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Un charco de sangre

Fuentes: Rebelión

Un charco de sangre, concretamente es «un gran charco de sangre». «La víctima fue hallada en el suelo rodeada de un gran charco de sangre». ¡Toma ya! ¡Cómo vende eso! Han apuñalado numerosas veces a una persona -nos indican los medios de comunicación- y esa persona es hallada en el suelo rodeada por un gran […]

Un charco de sangre, concretamente es «un gran charco de sangre». «La víctima fue hallada en el suelo rodeada de un gran charco de sangre». ¡Toma ya! ¡Cómo vende eso! Han apuñalado numerosas veces a una persona -nos indican los medios de comunicación- y esa persona es hallada en el suelo rodeada por un gran charco de sangre. Entonces, ¿de qué iba a estar rodeada?, ¿por un gran charco de leche merengada?, ¿qué añade a la información lo del gran charco de sangre, salvo morbo y deseo de vender noticias?

Lástima de periodismo, los papeles de Panamá al final parecen ser una maniobra de Estados Unidos para desgastar una vez más la imagen de Europa, Rusia y otras zonas del mundo, ni un estadounidense en esos papeles y un juez de allá abre una causa. Me suena al caso Volkswagen, la firma no es una santa ni mucho menos -a mí me tiene pendiente de revisión y yo tengo un Seat- pero hace ya bastantes años que en EEUU se venden más coches europeos y coreanos que americanos y eso escuece. Ahora van a por Renault/Citroën pero les seguimos riendo las gracias a los señoritos. Nos acaban de brindar nuevos titulares con esa familia asesinada a tiros en la cabeza (y supongo que también todos los fallecidos estaban rodeados por un gran charco de sangre). Sin embargo, es tan sólo un ejemplo de la magna violencia física y estructural que existe en aquel país, todo lo cual se hace pasar por el precio a pagar por ser libre y es que vendiendo son unos genios.

El crimen me ha recordado una película de Charles Bronson que pasan a menudo por la tele y a mí me distrae verla. Se llama El mensajero de la muerte (1988). Bronson encarna a un periodista que investiga la matanza de una familia que resultó eliminada por otros miembros de su iglesia por no sé qué fantasías propias de ignorantes absolutos. La carnicería que se ha cometido ahora me suena a eso en un país donde aún se ve con malos ojos y se prohíbe las enseñanzas del evolucionismo darwiniano pero seguimos pensando en enviar allí a nuestros hijos y en imitar eso que llaman emprendimiento cuando en EEUU hay menos micro-emprendimiento que en España.

En Ecuador también hallamos muchos grandes charcos de sangre rodeando a las víctimas del terremoto y sus réplicas. Al igual que en el terremoto de Haití de 2010, los medios nos estarán machacando con datos sensibleros una y otra vez, de forma similar a como lo hacen con los refugiados. La razón no vende, la sangre y eso que llaman «historias humanas», sí. Hay que ir a lo emocional, luego todo se olvidará y santas pascuas. No hace mucho, una antigua alumna mía de periodismo regresó de Haití y venía conmocionada psíquicamente con lo que había visto seis años después del temblor. En Ecuador no es lo mismo, hay un presidente que le toca los bemoles al nuevo orden mundial pero ese terremoto le va a hacer daño porque tendrá que endeudarse más para restablecer un poco la normalidad y entonces aprovecharán para liquidarlo políticamente.

El mundo está lleno de grandes charcos de sangre por todas partes pero la mayoría son de sangre estructural, sangre del hombre contra el hombre, de la mujer contra la mujer (la mayoría de mujeres del parlamento brasileño ha votado contra Dilma Rousseff), sangre invisible y visible que sin embargo los medios de comunicación no desean ver. Les gusta más el espectáculo y meter miedo a sus receptores para tenerlos prisioneros como clientes a base de desgracias y catástrofes explicadas como telenovelas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.