Día agitado en Buenos Aires: de los piqueteros a Blumberg, sin escalas : Argentina Indymedia (( i ))

versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Día agitado en Buenos Aires: de los piqueteros a Blumberg, sin escalas
Por sebastian hacher ((i)) - Friday, Aug. 27, 2004 at 2:45 AM
sebastian@riseup.net

Del campamento en Plaza de Mayo a la marcha de Blumberg, recorrido fotográfico.

apdsc07639.jpg, image/jpeg, 550x413

Esta mañana, extraño privilegio, salí a trabajar, pero cerca del mediodía llegué a una villa de cartoneros, un barrio siempre precario y clandestino donde hombres, mujeres y niños viven rodeados de lo que cirujean todas las noches en los barrios más paquetes de la ciudad. Allí vive Julián con su mujer y tres hijos. Estaba preocupado por ellos, porque la semana pasaba la lluvía no había dejado entrar a los camiones que compran el cartón, y entonces en estos días en la casa faltaba de todo, hasta yerba.

Tenía que ir a buscar a Julián, pero no lo pude encontrar. Ayer por la tarde cargó a toda su prole y con carrito y todo se fue al campamento de Plaza de Mayo. Los camiones habían entrado, por fin, la mañana anterior, animados porque el barro ya estaba cediéndole al sol. Así que seguramente a la vuelta traería yerba y fideos, más todo lo que los chicos, encerrados durante días para escapar del barro, andan necesitando más que nunca.

En el barrio me enteré de la noticia del CEAMSE. Anoche, mientras un chico entraba a ese gran basurero, fue baleado por un guardía de seguridad. Todo el barrio salió a quejarse, y la represión policial ya estaba preparada: cortaron la luz en toda la villa, y la balacera terminó con 53 detenidos, golpeados y heridos. Por suerte, me dijeron, no había nadie de este barrio ahí.

-Piquete

Llegué a Plaza de Mayo cerca de las dos de la tarde, cuando ya terminaba el acampe piquetero que había comenzado ayer. Las columnas del Bloque Piquetero, la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Anibal Verón y el Movimiento Sin Trabajo Teresa Vive se preparaban para salir, y por Avenida de Mayo llegaban, luego de cortar el Puente Pueyrredón, las columnas de la Corriente Clasista y Combativa junto un sector de los Movimientos deTrabajadores Desocupados Anibal Verón. Mientras tanto, alrededor de la pirámide, las Madres de Plaza de Mayo se preparaban para su tradicional ronda de los jueves, ahora acompañadas por familiares de víctimas del gatillo facil policial.

Fue apenas un instante en el que todo se cruzó. Los que entraban y los que salían se aplaudieron mutuamente, porque basicamente estaban allí por lo mismo. Trabajo pedían los que se iban, dejando atrás el campamento de 24 horas en la plaza, arrastrando ollas y carpas, termos de mate y ojos cansados, frazadas y banderas. Trabajo también pedían los que llegaban, armados de palas y cascos, furiosos por usarlas, respondiendo al ministro Fernandez que acá estaban las palas, que querían trabajar.

Corrían las noticias y los mates, corrían los pibes mas chiquitos atrás de una pelota, y los demás no corrían porque la noche había sido larga y cansadora. Se decía que en la provincia del Chaco, los desocupados pugnaban cruzar el puente para manifestarse frente a Kircher. Que Raúl Castells se negaba a declarar “poque no tiene nada de que defenderse”. Que en Pico Truncado, Santa Cruz, los desocupados levantaban la toma de una planta petrolera, luego de la promesa de crear de 420 puestos de trabajo con sueldos de 700 pesos, más obra social y aportes jubilatorios a partir del 1 de septiembre.

