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El conglomerado periodístico no solo calumnia la causa palestina, también apoya la corrupción

Los trucos sucios de Murdoch contra los palestinos

Fuentes: Al-Jazeera

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Las escuchas de teléfonos móviles de familias británicas que habían perdido a sus seres queridos por actos de violentos depravados sexuales, «terroristas» inspirados por al-Qaida e insurgentes talibanes resultó ser el punto clave que llevó al cierre del periódico dominical más popular de Gran Bretaña, The News of the World, publicado por primera vez en Londres en 1843 e impreso por última vez el domingo 9 de julio de 2011.

Para adoptar una frase hecha actual en los medios, el hackeo de esos teléfonos en tiempos de profundo dolor familiar fue como veneno para el imperio mediático News International de Rupert Murdoch porque precisamente el apoyo a esas víctimas se encuentra en el centro de todas las estrategias políticas de Murdoch. Como resultado, Murdoch se vio obligado a montar un ejercicio de limitación de daños de una escala sin precedentes en un esfuerzo por proteger su imperio mediático mundial contra las consecuencias.

Hugh Grant, famoso actor británico convertido en periodista de investigación, él mismo víctima de las escuchas telefónicas de News Internacional fue el primero en reconocer la dimensión en la que la invasión de la privacidad de celebridades y políticos era insignificante en comparación con la imperdonable intrusión en las vidas de los que acababan de perder a un familiar. Grant tiene toda la razón, pero es un hecho que el que News of the World dominical -como su hermano diario The Sun– se presenten como campeones de estas víctimas hizo que le saliera el tiro por la culata.

De hecho, la campaña «Sarah Law» que nombró y avergonzó a pedófilos condenados después del asesinato de Sarah Payne, de ocho años, fue dirigida personalmente por la lugarteniente, ahora asediada, de Murdoch, Rebekah Brooks. Cuando se vio enfrentada a críticas de que la campaña alentaba el «vigilantismo» y amenazaba el Estado de derecho, respondió que «no lamento ni un solo minuto la campaña». La misma sensibilidad bien afinada al sentir del público llevó a The News of the World y a The Sun a lanzar y promover la popular obra benéfica Help the Heroes que apoya a las tropas británicas.

Reputaciones dañadas

Como estoy seguro de saber que el escándalo de las escuchas telefónicas de News International de Murdoch será ahora sometido al examen forense y a un amplio análisis, me preocuparé en su lugar del instrumental de trucos sucios de News of the World para ver qué artes oscuras del negocio de los hackers modernos sehan utilizado contra partidarios de la causa palestina en los últimos años. Al hacerlo, creo que me acercaré más al corazón de la política de Murdoch, un tópico importante que es casi seguro que seguirá siendo tabú en cualquier investigación oficial de la criminalidad e inmoralidad que ha engullido dramáticamente el negocio de los medios en Gran Bretaña.

Creo que es especialmente revelador que se reflexione sobre el daño hecho por periodistas de News Internacional a la reputación de partidarios de los palestinos en una semana en la cual David Cameron se ha visto seriamente comprometido por su estrecha asociación con el desacreditado ex editor del News of the World, Andy Coulson, pero no ha sido sometido a presión en el parlamento por mantener en la cárcel sin buen motivo al destacado activista por la paz palestino Sheikh Raed Salah. Además, no es por coincidencia que un puñado de políticos británicos que podrían haber expresado alguna vez su preocupación por el insensato arresto de Sheikh Salah han guardado silencio ante el continuo poder de la falta de sentido crítico hacia la política favorable a Israel que ha sido alimentada durante tanto tiempo por periodistas de Murdoch.

Como señala Samira Quraishy en un artículo de Middle East Monitor, este silencio ha sido más conspicuo en el caso de destacados liberales democráticos, incluidos el líder del partido Nick Clegg, Sarah Teather, Ed Davey y Simon Hughes. Tomemos el caso de Sarah Teather, antes de que llegara a ser subsecretaria del halcón neoconservador amigo de Murdoch Michael Gove, fue una franca partidaria de los palestinos. Su actual silencio ante la suerte de Sheikh Salah no es solo un tributo a la influencia intacta de Murdoch sobre la política de seguridad del gobierno. También es una bofetada en la cara de tantos votantes que eligieron su nombre en la última elección general con la idea errónea de que mostraría una conducta consecuente dentro o fuera del gobierno.

