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La realidad es un problema ¿de quién?... ¿de qué tipo?

Realidad y Ambición: problemas y soluciones

Fuentes: Rebelión/Fundación Federico Engels

Desde Doha, Qatar, en el 2º Festival Internacional de Producción para Televisión de Al Jazeera. Nadie puede resistir, o casi nadie, la tentación de acudir, pleno de expectativas, a una mesa redonda como la organizada por el 2º Festival Internacional de Producción para Televisión, bajo el título: «Realidad y Ambición: problemas y soluciones»… mientras, se exhiben […]

Desde Doha, Qatar, en el 2º Festival Internacional de Producción para Televisión de Al Jazeera.

Nadie puede resistir, o casi nadie, la tentación de acudir, pleno de expectativas, a una mesa redonda como la organizada por el 2º Festival Internacional de Producción para Televisión, bajo el título: «Realidad y Ambición: problemas y soluciones»… mientras, se exhiben montones de películas documentales. El espacio está rodeado de imágenes, son varias las salas en proyección simultánea, la calidad desigual y combinada y hay lugar para el trabajo audiovisual y para la palabra. La realidad es un problema, coinciden muchos, ¿pero de qué tipo? Comienzan los debates. Un tanto tibios, si se acepta. Predomina lo «política y académicamente correcto«.

No es un asunto menor, tampoco ingenuo, plantearse la «realidad» como un problema fundamental, un tema medular de quienes trabajan con las imágenes y los imaginarios. Se trata nada menos que de uno de los temas clave, espinoso, en una actividad donde reina el empirismo y el criticismo neo kantiano, a sabiendas o no de los trabajadores. Con su aceptación o en contra de ella.

Claro que una mesa redonda alcanza casi exclusivamente para evidenciar cuan imposible es abarcar, en poco tiempo, un tema tan complejo. Pero alcanza para ratificar la jerarquía suprema de su estudio. Algunos hacen siempre la lucha por imponer su enfoque; otros ponentes reman, como pueden, contra su propia catarata de saliva pero la «Realidad» los sobrepasa, allá toman la palabra para invocar a la «democracia» en un contexto de monarquías absolutas, acá no faltan las risitas socarronas de ciertos intolerantes pagados de sí que merodean ansiosos de contratos dulces. (Los tenemos detectados). Más allá no es poco el azoro de ciertos novatos… brilla por su ausencia el abordaje filosófico certero, de la cualidad y la cantidad, no aparecen los datos duros concretos, las cifras, no hay «documentos» si hay opinología. No se habla del capitalismo y sus secuelas devastadoras sobre la «realidad» mundial que nos es común… nada sobre la «realidad» laboral de los trabajadores de la imagen y los imaginarios que nos toca a todos, nada sobre la «realidad» de los trabajadores del mundo. Nada sobre el saqueo, la explotación y la alienación. Es una lástima. Para una vez que ocurren estas cosas y pecar de ausencia temática… Los ponentes se esmeran en ofrecer algunas distinciones semánticas, entre el árabe y el ingles, para conceptos como «documental» y «registro» y finalmente se ofreció una noción, un tanto raquítica, de «realidad» asociada a la falta de presupuestos para producir documentales, las luchas contra las burocracias y lo poco que se gana en este oficio. Está todo grabado.

Aun así, con las carencias y las omisiones, el hecho mismo de abrir un lugar donde la Realidad se vuelve parada obligatoria para pensar críticamente la práctica laboral, y sus entresijos, es un logro que no se debe soslayar. Es más, lo que hace útil un esbozo crítico es que se habla de algo que ocurrió realmente. Al Jazeera tuvo en cuenta la necesidad de un foro para quienes quieren y pueden trabajar con imágenes e imaginarios… para discutir la Realidad misma con sus enigmas, definiciones, calamidades y contradicciones. La «realidad» que nos hace especie y la que nos hace individuos, la realidad que compartimos con rabia o con placer, y la que presenciamos, a veces, indiferentes, amaestrados o insatisfechos… la misma que muchos luchan por transformar de raíz porque no da para sentirse orgulloso de ella. La «realidad» que no depende de la imaginación, las alucinaciones o los idealismos, la misma que viste y calza cuando no hay pan sobre las mesas, cuando no hay trabajo, cuando no hay salud, educación… es decir la «realidad» que agobia a la mayoría de los seres humanos.

No hay argumento que valga para que un trabajador de las imágenes y los imaginarios pueda, o deba, sostenerse indiferente o desinformado sobre la realidad propia y la colectiva. No es deseable, pues, ni recomendable. No hay manera de justificar la ignorancia ni la indiferencia si se tiene el compromiso y la responsabilidad de hacer contacto social… de enriquecer la red de relaciones sociales para poner en común ideas, emociones, proyectos… para poner en común (hacer comunicación) realmente los efectos de las calamidades o las magnificencias. Es insoportable e insostenible mantenerse indiferente al estudio y debate sobre la «realidad»; es suicida permanecer al margen porque no sólo se alienta la alienación, también se fortalece la explotación y la barbarie. Que se abran espacios como los de este Festival de Al Jazeera en Doha, para pensar y debatir, es un gran paso, no suficiente pero muy importante, que tendrá sentido si ventila las prioridades de nuestra realidad toda, incluida, claro, la realidad laboral de los trabajadores del mundo unidos. Incluidos los de Al Jazeera. Es que se trata de una realidad cuya dimensión y complejidad es esa misma que debemos transformar cuanto antes. Con ayuda del cine, de la televisión, de la radio y la prensa…también. Con ayuda del documentalismo. Realmente.