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Resaca y ajustes de cuentas tras el fracaso electoral de Podemos en Galicia y Euskadi

Fuentes: El Salto

“Nuestro espacio político ha sufrido una derrota sin paliativos. Perdemos buena parte de nuestra representación en el Parlamento Vasco y quedamos fuera del Parlamento de Galicia. Nos toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que, sin duda, hemos cometido”. Así de rotundo se mostraba la noche del domingo el líder de Podemos, […]

“Nuestro espacio político ha sufrido una derrota sin paliativos. Perdemos buena parte de nuestra representación en el Parlamento Vasco y quedamos fuera del Parlamento de Galicia. Nos toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que, sin duda, hemos cometido”. Así de rotundo se mostraba la noche del domingo el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en un tuit que copiaba a continuación el de Izquierda Unida, Alberto Garzón.

Los resultados electorales del 12 de julio dejan un amargo fracaso para la formación morada. Una formación que ha insistido en aupar a los líderes más en sintonía con Madrid que con sus respectivas bases políticas territoriales, escasas y mermadas después de un encadenamiento de disputas internas que no tienen fin desde 2017. La resaca de los fracasos electorales de Elkarrekin Podemos y el hundimiento de Galicia en Común ha estado marcada en las redes sociales por los ajustes de cuentas de viejos compañeros de partido de Pablo Iglesias como Íñigo Errejón o Ramón Espinar. 

Lejos de las bases, cerca de Madrid

En el País Vasco, en febrero, la candidata a las primarias que contaba con el respaldo de Iglesias, Miren Gorrotxategi, logró alzarse victoriosa en unas primarias sorprendentes, que transcurrieron en medio de rumores de un censo electoral con votantes durmientes. Gorrotxategi se impuso con mucho margen a una dirección territorial que ya tenía la maquinaria engrasada, un proyecto político sólido y que había sabido crear una bicefalia útil, delegando el liderazgo público de su secretario general, Lander Martínez, a la carismática Rosa Martínez, un animal político capaz de estar a la altura de las emociones que provocaba la anterior candidata a lehendakari, Pili Zabala.

Elkarrekin Podemos perdió ayer 84.912 votos, el 54% de su electorado respecto a las elecciones de 2016 (71.759 papeletas en 2020; 156.671 en 2016). Una debacle aún más acusada (del 60%) si se compara con las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019, cuando la formación morada obtuvo 181.337 votos. 

La insistente tesis de Miren Gorrotxategi de erigirse en muleta entre EH Bildu y PSE para conformar un gobierno tripartito y echar al PNV no ha surtido efecto. Los múltiples apoyos recibidos de Podemos, tampoco. Irene Montero, Juan Carlos Monedero, Rafa Mayoral y Pablo Iglesias la acompañaron durante la campaña electoral. 

El abrazo de Iglesias era difícil de encajar en los tiempos políticos de Madrid: defendió un quimérico tripartito progresista para echar al cómplice más seguro del Gobierno en coalición en el Congreso de los Diputados, el PNV. Pero aún más complicadas fueron las semanas previas: Pablo Echenique sostuvo en el Congreso de los Diputados que no era necesario abrir una comisión de investigación al GAL; EH Bildu firmó un pacto para derogar la reforma laboral que sellaron junto con PSOE y Unidas Podemos -En Comú Podem-Galicia en Común. Faltaba Elkarrekin Podemos, que no tiene presencia en el grupo confederal pero estaba en ese momento de campaña.

El trasvase de votantes de Elkarrekin Podemos a EH Bildu ha sido evidente, y era previsible. EH Bildu lleva años, desde su origen, repitiendo un mismo mantra a través de distintos rostros aparentemente bien avenidos: son la coalición de izquierdas de Euskal Herria. Ya no se centra en el insistente discurso de autodeterminación que años antes caracterizó a las distintas formaciones abertzales y ha ganado en repertorio táctico, como se ha visto con las negociaciones de la reforma laboral.

La concepción soberanista apenas ha estado presente en campaña, ni en EH Bildu ni en el PNV y, sin embargo, la mayoría independentista y nacionalista en estas elecciones es aplastante (53 escaños de un total de 75). La situación no invita a tomar la vía catalana del 1 de octubre, y el PNV parece menos proclive a la aventura que nunca, pero dibuja un escenario de mayoría natural que, a medio plazo, seguirá acumulando fuerzas para proponer otro modelo de encaje territorial. 

Quizá lo más destacable de EH Bildu en estas elecciones es que ha conseguido convertirse en la primera opción de voto para los menores de 45 años, mientras que los mayores siguen eligiendo al PNV. Uno puede crecer, el otro, despegado de los problemas reales de vivienda y empleo, dibuja un futuro menguante. Y es precisamente esa horquilla de edad, la de los jóvenes y no tan jóvenes, por la que compiten abertzales y morados.

En el País Vasco, los medios mainstream no reproducen los dimes y diretes a los que se enfrenta Pablo Iglesias en Madrid. No funcionan los complots y las ganas de desgastar su figura política, por lo que tampoco sería aplicable esa campaña de desgaste como explicación a una pérdida tan acusada de votos en el País Vasco. Dicho de otro modo, quizá Podemos pierda votos en Madrid por Ok Diario y El Mundo, pero Inda poco cuece a orillas del Amboto. 

