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Algunas consideraciones pasado el día del periodista en Colombia

Mucho más que paniaguados

Fuentes: Rebelión

«La venalidad, el sometimiento a intereses económicos, la aceptación de prebendas que comprometen el libre ejercicio de la profesión, el afán de estrellato, no son «calumnias de la oposición» sino realidades desafortunadas y tangibles que afectan la credibilidad tanto de justos como de pecadores y contribuyen al desprestigio general de la profesión.» Ética Para Periodistas. […]

«La venalidad, el sometimiento a intereses económicos, la aceptación de prebendas que comprometen el libre ejercicio de la profesión, el afán de estrellato, no son «calumnias de la oposición» sino realidades desafortunadas y tangibles que afectan la credibilidad tanto de justos como de pecadores y contribuyen al desprestigio general de la profesión.»
Ética Para Periodistas. Javier Darío Restrepo, María Teresa Herrán
 
Era el terremoto de la región cafetera colombiana del 25 de enero de 1999, el causante de más de mil muertos y unos tres mil heridos. Los canales privados RCN y Caracol enviaron a lo más selecto de las nóminas de acuerdo con su autoelogio permanente. Se dieron entonces a la tarea <> al permitir, en su grandiosa magnanimidad, que los sobrevivientes reportaran a sus allegados en otras regiones del país su supervivencia y estado de salud. Una señora de mediana edad se acercó al micrófono de un canal de estos (RCN), empuñado por una presentadora-teleprontista (Vicky Dávila), de aspecto impecable en medio de los escombros y la suciedad de los lugareños (no había agua); una vez aquella señora intentó anunciar su mensaje dirigido hacia sus parientes y allegados, el llanto fue lo primero por expresar; sin embargo este no pudo durar mucho: la glamorosa vedette le impartió una orden altisonante, perentoria y repetida delante de las cámaras como toda una deidad indignada: ¡no llore!
 
Bajo las reglas de rating (audiencia) no era muy ‘televisivo’ presenciar gente expresando sus sentimientos al ver destruida su ciudad, muy seguramente un sitio recorrido toda la vida, con familiares y/o amigos sepultados por las ruinas a la vista; las intrincadas directrices mediáticas primaban sobre los sentimientos aflorados por la muerte y la devastación. La señora de la que hablamos, obedientemente tragó sus lágrimas y entregó su mensaje con la prontitud requerida por la ‘comunicadora’, quien la miraba con ímpetu desde lo alto de su prestigio y rango social inalcanzable. Uno de los momentos más denigrantes de la televisión en este país de infamias mediáticas había sucedido; pero el arrendatario-dueño, es amo omnipoderoso, y los meritos en el ejercicio del periodismo no son los tenidos en cuenta en Colombia para el oficio. La vedette-teleprontista, aún impasiblemente continúa mostrándose todos los días en el telediario de RCN defendiendo la privatización de la salud, la guerra del Presidente Uribe o contando chismes de políticos.
 
Por su parte el otro canal privado (Caracol), aporta otro tanto en agresiones a los televidentes. El 31 de enero del presente año, el noticiero de la mañana transmitió en directo, como, ni más ni menos, la primera noticia del día, el allanamiento de la policía militarizada colombiana a un salón de clase del grado 6º (niños de doce años) en plena capital. El acucioso reportero (Julián Ríos) dio amplio despliegue a las admoniciones de los policías ante los asustados niños, sometidos a un riguroso cacheamiento; este sobreactuado reportero, le pidió a una niña permitirle a él mismo hacer la requisa su morral estudiantil, ante lo cual la asustada niña no pudo oponer ninguna objeción. Luego el mismo director de emisión de Noticias Caracol (Juan R. Vargas), desde el estudio instó a Ríos para continuar allí requisando a los niños ‘ayudándole’ a la policía. Otro momento antitético y grotesco de periodistas televisivos se había producido. El afán de figuración y de congraciarse con la policía por parte de Ríos lo había llevado incluso a violar la ley, presionando con sus cámaras, su micrófono, y su condición de adulto, para efectuar un cacheamiento a un particular, a una niña, no teniendo investidura legal para ello, bajo el aliento de Vargas. Todo un acto de abuso, agravado por la condición privilegiada de comunicador. Ríos probablemente ese día fue felicitado.
 
Con los ejemplos narrados, describimos en buena medida el respeto proferido por los periodistas de los grandes medios al público colombiano en general; un menosprecio por las masas a las cuales dicen dirigirse, es la regla general en el oficio practicado en los grandes medios. Este periodismo practicado por los comunicadores colombianos vinculados los renombrados entes de la información, tiene unas características que van más allá de lo explicable por los salarios de los periodistas, o la amenaza de despido, pues esto de los bajos salarios puede explicar apenas una parte de estos comportamientos tan distantes de los principios deontológicos de informar, pero no es posible entender como periodistas que debemos suponer conocen de sus deberes sociales, lleven a tal extremo la inobservancia de principios humanísticos fundamentales para la práctica de una labor de alta trascendencia, máxime si la sociedad donde actúan se encuentra en estado de guerra como sucede en Colombia.
 
Quienes cumplen esta, otrora, noble función, en medios poderosos y bien financiados, en el momento histórico vivido por Colombia y Latino América, no pueden escudarse en la presión de los despidos, del salario menguado, del ostracismo. El oficio de informar es demasiado delicado para ser degradado pretextando un descenso en la calidad de vida, cuando la mayoría de sus conciudadanos se ven abocados a condiciones de vida muy inferiores a las que temen ser llevados los periodistas de estos medios con un despido, sobreviviendo apenas aquellos y siendo víctimas de diversas violencias como muertes, desapariciones, desplazamientos, pobreza. Lo que está en juego es la percepción de la realidad de todo un grupo humano.
 
Un comunicador situado en estas especiales condiciones sociales, como no se sonroja cuando a la sazón ejecuta una manipulación de la selección de la información colocando todo el peso emocional de la información en la crónica roja, en las catástrofes, en los accidentes espectaculares, y citar apenas de pasada los continuos escándalos de funcionarios públicos del estado, que incluso se inscriben de acuerdo al derecho internacional, como delitos de lesa humanidad, como es el caso actual de los denominados <>. ¿Será que este ‘pobre’ empleado, en veces de multinacional, no ha aprendido en su ejercicio que las violencias al por menor son utilizadas para ocultar las grandes violencias estructurales del sistema que alimenta holgadamente a sus patrones y que les permite pasar fines de semana en Cartagena, vacaciones en Miami, comer manjares escuchando en el parque de la 93 de Bogotá la misma música cursi que su medio difunde y alaba? ¿No se le ha ocurrido que esos asaltos, robos, agresiones, muertes, lesiones, etc., magnificadas ab nauseam, guardan relación con historias enteras de injusticias, con despojos anteriores, marginamientos o humillaciones, que al no mencionarlas los hace invisibles distorsionando la realidad para quienes no las conocen en su real dimensión? ¿Esos de los cuales habla el reconocido informador con desprecio enjuiciándolos como criminales, no son también víctimas del actuar de otros, años atrás o tal vez décadas? ¿Tal es su ignorancia que no sabe nada de aquello? O ¿tal es su miedo que agacha la cabeza para no ver y cierra su boca para callar espantado por las represalias?
 
Qué decir del sentido de primacía de la vida cuando sin recato de conciencia, menciona como más relevantes las perdidas materiales en millones de pesos o dólares, al describir un accidente o una catástrofe, que la misma ocurrencia de muertes o la existencia de heridos. En el colmo de la abyección le otorga importancia a las molestias causadas a los conductores por el ‘trancón’ causado por un accidente de tránsito con muertos. ¿La vida no es para él o ella un valor supremo?
 