Casi al final del acto llegó un grupo de familiares de víctimas del gatillo facil, encabezados por el padre de Gisela Barreto, de 12 años, baleada en el año 2000 por un cabo de la policía bonaerense. Hoy por lo mañana se había leído la sentencia, que condenó al policía homicida a 12 años de prisión. Y allí estaba ahora, su padre, luego de haber estado durante una semana frente al asesino de su hija, acompañado por un puñado de padres y madres iguales a él. Allí estaban, mezclados entre los piqueteros, saludándose con las Madres de Plaza de Mayo y contando la novedad.

Cuando se estaba por producir el cruce entre diferentes marchas, alguien me tocó el hombro. “Vení, que te quiero mostrar algo”, me dijo una mujer que encuentro en todos lados, madre de una víctima de la violencia e incansable a la hora de acompañar a todo el mundo. Me guió hasta un costado de la Plaza, para mostrarme a un niño recién nacido, con apenas 20 días de vida que descasaba en brazos de su padre. “Se llama Maxi- me explicó la mujer que me había convocado para la noticia- y es el hijo de Vanina Kosteki, la hermana del Maxi que mataron en Puente Pueyrredón. Y es su primer piquete”.

-Blumberg

Me perdí en las calles de ciudad, y a las 7 de la tarde estaba en Córdoba y Callao, a cinco cuadras de la convocatoria de Blumberg. Allí me vi rodeado por pequeños grupos de oficinistas, mujeres rubias y señoras coquetas que iban para la marcha de Blumberg. Junto a ellas caminé, mientras las escuchaba hablar de cocina, de sus vidad cotidianas o de las últimas noticias. Por momentos parecía que recién salían de una oficina, que enfilaban para la peluquería o para un recital, aunque no sé de que cantante.

La convocatoria de Blumberg fue masiva, aunque mucho menos que otras veces; llegando desde Callao ocupaba una cuadra completa para el lado de Corrientes, y otra más por Av de Mayo. También era mucho mas homogenea socialmente que las dos veces anteriores; todo el mundo parecía venir de los barrios de clase media alta, e incluso muchos de los countries y barrios privados de zona norte.

La escenografía era la misma que las anteriores. Mujeres vestidas de fiesta, hombres de traje y muchísimas velas. Aromatizadas, con candelabros, cubiertas por vasitos de café o botellas recortadas, todo era útil para levantar las velas apuntando hacía el palco monumental desde donde habló Blumberg.

Quizás por los sermones, quizás por el ambiente y la composición social, por momentos la concentración parecía una misa masiva, y a veces también una catarsis colectiva.

Blumberg hizo uso de la oratoria; una a una repitió sus propuestas, muchas de ellas calcadas del plan de seguridad del exministro Beliz. Uno de sus pocas arengas fue contra los organismos de derechos humanos; fue el único momento en que se permitió levantar la voz y no reprimió los gritos de los asistentes.

-Activistas y ciudadanos

Los medios reflejaron la contradicción. En la mayoría de los diarios, “los activistas” habían “cagado en Plaza de Mayo”, y el gobierno porteño montaba un operativo de limpieza ante la queja de la ciudanía decente. La noticia, a falta de caos vehicular, era simplemente esa: por aquí pasaron los piqueteros, son sucios y hay que limpiar.

Por la noche, en cambio, la ciudadanía había protagonizado una “impresionante movilización” acompañada por “miles de personas”, sin que nadie arriesgue ninguna cifra; como no eran tantos como la otra vez –quizás menos de la mitad- decir simplemente “miles” suena bien. Nadie lo escribió, pero quizás también podrían haber puesto que al finalizar la marcha, la ciudadanía depositó las velas encendidas en los cordoners de la vereda y en el medio de la calle, casí al mismo tiempo en que los empleados de las empresas de limpieza comenzaban a pasarle un plumero a la ciudad.

En la desconcentración, mientras los estacionamientos se llenaban de gente que quería llevarse sus coches, otro ejército silencioso comenzaba a revolver, como cada noche, los tachos de basura. Eran miles de cartoneros. Esos que, de a poquito, se están haciendo piqueteros.