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Turquía

«Periodistas Libres» desafían a los tribunales

Fuentes: Tlaxcala

«Estamos agotando nuestras vidas yendo de un tribunal a otro», dice uno de sus tweets. La gente ya está hablando del «juicio del próximo día». Están pasando la noche bajo el crudo frío de Estambul, a la espera de que el tribunal libere a los 11 periodistas que han aguardado su juicio durante casi un […]

«Estamos agotando nuestras vidas yendo de un tribunal a otro», dice uno de sus tweets. La gente ya está hablando del «juicio del próximo día». Están pasando la noche bajo el crudo frío de Estambul, a la espera de que el tribunal libere a los 11 periodistas que han aguardado su juicio durante casi un año. Mientras tanto, siguen intercambiando las fechas de los juicios programados contra periodistas, estudiantes y políticos, quejándose de que se superponen.

Hasta la fecha, en Turquía hay más de 100 periodistas, 500 estudiantes y más de 3500 políticos kurdos y turcos que han permanecido encarcelados meses e incluso años. Según las estadísticas calculadas por Associated Press, un tercio de los terroristas mundiales viven en Turquía.

Sólo unos pocos periodistas están contando la verdad de lo que ocurre en el país, ya que ningún medio nacional se atreve a hablar de estos «casos terroristas». Los canales televisivos no se molestan en mencionar a los colegas que han sido detenidos. Por el contrario, emiten documentales sobre aviación mientras tienen lugar las audiencias o esperan 11 horas hasta que haya una declaración oficial del primer ministro para mencionar a los 19 jóvenes kurdos fallecidos en el reciente bombardeo.

Es importante que los ciudadanos sigan estos casos, ya que son los únicos que están apoyando a los periodistas detenidos y cubriendo las noticias, principalmente en Twitter.

Ahmet Şık y Nedim Şener

El caso de los periodistas de investigación Ahmet Sik y Nedim Sener, entre los acusados del supuesto complot para derrocar al gobierno turco, es quizá el ejemplo más relevante. Los cargos en contra de estos periodistas son bastante confusos: generar caos político a través de los medios o ser miembros de una falsa organización terrorista son los únicos dos cargos en su contra. Ambos han sido acusados de ser miembros de Ergenekon, una organización paramilitar ilegal que trata de derrocar al gobierno. Justamente, durante varios años se han dedicado a estudiar esta organización; el argumento de la acusación es que estarían utilizando el periodismo para cubrir sus verdaderas identidades terroristas.

Los dos han pasado más de 11 meses en prisión a la espera de su primera audiencia. Están incluidos en el caso Oda TV, denominado así por un portal de Internet considerado el eje de las «actividades terroristas», junto con otros nueve periodistas. No hay necesidad de aclarar que el portal era crítico del actual gobierno.

Una pensaría que un caso como éste generaría gran expectación en los medios y un apoyo generalizado por parte de los colegas. Pero no. Desde que el primer ministro Erdogan amenazó personalmente a los periodistas que criticaran este caso, sólo unos pocos colegas aparecieron en los tribunales para apoyarlos. Es muy probable que los periodistas estén asustados y teman acabar como yo hace unos días: desempleada.

O peor: encarcelados. Como nos muestra la acusación del caso Oda TV, un mail proveniente de una cuenta falsa es suficiente para que a uno lo asocien con una organización terrorista; un chiste en alguna conversación telefónica grabada puede ser considerado «prueba» de «actividades terroristas». Como señaló Sener en su declaración de defensa durante la audiencia, «los fiscales ni se molestan en acumular pruebas contra los periodistas, sólo dejan tranquilos a los que están a su favor».

La prensa turca no ha cubierto lo insuficiente y absurdo de las acusaciones, que provocaron la risa una y otra vez en el tribunal. Pudo verse en la primera página del New York Times, pero no en los diarios locales. Además, durante las audiencias de la última semana, el juez prohibió el uso de teléfonos móviles en el tribunal. A pesar del riesgo que corrían de condenas de seis meses de prisión por actuar en contra de una orden judicial, unos pocos valientes colegas twittearon desde dentro del tribunal. Ellos han sido los únicos que rompieron el silencio.

La declaración de la defensa de Ş ı k, en el día de hoy ha sido una respuesta histórica y cabal a esta era de silencio en Turquía. Él hizo la pregunta que la mayoría de la gente teme preguntar, aunque estén en libertad: «¿Es esto una democracia o el imperio del terror? ¡Espero que el silencio del gobierno sea por vergüenza!»

Ş ı k tiene todo el derecho a hacer esta pregunta, porque ha estado en prisión, totalmente aislado, durante 11 meses por haber escrito un libro que supone la implicación de las fuerzas de seguridad turcas en el asesinato del editor del diario turco-armenio Hrant Dink.

Por desgracia, no fueron los que debían haber respondido la pregunta de Ş ı k, sino aquellos lo suficientemente valientes para presentarse en el tribunal, quienes se avergonzaron cuando Sener lloró al decir que lo único que le importaba era el la opinión de la gente, no del tribunal.

Nuestros amigos y colegas no han sido liberados. A uno de ellos, Dogan Yurdakal, de 65 años, le impidieron ver a su esposa por última vez antes de morir a causa de un cáncer. Cuando se le preguntó en el tribunal por su estado civil, respondió: «Estaba casado, pero ahora soy viudo».

Estas detenciones políticas y el silencio que las rodea han degradado la libertad de expresión en Turquía. Esto hace que ahora esté recibiendo llamadas de colegas, que se han enterado de mi despido de Haberturk, para decirme que a ellos también, tarde o temprano, los van a despedir como a mí. Me preguntan si hay algún problema con #freejournalists en Twitter, la cuenta que hemos creado para difundir las noticias del caso Oda TV. Todavía no, es mi respuesta. Todavía no.

Traducido por  Delil Delali
Editado por  Manuel Talens

Fuente original: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=6614