Es ya un lugar común esta apreciación monetaria de la vida y las actuaciones humanas cuando los informadores reseñan acontecimientos como huelgas, a cuales cuando menos llaman ‘preocupantes’, otorgando amplia cabida a declaraciones a funcionarios represores que piden la cárcel a para los huelguistas y advierten la imposición de multas para estos, sin que se le de apenas espacio a los protagonistas (Caracol Noticias ‘informando’ sobre una huelga en Nueva York 21-12-05 12:30 PM. Las huelgas sucedidas en Colombia no son relatadas). Protestas por alzas, jornadas cívicas populares contra alzas en servicios públicos, o la carencia de los mismos, e incluso contra jornadas oficiales que en alguna forma interrumpen el derroche consumista, aún las establecidas mediante plebiscito como el día en Bogotá Sin carro, etc., son de múltiples formas denostadas. Las frases finales a manera de sentencia, desvalorizando toda protesta popular, cualquier acto de inconformidad o discrepancia, deberían llamarles la atención sobre el guión repetido de defensa de los intereses de los poderosos, olvidando las voces de las mayorías, la verdad y la historia. En el mismo sentido, los resultados más allá del dinero, de movimientos sociales espontáneos o planeados, como son los logros en mejora de servicios públicos, circulación vehicular, descontaminación, salarios y bienestar en salud o educación, no son en absoluto tenidos en cuenta; nunca se ha escuchado alguna mención sobre ellos en un medio de información colombiano. ¿Desconocen entonces los periodistas de los oligopolios mediáticos del país la historia de las conquistas sociales, de la mejora en la calidad de vida, es decir la historia de la humanidad?
 
Sin duda los comunicadores relumbrones de hoy en esta nación en guerra, sienten repulsión por el comentario profundo, por la investigación de los fenómenos sociales afectantes a la inmensa mayoría de la población. Saben hasta la saciedad del incumplimiento de sus deberes éticos al no abordar temas álgidos sino de forma superficial como describiendo el estado del tiempo y de manera tendenciosa o si se refirieran al club de fútbol de sus simpatías; deben tener muy presente las nefastas consecuencias de no buscar en los lectores, oyentes o telespectadores la comprensión de fenómenos significativos para sus vidas, pero no les importa. Cierran los ojos cuando presencian el desalojo de los análisis necesarios para el país, por la entronización de una pertinaz lluvia de puerilidades en la voz, la pluma o la imagen de arribistas halagadores, ganadoras siliconadas de concursos de belleza, animadores bufones, grandilocuentes y pesados locutores deportivos, o meros cuerpos lectores de sentimientos fingidos y sonrisa apretada.
 
Llegan tales comunicadores hasta el paroxismo de lo ridículo, cuando luego de un ‘directo’ desde la sede de la Casa de Nariño, o ministerio, casi siempre de Defensa del Interior o de Hacienda (los restantes sólo son relevantes para efectos propagandísticos), leen las fotocopias entregadas por un funcionario, siendo entonces el supuesto ‘directo’ una simulación de ‘estar desde el lugar de los hechos’, como pomposamente nos dicen los locutores-vedettes apoltronados en sus tronos desde el estudio. El periodista de la calle, (cargaladrillo en el argot criollo) sigue inverecundo las ceremonias protocolarias oficiales, convertido en un correveidile del hombres y mujeres poderosos, funcionarios medianos, y directivos mercenarios, a los cuales persigue como mendicante, llegando, como se presencia sin vergüenza alguna ahora, a posar ante las cámaras con el entrevistado en una charla entre ‘amigos’. La rendida zalamería de estos periodistas frente a ‘sus’ fuentes, se hace especialmente notoria en los besos en la mejilla a los entrevistados del sexo contrario, no pocas veces captados intencionalmente para ser vistos por los espectadores, <> que el medio tiene acceso privilegiado a la información por los recursos de ‘simpatía’ del reportero (a) en altos círculos de ‘información’. ¿Recordarán estos el deber de independencia del periodista?
 
Increíblemente no perciben de primera mano los periodistas de promocionadísimos entes las imposiciones de los directores del medio, al aplicar los diferentes tipos de manipulación de la realidad en forma de confuso orden de la descripción de las noticias, no relacionado con ciencia social conocida, impidiendo el ordenamiento mental de los hechos que sigue a su ubicación en la historia y su categorización dependiendo de la profundidad, y por ejemplo el número de personas afectadas e involucradas en el suceso. Son perfectamente concientes del absurdo que implica otorgar mayor importancia en sus noticias a la vasectomía del Ministro de la (Des) Protección Social (Caracol Noticias 10-01-2007. 12:30 PM), que a la decisión del gobierno presente de privatizar lo que queda de la salud publica (CN 15-01-2007 12:30), mostrar como suceso de primer orden y trascendencia el evento social de la nacionalización de la esposa de un exembajador amigo del Presidente (CN 15-12-06. 12:30 PM.), en vez de describir de acuerdo a los principios del oficio las circunstancias violentas de la muerte de tres personas en un pueblo alejado de la capital, relacionados con el actuar de la fuerza pública (CN 20-11-06. 12:30 PM.); o tal vez para ellos es más trascendente a los colombianos el derrumbe sin consecuencias de un salón de clase, la visita de Uribe el hombre más aludido en todos los medios a Cartagena, una mortandad de peces en una laguna, que un ataque a una patrulla de la policía cuyo resultado es un muerto y cinco heridos, a los no tienen nombres ni apellidos (CN 26-02.2007.12:30 PM).
 
Que decir del corriente pero significativo hecho de arrojar al ostracismo a más de un millón de personas obligadas a huir de sus casas, pueblos o regiones (de acuerdo a la oficina del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados ACNUR), la mayor tragedia del hemisferio occidental. Seres humanos que han sido desplazados por la guerra dentro de Colombia, o refugiados en varios países otros, con todas las catastróficas consecuencias para ellos. Los figurones de la información niegan su existencia, naturalmente obedeciendo directamente al Presidente que de manera surrealista y amañada, niega la realidad del país; un caso monstruoso de autocensura que los periodistas de estos medios no pueden negar.
 
¿Es propio de seres humanos sensibles colocar la información de la guerra como si fuera simplemente un dato más dentro de otros tantos? Los mercenarios del periodismo local llegan hasta bajezas del tamaño de dedicar unos treinta segundos a la muerte de una persona y las heridas de diez más como consecuencia de un ataque en medio de la guerra, mientras que a la fisioterapia para mejorar de un antiguo padecimiento a un senador del partido del presidente se le dispensa el triple de tiempo (CN 3 octubre de 2005 12:30 PM), siendo esta una mera nota personal y el otro un grave hecho para la sociedad. Una noticia como la muerte de cinco personas y las heridas de otras cinco por la explosión de una granada, delitos por lo cuales se acusa a un soldado, es relata en unos dos minutos, mientras que la cornada del torero César Rincón en esa misma emisión recibe un despliegue de no menos del doble (CN 29-09-2005. 12:30 PM). El asunto no se detiene allí en lo cuantitativo. Lo cualitativo es así mismo tocado. Siempre hay espacio para las variedades: una médico de simplones consejos, como los relacionados con los problemas de las orejas ‘paradas’ de algunas personas (CN 06-02-2007 12:30 PM), el dolor de espalda (CN15-02-2007. 12:30 PM.), o como evitar lesiones en vacaciones y dormir cómodamente en un hotel (CN. 08-08-2005. 12:30 PM), y no obstante no hay quien hable de la solución a las dificultades para acceder al comercializado sistema de salud, o acerca de la deplorable agua potable de la mayoría de municipios del país.
 
Ablandándonos de la dureza de aquello, encontramos los constantes apostolados de caridad patrocinados principalmente por los canales privados, en los cuales los glamorosos teleprontistas posan de hadas madrinas, pero con la ponzoña envenenada de hacer una directa propaganda por parte de la policía a las fumigaciones con Glifosato, en momentos de incidentes por esta causa con el gobierno de Ecuador (CN 16-12-2006 12:30 PM). En la misma dirección apunta la abundante y pormenorizada crónica roja, accidentes y desastres naturales las cuales aportan permanentemente material para la manipulación de las masas. De la megasección de deportes con sus hipérboles, grandilocuencias y cursilerías se puede obtener todo un manual de distracciones de lo urgente y necesario; qué tal eso de las clases de cocina de la tenista Fabiola Zuluaga (CN 9-11-2005 7 PM), puesto como todo un suceso atlético por los sesudos comentaristas deportivos, ahí están las declaraciones permanentes de futbolistas hablando de su vida privada ante preguntas de aquellos personajes vocingleros e indolentes.
 
