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Adjudicaciones de TV local en Madrid

Pluralidad entendida como impunidad

Fuentes: Pueblos

La reciente adjudicación de televisiones locales en la Comunidad de Madrid ha supuesto, además de una trasgresión de la ley, un golpe a la pluralidad informativa y a experiencias con clara vocación de servicio público y apertura a la participación ciudadana como Tele K. Soy profesor universitario desde hace más de 20 años, y desde […]

La reciente adjudicación de televisiones locales en la Comunidad de Madrid ha supuesto, además de una trasgresión de la ley, un golpe a la pluralidad informativa y a experiencias con clara vocación de servicio público y apertura a la participación ciudadana como Tele K.

Soy profesor universitario desde hace más de 20 años, y desde mi primera clase he considerado que una de mis funciones prioritarias era enseñar a mis alumnos de Periodismo a contribuir a la construcción de unos medios de comunicación útiles para la sociedad, capaces de reforzar la democracia y de servir como instrumentos eficaces para la transmisión de una información honesta con los lectores, telespectadores y escuchantes, y que apostara, a su vez, por la formación de una ciudadanía crítica.

En todos estos años he enseñado, entre otros contenidos, los relacionados con aquellas materias que tenían que ver con el campo de la información televisiva. No se puede hablar de información audiovisual sin recordar que España vivió durante al menos 30 años un monopolio televisivo controlado por el régimen franquista. Las consecuencias de esta circunstancia no sólo explican el uso partidista que durante todos estos años se ha hecho de la televisión pública, sino que también sirven para contextualizar la actitud autoritaria y soberbia mantenida por políticos, directivos de cadenas y por ciertos profesionales que olvidan de manera sistemática su obligación de servicio a la sociedad – de servicio público – al margen de que cobren su nómina con cargo a un medio privado o público. Sólo basta recordar la desafiante actitud, las formas y el fondo con las que el ex director de los servicios informativos de TVE dio cumplimiento en octubre de 2003 a la sentencia condenatoria contra el Ente Público RTVE por manipulación informativa en la huelga del 20J. ¿Hasta dónde habíamos llegado?

La adjudicación del concurso de televisión digital local en Madrid trasciende al ámbito de lo local y muestra hasta qué punto un gobierno autonómico puede sentirse con legitimidad para incumplir la ley (un mismo adjudicatario ha recibido más de una concesión; se ha ampliado a posteriori el plazo de las concesiones, duplicando -de cinco a diez años- el inicialmente definido en el pliego de condiciones; se ha obligado a tener que emitir a través de un operador designado por la comunidad… aspectos todos ellos que están en flagrante contradicción con la ley vigente).

Estos aspectos, ya de por sí graves, no son los únicos que pueden achacársele al gobierno de Esperanza Aguirre. En otros artículos de opinión se ha recalcado con insistencia que las empresas concesionarias pertenecen a un círculo afín al Gobierno regional. Este hecho ha tratado de encubrirse por los portavoces del Gobierno regional del PP madrileño que alegaban que ese gobierno trataba de preservar la pluralidad informativa. Sin duda en este caso el PP ha querido interpretar de manera peculiar la primera acepción de «pluralidad» que recoge el diccionario de la Real Academia Española que describe el término como: «Multitud, copia y número grande de algunas cosas, o el mayor número de ellas». O lo que es lo mismo «multitud» se debe querer asociar con el número de incumplimientos con la ley y «copia» con lo realizado en otras comunidades autónomas donde también se han producido arbitrariedades como por ejemplo Baleares, donde empresarios que nada tenían que ver con el mundo de la comunicación se han beneficiado de las concesiones de televisión local adjudicadas.

