Un testimonio israelí

Un amigo palestino me decía hace poco: «El mundo no puede creer (o no quiere creer) lo que nos hace Israel. Por eso es tan importante que los israelíes muestren lo que significa la ocupación en Palestina«. Es por eso mismo que decidí traducir y reproducir el testimonio de un prestigioso periodista israelí sobre la represión semanal en la aldea de Nabi Saleh, cerca de Ramallah.
 
Lo que él cuenta lo hemos experimentado quienes asistimos a las manifestaciones noviolentas que el pueblo palestino lleva a cabo semanalmente en varias aldeas y pueblos de Cisjordania, desde Hebrón hasta Nablus. Lamentablemente, esto no es nuevo ni raro aquí; pero el mundo (sobre todo América Latina) tiene que saber que esto ocurre de manera regular y sistemática, porque la comunidad internacional (incluidos nuestros gobiernos) se lo permiten a Israel. 
 

El peso del nacionalismo en Nabi Saleh

Joseh Dana*

7/5/11

Llegar a Nabi Saleh no es fácil. El ejército cierra todas las entradas muy temprano los viernes, día de la manifestación semanal desde hace dos años. Esto obliga a los activistas israelíes e internacionales que desean unirse a las protestas noviolentas a estacionar a varios kilómetros de distancia y caminar a través de valles y colinas para llegar a la aldea.

Este viernes los soldados israelíes estaban adentro de la aldea desde mucho antes que la manifestación empezara, creando un perturbador ambiente de incertidumbre entre la población. A esta incertidumbre se sumaron los comentarios agresivos de un grupo particular de soldados que se habían apoderado del techo de una casa en el centro de la aldea.

Pronto voy a hacer volar tu casa”, le ladró en un inglés con acento horrible uno de los arrogantes soldados a un anciano. No quedaba claro si el soldado quería decir que le iba a volar la casa o a atacarla con gases lacrimógenos o granadas de estruendo. Lo cierto es que el pobre anciano estaba claramente asustado por el comentario violento del soldado.

Hombres y niños salieron de la oración de media tarde decididos a realizar la manifestación a pesar de la presencia militar. Cerca de un 12% de la población masculina de la aldea –de un total de 500 habitantes- ha estado en cárceles militares israelíes por manifestar. Bassem y Naji Tamimi, los líderes del Comité Popular de Nabi Saleh, están en prisión actualmente. No han sido sentenciados, pero si nos basamos en la situación similar vivida en Bil’in, van a estar en la cárcel probablemente por un año o dos. Su delito: liderar manifestaciones pacíficas de israelíes, palestinos e internacionalistas para resistir la ocupación.

En pocos minutos, los soldados abrieron fuego sobre los manifestantes desde tres direcciones. El gas lacrimógeno llenó el aire mientras las granadas de estruendo resonaban en todas direcciones. Muchos corrieron buscando la seguridad relativa de sus casas, pero no les sirvió de nada: los soldados empezaron a disparar gas lacrimógeno hacia las casas mismas. Los niños -algunos de 4 o 5 años de edad- se asfixiaban dentro de su propio hogar sin tener para dónde escapar. Esto duró por unas cinco horas; el ejército impuso un toque de queda no declarado sobre Nabi Saleh.

Cuando el sol empezaba a ocultarse, los soldados aflojaron el toque de queda. Debido a la persistencia de los gases, no hubo los choques habituales entre soldados y jóvenes palestinos tira-piedras. Los comercios reabrieron y una calma relativa descendió sobre la aldea, a pesar de la presencia de una docena de soldados fuertemente armados en el centro de la población. Pero los efectivos abrieron fuego e inundaron de nuevo la zona con gas lacrimógeno. Todo el mundo tuvo que buscar refugio en sus casas, con las ventanas cubiertas por pesadas cortinas para tratar de evitar el gas lacrimógeno. Después de media hora, la gente empezó a salir lentamente de sus casas y la calma volvió.

Cuando finalmente los soldados se preparaban para retirarse por la noche, el famoso camión «Skunk» («Canalla”; vehículo que arroja una mezcla química potente que provoca irritación severa) entró en la aldea, suscitando una oleada de bronca entre los muchachos de Nabi Saleh. En un acto de provocación, el vehículo se desplazó por la aldea amenazando cada casa con su mezcla química picante. Los muchachos respondieron tirando piedras al camión blindado, lo que a su vez provocó una violenta respuesta de gas lacrimógeno y balas de acero forradas de goma por parte de la patrulla de soldados.

Los choques entre soldados y jóvenes duraron hasta las 20 horas, cuando el último soldado regresó a la base militar en la colonia de Halamish.

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He venido cubriendo la saga de Nabi Saleh y su resistencia pacífica a la ocupación israelí desde el comienzo de las manifestaciones, un año atrás. La de este viernes fue diferente: vi a una aldea bajo toque de queda. Vi gente forzada a encerrarse amontonada en sus casas por haber elegido un camino de resistencia pacífica en el espíritu del movimiento por los derechos civiles de EEUU en los ’60. Vi a niños asfixiándose con gas lacrimógeno en sus propios dormitorios.

La única lógica que explica este comportamiento es que Israel quiere amedrentar a Nabi Saleh y aplastar su lucha noviolenta.

En el camino de regreso a Tel Aviv pensaba para mis adentros: ¿qué pasaba por las mentes de los soldados cuando abrían fuego sobre civiles israelíes y palestinos? ¿Pensaban que su comportamiento era heroico? ¿Actuaban impulsados por el odio y el miedo? ¿Nuestro nacionalismo ha llegado al punto de impulsarnos a aterrorizar ciegamente a civiles que ejercen un derecho humano básico? La triste respuesta es sí; pero no tienen que creerme: vengan a Nabi Saleh el próximo viernes y lo verán por ustedes mismos.

Aquí hay un video de la manifestación. Noten cómo los soldados intentaban mantener un estricto toque de queda sobre la aldea. A veces, eso implicaba meterse adentro de las casas y pedir documentos de identidad mientras tiraban gas lacrimógeno y granadas de estruendo a los pobladores que miraban desde sus patios y terrazas.

* Joseph Dana es un periodista residente en Tel Aviv y Ramallah. Sus coberturas del conflicto Israelí-Palestino se enfocan en los movimientos palestinos de resistencia noviolenta a lo largo de Cisjordania, y en el impacto de la ocupación israelí en la vida del pueblo palestino. Sus escritos han sido publicados en The Nation, Le Monde Diplomatique, Electronic Intifada, Think Progress, The National, Alternet, Huffington Post, Haaretz y Al Jazzera English. Sus reportajes desde Cisjordania han sido destacados en el New York Times.

Acerca de María Landi

María Landi es una activista de derechos humanos latinoamericana, comprometida con la causa palestina. Desde 2011 ha sido voluntaria en distintos programas de observación y acompañamiento internacional en Cisjordania. Es columnista del portal Desinformémonos, corresponsal del semanario Brecha y escribe en varios medios independientes y alternativos.
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