La crisis de la Covid ha provocado un descenso de la actividad y, por tanto, del número de horas trabajadas. Es un fenómeno global: según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la caída en el número de horas trabajadas a nivel mundial en 2020 equivale a 255 millones de empleos equivalentes a tiempo completo, cuatro veces más que durante la crisis de 2009. Pero la repercusión en el empleo se ha visto atenuada por lo que la OIT llama una “reducción de las horas de trabajo en el interior del empleo”. Como se verá más adelante, Francia no es una excepción. Pero, previamente, resulta esclarecedor inscribir la coyuntura actual en una perspectiva histórica más amplia.

¡Todos a medio tiempo!

El gráfico de abajo da una evaluación de la duración media anual del trabajo en un amplio período. Ciertamente, tal ejercicio plantea numerosos problemas metodológicos (ver el anexo). Dos historiadores, Corine Maitte y Didier Terrier, acaban de publicar un libro magistral, Les Rythmes du labeur [Los ritmos del trabajo] (La Dispute, 2020), una encuesta sobre el tiempo de trabajo en Europa occidental desde el siglo XIV al XIX. Muestran hasta qué punto la definición misma del tiempo de trabajo es difícil e incluso escurridiza. Se puede consultar esta recensión de la obra y escuchar esta entrevista con los autores. Reconocen sin embargo el interés de los trabajos estadísticos que tienen el mérito “de plantear una cuestión que hasta entonces apenas se ponía en evidencia”. Sea como sea, la tendencia histórica a la baja es innegable: en la actualidad se trabaja aproximadamente la mitad del tiempo en relación con el inicio del siglo veinte.

Un declive secular de la duración del tiempo de trabajo

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Número total de horas trabajadas en Francia, por año. Fuente: Olivier Marchand y Claude Thélot, Pierre Villa, INSEE

El reparto del trabajo

El número total de horas trabajadas es el producto del empleo por la duración media del trabajo: esto es una igualdad contable. Ella plantea evidentemente problemas estadísticos de los que los principales son el campo de estudio (el conjunto de los empleos o solo los asalariados) y el tratamiento de los empleos a tiempo parcial o reducido. Se utilizarán aquí los datos del INSEE [Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos, ndt] sin entrar en esta discusión. Una mirada rápida sobre los cuatro últimos decenios a partir de las cuentas nacionales trimestrales lleva a las siguientes observaciones: entre el primer trimestre de 1980 y el cuarto trimestre de 2019, el número de personas en empleo ha aumentado en la cuarta parte. Esta progresión del empleo se hace en escalones en función de los diversos episodios de recesión. En este mismo período, el número de horas trabajadas solo ha aumentado en el 6%. La duración del trabajo ha disminuido el 17% pero esta caída se ha producido hasta 2002: desde el paso a las 35 horas, la duración del trabajo no se mueve. Es posible (en datos anuales) ensanchar más el foco para volver hacia la inmediata post-guerra. Se obtiene entonces la representación de aquí abajo.

El reparto del trabajo en un período amplio

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Empleo, número de horas trabajadas y duración del trabajo en Francia, base 100 en 1950. Fuente: INSEE, cuentas nacionales anuales

La principal constatación es que el número de horas trabajadas en Francia es hoy, aproximadamente, el mismo que hace 60 años: 43 mil millones en 2019, contra 46 en 1950, porque la productividad horaria del trabajo ha aumentado aproximadamente como el PIB en el conjunto de ese período. Al mismo tiempo, el número de empleos ha aumentado en casi la mitad, pasando de 19,5 a 28,5 millones. Esta progresión solo ha sido posible porque la duración del trabajo ha bajado.

Un volumen de horas constante, un empleo que aumenta la mitad (o sea 1,5 veces o 3/2) y una duración del trabajo que baja en un tercio (es decir, 2/3 de su nivel inicial): la cuenta (3/2 x 2/3=1) es correcta.

¿Una regla de tres simplista?

El 10% de reducción del tiempo de trabajo = 10% de empleo, ¿es una contabilidad simplista? Esa es la opinión dominante entre muchos economistas que se han dedicado a descalificar la aparición de las luchas sociales por la jornada de ocho horas. Lo atestiguan estas dos citas:

“Existiría una cantidad dada de trabajo y sería interés de los obreros trabajar menos, a fin de que este volumen de trabajo se reparta entre el conjunto de los trabajadores”.