Tele K: un David con la honda de la buena onda

Cuando en el inicio de la década de los ochenta, la televisión de Cardedeu comenzó sus emisiones, la televisión local se reivindicaba como un espacio para la participación ciudadana, la experimentación de formas de comunicación innovadoras y el desarrollo de una programación alternativa a la existente. Los tiempos han cambiado mucho y la televisión local ha pasado a ser conquistada por los intereses comerciales y amordazada por telepredicadores, echadores de cartas, vendedores de electrodomésticos y otros personajes diversos dispuestos a aprovecharse de su potencial para hacer caja y en muchos casos, aprovecharse de la situación de alegalidad que se ha vivido durante varias décadas. La mayor parte ha conseguido sacar el máximo partido de las líneas telefónicas 900, algunos hasta niveles escandalosos, ante la pasividad de las diversas administraciones. La televisión local de Vallecas, Tele K, ha sido durante todo este tiempo una de las más sanas excepciones al refrán «a río revuelto ganancia de pescadores».

El argumento de la pluralidad esgrimido para justificar las adjudicaciones otorgadas por la CAM en pleno mes de agosto se convierte en un chiste cruel que se hace más dramático cuando estas adjudicaciones representan dejar fuera a experiencias que venían cumpliendo de manera ejemplar con sus obligaciones de servicio público, en algunos casos, durante más de 12 años. Este es el caso de Tele K que ha encabezado a la Asociación de Televisiones Locales de Madrid, dando voz a numerosas organizaciones sociales y permitiendo el acceso de la ciudadanía a un medio de comunicación que debe cumplir los compromisos de toda televisión de proximidad que entre otras funciones ha de poner en práctica el derecho de acceso que aparece consagrado en el artículo 20 de la Constitución española. Su labor ha sido reconocida en múltiples congresos y reuniones internacionales de televisión local en donde esta televisión ha sido puesta como ejemplo de proximidad y cumplimiento de objetivos de servicio público. Tele K ha desarrollado en los últimos años una interesante labor de formación profesional de jóvenes en el campo audiovisual.

Puedo acreditar que Tele K y otras televisiones locales de Madrid como Canal Norte, participaron activamente en el Seminario permanente sobre Programas Informativos y Estrategias Globales de Servicio Público en la Televisión Local que tuve la suerte de coordinar y dirigir durante los cursos 96-97 y 97-98, que contó con la participación de más de 100 alumnos de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense y sirvió para reflexionar sobre la especificidad de este tipo de televisión y para estudiar alternativas a la televisión convencional. En este seminario se formaron alumnos que, tras licenciarse, han nutrido el grupo de profesionales que han desempeñado diversas funciones en televisiones locales que no han resultado adjudicatarias (no podía ser menos ya que los adjudicatarios han resultado ser, en una amplísima mayoría, empresas sin experiencia en el campo de la televisión local).

La defensa de actitudes autoritarias en la CAM

No es anecdótico que en el mismo período en el que el Gobierno central decide acabar con el deslavazado y anacrónico repertorio legislativo que regulaba el audiovisual a nivel estatal, nos encontremos con decisiones de gobiernos autonómicos que parecen tener añoranza del pasado y prefieren actuar con actitudes prepotentes y despreciativas de los más elementales principios democráticos.

La presidenta de la CAM, Esperanza Aguirre, no sólo avala la decisión que representa acabar con cientos de puestos de trabajo sino que da la sensación de desconocer el sentido de una televisión local que no siempre debería identificarse con intereses comerciales y que tiene significativos ejemplos en España y en otros países del mundo. Por poner el ejemplo de un país no precisamente socialista, la televisión local en Estados Unidos cumple, entre otras cosas, con funciones importantes vinculadas con la formación, la educación y la cultura, permite la participación y el acceso de la ciudadanía a la libre comunicación y forma el armazón del Public Broadcasting System, Sistema Público de Televisión. En ese sistema hay sitio para todos pero, muy especialmente, para aquellas voces que no tienen lugar en la televisión comercial convencional (integrada por las grandes cadenas generalistas (majors) y las poderosas cadenas de cable) y sobre todo para aquellas voces críticas y discrepantes imprescindibles en cualquier democracia.

