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La ceguera de los medios ante las muertes civiles en Afganistán

Fuentes: Seven Oaks

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

A principios de septiembre, personal militar canadiense estacionado en la provincia Kandahar en Afganistán encabezó la Operación Medusa de la OTAN, contra baluartes de los talibán en los distritos Panjwaii y Zhari de esa provincia. Acostumbrados a ver el papel de las Fuerzas Canadienses como si fueran mantenedores de la paz, muchos observadores fueron sorprendidos por los informes de que la ofensiva Medusa había resultado en cientos de combatientes enemigos muertos así como de cinco víctimas mortales entre los soldados canadienses. Entretanto, hubo un éxodo civil sobre el que apenas se informó, cuando unas 80.000 personas abandonaron sus hogares mientras «por lo menos 50 civiles fueron muertos durante varias semanas de bombardeos.» (New York Times, 27 de diciembre, A12).

La preocupación pública, aquí en Canadá, produjo explosivos debates y reflexión públicos, como lo evidenciaron los programas de llamadas telefónicas, los sondeos de opinión y las cartas al editor. Todo esto ha nutrido continuos esfuerzos de organizaciones en todo el país que siguen exigiendo la retirada canadiense de Afganistán.

Se podría esperar que nuestros principales medios nacionales se involucraran en una discusión tan importante con una cobertura noticiosa en profundidad del conflicto, junto con editoriales y artículos de opinión críticos e incisivos. Pero, nuestros medios más respetados se esforzaron considerablemente por evitar representaciones negativas de nuestro papel militar y del de nuestros aliados de la OTAN, llegando al punto de ignorar por completo algunos eventos chocantes y desastrosos que son de vital importancia para comprender el papel de nuestros militares en Afganistán y sus efectos sobre la gente de ese país.

Este artículo examina varias casos recientes en los que las fuerzas de la OTAN han matado a civiles afganos – todos los cuales ocurrieron bastante tiempo después del fin de la Operación Medusa – y la cobertura que recibieron esos eventos en los medios fundamentales en inglés de nuestro país: Toronto Star y Globe and Mail.

Doble tragedia

Cerca de las 2 de la mañana del 18 de octubre, helicópteros de la OTAN que dispararon contra casas en la aldea Ashogo en Kandahar mataron entre nueve y trece civiles, incluyendo a mujeres y niños. Casi simultáneamente, se informa que en la vecina provincia Helmand, otro ataque aéreo de la OTAN mató a trece civiles. Además, la OTAN reveló que sólo un presunto insurgente talibán fue muerto en los ataques. En realidad, en el ataque contra Ashogo, no había ni un solo talibán en la aldea, según funcionarios locales. La OTAN culpó por los ataques chapuceados a fallas en la información de inteligencia.

Noticias de estas dos catástrofes fueron vívidamente relatadas por una veterana periodista en Afganistán, Kathy Gannon, cuyos artículos fueron ampliamente reproducidos en un cable de Associated Press. El Toronto Star (19 de octubre) publicó su informe de AP en la página A7 con el título «Ataques de la OTAN matan a aldeanos.» Fue en gran parte el fin de la cobertura en el Star; ni editoriales ni artículos de opinión se preocuparon de los asesinatos. El periódico volvió a mencionar brevemente los eventos en una noticia tres días más tarde (22 de octubre, A14) en el que reproduce las acusaciones de un padre afgano de que durante el ataque en Kandahar los soldados de la OTAN habían ejecutado a su hijo herido cuando entraron a su casa. (En cuanto a la afirmación, la OTAN anunció más tarde que se habían exonerado al respecto. Vea «No evidence to support claim of execution-style killing of Afghan teen: NATO», Bill Graveland, Canadian Press, 21 de noviembre.) Evidentemente, el Globe decidió eliminar el incidente de la provincia Helmand de su registro, y luego escogió por su propia cuenta el cálculo más bajo de la cantidad de muertos en el ataque en Kandahar (26 de octubre, A18; 27 de octubre, A17). Más tarde, Human Rights Watch, al referirse a estos ataques, afirmó que: «por lo menos 22 civiles fueron muertos como resultado de operaciones aéreas de la OTAN en las provincias de Kandahar y Helmand.» (Vea carta de HRW a la OTAN, 28 de noviembre.)

