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Décimo aniversario del asesinato del camarógrafo José Couso a manos de soldados estadounidenses

La lucha contra la impunidad es una lucha por todos nosotros

Fuentes: Rebelión

En general, no es difícil encontrar una solidaridad casi instintiva con la causa de la familia Couso. Los asesinatos convocan adhesión a las víctimas de manera natural. El poder se aprovecha de esto cuando le conviene y en seguida podemos razonar un discurso acerca del indignante doble (o triple) rasero de los voceros del Estado […]

En general, no es difícil encontrar una solidaridad casi instintiva con la causa de la familia Couso. Los asesinatos convocan adhesión a las víctimas de manera natural. El poder se aprovecha de esto cuando le conviene y en seguida podemos razonar un discurso acerca del indignante doble (o triple) rasero de los voceros del Estado Español. Ya Pilar Manjón alumbró una trágica verdad cuando consiguió que todos viéramos que había víctimas del terrorismo de primera y de segunda. Y luego, muy por debajo, están los que asesinan nuestros amigos. Mejor, nuestros amos. Como José, un camarógrafo deliberadamente eliminado desde un tanque estadounidense en Bagdad hace ahora diez años.

En esas coordenadas, para ser tan justos como lo ha sido constantemente la familia de José Couso, hay que reivindicar el respeto y la solidaridad con las innumerables víctimas civiles iraquíes, con el doliente pueblo hermano que, en nombre de las asquerosas oportunidades de negocio de un puñado de hijos de puta muy, muy hijos de puta, aún viven una ignominia inconmensurable. ¿Cómo reivindicar justicia para las víctimas de Iraq? Si el recuerdo de José Couso y la solidaridad con la causa de sus deudos nos lleva hasta aquí, ya tenemos una valiosa contribución de su familia en estos años de valiente compromiso en contra de la impunidad.

Sin embargo, hay algo más. La familia de José Couso ha forzado el procesamiento en España de sus asesinos. No podemos forzar el procesamiento de los genocidas que han hecho asesinar a cientos de miles de personas en Iraq. Pero por lo menos se procesa a los que dispararon contra el Hotel Palestina el ocho de abril de 2003 con la evidente intención de propinar un severo correctivo a los periodistas independientes que tuvieron el valor y el rigor profesional de mostrarnos la agresión imperialista fuera del control propagandístico del ejército invasor. Estamos ante una auténtica anomalía histórica de extraordinaria importancia por diferentes razones… en las que, bien mirado, nos va la vida.
 
En primer lugar, la lucha contra la impunidad de los soldados estadounidenses es la lucha contra su patente de corso, contra uno de los pilares del poder imperial que mejor cuida el Estado usamericano. Por esto no han secundado el Tribunal Penal Internacional y negocian país por país donde destacan fuerzas tratados vergonzosos donde las garantías de impunidad son parte de de la letra grande. La causa de la familia Couso es seriamente antiimperialista. Es una pelea por la soberanía nacional. Los políticos calzonazos del PSOE y el PP que desde el principio han servido fielmente al amo extranjero se llenan la boca de españolismo, de banderita y servicio a la patria, pero aquí se les ha vuelto a ver el plumero de patriotas de opereta, que diría Julio Anguita, y lamedores del culo imperial. La soberanía estriba en el pueblo, y ahora es puro pueblo quien la defiende por encima de los supuestos representantes de la ciudadanía. Con la notable ayuda, eso sí, del juez Pedraz, de la Audiencia Nacional, que se toma en serio la letra de la Ley, la división de poderes y la dignidad de su cargo. Una auténtica anomalía también todo esto último.

En segundo lugar, hay que decir que Javier, uno de los hermanos de José, se ha acabado convirtiendo en un experto en periodismo de guerra y derecho a la información. Esto es producto de la preparación en una lucha que lleva consigo la defensa de nuestro derecho ciudadano a saber. La información de guerra entendida como derecho fundamental y no como un recurso más de los contendientes es materia delicada, estratégica, intocable. No es normal que nadie consiga meter mano en ese avispero que los gringos y sus aliados defienden con uñas y dientes, asesinando a quien sea preciso. La familia Couso está haciendo una labor incansable a este respecto que sobrepasa con mucho los límites de sus intereses personales. Están consiguiendo defender nuestro (vital) derecho a saber qué pasa cuando los halcones deciden descargar una tormenta de muerte y destrucción contra nuestros hermanos.

En tercer lugar, y creo que por encima de todo, la lucha de la familia Couso contra la impunidad es una defensa a ultranza del Derecho en tiempos en los que los poderes conspiran constantemente para despojarlo de principios, o de eficacia cuando se muestra insobornable. Es casi un milagro que instancias judiciales españolas hayan optado por no ceder ante las más poderosas presiones políticas. El procesamiento de los asesinos de José, y la pugna por llegar lo más alto que se pueda en la escala de mando entre los presuntos criminales, es parte de las líneas del frente en el que se dirime si el imperio de la Ley tiene alguna opción de ser en una sociedad capitalista globalizada que derrapa hacia un feudalismo imperial de las grandes corporaciones. Defender el proyecto de una democracia soberana en estado de derecho, de un gobierno democrático y constitucional que esté por encima de todas las fuerzas sociales y económicas, es el eje central de la defensa de la Humanidad frente al capitalismo del desastre.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.