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Médicos Sin Fronteras registra un importante aumento de muertes en los domicilios de San Salvador

Fuentes: Rebelión

La organización alerta sobre el impacto que está causando la suspensión de servicios de atención primaria y la limitada capacidad de los servicios sanitarios para hacer frente al incremento de casos.

Los equipos del servicio prehospitalario de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la zona este del área metropolitana de San Salvador, capital de El Salvador, están registrando un importante aumento de muertes en los domicilios. A ello se unen las informaciones sobre la complicada situación que se está viviendo en algunas comunidades de San Salvador y Soyapango, principales centros de población del país y epicentros de la pandemia de coronavirus en El Salvador.

FOTOS DE LAS ACTIVIDADES DE MSF EN SAN SALVADOR

Estamos ya en una fase crítica. Nuestros equipos han registrado un importante aumento en el número de personas que fallecen en sus hogares antes de que nuestras ambulancias puedan llegar hasta ellas. Además, cada vez tenemos más dificultades para coordinarnos con los hospitales a la hora de gestionar la admisión de los pacientes. Esto no sucedía antes”, afirma Luis Romero Pineda, coordinador de terreno de MSF en El Salvador. “Por otra parte, los líderes comunitarios nos están informando de que algunas personas están muriendo debido a la suspensión de servicios médicos y de consultas en atención primaria”, añade

Ángel Sermeño, responsable médico del servicio prehospitalario de MSF, advierte que “en muchas ocasiones el paciente ya ha fallecido cuando llegamos a su casa. En 2019, esto nos sucedió 11 veces en los seis primeros meses del año. En 2020, en este mismo período, nos ha ocurrido en 37 ocasiones; 18 de ellas en el mes de junio”. Según Sermeño, “las principales causas de muerte están relacionadas con factores metabólicos, respiratorios y cardiovasculares, que han llegado a multiplicarse por cuatro en relación al primer semestre del año pasado”. “Además, hemos visto cuatro casos de personas que fallecieron con complicaciones respiratorias que podrían estar relacionadas con neumonías atípicas o COVID-19”, explica.

El aumento de la mortalidad en los domicilios refleja las enormes dificultades del sistema de salud para responder a la epidemia y para asegurar el acceso a los servicios médicos. A partir del análisis de los datos del sistema de ambulancias de MSF, hay tres factores que explican el aumento de la mortalidad en los últimos meses. El primero es la falta de acceso a servicios de atención primaria, que ha contribuido al deterioro de la salud de pacientes con enfermedades crónicas de base. La mayoría de las consultas médicas están cerradas y solo permanecen abiertos los servicios de urgencias. Por otra parte, el sistema de ambulancias y los hospitales están operando al límite de sus capacidades, y, en tercer lugar, hay grandes dificultades para la detección y registro de casos de COVID-19 a nivel comunitario, puesto que los casos sospechosos no son atendidos y no quedan registrados en el sistema de salud nacional a menos que los pacientes hayan visitado por sus propios medios un centro asistencial o hayan logrado ser atendidos e identificados por el servicio telefónico que atiende las urgencias generales, que por otra parte está colapsado, lo que impide la detección y hospitalización a tiempo de los casos que presentan complicaciones.

Los líderes comunitarios de las cinco comunidades de Soyapango y San Salvador donde MSF presta atención médica primaria, indican que, solo desde la declaración de emergencia, más de 50 personas han fallecido tras mostrar síntomas compatibles con COVID-19 o por descompensaciones de enfermedades crónicas.

Muchos de los servicios de ambulancia que MSF ha llevado a cabo durante los últimos meses están relacionados con enfermedades respiratorias. En varios casos, la ambulancia se solicitó cuando los pacientes ya se encontraban en una situación extremadamente grave.

El estigma y el miedo al contagio están retrasando la búsqueda de asistencia médica, lo cual, en ocasiones, acaba teniendo consecuencias fatales. Muchas personas tienen miedo de salir de sus hogares para ir a los hospitales o centros de salud. Otros temen ser juzgados por ser portadores de la enfermedad o que les alejen de sus familiares si son hospitalizados. Algunas personas tienen dificultades económicas incluso para costearse una mascarilla, mientras que otros buscan ayuda, pero no son atendidos a tiempo debido a la suspensión de consultas y servicios médicos en hospitales y centros de salud.

Víctor, un paciente de Soyapango, ha explicado a los trabajadores de MSF los problemas que está encontrando para que su abuelo, que debe cambiarse una sonda cada cierto tiempo, reciba atención médica. “Lo llevamos a un hospital de San Salvador. Allá le piden que vaya a uno de Soyapango, y de allá, que vaya a otro. Al final, ya le han dicho que mejor no vaya a buscar la sonda, que mejor no salga, que no hay equipos para atenderle”.

Wendy, médico del servicio de ambulancias de MSF relata cómo algunos de los pacientes han fallecido mientras esperaban el permiso para ingresar en un hospital. “Algunas personas han fallecido en su domicilio mientras esperamos autorización para poder trasladarlos a algún centro asistencial, ya que sin previa coordinación y autorización no podemos movilizar al paciente desde su hogar”.

Para el coordinador de terreno de MSF, Luis Romero Pineda, “es vital mejorar la coordinación, aumentar el número de camas disponibles y asegurar las medidas de protección en los hospitales para garantizar la seguridad del personal y los pacientes, además de aumentar la capacidad de respuesta de los servicios para trasladar urgentemente a los hospitales a las personas que se encuentran en estado crítico. Es indispensable también garantizar el acceso a la salud primaria y mejorar la detección y seguimiento de casos para evitar que estos se vuelvan graves, sean o no COVID-19”.

Durante la emergencia por COVID-19 en El Salvador, MSF ha seguido prestando servicios de atención primaria y salud mental en las comunidades, ofreciendo asistencia psicosocial en los centros donde la población deportada desde Estados Unidos y México pasa una cuarentena de 30 días, y ha ampliado la capacidad de respuesta de su servicio de ambulancias.