“Los economistas condenan casi unánimemente el sofisma del empleo en cantidad fija, un concepto según el que el número total de empleos en una economía es fijo y, por lo tanto, debe ser repartido equitativamente”.

La primera cita proviene de 1891. Es del economista británico David F. Schloss. Observemos que se produce un año después de la primera fiesta del trabajo, celebrada el uno de mayo de 1890 a favor de la jornada de ocho horas. La segunda cita es de 2016 y su autor solo hace traducir al francés la expresión acuñada por Schloss, cuando habla del “sofisma del empleo en cantidad fija”. Este autor es Jean Tirole, nuestro premio del Banco de Suecia en economía, en su libro Economie du bien commun. Se atrevía a hacer una amalgama entre los partidarios de la reducción del tiempo de trabajo y las tesis del Frente Nacional, de la que mostramos en su tiempo que revelaba una burda confusión entre número de empleos y número de horas de trabajo. Imaginemos por un momento lo que habría podido pasar si ese volumen de horas de trabajo aproximadamente fijo (a pesar de que ello disguste a Schloss y Tirole) no hubiera sido repartido gracias a una reducción de la duración del trabajo: en ese hipotético escenario habría habido menos empleos y así más paro. Es un tal reparto lo que efectivamente ha tenido lugar en Francia desde hace medio siglo, ciertamente no siempre equitativamente, con altos y bajos, en función de las relaciones de fuerza, ya que no se trata de una ley económica sino de una cuestión social.

El choque del virus

Tras esta perspectiva histórica es el momento de volver a la coyuntura actual. El gráfico de abajo muestra que la caída de la duración del trabajo ha permitido de absorber la mayor parte del impacto en el empleo del retroceso del número de horas trabajadas. Es llamativo el paralelismo entre número de horas trabajadas y duración del trabajo. Más precisamente, el balance en un año (entre el último trimestre de 2020 y el de 2019) queda como sigue: el número de horas trabajadas ha bajado el 7%, la duración del trabajo el 5,7% y el empleo el 1,4%. Retengamos esta última cifra: la duración media del trabajo es hoy inferior en casi el 6% a la de hace un año, lo que equivale a un poco de más dos horas por semana.

Después del Covid: ¿aumentar el tiempo de trabajo o el empleo? 

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Empleo, duración del trabajo y número de horas trabajadas. Base 100 en el primer trimestre de 2018 Fuente: INSEE, cuentas nacionales trimestrales

Esta pequeña aritmética permite subrayar una de las cuestiones centrales que va a plantearse en los próximos meses. Imaginemos que el número de horas trabajadas colma el agujero y aumenta así el 7 %. Se puede entonces considerar dos escenarios. Si la duración del trabajo sigue en su actual nivel, el empleo puede aumentar el 7%. Pero si vuelve a su nivel de antes de la crisis, el empleo aumentará solo el 1 %. Se trata evidentemente de escenarios hipotéticos, pero que enmarcan la posible evolución. Entre los dos, la diferencia es considerable: son 1,7 millones de empleos cuya suerte depende de la trayectoria de salida de la crisis. La crisis actual podría ser entonces la ocasión de recuperar el tiempo perdido, no alargando la duración del trabajo como proponía el Institut Montaigne desde mayo de 2020, sino renovando con una caída interrumpida desde hace al menos quince años. La mera preservación de los empleos es a este precio.

Anexo

Además de las cuentas nacionales del INSEE, las fuentes utilizadas provienen de trabajos preciosos de los investigadores del Insee. El primero es el libre Deux siècles de travail en France de Olivier Marchand y Claude Thélot (1991). El segundo es la impresionante colección de Series macro-económicas reunida por Pierre Villa (1997). Marchand y Thélot suministran estimaciones de la duración anual para diversos años comprendidos entre 1831 y 1989. Esta duración es aproximadamente constante hasta 1896, fecha en la comienzan las estimaciones de Villa sobre la duración semanal. Se han intercalado los puntos de Marchand y Thélot con los datos de Villa, de forma que se obtiene una primera serie 1896-1989. Los datos del INSEE permiten calcular la duración anual del trabajo a partir de 1949. Se dispone así de dos series para el período 1949-1989, una coherente con las evaluaciones de Marchand y Thélot y otra del INSEE. No coinciden: la principal diferencia concierne a la inmediata postguerra, en la que la duración calculada por el INSEE es superior a la de Marchand y Thélot. Se ha procedido pues a un ajuste en silbido para el decenio de postguerra. La curva obtenida es pues el resultado de un ajuste razonado entre diferentes fuentes, de forma que se obtenga una trayectoria de largo plazo lo más coherente posible.

