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El ocaso de la prensa tradicional

Fuentes: IPS

La crisis financiera de Le Monde, que incluso motivó la primera huelga en la historia del diario francés, es un síntoma de los novedosos problemas que aquejan a la prensa escrita de Francia y de otros países europeos. La publicación recibió el golpe asestado por la sostenida pérdida de lectores y de publicidad y por […]


La crisis financiera de Le Monde, que incluso motivó la primera huelga en la historia del diario francés, es un síntoma de los novedosos problemas que aquejan a la prensa escrita de Francia y de otros países europeos.
La publicación recibió el golpe asestado por la sostenida pérdida de lectores y de publicidad y por la competencia de los medios periodísticos por Internet y de los diarios de distribución gratuita. No es el único periódico tradicional que sufre el golpe.

Sylvain Bourmeau, ex editor del semanario cultural Les Inrockuptibles, se fue de Le Monde a principios de año rumbo a MediaPart, publicación de análisis en línea que, según él, ofrece a los periodistas «la oportunidad de reinventar un diario».

Muchos ex periodistas y ex editores de Le Monde se fueron para MediaPart, a cuyo contenido completo sólo tienen acceso quienes paguen una suscripción de nueve euros mensuales (unos 14 dólares).

Bourmeau considera que la crisis de la prensa francesa «no es un fenómeno estacional ni temporal: es, de hecho, el final de una era. Los franceses, simplemente, olvidaron leer periódicos».

La huelga en Le Monde impidió que se publicaran las ediciones del 15 y el 19 de abril, lo que sucedió por primera vez desde su fundación en 1944, en protesta por un severo plan de ajuste presentado por la administración del periódico.

El plan prevé la venta de numerosas publicaciones satélite de Le Monde y la eliminación de 130 puestos de trabajo, incluidos 90 de la redacción.

Además, inversores privados adquirirían una participación sustancial de la empresa, lo que dejaría al personal sin posibilidad de incidir en la gestión. Le Monde es actualmente una cooperativa.

El plan de la administración se propone paliar una deuda de 150 millones de euros (equivalente a unos 220 millones de dólares).

«No tenemos más remedio que poner en práctica el plan lo antes posible, antes del verano» boreal, declaró el 25 de abril el subdirector de Le Monde, David Guiraud. «Le damos la oportunidad a nuestros compañeros de decidir si quieren abandonar la empresa.»

Pero el personal mantiene su rechazo a la propuesta.

«Una abrumadora mayoría pidió la presentación de un nuevo plan», dijo en conferencia de prensa Christiane Chombeau, representante de Le Monde en el Sindicato Nacional de Periodistas.

La situación actual es la última de una serie de dificultades financieras que padece la empresa.

En marzo de 2005, cuando Le Monde perdía 15 millones de dólares anuales, la administración eliminó 90 puestos de trabajo y vendió 15 por ciento de su capital al Groupe Lagardère, conglomerado que incluye a firmas armamentistas. Otro 15 por ciento fue a parar al grupo de comunicaciones español PRISA.

A fines de 2007, Le Monde vendió numerosos periódicos regionales y redujo su plantilla de 3.200 a 1.600 empleados.

La Société de Redacteurs du Monde, cooperativa que representa a la redacción en la administración del periódico, mantiene 29,5 por ciento del capital y, por ende, la posibilidad de vetar sus decisiones.

Pero si Lagardère y PRISA aumentan su participación en el capital del diario, el derecho de veto de los periodistas desaparecería.

Le Monde no es el único periódico en crisis.

En el otoño boreal de 2006, el periódico Libération fue vendido al inversor privado Edouard de Rothschild, que nombró un nuevo jefe de redacción y dispuso un plan de ahorro similar al de Le Monde.

Un grupo de periodistas de ese diario se fueron y crearon Rue 89, una revista en Internet de contenido gratuito.

Muchos otros medios de prensa franceses afrontan dificultades similares.

La revista France Soir, que solía vender más de un millón de ejemplares a mediados de los 60, ahora vende menos de 30.000.

L’Humanité, el emblemático diario del Partido Comunista francés que supo tener un tiraje de 50.000 ejemplares, perdió 80 por ciento de sus lectores respecto de 1975. Ahora, parte de su capital pertenece a un conglomerado de accionistas, incluido el grupo industrial militar Lagardère.

Bourmeau, de Mediapart, señaló que los cambios tuvieron un enorme impacto en la calidad y la independencia periodística de los medios de prensa.

«Sólo tienes que ver la forma en que el (periódico conservador) Le Figaro informa acerca de los negocios de su propietario, Serge Dassault», dijo a IPS. Dassault tiene intereses en el sector de la industria militar.

Pero la crisis de la prensa no es sólo francesa. En otros países europeos los periódicos sufren una sostenida pérdida de lectores.

En Alemania, el gobierno lanzó en abril, junto con varias publicaciones y sindicatos de periodistas, una campaña para fomentar la lectura de diarios entre los jóvenes.

«Los que quieran formar parte de los debates políticos y sociales de nuestro tiempo deben leer diarios», señaló el viceministro de Cultura alemán Bernd Neumann en el lanzamiento de la campaña.

La propuesta apunta, entre otros objetivos, a fomentar la lectura habitual de diarios en centros de enseñanza y clubes de jóvenes.

El Ministerio de Cultura reconoció en una declaración que «cada vez son menos los niños y jóvenes que leen la prensa escrita».