Las 30 adjudicaciones realizadas por el Gobierno de la Comunidad se han repartido entre sólo nueve empresas, la mayoría nuevas en este ámbito, y deja fuera a experiencias que han cumplido escrupulosamente con su cometido, sin dejar de emitir en ningún momento, ni viéndose empujadas a emitir programas repletos de adivinadores, tele-predicadores, echadores de cartas u otros contenidos pornográficos en horarios infantiles que nos han acompañado en esa larga etapa de «alegalidad» que ha caracterizado a la televisión local en nuestro país. El concurso ha sido ya impugnado pero por encima de esta impugnación, debe quedar claro que la forma y el fondo de estas adjudicaciones representa un grosero insulto contra el conjunto de la ciudadanía.

El sentido de una lucha

Los responsables de Tele K decidieron actuar contra la «aparente» impunidad de la CAM que había decidido «utilizar» ilegalmente el canal 40 para emitir la programación de su segundo canal, La Otra. Esta emisión ilegal llevó a Tele K a utilizar esa misma frecuencia para denunciar la actitud rayana en la prevaricación de los responsables de la Comunidad Autónoma. Estos mismos responsables acusaron a Tele K de ocupación ilegal de la frecuencia y algunos funcionarios, con un peculiar sentido del deber, se pasaron por el edificio en el que está instalada la antena de Tele K, amenazando a los vecinos con una sanción de 500.000 euros.

El director de Tele K identificó y prohibió el acceso a su emisora al jefe de servicios de radiodifusión y televisión de la Comunidad de Madrid, José Ramón Álvarez de Balboa, a su vez miembro de la mesa de contratación que otorgaba las adjudicaciones a las nuevas televisiones locales. Este directivo de la CAM fue el responsable de «tratar de convencer» a un grupo de vecinos, en su mayoría jubilados y trabajadores de Tontarrón, una de las zonas más deprimidas de Vallecas, de que la antena de Tele K no debía seguir funcionando en su edificio. Los responsables de Tele K explicaron a los vecinos lo descabellado de esta amenaza y consiguieron la adhesión de los amenazados. Si el sesgo de las adjudicaciones ya resulta en sí escandaloso, no menos escandalosas son las formas empleadas por la CAM. Durante los meses de septiembre y octubre, el barrio de Vallecas se ha movilizado en manifestaciones que han puesto en la calle a miles de manifestantes y en festivales solidarios que han llenado locales hasta la bandera y han recordado la simpatía que sigue despertando en muchos esta experiencia enraizada en lo más profundo de uno de los barrios más populares y comprometidos de Madrid. Vallecas mantiene esa amplia representación de una ciudadanía comprometida con la democracia, participativa, activa y militante. Una ciudadanía que hace suyas las calles de su barrio y que sabe valorar las iniciativas que recogen el espíritu de un barrio imprescindible para la vida de cualquier ciudad.

Los meses de agosto, septiembre y octubre de 2005 han sido meses de contestación en la calle. A partir de ahora el objetivo es demostrar que se puede hacer una televisión aún más comprometida con la educación, la cultura y la participación social. En esa tarea vamos a estar presentes todos los que pensamos que es posible otra televisión que experimente fórmulas distintas de comunicación identificadas con el desarrollo social, educativo y cultural de una ciudad. Tele K tiene claro que es preciso trabajar en colaboración con las universidades, las asociaciones y los colectivos ciudadanos que siguen haciendo posibles utopías basadas en la comunicación del respeto, la solidaridad y la tolerancia.

«La suma de todos» era el título de uno de los artículos firmados por el director de Tele K, en este caso el publicado en el diario El País el pasado15 de agosto. Paco Pérez avisaba en una de las líneas finales de su texto: «Permanezcan atentos a nuestras pantallas». Ésta es una parte de la llamada que debemos hacer a todas las personas que no quieren conformarse con las decisiones de gobiernos que se creen impunes. Atención pero también acción para, entre todos, poder contribuir a la continuidad de una experiencia imprescindible que debe crecer fuera de la estela de poder de los grandes grupos de comunicación y de la tentación de poder manipulador de cualquier gobierno.


Agustín García Matilla es profesor titular de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid y presidente de la asociación de educomunicadores Aire. Este artículo ha sido publicado en el nº 19 de la edición impresa de Pueblos, diciembre de 2005, pp. 21-23.