que nos costaba 25 mil dólares y luego no podía salir nunca de Miami, porque lo impedían las autoridades». Fragmento tomado de: Todo es una sola cosa. Una entrevista con Haydée. En Ana María Cabrera Marsden (compiladora). Haydée Santamaría. Colección Vanguardia. Ocean Sur, Colombia, 2018. p. 47.

* Historiadora, Casa de las Américas

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