Menos de una semana más tarde, después de las dos tragedias del 18 de octubre vino un acontecimiento aún más horrible. Antes de la madrugada del 24 de octubre – y en el apogeo de las celebraciones del Eid – ataques aéreos de la OTAN en el distrito Panjwaii de Kandahar, que supuestamente tenían como objetivo a los insurgentes talibanes, cobraron las vidas de numerosos civiles inocentes. Cálculos hechos esos días variaron entre 30 y 90 aldeanos muertos. La OTAN aceptó originalmente sólo 11 muertos civiles, y pretendió que hubo 48 insurgentes muertos. Los sobrevivientes hablaron de que sus casas fueron bombardeadas y sobre huidas por los campos con sus familias, mientras eran ametrallados por los aviones de la OTAN. Se informa de la destrucción de más de 50 casas.

El Star y el Globe publicaron un informe de agencia sobre el incidente en sus ediciones del 26 de octubre, y ambos continuaron al día siguiente con un artículo presentando las confirmaciones de la OTAN de 11 civiles muertos, junto con la promesa del presidente afgano Karzai de nombrar una comisión para investigar los hechos. Los cuatro artículos se encontraban en la profundidad de las páginas interiores de los periódicos, aunque vale la pena señalar que tres de los cuatro tenían títulos que anunciaban atrevidamente las fechorías de la OTAN. (Vea, G&M: «La OTAN admite matar más civiles,» 26 de octubre, A18); «Mujeres y niños muertos, admite la OTAN,» 27 de octubre, A17; Toronto Star: «Soldados matan a 48 militantes,» 26 de octubre, A14; «Karzai pide investigación de muerte de civiles,» 27 de octubre, A10.) El Star abandonó el tema después del 27, mientras que el jefe del buró en Washington del Globe, Paul Koring, se refirió una vez más a la tragedia el 28 de octubre. Sin embargo, ninguno de los dos periódicos publicó algún comentario editorial sobre estos trágicos eventos de octubre, y ningún columnista de opinión en alguno de ellos se refirió a estos importantes hechos, a pesar de que iban a haber protestas a escala nacional por el papel de Canadá en Afganistán sólo dos días después de las noticias sobre el bombardeo de Panjwaii.

Mientras parece que el Star nunca ha vuelto a mencionar la historia del bombardeo del 24 de octubre, el tema volvió brevemente a la superficie en el Globe and Mail. En un resumen en cuatro frases de un artículo de 740 palabras del New York Times, el Globe

citó la revelación de un funcionario anónimo de la OTAN de que un estudio conjunto realizado por la OTAN y el gobierno afgano había establecido que 31 civiles perecieron en el ataque de la OTAN (14 de noviembre, A14). Sorprendentemente, a fines de la semana, la cobertura en el Globe ya pasó a minimizar la calamidad. Una breve noticia de un cable de AP sobre dos civiles más muertos por soldados de la OTAN terminó como sigue: «No es la primera vez que civiles han sido muertos en batallas en Afganistán. El mes pasado, una escaramuza entre tropas dirigidas por la OTAN e insurgentes resultó en varias muertes.» (17 de noviembre, A13)

Condena

Después del incidente del 24 de octubre, Human Rights Watch publicó una tajante réplica a la OTAN. En un comunicado de prensa del 30 de octubre intitulado «La OTAN debería hacer más por proteger a los civiles,» la principal organización de derechos humanos del mundo criticó las operaciones militares de la OTAN, que «han resultado en las muertes de docenas de civiles en todo el país.» Sam Zarifi, director de investigación en Asia de HRW, fue rotundo: «Aunque las fuerzas de la OTAN tratan de reducir a un mínimo el daño a los civiles, obviamente no hacen lo suficiente,» dijo. «Las tácticas de la OTAN ponen cada vez en más peligro a los civiles» de Afganistán, con el uso de «armamento altamente destructivo pero difícil de dirigir.» Pero las condenas de Zarifi y las de su organización, fueron totalmente ignoradas por el Globe y el Star. Críticas más suaves de la OTAN formuladas tanto por la Cruz Roja como por la Misión de la ONU en Afganistán, tampoco fueron publicadas.