Tácticas de difamación

Como era de esperar, The Sun adoptó una táctica de difamación suficientemente probada al yuxtaponer indignación moral contra el ingreso sin problemas de Salah -un supuesto «predicador del odio»- a Gran Bretaña con una historia que no tiene nada que ver en el hecho de que un dictamen de la Corte Europea de Derechos Humanos haya impedido a Gran Bretaña la deportación «de cientos de asesinos, pedófilos y violadores». Esto sigue la misma fórmula exitosa adoptada contra una amplia serie de palestinos y partidarios de los palestinos, especialmente musulmanes, como el académico Tariq Ramadan y Sheikh Yusef al Qaradawi. Bien sean los tabloides de nivel cultural bajo o sus homólogos distinguidos en el Reino Unido, EE.UU. y Australia, todos los periódicos de Murdoch tienen una política consecuente de atacar y denigrar a partidarios activos de la causa palestina donde y cuando pueden hacerlo.

Antes de considerar dos casos destacados en los cuales el instrumental de trucos sucios del periodista se ha utilizado contra defensores británicos de la justicia en Palestina quisiera ilustrar primero la información cotidiana de News International en este terreno. Típicamente, solo días después que unos terroristas inspirados o dirigidos por al-Qaida hicieron atentados con bombas en Londres en julio de 2005, The Sun explicó a sus lectores que esa atrocidad estaba vinculada a la resistencia palestina, valiéndose de una visita planificada a Gran Bretaña del académico Tariq Ramadan para justificar su argumento. Vale la pena destacar extractos de la primera plana de The Sun para recordarnos el estilo de prensa amarilla, desplegada con mucha eficacia, de una estrategia global de apoyo a Israel que se disfraza como apoyo a Gran Bretaña y a Occidente:

«El académico islámico extremista Tariq Ramadan, quien respalda los atentados suicidas, va a hablar en una conferencia en Londres financiada parcialmente por la policía.

«…en nuestra capital atacada con bombas se le ofrece una plataforma para que hable mientras las víctimas de la peor atrocidad en Gran Bretaña esperan su entierro».

«La policía debe evitar que suceda sin demora. Y el secretario del Interior, Charles Clarke, debe actuar rápidamente para excluir al profesor Ramadan de nuestras costas».

Cuentos de hackeos y soborno

Aparte de los ataques contra «extremistas» específicos como Ramadan, los tabloides de Murdoch estigmatizan regularmente a comunidades musulmanas en Gran Bretaña. Según información publicada la semana pasada en el sexto aniversario de los atentados de Londres, News of the World y The Sun han contribuido a la creación de «comunidades sospechosas» mediante información que no distingue entre terroristas y las comunidades en las que viven.

Según las ejemplares investigaciones continuas de The Guardian, las escuchas telefónicas y las coimas a la policía parecen haber sido relativamente baratas e instrumentos frecuentemente utilizados para obtener información de noticias de todo tipo, políticas o no. Es interesante, sin embargo, que cuando The News of the World quería ejercer máxima presión sobre sus objetivos elegidos, recurría a una táctica más invasiva y más proactiva, el despliegue de investigadores clandestinos, sobre todo el tristemente célebre Jeque Falso, Mazheer Mahmood, en lo que se describe frecuentemente como operaciones «encubiertas».

Sin duda, el libro de Mahmood Confessions of a Fake Sheik [Confesiones de un falso jeque], publicado en 2008 por Harper Collins, es el tipo de evidencia menos confiable, pero por lo menos suministra un cierto testimonio convincente, aunque involuntario, sobre la motivación política y las maquinaciones tras el despliegue clandestino contra dos destacados partidarios de los palestinos en el Reino Unido: el ex parlamentario del Partido Laborista y del Partido del Respeto, George Galloway y Mohammed Ali, director ejecutivo de Islam Channel TV en Londres.

