Recomiendo:
0

Insultos y acusación de lerrouxismo a Pablo Iglesias en «8TV»

Fuentes: Rebelión

Están de los nervios. Se han dado cuenta de que algunos colectivos sociales, en absoluto marginales, favorables -o indecisos- hasta hace pocas semanas al independentismo por motivos no ideológicos ni nacionalistas sino por razones de ruptura, por cansancio, con ganas de acabar -y ayudar a contribuir en la tarea- con esta situación de explotación, desprecio, […]

Están de los nervios. Se han dado cuenta de que algunos colectivos sociales, en absoluto marginales, favorables -o indecisos- hasta hace pocas semanas al independentismo por motivos no ideológicos ni nacionalistas sino por razones de ruptura, por cansancio, con ganas de acabar -y ayudar a contribuir en la tarea- con esta situación de explotación, desprecio, corrupción e infamia, estos grupos sociales populares, decía, han visto en Podemos, con las prudentes y necesarias reservas, una tabla política que vale la pena sostener, construir y abonar. Sin ceguera, sin dogmatismo, sin acriticismo pero firmemente, con esperanza.

El soberanismo-nacionalismo-independentismo está, pues, en estado de alerta. El palabro acuñado para la ocasión: lerrouxismo. Es viejo. ¿Qué es el lerrouxismo en su jerga, más allá de cualquier aproximación histórica informada? Todo aquella corriente política o de pensamiento que no centre su discurso y acción en el tema nacional (visto éste desde su perspectiva uniformista y mitificadora), que no arroje bazofia sin matices sobre España (no sobre la España fascista, sino cualquier momento y aportación española, sin distinción entre Queipo y Negrín para entendernos) y que cuente además con apoyo popular en Cataluña. Para ellos, Podemos encaja a la perfección en su simplificada e interesada acepción. Salvador Cardús es un ejemplo destacado de este grupo de intelectuales orgánicos del nacional-capitalismo catalán, un «tanque de pensamiento» muy bien cuidado y remunerado.

Patrícia Gabancho i Ghielmetti, periodista y escritora argentina en lengua catalana como ella misma se presenta (aunque escribe artículos en castellano en el global-imperial con determinada frecuencia), hizo una demostración de lo anterior en la tertulia de Josep Cuní, cada vez más ubicado en la derecha nacionalista (¡aconseja con insistencia elecciones plebiscitarias con lista única de país para el próximo 11 de septiembre de 2015!), arremetiendo contra Podemos, sin apenas cuidado de las formas, porque Pablo Iglesias había hablado el pasado domingo de Mas como el Mariano Rajoy de Cataluña y había comentando, críticamente, que él jamás se abrazaría ni con uno ni con otro. ¿Algo que objetar a estas razonables consideraciones?

Cuní, el presentador estrella remunerado como tal, con imágenes del abrazo, reproducidas una y mil veces, añadió un comentario de cosecha propia que seguramente se le escapó sin control de lo más hondo de su ser: «Deben pensar [estaba hablando de Podemos e Iglesias] que esto de los abrazos es cosa de gentes de derechas». Como si PI fuera tonto, estúpido o memo.

Insisto: están de los nervios.

Por si fuera necesario pudimos ver esa misma noche otro ejemplo. Otro de los tertulianos, un periodista de medio pelo, otro pseudo intelectual orgánico del nacionalismo cegado, fanático y acrítico, lo dejó todo claro: los asistentes al mitin de Podemos son «els mateixos», los mismos que iban al Sant Jordi a oír hace años a Felipe González. Los mismos… No las mismas personas o los mismos ciudadanos y ciudadanas.

Con todo el desprecio del mundo. Son chusma no nacionalista para ellos. No son de los suyos. No somos de los suyos. Somos botiflers, catalanes traidores… O incluso, no catalanes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.