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Sobre dos medios alternativos

Kale Gorría y El Viejo topo

Fuentes: Coletivo Cádiz Rebelde

Kale Gorria Me cuentan que es inminente el cierre de la empresa Miatzen, editora de la revista Kale Gorria. Desaparecen definitivamente, pues, las pocas esperanzas que algunos conservábamos de verla de nuevo en los buzones de nuestras viviendas. Kale Gorria se va para siempre y yo siento su pérdida como la de un cercano familiar […]

Kale Gorria

Me cuentan que es inminente el cierre de la empresa Miatzen, editora de la revista Kale Gorria. Desaparecen definitivamente, pues, las pocas esperanzas que algunos conservábamos de verla de nuevo en los buzones de nuestras viviendas. Kale Gorria se va para siempre y yo siento su pérdida como la de un cercano familiar que llevase largo tiempo en coma, sólo sujeto al mundo de los vivos por la corriente eléctrica de una máquina. Vino a sustituir a la legendaria Ardi Beltza, asesinada por una canalla connivencia de los cuatro poderes del Estado, pero no pudo ser. Sólo queda desear que alguien promueva un medio similar, valiente y sin complejos, que ejercite el periodismo de investigación y la denuncia social. Es más necesario que nunca.

El Viejo Topo

Al empeño de Miguel Riera Montesinos debemos el milagro laico de que esta joya editorial haya llegado al número 200, aunque haya tenido que ser en su segunda época. El Viejo Topo nació allá por 1976, en un tiempo cargado de esperanza, cuando algunos ilusos creíamos que las cosas iban a cambiar más pronto que tarde. Recuerdo los primeros ejemplares, verdaderos espacios de compromiso con la libertad de expresión en los que los ideólogos del momento analizaban para los lectores las diferentes opciones políticas, más o menos revolucionarias. Algunos de los preclaros exégetas que publicaron en sus páginas, como Gabriel Albiac López o Fernando Fernández Savater, se cayeron del caballo en su viaje a ninguna parte y acabaron como constitucionalistas conversos, instalados en el mucho más cálido y provechoso sistemismo. Con todo, fue un buen lugar de encuentro para las gentes que queremos transformar el mundo. Tras su muerte y posterior resurrección, de la mano del bueno de Miguel, ha pasado a ser un punto de referencia ético, terapéutico y paliativo de demasiadas soledades dispersas.