El último tercio de los telediarios, buena parte del único diario de circulación nacional, y de la programación de la radio se entrega a un despliegue de frivolidades, temas anodinos, y puros comerciales del star sistem a los cuales llama con malicia e ignorancia ‘información’. Los espacios informativos, donde se debería invitar a la reflexión y la curiosidad, son estructurados para a ser un Totum revoltorum de un magazín de nimiedades. Todo un absurdo para un pueblo en guerra.
Una emisora radial del Grupo Prisa W, (la más escuchada y dirigida a los grupos ricos del país), habla como un gran suceso de la diseñadora de modas Carolina Herrera, de la muerte de una conejita de Play Boy, de las novias de Britney Spears (09-02-2007 7:30 AM), del Salón de la Moda de Madrid, el tour mundial del grupo Police, de la última carátula de la revista Vogue (16-02-2007 7:30 AM.), también de las cirugías estéticas de las adolescentes junto con una entrevista en inglés a Jeniffer Hudson (22-02-2007.7:30 AM), o se busca que los oyentes hablen de los golpes de suerte en la vida (23-02-2007 6:30 AM); incrustados en esta catarata de trivialidades hallamos los temas de importancia vital para los colombianos, bajando el impacto en la audiencia de asuntos de gravedad y consecuencias, como el de la parapolítica con sus vinculaciones cada vez más cercanas al palacio presidencial. Bueno, esto también revela a las claras los valores de la clase alta colombiana y la superficialidad y pobreza temática de las emisoras de propiedad del grupo mediático español, y su estilo de arribismo tercermundista. Una emisora como esta (otra concesión del espacio electromagnético a particulares), emplea buena parte de su tiempo en <> mediante llamadas telefónicas destinadas a entrevistar a personajes internacionales de dudosa relevancia para las masas de colombianos desposeídos, e incluso para la atontada clase media, siempre crédula y defraudada en sus aspiraciones de grandeza.
 
En ejercicio de lo que es ser una indudable labor de propaganda, se destinan espacios ‘serios’ en los noticieros para llenar de lisonjerías e incienso la imagen borrascosa del Presidente, a la vez que se ocultan sus frecuentes incongruencias y trampas de sus familiares: ¿En que se parece la reina de belleza con el Presidente Álvaro Uribe? (CN 9 de noviembre 2005 7 PM.), el hijo del presidente es un exitoso promotor artesanal (CN 7 de enero de 2006 12:30; Uribe es colocado por Caracol Noticias (21-02-2007. 12:30 PM) en la posición de una especie de pontífice católico haciendo admoniciones en tono beato, recomendando ser a todos ‘buenos seres humanos‘; algo que no cumple ni siquiera al menos uno de sus propios hijos, como lo demuestra el caso del penoso comportamiento de un vástago del primer mandatario, no informado al público en la televisión, de que este fue amonestado y sancionado por hacer fraude en los exámenes de su universidad (El Tiempo 9 de febrero de 2006); vulgares zalamerías enmascaradas como relevantes.
 
En concordancia con estas alabanzas y disimulos, se lleva a lo más bajo el concepto del uso social del medio: paradigma de ello esta la ‘noticia´de una familia de Miami contándole a los televidentes colombianos en vivo y en directo, cómo vivir con endometriosis, durante cuatro largos minutos, en un contacto de doble vía EE.UU.-Colombia amenizado por las sonrisitas de las teleprontistas y los entrevistados. Toda una nota social mal disimulada. En la misma emisión del noticiero al tema de la desnutrición de los niños campesinos colombianos se le dedicó unos relampagueantes treinta segundos, al de sesenta barrios de la ciudad de Cartagena sin agua por una deficiencia del sistema privatizado de la ciudad otro tanto. Refiriéndose a esto último tema, la teleprontista ofreció una acentuada frase exculpatoria: ‘La culpa fue de un tubo’; la versión de lo ocurrido fue, por supuesto, de la empresa filial de Aguas de Barcelona explotadora del suministro del líquido a la ciudad (CN 04.10-2005 12:30 PM.).
 
Se produce la inobservancia permanente de los más elementales principios de éticos del oficio, como lo es el de la verdad, un valor de gran estima dentro de los códigos de la profesión en todo el mundo, pero desechado en Colombia, donde directores de medios hablan descarnadamente de que ‘nuestro compromiso es con las instituciones’ (Lucía Madriñán directora de Caracol Noticias). Instituciones en este país son los cargos públicos, y los entes a los cuales estos se encuentran adscritos, lo son así mismo en la práctica los grupos económicos, el capital extranjero, los retrógrados jerarcas de la iglesia católica y sus equivalentes de las fuerzas armadas. El Presidente de la República (primer cargo público, del ente más poderoso) ha dicho que no hay guerra en Colombia; quienes deberían informar sobre si esto es cierto o no, se acogen a esta directriz censurándose y mintiendo. En consonancia con este postulado, se llega hasta la indiferencia negadora de los crímenes cometidos con su propio gremio: 23 periodistas muertos en el país desde el 2002 al 2004, o los seis del 2006, mencionados escasamente en unos pocos casos, unos algunos segundos, en medio de la parafernalia consumista de los comerciales. Sin embargo con estos <> locales del oficio periodístico, estos figurones de la información violan la propia Constitución, cuando esta se refiere directamente al derecho de los colombianos a recibir una información veraz e imparcial (Art.20). El asunto no es poca monta en este sentido, no solamente en lo jurídico formal. Sin ningún tipo de responsabilidad pasan por alto, por ejemplo, la ocurrencia de la muerte por móviles político-sociales de más de ¡once mil personas en los últimos cuatro años! de acuerdo a la Comisión Colombiana de Juristas ( www.coljuristas.org), las cuales si se reseñaron en un ínfimo número, lo fueron lacónicamente como una serie hechos aislados sin importancia. Esto corresponde con exactitud a la política del actual gobierno de guerra sin cuartel a la subversión, pero a la vez con el enunciado de ‘Colombia un remanso de paz’, una paradoja sin solución racional no explorada por los periodistas.
 
Todas estas actuaciones y omisiones de los periodistas de empresas de comunicación dominantes en el país RCN (radio y televisión), Caracol (radio y televisión), El Tiempo (con sus periódicos y televisión local), revistas como Semana y Cromos, etc., procuran precisamente el alejamiento de los receptores de los mensajes con la realidad. Datos cruciales para el entendimiento de la realidad nacional, como el de la situación de la tenencia de la tierra: el 61.2% en poder de 15.273 personas, aparece perdido dentro de la maraña sin orden aparente de otras informaciones (Semana. Marzo 22 de 2004. Pág. 20, por supuesto, presentado en un pequeño espacio). Se obstruye el proceso de conocimiento que debe procurar todo periodismo, y se erigen estos procederes como un deber de renuncia calculada a la fiscalización de los poderes a la cual apunta una mínima adopción de la deontología del oficio; además de la mera observación de que sin un control de los medios, la democracia se va diluyendo en los simulacros eleccionarios de cada cuatro años, que de acuerdo a las recientes investigaciones sobre la parapolítica (no de estos periodistas precisamente), también son adulterados por el fraude y la violencia, agregando una bellaquería más a las anteriores.

No puede haber control con algún tipo de imparcialidad, cuando en las investigaciones que vinculan a prohombres del gobierno, incluso por delitos relacionados con violaciones de los derechos humanos, los comunicadores paniaguados son mañosos espectadores muy cuidadosos con el buen nombre de las estas personas. Esta es la forma de describir las detenciones de miembros del grupo de gobierno del Congreso (Uribistas) acusados de homicidios, conformación de frentes paramilitares, desplazamientos de comunidades, saqueo del erario público, y otros delitos relacionados con el sufragio (todos los medios del 16-02-2007), lo cual resulta muy bien al respeto de la persona humana, pero a la vez resulta contradictorio, dada la facilidad con la que estos mismos califican de ladrones, estafadores, violadores, asesinos, etc., a quienes no tienen poder pero son presentados, a pesar de la presunción universal de inocencia, como culpables con la única prueba de la afirmación de la autoridad de policía o militar; en estos últimos casos hemos visto y oído a estos relumbrones y a sus acólitos erigirse como implacables jueces, pidiendo aumento de penas y hasta la pena capital, con el perfecto conocimiento de que su papel no es ese. Aquí presenciamos como estos comunicadores se avienen sin pena al coro de: «que dicen las autoridades».