Alternatives économiques

12/3/2021

Traducción: viento sur

 

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Evolución del tiempo de trabajo efectivo por semana en el Estado español

En el Estado español la población ocupada, mayoritariamente asalariada, realiza en torno a 600 millones de horas efectivas de trabajo semanal. Habiéndose alcanzado 720 millones antes de la crisis que se inició en 2008, el mínimo anterior a la pandemia en la serie disponible en el INE son los 520 millones de horas semanales tras la campaña de verano en 2013. En ese periodo, el número de ocupadas ha pasado de 16,5 millones en 2002 a casi 19,5 millones de personas en la actualidad, suponiendo las mujeres una gran mayoría de ese incremento, en torno al 90%. Es sabido que las mujeres perciben menores salarios y sufren una incidencia mucho mayor del empleo temporal y, sobre todo, de las jornadas a tiempo parcial. El tiempo parcial, en gran parte involuntario, afecta al 20% de las mujeres con contrato indefinido (solo al 4% de los hombres) y al 30% de las mujeres con contrato temporal.

Esa evolución relativamente estable del número de horas trabajadas, junto al aumento de la población ocupada por una fuerte activación de las mujeres de todas las generaciones, nos muestra una jornada efectiva decreciente, desde las 36 horas de media de hace casi 20 años a las 31 horas en la actualidad. Siendo el diferencial entre mujeres y hombres estable en unas 5 horas semanales, se puede ver una dualidad reforzada, con más mujeres trabajando a tiempo parcial y peores salarios, al tiempo que varios millones de hombres en empleos industriales y de la construcción perdían sus trabajos para siempre, mientras otros hombres que siguen ocupados hacen más horas extras, cada vez más no reconocidas ni pagadas.

La pandemia ha dejado una evolución del tiempo de trabajo por trimestres que merece ser también analizada. Si el 2019 terminaba en niveles altos de horas trabajadas y personas ocupadas, el primer confinamiento nos muestra que para final de junio se habían dejado de realizar más del 25% de las horas y se destruyeron más de 1,3 millones de empleos asalariados, con un impacto negativo leve sobre la cantidad de autónomos y empresarios. El impacto económico y social de esa primera ola se llevó casi el 8% del empleo, en el que históricamente ha sido siempre el mejor trimestre del año (el segundo). Un impacto relevante, a pesar del encarecimiento del despido por decreto y sin contar los más de 4 millones de personas que fueron protegidas del despido por la generalización del ERTE, habiendo resultado un mecanismo eficaz de nacionalización del salario y salvaguarda del empleo.

Para finales de 2020 y en relación a un año antes, el número de horas trabajadas solo ha caído un 6% y el total de ocupadas un 3%, 620.000 personas menos y a la espera de ver como se desenvuelve el desarrollo del trabajo y el empleo en la nueva normalidad actual. Indudablemente existe la posibilidad de que algunos ERTE deriven en otras modalidades de regulación de empleo y finalicen en despidos. Para minimizar o evitar esa posibilidad sería preciso derogar las últimas reformas laborales y promover la estabilidad en el empleo mediante el refuerzo de la negociación colectiva, lo que no está asegurado por la negativa de la mayoría del gobierno de coalición a implantar reformas que aseguren esos derechos. Esa evolución por trimestres muestra que más que despidos masivos, como en la anterior crisis, en el primer confinamiento más severo se dio una reducción del tiempo de trabajo a una media de 25 horas semanales en el segundo trimestre, habiendo recuperado una cierta normalidad en torno a las 31 horas para final del año. Quitando la hostelería y la cultura, que han perdido en torno a un 20% de sus efectivos asalariados, según datos de la Seguridad Social, el impacto sobre el resto de sectores ha sido en 2020 muy moderado, a la vista del fuerte impacto sobre la producción y la caída de un 11% del PIB (Redacción Viento Sur).

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