El modelo se repitió el mes siguiente cuando Amnistía Internacional fue excluida de los dos distinguidos periódicos. En comentarios dirigidos a la reunión ministerial de la OTAN en Riga a fines de noviembre, Amnistía señaló que las operaciones de la OTAN en Afganistán contribuyeron al desplazamiento de hasta 90.000 personas y que los ataques aéreos de la OTAN «pueden haber dejado de discriminar entre objetivos civiles y militares.» (Comunicado de prensa de AI, 27 de noviembre) «Afganistán: la OTAN debe asegurar justicia para las víctimas de muertes civiles y tortura.») Aunque tanto el Globe como el Star mencionan o citan los comentarios de Amnistía sobre una serie de temas, en este asunto los puntos de vista de la organización no son mencionados en ninguno de los dos.

El turno de Canadá

Aunque la OTAN mantiene una vaguedad consecuente sobre los soldados de qué países emprenden cuáles misiones, funcionarios han indicado que miembros de las Fuerzas Canadienses participaron efectivamente en el ataque fatal en Kandahar del 18 de octubre. Sin embargo, no se mencionó la dimensión de esa participación (presumiblemente limitada a operaciones en tierra). Este hecho puede justificar en parte la escasa información (y la falta de discusión) de estos horribles eventos en los medios canadienses. ¿Pero qué pasaría si se supiera que soldados canadienses han matado a un civil? ¿Sería más probable que el Globe y el Star informaran y comentaran sobre ese evento? Por desgracia, ahora podemos responder negativamente a esa pregunta.

El 12 de diciembre, un soldado canadiense que estaba de guardia mató a un anciano afgano en la ciudad de Kandahar. El hombre, Haji Abdul Rahman, de noventa años, se había acercado en su motocicleta al palacio del gobernador provincial. Como visitante frecuente al palacio, el anciano ex maestro había ido a visitar a su antiguo alumno: el presidente de Afganistán Hamid Karzai. Los soldados afganos a cargo de un punto de control externo, evidentemente familiarizados con el hombre, famoso en la localidad, lo habían dejado pasar sin interrogarlo. Al verlo, el soldado canadiense entró en sospechas o se alarmó y comenzó con advertencias verbales al anciano motociclista. Cuando esas señales no surtieron el efecto deseado (un hecho común, hay que señalar, en este conflicto así como en el de Iraq), el soldado disparó un tiro de advertencia que, según un portavoz de las Fuerzas Canadienses, rebotó y mató al hombre. (Vea Vancouver Sun, 14 de diciembre, A15; Pajhwok Afghan News – pajhwok.com, 13 de diciembre.)

Es fácil perdonar a los lectores si no han oído hablar de este espeluznante evento, ya que la elite mediática canadiense en general no informó al respecto. El Toronto Star simplemente no informó en absoluto. La única mención en el Globe fue la de Rick Salutin en su columna (15 de diciembre, A23). Al mismo tiempo, una búsqueda en el sitio en la red de CBC no encontró ninguna mención de la víctima del tiroteo.

Debiera ser obvio de este breve examen que los medios dominantes canadienses han defraudado considerablemente al público canadiense así como a la población acorralada de Afganistán. Por lo tanto es verdaderamente vital que los medios de información que se ubican entre los medios dominantes continúen su labor de informar al público sobre lo que nuestras elites mediáticas prefieren que ignore.

http://www.zmag.org/content/showarticle.cfm?SectionID=49&ItemID=11746