Reflexionemos sobre estos enfoques periodísticos que tienen como personajes de primer plano a la dirigencia y el empresariado, y al resto de la población como culpable de algún delito o simplemente como inexistente. De acuerdo a la Escuela Nacional de Sindicalismo, entre enero y julio de 2005 fueron asesinados en Colombia 29 sindicalistas y dirigentes campesinos, 205 fueron amenazados de muerte, hubo 4 tentativas de homicidio, 4 fueron secuestrados, 44 detenidos arbitrariamente y 10 se vieron obligados al desplazamiento por amenazas. Este tema no fue en absoluto relatado por los periodistas de los grandes medios ni sometido a ningún debate, siquiera de los de utilería que se presentan en la radio con personajes perfectamente domesticados. Una autocensura más. Y hablando de estos simulacros de controversias (no se le da participación a la oposición), en ellos se repiten verdades oficiales, sobreentendidos, de lo correcto, de no concluir con lógica la interpretación de ciertos hechos relacionados con la figura presidencial, por ejemplo desligando y atenuando todas las graves acusaciones de la Fiscalía contra altos funcionarios del gobierno (como el exdirector del DAS Jorge Noguera) por su vinculación con aquellas muertes a través del paramilitarismo, librando, con todo tipo de subterfugios, de toda culpa a Uribe (Caracol Radio. Hora20. 22-02-2007 8. PM); todo un acto de prestidigitación periodística digno de ser objeto de un Análisis Critico del Discurso (ACD) de Teum Van Dijk.
 
Agreguemos a todo esto que las opiniones de la academia no son difundidas en estos medios con grandes audiencias y lectores, con el pretexto de que son temas muy ‘pesados’ para el público (otro síntoma de autoritarismo), como si la investigación no fuera a los seres humanos cautivante. Si damos con algunos, unos cuantos segundos, resultan ser economistas neoliberales de Fedesarrollo y politólogos de confianza de la Universidad Javeriana, repetidores incesantes de los dogmas oficiales. El problema aquí para los paniaguados es que investigadores acreditados mundialmente e independientes, cuestionen frecuentemente el orden establecido y sus actos convertidos en autos de fe en las noticias. En la practica esto se refleja en que en Colombia las visitas de intelectuales como Noam Chomsky o de Joseph Stiglitz (premio Nóbel), no son en absoluto divulgadas en estos medios, y mucho menos se le concede tiempo alguno para la difusión de su pensamiento; la mayoría de la población no sabe de sus estudios (como de otros tantos científicos sociales), ni de su repercusión en todo el mundo. Lo mismo ocurre con los Foros Sociales Mundiales donde confluyen opiniones de estudiosos críticos del capitalismo; sin embargo al plutocrático Foro de Davos hasta se envían corresponsales y se entrevista a <>.
 
La obsecuencia extrema e inverecunda de los periodistas de los grandes medios en Colombia para con el poder, se apuntala también en la gran concentración de estos en pocas manos. Dos grandes revistas, dos grandes canales de televisión privados, un solo diario de circulación nacional, dos grandes cadenas radiales.
 
La familia Santos poseedora del único diario nacional, El Tiempo (junto con el único canal local privado del país Citytv de Bogotá), apoya irrestrictamente al actual gobierno dentro del cual tiene en la vicepresidencia y el Ministerio de Defensa dos miembros de la familia, a más de su casi centenaria tradición derechista.
 
RCN (radio y televisión) de propiedad del magnate de los refrescos Carlos Ardila Lulle, hace las veces de radio y televisión oficial del gobierno uribista, sin consideración a la opinión de las audiencias; coloquialmente se le dice a RCN, Radio Casa de Nariño por su forma de alabar y servir de caja de resonancia y vehículo propagandístico del gobierno y la persona misma de Álvaro Uribe, el cual es tratado como un oráculo viviente, llegando sin dificultad a la delirante lisonja.
 
Por su parte Caracol Televisión en buena parte propiedad del Grupo Cisneros, y Caracol Radio, esta bajo el control del Grupo Prisa de España, acogen de buena gana el apoyo al proyecto político y económico del gobierno (control autoritario-represión y entrega del país al capital extranjero), más que a la persona de Uribe como tal. Si bien son un poco más mesurados en las alabanzas en cuanto hace o deja de hacer el gobierno, cierran filas en la defensa de las privatizaciones, la inversión extranjera, la política represiva y la guerra. De cualquier forma, se encuentra Caracol radio y televisión atentos a cualquier cambio en la marea, respecto al presidente, pero no al proceso de desnacionalización impulsado. En televisión la audiencia de estos canales se acerca al 80%, y la penetración de la radio en la población es de más del 75% (Estudio General de Medios EGM 2005); parafraseando a Goebbels diríamos que la mentira rinde sus frutos en Colombia.
La mas importante revista de opinión, Semana, es de propiedad del hijo del expresidente Alfonso López Michelsen (accionista también del Canal Caracol), Felipe López, y también está abiertamente comprometida con el proyecto político y social del Uribe Vélez, como puede apreciar en sus páginas, aunque hagan algunas investigaciones sobre la persistente corrupción gubernamental, siempre en la línea de conducta de eximir a aquel de cualquier responsabilidad.
 
Como si fuera esto poco este cerrado panorama, existe un canal público denominado ‘institucional’ (Canal 9), el cual sirve únicamente para promocionar diez y ocho horas todos los días, al presidente, sus ministros etc., lo cual llega al paroxismo los sábados cuando Uribe protagoniza una feria dictatorial de promesas, con papeles secundarios para sus áulicos en alguna región. El canal institucional es más bien la mayor parte del tiempo otro canal, esta vez pagado con fondos públicos, donde vemos y oímos explicaciones estrambóticas sobre lo bien gobernados que no hallamos los colombianos.
 
Sólo encontramos un antecedente latinoamericano de este maridaje de medios-gobierno en una supuesta democracia, en las proporciones descritas, en el Perú de Alberto Fujimori, donde seis canales comerciales de televisión estuvieron abiertamente a favor del candidato-presidente, con una cobertura del 90% de los hogares peruanos; los restantes candidatos solo fueron nombrados simplemente para ser criticados; algo no muy coincidencial dados los intereses defendidos por los medios peruanos y colombianos. El proyecto Fujimorístico aplicado en el Perú, ahora se traslada y opera en toda su extensión un poco más al norte.
Algunas consideraciones pasado el día del periodista en Colombia
 
«El único momento en que me siento solitario es cuando percibo que los medios de información controlados por las grandes corporaciones han negado el derecho de crítica contra un régimen cada vez más totalitario«. Gore Vidal.
 
Por supuesto que este unanimismo y concentración de medios va directamente en contra de los intereses nacionales, de la democracia y del ejercicio mismo del oficio de comunicador. Sin embargo no esto lo que el periodismo relumbrón defiende: son las instituciones ¿Es el deber de los periodistas defender el orden imperante así sea abiertamente injusto y permisivo con la violación de los derechos fundamentales, eso denominado con demasiada pomposidad y poco contenido <> como afirman directores encumbrados como Madriñan?
 
La misma Constitución Nacional, por cierto una institución, obliga a quienes ejercen el oficio periodístico a guardar la veracidad y la equidad como principios de la información y expresa rotundamente que no habrá censuras (Art. 20). Por tanto la veracidad se encuentra por encima de los intereses del mismo estado, el cual no basa su existencia sino en el cumplimiento de unas funciones, y no en la mera existencia como tal. Las instituciones existen para cumplir unas funciones determinadas: servir a la comunidad, promover la prosperidad general, facilitar la participación de todos en las decisiones, defender la independencia nacional, asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo (Art. 2). Estas tareas del estado son las mismas que aviesamente más combaten los glamorosos periodistas de los medios citados; en esto socavan con sus comportamientos dentro del oficio valores en los cuales se fundamenta la unidad nacional y nuestra convivencia como seres humanos.
 