La formación morada vasca ha vivido desde su inicio múltiples cambios en su dirección de un modo visible, en un aparente ejercicio de transparencia. A puerta cerrada, miembros de Bildu siempre han alertado de que esa estrategia pasa factura. Podría temerse que EH Bildu y PSE han jugado sucio con Elkarrekin Podemos para explicar el batacazo, pero tampoco ahí se hallan las razones, ya que no ha habido una campaña de confrontación entre Bildu y Podemos, más bien ambas han confrontado al PNV y atacado la red clientelar que cimienta una administración que encadena gobiernos nacionalistas. 

Pero como comentan fuentes cercanas a Elkarrekin Podemos, sí había una gran diferencia entre las campañas de EH Bildu y la de la formación morada: mientras Miren Gorrotxategi ha fomentado sus parlamentos en una campaña de pactos, Maddalen Iriarte lo ha hecho en una ideológica, que ha sido capaz de movilizar a quienes alguna vez votaron a EH Bildu o a quienes dudaron en hacerlo.

Un magma que se enfría 

El descalabro de Galicia en Común, por más que se viera venir en la recta final de la campaña, supone un varapalo aun mayor para la dirección de Unidas Podemos. Desde la ruptura final del espacio En Marea, en julio de 2019, el espacio político que obtuvo el 19% de los votos en 2016 ha caído por debajo del 5%. El trasvase, que comenzó con la no revalidación de los “ayuntamientos del cambio” gallegos, se ha producido casi al completo al BNG. Se termina el tiempo de las “mareas” y el final abrupto tiene consecuencias que alcanzan a los ministros de Unidas Podemos, que han hecho una apuesta importante en campaña y se vuelven de vacío. 

Íñigo Errejón, diputado y líder de Más País, ha abierto la veda de las críticas a Unidas Podemos recordando su discrepancia con el pacto de 2016 para las elecciones generales entre los partidos dirigidos por Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Sin embargo, la realidad es que ese pacto no funciona en el nivel autonómico: en siete de las doce comunidades en las que se celebraron elecciones en 2019 no hubo acuerdo entre IU y Podemos de cara a presentar una lista conjunta. La pesadilla autonómica de la confluencia no parece tener fin y no se explica solo por las deficiencias evidentes de la suma de Izquierda Unida y Podemos en 2016.

Como portavoz oficioso del partido morado, Juan Carlos Monedero se ha encargado de avanzar que el próximo paso será fortalecer la organización. El anterior batacazo de Podemos en las autonómicas y municipales de 2019 se saldó con la salida de Pablo Echenique como secretario de organización. El nombramiento de Alberto Rodríguez en ese cargo y de Ana Marcello como secretaria de Círculos estaba destinado a “coser” las heridas del partido. El diagnóstico, sin embargo, es difícil de admitir: la carrera por hacer de Podemos una “máquina de guerra electoral”, algo en los que participaron tanto Errejón como Iglesias, puso las condiciones de la situación actual y es difícil revertir la actual tendencia descendente en una fase que ya no es de desborde, de ampliación de bases ni de acumulación de fuerzas sino de gestión del desgaste, que transcurre bajo el efecto de las cloacas (no sería justo negar que el enemigo de Podemos ha conseguido al menos en parte su objetivo), y que está marcada por los propios errores. Todo eso genera el profundo cansancio que provoca ya Unidas Podemos como proyecto, un cansancio del que será difícil salir solo con una autocrítica retórica.

Desde el comienzo Podemos se proyectó como un partido concentrado en la dirección, jerárquico y desconfiado hacia un posible ensanchamiento por la base. Ni Podemos ni Más Madrid han salido de esas dinámicas que, aunque en el nivel interno permiten manejar el partido sin contrapoderes, en los procesos electorales implican la amputación de una parte significativa del electorado. Los 2.863 votos “perdidos” por Marea Galeguista en las elecciones de ayer son relevantes por sí mismos y en cuanto al coste de oportunidad de no haber mantenido, pese a las desavenencias, el proyecto tal y como se presentó en 2016.

En pocos meses, habrá de nuevo elecciones autonómicas, esta vez en Catalunya, donde los Comuns, como en Madrid, siguen aferrándose a un liderazgo constante, que además proviene de los movimientos sociales: Ada Colau. Colau se ha enfrentado a ataques de todo tipo, desde la derecha española hasta la izquierda soberanista catalana y, pese a sus desavenencias y su total autonomía respecto a la figura de Pablo Iglesias, logró revalidar la alcaldía de Barcelona no renunciando a los lazos con el Podemos orgánico, algo que no sucedió en los Ayuntamientos del cambio. Sus resultados darán una pista de cómo será el futuro de Podemos fuera de Madrid, si es posible mantener, en el nivel territorial, alianzas lo suficientemente sólidas como para que no todo pase por una dirección de Podemos en Madrid que sigue dando signos de agotamiento.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/elecciones-12-de-julio-2020-pais-vasco-y-galicia/reacciones-unidas-podemos-fracaso-electoral