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La insoportable levedad de las palabras

Fuentes: Rebelión

La actual crisis está llevando a los defensores de lo que podríamos llamar «orden establecido» a rebuscar palabras, unas nuevas, otras antiguas, pero que no convenía usar. Nada de que espantarse, si no es de que parte de los que se dicen contrarios a esta cosa llamada «economía de mercado» las han adoptado también, acogiéndolas […]

La actual crisis está llevando a los defensores de lo que podríamos llamar «orden establecido» a rebuscar palabras, unas nuevas, otras antiguas, pero que no convenía usar. Nada de que espantarse, si no es de que parte de los que se dicen contrarios a esta cosa llamada «economía de mercado» las han adoptado también, acogiéndolas sin critica como un hijo más.

La que primero fueron a buscar al sótano, donde la tenían encerrada es, de la mano de Sarkozy, el capitalismo. Parece que tendría que venir de Francia, aunque sea de la mano de su más casposa derecha. Llevaba unos años relegada de los discursos, análisis, reseñas, etc. «Capitalismo puede traer a la mente a su oponente: «Socialismo», y eso es peligroso. Se obviaba con la «economía de mercado» u «Occidente», y últimamente el «neoliberalismo» tras haber caído en desuso el envejecido «mundo libre». Por poner un ejemplo sangrante, en los documentos de CC OO de los Congresos desde 1995 hasta este que se avecina en diciembre, ha sido eliminada totalmente esa palabra. El que no aparezca ni una sola vez deja bien a las claras que ha sido una acción premeditada. Y es que, si lo pensamos un poco, ese concepto es algo peligroso de usar para los que lo aceptan incondicionalmente, porque evoca muchas zonas de sombra que le son inherentes y que les conviene ocultar. Eludiéndolo, se pueden criticar por separado todas las lacras que forman parte de su naturaleza, presentándolas como «errores humanos», «desidia», «corrupción», «codicia», «pensamiento conservador» y otros esquivos etcéteras.

Para la mayor parte de los analistas que ofrecen en los medios sus trabajos sobre la crisis, (la parte más pequeña que es la más lúcida y seria, no se nos ofrece, tenemos que buscarla en las páginas de información alternativa en Internet) el principio fue una crisis del mundo de las finanzas, que después se ha trasladado al mundo de la producción de bienes. Con esto, han separado alegremente una «economía real» de otra que al parecer, no lo era. Y rápidamente se han contagiado todos los que comen de esa paella. Pero el caso es que hasta ahora no habíamos visto esa separación. Hasta ahora todo era economía, sin distinciones. Y las mareantes cifras de beneficios, sean de los que producen o de los que especulan, se llamaban «crecimiento económico».

En la Página Insurgente.org aparece publicada una «Declaración de Washington» de la agrupación sindical Global Unions, dirigida a los de la cumbre del G-20. Pues bien, en ella, que ocupa 13 páginas, aparece hasta 12 veces el concepto «economía real» y ni una sola vez la palabra «capitalismo». (hasta detrás de Sarkozy se quedan) Sobre su contenido no merece la pena detenerse. Basta con esta perla:

Esta crisis, la más grave desde la Gran Depresión de los años 30, debe marcar el final de una ideología de mercados financieros sin control alguno donde la autoregulación ha estado expuesta porque el fraude y la codicia han sustituido al criterio racional en detrimento de la economía real.

Este texto (ya ni asombra que venga del sindicalismo) condensa a la perfección el nuevo catecismo que tenemos que aceptar ahora. Como se ve, es necesario usar la «economía real» para que cause efecto. Yo sigo preguntando cuál es la otra. ¿La irreal? ¿La virtual? Y ¿dónde estaba hasta ahora, que nadie la citaba y solo había una economía, sin adjetivo alguno? Se hablaba de «sectores de la economía» del «mundo financiero», pero todo era «economía». También están poniendo de moda la «codicia», de muy poco uso en los tratados de economía. En suma, el horror que estamos viviendo a escala planetaria tiene que encontrar su justificación en el ansia de poder y riquezas que anida en el alma humana. Y obsérvese que ninguno de estos que estoy citando vuelve sus ojos ni un solo instante hacía los países y líderes que están intentando en América Latina liberarse del yugo del capitalismo. Todo su afán en este momento es recuperar la iniciativa perdida y lo último que harían sería divulgar lo que se está cociendo en esa región del mundo. O sea, el ansia de poder y riquezas tiene que ser respetado, por ser el motor de su economía, tanto sea la real como la irreal, que es también real, por mucho que intenten separalas.

Por otro lado: ¿Qué vamos a aprender de los indios, que fueron civilizados por nosotros? Hágame el favor.