La verdad y la objetividad se encuentran por encima de los intereses temporales de los gobernantes de turno, y con mucha más razón de los corporativos del canal, o los de cualquier potencia mundial. Un periodista tiene un compromiso ético con los destinatarios del mensaje, si a esto le agregamos que la carta magna también habla de que la paz es un derecho (Art.22), entonces aquel debe impulsar procesos de solución pacífica de los conflictos, y no ser un histérico agitador gubernamental de planes tan destructivos del tejido social del país como los que hemos padecido en los últimos tiempos bajo el actual régimen militarista; esos planes que sirven de mero desarrollo ideológico contrainsurgente, pero sin ningún beneficio social y más bien, impulsan tristemente fases del escalamiento de un conflicto regional, parte de uno global, algo que no puede ser ignorado por un periodista, aunque sepa poco sobre el mundo en el cual vive.
 
Ahí están las frecuentes notas sobre nuevas armas letales ‘donadas’ mediante <> por los EEUU, como el <> simulador para vuelos de la fuerza aérea (CN 9-11-2005 7 PM), la ponderación de la efectividad de ‘cañones de 155 mm y un alcance de 40 kilómetros’, para la ´lucha antisubversiva’ adquiridos por este gobierno (CN 21-12-2005 12:30 PM), o simplemente propaganda intimidante para quienes se oponen a los Estados Unidos, como la aparecida en un reportaje de la revista Cromos (22-05-2006), sobre ‘El famoso portaviones George Washington que espía a Venezuela’, ‘uno de los aparatos más bélicos del mundo’ pero que da a sus tripulantes ‘becas’ por cuatro años de servicios. Una apología de la guerra, en la cual su redactora (Cristina Callejas), exhibe abundante insensibilidad sobre los efectos en seres humanos y ciudades causados este aparato.
 
La guerra es siempre un tema tratado con toda la intencionalidad del caso por estos paniaguados, para defender no la solución pacífica de la guerra, sino las políticas de oficiales de <> mediante el exterminio, y en eso debemos ser justos, no sólo las del presente gobierno, sino las del establecimiento en general en los anteriores gobiernos. En consonancia con esto, se observa con preocupación la indefinida posición de los medios frente al poder de los paramilitares, a las cuales se les describe, a pesar de conocer muy detalladamente sus acciones como los violadores más importantes de los derechos humanos en Colombia gracias a organizaciones humanitarias nacionales y extranjeras, cortes internacionales, investigaciones judiciales internas, múltiples relatos, etc., de simples personajes <> (CN 9-11-2005 7 PM), sin que a la periodista (D. Quinn) que lee en el telepronter esta nota le tiemble la voz ante el exabrupto; cuando se da la <> de que se va a despojar a los paramilitares de bienes obtenidos mediante asesinatos y amenazas a los campesinos de del Departamento de Sucre (actuaciones comprobadas y confesadas judicialmente, no relatadas en su momento por los medios sino genéricamente), pero que para los periodistas de este canal, fueron obtenidas de acuerdo a lo descrito por una teleprontista, sencillamente <>, un vulgar eufemismo, destinado a omitir tocar el tema de los crímenes paras en su dimensión e insultante para sus numerosas víctimas (CN 12-02-2007 7 PM.); o el llamar a los jefes de los paramilitares <>, mientras que los guerrilleros son denominados despectivamente <>. Estas añagazas resultan increíbles si tenemos en cuenta que el mismo Fiscal General de la Nación anunció la existencia de unos cuatro mil muertos en fosas comunes en el país, de acuerdo a las revelaciones de paramilitares que se entregaron. Mientras tanto, ante un atentado contra una base militar en Bogotá en diciembre pasado con un saldo de acuerdo a las informaciones de dos heridos graves y otros 26 de diversas heridas, el canal citado, expresamente manifestó su enfático rechazo a esta conducta (CN 19-10-2006. 7 PM), lo cual es muy razonable dados los resultados de estos hechos. No obstante cuando se han producido las múltiples masacres de paramilitares durante todo lo que va de esta década y la pasada, nunca se ha visto u oído a este canal y los restantes medios, efectuar rechazo alguno de estos actos en sus espacios informativos del tenor del mencionado, es más, ni siquiera en frecuentes ocasiones las ha mencionado, y si lo han hecho es mimetizándolas con los consabidos trucos de paniaguados.
 
¿A cuales valores debería acogerse un periodista con algo de sensibilidad en Colombia? Pues los principios éticos de su oficio son bastante claros en este sentido. Pueden leer y comprender todos los manuales de periodismo estudiados en las escuelas de comunicación; pero a la vez sin una formación en historia, sociología, artes, etc., el periodista no puede entender de lo que está hablando a los demás congéneres. La defensa de la verdad y de los seres humanos, son su norte. En Colombia es muy evidente, que los periodistas salen de las universidades y saltan por la influencias a ser parte de esta tramoya mediática sin más preparación, razones por las cuales son obnubilados por el dinero fácil y los privilegios de ser <>. Lo paupérrimo del lenguaje que emplean, su insensibilidad y el afán de estrellato, entiéndase este aparecer en las anodinas páginas sociales de las revistas ya citadas, delatan su falta de estudio luego de su grado como comunicadores y su ostentoso arribismo; en esto quienes buscan incesantemente el lucimiento sin formación mínima, son fácilmente detectados, como aquellos que en un mapa colocan a la ciudad española de Lugo en Irán (CN. 21-02-2007.12:30 PM), quienes estiman que las ciudades más bellas se encuentran en el primer mundo (Caracol Noticias diciembre de 2005 emisiones 12:30 PM), que es importante para los colombianos el saber quienes son los ‘famosos’ peor vestidos (CN.11-01-2006.12:30 PM), los comunicadores convencidos en la trascendencia de que la aparición de una imagen de la virgen llorona da para ser la primera noticia del informativo en un país de acentuadas violencias cotidianas (NC.24-04-2006. 12:30 PM), o que los delfines son peces (Noticias RCN.22-02-2007. 7:30 PM) y los que tratan a sus entrevistados si son pobres con manifiesto desdén, como vimos al inicio.
 
Por esta falta de conciencia del papel de su oficio en la sociedad colombiana, estos periodistas a extremos tales que constituyen verdaderos paradigmas de lo abyecto y fútil, un estado dentro del cual se encuentra el periodismo criollo, como lo demuestra una noticia narrada en 20 interminables segundos, de un cretinismo inconmensurable, sobre que la actriz norteamericana Cameron Díaz ganó un premio ¡¡¡al mejor eructo!!! (Noticias RCN 16 noviembre de 2005 7 PM), o que tal, la pelea de ¡¡¡dos burros por una burra!!! en Cartagena (CN 27-02-2007. 12:30 PM). U otras perlas como la compra por parte del actor de Hollywood Tom Cruise de un ‘auto volador’ (07-01-2006 12:30 Noticias RCN), se inscriben en esta categoría quienes se prestan para pasar las recetas de cocina de un chef italiano y los ejercicios aeróbicos en este mismo canal en pleno noticiero (Casi todos los días), y las formulas culinarias de la lechona, el pavo o el tamal en su alter ego de Caracol Noticias (29-12 2005 12:30). Así mismo es una quintaesencia de estos comportamientos la última moda narcisista de estos dos canales, que es colocar como informaciones dignas de ocupar el tiempo de los noticieros, a las actividades personales y familiares de los mismos periodistas que manipulan en aquellos, los cuales ya figuran en comerciales de productos de empresas multinacionales (¿y la credibilidad?). Si a esto le agregamos los extensos lapsos de comerciales de productos superfluos y las institucionales de las campañas <> del gobierno (grosera propaganda distractora), y los nada disimulados mensajes publicitarios disfrazados de noticias, lo dicho en los canales que deben conectar con la realidad, se reduce a una cruel burla al sentido común, si tenemos en cuenta los conflictos vividos por los colombianos en no pocos casos relacionados con la supervivencia.