Mahmood admite con arrepentimiento el fracaso de sus operaciones encubiertas tanto contra Galloway como contra Ali. Característicamente, cuando llegó a conocer totalmente la operación encubierta de News of the World, Galloway denunció a Mahmood en el parlamento como «agente provocador». Subsiguientemente, no fue ninguna sorpresa cuando Galloway se sumó a la larga lista de objetivos de escuchas telefónicas a las que News Internacional ofreció grandes sumas de dinero en un intento de silenciarlos, una ambición poco probable en el caso de Galloway.

Apoyo a la corrupción

Lo que trataban de ocultar los tabloides de Murdoch era la realidad en el terreno. Su descripción de Galloway como apaciguador de terroristas resultó ser muy desacertada en Londres, donde fue atacado dos veces por porristas de al-Qaida por persuadir exitosamente a jóvenes musulmanes para que canalizaran su cólera contra la política exterior británica en Medio Oriente a través de medios políticos democráticos. No era una historia que correspondiera a los planes de Murdoch.

Más revelador es el crédito que los periodistas de Murdoch dieron a dictadores corruptos -como Ben Ali en Túnez y Mubarak en Egipto- que por suerte han sido depuestos y desacreditados. Las señales del interés personal de Murdoch en desacreditar a Mohamed Ali fueron evidentes cuando se consideró el papel del periodista Richard Kerbaj, quien fue transferido por Murdoch de The Australian a The Times en Londres – no solo por sus contactos con corruptos regímenes de seguridad en el Norte de África y en Medio Oriente.

Basta con decir que Kerbaj complementó el trabajo sucio de Mahmood por cuenta de The News of the World con su propia información supuestamente bien documentada para The Times. Gran parte del mismo tipo de sinergia se puede ver entre los comentarios elocuentes o «anti-islamistas» de Dean Godson en The Times y las versiones beligerantes del mismo mensaje de Richard Littlejohn en las columnas que escribió para The Sun.

En el caso de Ali, Mahmood recibió claras instrucciones de que su víctima era un antiguo «terrorista», finalmente sobre la base desacreditada de un dictador corrupto. Si el Falso Jeque tuvo éxito en su ataque contra Ali, se habría ofrecido indudablemente a los lectores de News of the World una descripción del «terrorismo» de Ali que hiciera eco a la versión de Kerbaj, que ahora está totalmente desacreditada.

Conservando su dignidad ante una provocación semejante, Ali explica, escribiendo para Open Democracy, el impacto inesperado y benéfico de la Primavera Árabe en su caso:

Occidente habla de abusos de los derechos humanos y democratización de Medio Oriente, y sin embargo hace caso omiso de los métodos represivos y antidemocráticos utilizados por Ben Ali (en Túnez). Los dirigentes occidentales lo apoyaron, en la creencia de que era un aliado inquebrantable en la guerra contra el terrorismo y contra el extremismo islamista.

Dadas las circunstancias, Ali, quien cuando era joven, fue torturado por el régimen de Ben Ali, podría haber dirigido sus palabras a Murdoch así como a los dirigentes occidentales.

Hablando de algo menos serio, y de nuevo sin quererlo, el libro de Mahmood revela debilidades en su oficio que podrían sugerir que estuviera buscando un empleo más convencional. En algo más serio, hubo una falla profesional similar del corrupto investigador Glenn Mulcaire, empleado por News of the World, que lo llevó a borrar mensajes de voz en un teléfono móvil perteneciente a la adolescente asesinada Milly Dowler y dejó, al hacerlo, una pista de audio que suministró el disparador de la peor semana en la historia del imperio mediático global de Murdoch.

Por ello vale la pena señalar que la planificación de detalladas operaciones encubiertas contra partidarios de los palestinos, como Galloway y Ali, no llevó a que Rupert Murdoch perdiera un minuto de sueño, ni siquiera ahora. Al contrario, sigue siendo muy pertinente para el periodismo político que ha fomentado.

El doctor Robert Lambert es codirector del European Muslim Research Centre en la Universidad de Exeter, profesor en el Centro de Estudio del Terrorismo y de la Violencia Política en la Universidad de St Andrews y autor de Countering al-Qaeda in London que será publicado por Hurst en septiembre de 2011.

Fuente: http://english.aljazeera.net/indepth/opinion/2011/07/201171183550718371.html

rCR