No pensemos que esta apelación a la distracción de lo superfluo, no es más que un capricho de banalidad de la época que inocentemente ha tomado los medios masivos. Esta superficialidad y su parafernalia de estolideces, es muy importante para la labor de los periodistas rimbombantes, quienes la emplean como táctica desmotivante de la participación de las mayorías, dentro de una gran estrategia de despolitización, que monstruosamente permite la ocurrencia de crímenes que en otros pueblos serían motivo de un emplazamiento radical y una remoción de los poderes establecidos. Así podemos comprender una parte de las razones por las cuales los colombianos no reaccionemos ante masacres, desplazamientos, ventas de empresas públicas en detrimento económico y del entorno ecológico de la nación, saqueos al presupuesto, enajenación de los recursos naturales, etc. Estos sucesos se ocultan, alejan o envuelven en futilidades, siendo verdaderos acontecimientos afectantes de la vida en la sociedad, a la vez generando un orden social contrario a las mayorías. Por ello no es tampoco una casualidad en este planteamiento inhibidor de la participación, que la gente del común en los medios no aparezca más que como víctima o victimaria de causas judiciales, de personaje pintoresco, o para ratificar pasivamente lo ya decidido por la oligarquía. Si tuvieran imagen y voz en estos medios, con anhelos de justicia y esperanza por un país mejor, romperían el libreto impuesto en los medios dominantes de ser destinados al desprecio y obediencia. Su papel es tan secundario a ojos de los sabios de la comunicación del país que cuando se presentan muertes violentas de estos en la guerra, no importa su número, ni siquiera son referidos por sus nombres, así sean soldados o policías, que decir de quienes se oponen al orden vigente. Se los trata como si nunca hubieran sido humanos.
 
Los colombianos no podemos exponer una posición algo coherente de lo que realmente ocurre en el país, cuando ni siquiera tenemos idea aproximada de los procesos sociales en los cuales de una u otra forma estamos envueltos. Por ello cuando se ofrecen en los noticieros las noticias internacionales, arribamos al mundo de las preguntas inexplicables. El periodismo de figurones se llena la boca con grandes exclamaciones cuando habla de la <>, de la <>, para defender la apertura de mercados a los capitales y productos del primer mundo, le da amplio despliegue a los productos (no hay otra forma de describir esto) culturales de Estados Unidos y Europa, y sin embargo a la hora de relatar múltiples sucesos en todo el planeta, no le dedica más de tres minutos, de un espacio de noventa, y también los mimetiza en el gran caudal de nimiedades locales. Esta aparente contradicción es verdaderamente sorprendente, pero deja claro una política de estado venida de mucho tiempo atrás, mediante la cual las clases dominantes colombianas han mantenido al país como una especie de Tibet de Suramérica, cerrado desde finales del siglo XIX, continuando acrecentada en la actualidad. La migración en Colombia, aún en la época de las migraciones forzadas por las crisis económicas y sociales de la entreguerra y la Segunda Guerra Mundial, que condujeron a grandes cantidades de europeos a la América Latina, se restringió al máximo por ser estimados por la oligarquía criolla como potenciales subversivos del orden señorial. Sin contactos ni intercambio directo de nuevas experiencias sociales de otras culturas, los colombianos hemos sido inducidos a considerarnos estúpidamente como el centro del planeta, por lo cual los sucesos ocurridos aquí nunca son interpretados como parte de devenires vinculantes con toda la humanidad, sino como hechos únicos e inigualables en el globo; vaya majadería. Así es fácil que los grandes medios ignoren olímpicamente los conflictos sociales del mundo, los movimientos geopolíticos en un momento tan álgido como el presente, aquí mismo en Latinoamérica.
 
Ejemplo reciente de ello es el caso de las permanentes reclamaciones del pueblo y el gobierno ecuatoriano al gobierno de Uribe y sus rocambolescos funcionarios, sobre lo desastroso para el medio ambiente de las fumigaciones con Glifosato en la frontera colombo-ecuatoriana; los grandes medios al unísono no dieron cuenta adecuada de la noticia proveniente de Afganistán de que el Presidente de este país Hamid Karzai, se había negado a que se hicieran en ese país fumigaciones con este mismo Glifosato a plantaciones de amapola (El Tiempo el enero 31 de 2006 apenas lo reseñó y nadie lo comentó), de hecho los dos canales de marras ni lo mencionaron como asunto digno para ser tratado en sus noticieros infestados de notas sobre crónica roja, desastres, <>, repeticiones de goles, etc. Censuraron el hecho de que Karzai fue puesto en el poder por los Estados Unidos, en medio del bombardeo e invasión de Afganistán en el 2001, y no tiene prácticamente ningún poder de negociación frente a las armas que le encumbraron, y sin embargo se niega a que su país sea fumigado por un producto, que es alabado en nuestro continente por un gobierno teóricamente democrático e independiente de <>, eso sí con un <> que <> como lo repiten tonta y permanentemente los medios citados; algo que debería a simple vista ser examinado con detenimiento por parte de estos periodistas colombianos que a tal grado se autoelogian llamándose <> (comercial de autopromoción del Canal Caracol y su telediario Noticias Caracol de febrero del 2007), hasta son docentes en escuelas de periodismo (esperamos que no de ética) y dicen con inmenso descaro admirar a Kapuscinski. Al contrario, notablemente entre este océano de autocensuras, los relumbrones de los medios, hacen flotar en el aire en sus notas, sin un mínimo de respeto, que los ecuatorianos son unos necios, unos insoportables al quejarse de este ecocidio, a pesar de todas las evidencias expuestas sobre la categoría toxica de la sustancia arrojada desde Colombia.
 
En la misma línea de esta táctica manipulatoria, mediante el uso de todas las artimañas posibles, pretenden hacer ver al resto de latinoamericanos como dementes e idiotas, unos desquiciados, tomando el rumbo contrario al <> vivido en el país, sin llamar por su nombre la doctrina férreamente dictada al país (RCN, Caracol TV diciembre de 2006-enero2007); neoliberal es un término raramente usado en la radio y la prensa, y nunca en la televisión). El territorio colombiano en estas informaciones plenas de sesgos y malicias, no se encuentra en Suramérica, ideológicamente para los directores de estos medios, es un estado más de los Estados Unidos, y sin duda el corazón y la cuenta bancaria están allí, eso explica mucho.
 
De todo lo anterior emerge inicialmente la estructura de un proyecto periodístico, directamente relacionado con el favorecer a toda costa al gobierno de Uribe. Se mimetiza lo desfavorable a los planes de gobierno y a las personalidades de la cúpula del régimen, mediante las múltiples formas de manipulación y autocensura aprendidas por los periodistas de los grandes medios, a la vez que exalta con redundancia lo que se estima como impulsador de la popularidad de la del Presidente y su entorno de familiar, funcionarios y alentadores de diversas categorías. Pero no estamos hablando de puras formalidades o actos protocolarios. De lo que se trata es de auténticas políticas de estado pasadas por todos los filtros posibles que las artimañas del periodismo paniuaguado son capaces de utilizar como propaganda. El resultado cuantitativo de todas estas practicas es grotesco; en los horarios más privilegiados de los medios más poderosos e impactantes de la sociedad tiene mucho más espacio para expresarse un diseñador de modas, un chef de cocina o un técnico de fútbol que los familiares de muertos en masacres o combates entre las FF.AA y los insurgentes, los desplazados, los familiares de desaparecidos, y aún menos dirigentes políticos de oposición denunciando un latrocinio oficial.
 
Es difícil no concluir la responsabilidad del periodista paniaguado de los grandes medios. Este es conciente de todos y cada uno de sus silencios, manipulaciones, trapacerías, zalamerías. Son estos plenamente intencionales cuando defienden a costa de todo un Statu Quo como el vigente, y son quienes en últimas, elaboran las tácticas informativas que le permiten al gobierno mantener una mañosa favorabilidad, a pesar de continuos escándalos, incongruencias, falacias y dependencia de poderes extranjeros vividos por Uribe en estos cinco años de mandato. Como ironía, el Canal Caracol dice el mismo día del periodista, que el periodismo de su factura <> (09-02-2007); un amor muy extraño, pues le impidió a este canal (y a los demás) informar durante el 2002 la ocurrencia del asesinato en el populoso sector bogotano de Ciudad Bolívar de 106 personas (Semana. Septiembre 15 2003, narrado en esta revista en menos del espacio de una nota sobre el clima); o mencionar siquiera de pasada la muerte uno a uno de 38 sindicalistas en el Departamento del Atlántico de 1.999 al 2004 (El Tiempo 20 de abril de 2004, por supuesto enunciada en una pequeña nota interior). La palabra amor en boca de los paniaguados colombianos se convierte en un orwelianismo más.
 
Como las fórmulas manipulatorias se van desgastando con su empleo inmisericorde, los renombrados comunicadores, renuevan sus métodos. Se idean ahora emplear subrepticiamente comentarios sectarios, adjetivizaciones puestas en los lugares y momentos necesarios con cierta redundancia. En el medio de comunicación de mayor alcance del país se pueden hacer maravillas con ello. Caracol Noticias, con su director de emisión (Juan Roberto Vargas), usa cuidadosos calificativos para narrar las políticas del presidente Uribe y dar a los planteamientos guerreros de este el inexistente sentido de una <> (29-01-2007. 7 AM.), para como primera noticia de una emisión ponderar subrepticiamente anuncios de programas de ayuda obligatorios de acuerdo a la constitución, ligándolos directamente a la figura y magnanimidad del primer mandatario (12-02-2007. 7am.), o usar comentarios bufonescos, para coloquializar y hacer digerible la sórdida y abundante crónica roja a la cual como cortina de humo no se renuncia jamás, eso sí, sin contextualizar su ocurrencia. En esta táctica periodística los comentarios disfrazados hacen las veces de noticias, el chiste flojo se viste de explicación detallada y una empobrecida coloquialidad reemplaza al leguaje preciso de un periodismo veráz e independiente. Un tratado expuesto diariamente sobre como hablar mucho, mostrar de todo sin decir nada coherente y significativo. Con estos estilos se profundiza la trivialización de las noticias por graves que sean, colocando a estas en el mismo nivel de prioridades en el tiempo, presentación y lenguaje, de otras <>, sobre superficialidades. El presentador-bufón dirige todo, enunciando la noticia, dándole el grado de importancia requerido con comentarios con su otro presentador, sin dejar espacio para la comprensión. En una frase, se asegura que cualquier interpretación distinta a la línea de indiferencia y olvido, no pueda generarse en los espectadores.
 

En el aspecto político, el ascenso extremo de esta forma de hacer periodismo que hemos ido relatando, precisamente se caracteriza por no tener en cuenta al pueblo, a quien se dirige, ni a la deontología del oficio, denotando un aspecto de la legitimidad del poder en Colombia, presentido ya hace tiempo por muchos. La estructura de manipulación de las informaciones tiene como origen remoto el temor de que las realidades presentadas con algo de veracidad deslegitimen por completo la autoridad de quienes ejercen el poder. A la vez la imposibilidad de estos, por razones de conveniencia y de oportunidad, de hacer uso de toda su capacidad de fuerza bruta para lograr la adhesión, ha determinado que los esfuerzos por el control de la población se ejecuten en una buena parte, sobre todo los dirigidos hacia las clases medias, a través de la muestra de hechos tan censurados y maquillados que no tienen semejanza siquiera lejana con la verdad. He allí uno de los motivos políticos de la obcecada y desvergonzada insistencia en dejar de lado todos los principios éticos, por parte de estos periodistas presuntuosos de sus sueldos y amigos perdonavidas. Sus relaciones les indican el deber de reconstruir la legitimidad de sus afines frente al grueso de la población, ante las realidades que afirman el carácter injusto y contrario a los intereses de las mayorías del ejercicio de ese poder. Las manipulaciones (falacias, verdades a medias y autocensuras, etc.), deben dejar el menos en un mínimo la impresión que el periodismo de grandes medios está más o menos dedicado a estar del lado de la sociedad entera, es neutral, mostrando lo más importante para los colombianos, pues a su vez perdería su legitimación..

En lo más lejano pero a la vez más fundamental, la situación de las relaciones internacionales del país, donde se aprecia sin tapujos las practicas contrarias a la deontología y la ética, al existir referencias en las informaciones provenientes del exterior. Recordemos la <> anunciada por Caracol Noticias mediante una impasible periodista (Erika Fontalvo.16-03-2003 7 PM.) sobre el supuesto ‘beneficio’ para Colombia de la invasión a Iraq por parte de los EE.UU. y sus aliados, representada en el aumento de los precios del petróleo por la guerra, así como por la reconstrucción de ese país luego de su destrucción. Esta es una prueba fehaciente de la conexión de los canales privados, con intereses foráneos y con el servilismo para con el imperio del gobierno criollo (el país arrastra la vergüenza de ser la única nación Latino Americana que apoyó tal crimen contra el pueblo iraquí), además de constituir individualmente una canallada por parte del reportero (a) borrego y bárbaro, redactor de esta ‘información’ y de parte de la lectora de esta ruin seudo información, dados los más de seiscientos mil muertos y la inmensa destrucción causados a la fecha. También este redundante sesgo se evidencia en los epítetos lanzados por el periodismo local a quienes no son de agrado del gobierno de los Estados Unidos, como el llamar al entonces candidato del Movimiento Al Socialismo Evo Morales en Bolivia, ‘candidato de la coca’ (CN. 01-08-2005.7AM.) o catalogar continuamente al Presidente de Venezuela de ‘conflictivo’ incluso sin ocultar gesticulaciones faciales de desaprobación por parte de la vedette-teleprontista (Susana Heredia), para dar mayor énfasis a lo dicho (CN14-11-2005.7PM), o sencillamente emitir abiertas desaprobaciones en las conductas del mandatario venezolano: ‘Tate quieto a Chávez’ (CN11-01-2006.12:30 PM.), frecuentemente a este no se nombra por su cargo de Presidente. Hasta han llegado estos comunicadores a abiertamente declararse en favor de la persona del presidente de Estados Unidos, como cuando una encumbrada teleprontista haciendo ostentosos gestos de antipatía habla del Presidente de Venezuela, diciendo de este que ‘le echa el agua sucia’ a aquel y al gobernante gringo no le importa. (La inefable D. Quinn. CN 02-12-2005 7 AM.); o se tilda a Irán, un país que en la era moderna no ha enviado tropas fuera de sus fronteras, no posee armas nucleares, ni bases militares regadas por todo el orbe, no ha bombardeado otras naciones, de nación que desafía al mundo (CN13-01-2006. 12:30 PM), acogiendo íntegramente las razones esgrimidas por los belicosos funcionarios estadounidenses. Por su parte el Presidente de Estados Unidos, quien ha ordenado el bombardeo de dos inermes naciones ocasionando cientos de miles de muertos y suma destrucción, impulsa el mayor gasto armamentístico conocido jamás, amenaza con atacar otras naciones, es referido de continuo sin la menor mención de estos hechos, y más bien lo contrario como un benefactor de la humanidad, en una indudable campaña de propaganda favorable (Casi a diario en todos los medios citados). El caso de Iraq es patético en este sentido; se ha constituido por obra de la oligarquía gringa en la verdadera tragedia actual. Estallan bombas mueren muchos seres humanos y los afamados periodistas colombianos no atinan a describir el motivo de estos graves hechos; repitiendo a la grandes cadenas internacionales de información se declara la muerte de hombres mujeres y niños <>; si nos atenemos a esas informaciones habría acaso un centenar de muertos en los ocupantes, siendo oficialmente la cifra ya de tres mil; los invasores no son invasores sino <>, quienes les resisten son descritos genéricamente por aquella palabra desgastada pero usada insistentemente por la Casa Blanca: terroristas (Todos los medios a diario).

En el mismo sentido en nuestro continente se percibe con claridad la existencia en Colombia de una barrera informativa respecto de los países vecinos. Nada se dicen en los medios dominantes administrados comunicacionalmente por paniaguados, de los procesos sociales ocurridos en Venezuela, anunciando en esta una dictadura contra todas la evidencias; se ignora por completo a un gigante como Brasil, todo un exabrupto informativo para un periodismo en este siglo; de Ecuador se relatan unos pocos hechos como si ocurrieran a diez mil kilómetros de distancia, a pesar de que allí se han refugiado miles de colombianos, como en Venezuela, huyendo de la guerra; Perú es puesto en la escena con el menosprecio de ningún interés, salvo para decir que también firmó un TLC con los gringos; Panamá es tan sólo un destino para locaciones de realitys, sin pasado ni presente, no se dice siquiera que formó parte de Colombia hasta la intervención de EE.UU. en 1903; todo el inmenso Caribe del cual somos vecinos no tiene mención; de Cuba se cita frecuentemente tan solo la enfermedad de Fidel, y se la relaciona indefectiblemente con los pensamientos de algunos habitantes peligrosos de Miami. Somos ignorantes de todos los procesos tendientes a la unidad de nuestros pueblos, como el MERCOSUR, la Comunidad Suramericana de Naciones, PetroSur, el ALBA, Banco Del Sur, los acuerdos sobre gas, salud, intercambios culturales, apreciados con razón como potenciales <> del continente, y sin duda censurados por el recelo de las multinacionales, y la franca hostilidad guerrera del gobierno gringo, pues afianzados dichos acuerdos de unidad podrían con cierta seguridad, llevarnos a la segunda independencia.

Nada más y nada menos que a China, India, y África, se les da el trato fundamentalmente de fuentes de desgracias naturales; dos terceras partes de la humanidad son ignoradas por completo. El centro del mundo no es siquiera todos los Estados Unidos, o Europa, el foco de atención mundial para los relumbrones de la información local es Washington D.C., y la Florida. Los lugares más citados y vistos del exterior en los medios colombianos son La Casa Blanca, el Capitolio en la capital gringa y Miami. Demás está el decir que lo dicho en esos lugares equivale a designios de un olimpo moderno. En los EE.UU. no hay pobreza ni crímenes, los asesinatos en la frontera mejicana por intentar pasar al lado norte tampoco existen.

La estrategia comunicacional de fondo es a todas luces, la de impedir a cualquier costo ético y social la aparición en la mente de los colombianos de alguna información alentadora de la unidad suramericana, y el encumbramiento interno de una oscurísima figura política como la de Uribe Vélez, contraria en todo a la unidad y más bien puesta en el poder para profundizar la explotación por parte de las multinacionales, que como hemos dicho ya tienen varios medios locales a su disposición, y del imperio. El aislamiento informativo de Colombia es eficaz a estos propósitos. Ya no son los tiempos en los cuales el ministro de comunicaciones llamaba a los directores de los medios a pedirles que no emitieran esta o aquella noticia, como sucedió durante las tomas del Palacio de Justicia de noviembre de 1985, asunto de dominio público; Ahora los mismos medios callan y practican diversas artes desinformativas sencillamente como reflejo condicionado. ¿Hay un pacto para obrar de esta manera? De ello quedan pocas dudas.

Luego de esta exposición de algunas practicas del periodismo en los grandes medios colombianos (son más y las renuevan constantemente), encontramos en ellas en el aspecto geopolítico, una casi total identidad, con las directrices del Departamento de Estado, el Pentágono y las restantes agencias estadounidenses relacionadas con América Latina. Quienes desarrollan el oficio periodístico en los omnipresentes y ostentosos medios de este país, saben de sobra que su actuar no es compatible con los principios éticos, las conveniencias de la mayoría de la población, ni de un mínimo de dignidad del país como nación independiente, no obstante prosiguen con toda indolencia en sus actuaciones. Tal grado de inconciencia negligente se adentra ya en el campo de la adopción de principios de propaganda negra, la de los PSYOP (operaciones psicológicas con el objeto de inducir comportamientos favorables a los objetivos de los EE.UU. y sus sátrapas locales, del ejército gringo, de aquellos diseñados por los programas de agencias de espionaje como la Nacional Security Agency (NSA), todo un auténtico ministerio de información imperial, o de la Office for the Strategic Influence (OSI) y su sucesora la Northern Gulf Affairs Office, destinada a emitir información favorable a la invasión de Mesopotamia, que tienen como una de sus características la elaboración mediática de una tupida cortina despolitizadora conducente a la inercia en los receptores.

Las congruencias en los postulados de inducción al miedo en toda la población, la uniformidad en los métodos empleados para la autocensura (¿Cual es el motivo para no investigar con profundidad las crisis de las relaciones entre Irán y EE.UU, estimadas razonablemente como una gran amenaza para el resto de la humanidad en estos momentos?), y desinformación, etc., la nula autocrítica del periodismo de grandes medios ante tales conductas nada propias de un oficio esencialmente humanista, la ausencia de informaciones alentadoras de la participación social, la terca insistencia en los enfoques amañados salvo hechos ostensibles, permiten sostener la existencia en estos últimos años de una muy concreta operación a gran escala de desinformación en Colombia, impuesta más allá de sus fronteras, una inmensa colusión mediática, con apoyo incondicional del los altos heliotropos periodísticos con sus empleados cómplices, bajo la coordinación de los dueños de concesiones de canales, radio emisoras, y los propietarios de periódicos y revistas, por supuesto miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

¿Cómo explicar de otra forma tanta negligencia por parte de rimbombantes figurones en tomar como dignos de su labor a los habitantes del país y sus padecimientos, a los muertos, a los desplazados y marginados, a los sucesos en la propia Latinoamérica y el mundo, y por siquiera intentar llevar a la práctica aquello del periodismo como el oficio ‘más bello del mundo’ del que hablara Camus?

Frecuentemente los oficiantes de la comunicación colombiana citan a Rysard Kapucinski, sin practicar ninguno de sus postulados, y es de dudar que hayan leído siquiera un libro de este periodista recientemente fallecido. La idea es simular que el periodismo en Colombia es el más avanzado, no obstante de lo más que se pueden vanagloriar es del papel satinado de las revistas, la señal de televisión en alta definición, acaso la nitidez del FM o del portal en la Internet del periódico. Con trapacería no hablan de que Kapucinski estudió primero que periodismo, artes e historia, materias jamás tenidas en cuenta en los informes de los grandilocuentes y mañosamente ensimismados medios colombianos, negadores de los muertos, de los heridos, de los desplazados, de los pobres, del mundo.

A pesar de esa abigarrada multitud de fraudes contra la verdad, hay potentes antídotos contra estas formas de desconexión con los acontecimientos afectantes, para ser adoptados por quienes padecemos tales procederes cómplices con ordenes sociales excluyentes; allí se erige la historia como base del conocimiento del pasado, de acercamiento de inmensas tradiciones de resistencia cultural, de aliento por la curiosidad, por la solidaridad local, nacional y Latinoamericana, todo lo cual confrontado con lo arrojado por los periodistas paniaguados en sus colusionados medios, dará una perspectiva del engaño perverso al cual hemos sido sometidos por largo tiempo. Como dice Howard Zinn «Si ignoramos la historia, entonces somos presas fáciles, carne preparada para los políticos, los intelectuales que manejan los cuchillos de trinchar
 
Además por fortuna hay aún un puñado de periodistas independientes, ya no tan anónimos, los cuales desde sus modestos pero a la vez visibles puestos, se empeñan en practicar el oficio con dignidad teniendo en cuenta los anhelos y padecimientos de la mayoría, a pesar de todas las amenazas y presiones que en Colombia suelen ser, como se ha demostrado hasta la saciedad, mortales. Estos nos reconcilian con el oficio de contar éticamente lo ocurrido en este sufrido país, impidiéndonos la total soledad. Los denodados esfuerzos del periodismo paniaguado y sus continuos cambios de tácticas y reforzamientos de autocensuras, las mismas protestas sociales en aumento, la permanencia de la solidaridad revelan, que aún en este mundo unidimensional, la verdad se va filtrando mediante las voces y las experiencias de comunes; podemos decirles a estos paniaguados lo dicho hace casi un siglo por parte de José María Vargas Vila: ¡Turbas de cronistas políglotas y, audaces que deshonráis la prensa que os ha comprado, debéis saber que aún hay labios para la verdad y, ellos os castigarán! Mentir es vuestra victoria; callar sería vuestra muerte; el huracán de la verdad os hará enmudecer …
 
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Bibliografía :
-Censura y Autocensura en el Cuarto Poder. Citarilla, Colmenares
-Ética para Periodistas. María Teresa Herrán, Javier Darío Restrepo.
-Ética y Responsabilidad: Reflexiones para Periodistas. Antonio Cacua Prada)
-Miseria Del Mundo. Visión Mediática. Patrick Champagne.
-País peligroso. Alberto Aguirre Cromos. Abril 3 2006
-Comisión Colombiana de Juristas. Semana. Rebelión
-Derechos de la Información y de la Comunicación. Televisión Comercial y Deber de Informar. José Perla Anaya.
-Elite del Poder. Charles Wright Mills
-La anteojera de Estados Unidos. www.Zmag.org 26 de marzo 2006
-Colombia Nazi. Alberto Donadio
-Ante los Bárbaros. José María Vargas Vila.