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17 de noviembre, tierras recuperadas

Fuentes: Rebelión

Tierra mala, tierra baja. La que siempre nos toca. Son 105 hectáreas, son 20.000 pretendidos ciudadanos y un juez que dice que deben desocupar. Que ese millón de metros cuadrados no les pertenece a los ocupantes y sí a los que en 60 años no le aportaron ninguna mejora al predio. La experiencia de los […]

Tierra mala, tierra baja. La que siempre nos toca. Son 105 hectáreas, son 20.000 pretendidos ciudadanos y un juez que dice que deben desocupar. Que ese millón de metros cuadrados no les pertenece a los ocupantes y sí a los que en 60 años no le aportaron ninguna mejora al predio.

La experiencia de los marginados ocupando siempre ha sido positiva. En La Matanza o en Lomas de Zamora. A poco de llegar la tierra baja, la tierra mala, que ni las industrias quieren, se convierte en «un barrio». Los «dueños» de la tierra se acuerdan que son propietarios de algo que nunca les hizo falta (que el predio estuviese desocupado por decenios así lo muestra). Todavía convivimos en una convivencia imposible. Por un lado quienes ven negados sus derechos a un techo y por el otro quienes mantienen su poder en razón de tener cada vez más.

No es posible, repito, mantener la situación. No es fácil de creer que luego los intendentes, gobernadores y los tres poderes que componen esta República tan republicana, no tengan nada que decir a los marginados. Será porque fuera del margen no se ve lo que sucede. Y lo que no se ve no sucede. O si sucede no es bueno porque está al margen. Y la ley, la que aplica el juez que manda a desocupar, dice que los marginales deben irse.

Pero no hay marginales casuales. Como no es casualidad que el juez no vea más allá del margen.

Y no debe ser casualidad que los ocupantes, los marginados, se caguen en la noticia y festejen el 31 a la noche por un feliz 2009. Que será feliz a pesar de la crisis fabricada por los que ocupan el centro dentro del margen porque será de luchas. No es posible imaginar la felicidad de los marginados si no es en Estado de Esperanza. En situación de luchar por lograrlo. Lograr entrar a cambiar lo que hay dentro de los márgenes. Borrar los márgenes, y el egoísmo, y la represión, y los barrios cerrados que encierran a los que quedan fuera.

Nuestros hermanos dieron el paso. Tienen «su» tierra aunque baja, mala, despreciable para sus «dueños» hasta hace solo unos días. Pronto tendrán que luchar por la electricidad, el agua, los desagües, las cloacas, trabajo, pan, inserción en medio de la crisis de la que, una vez más, son víctimas. La vida está reviviendo. Hay una natividad de los espíritus combativos. Nació el barrio 17 de noviembre. En esa misma fecha, 36 años antes, en esas mismas tierras, se combatió con la represión porque el pueblo estuvo en la calle para recibir a una esperanza que luego no fue. Pero centenares de miles estuvieron y cantaban «borombombóm, borombombóm, se va Lanusse, viene Perón», porque ese nombre mágico movilizó a una resistencia, peronistas o no, que solo se pudo acallar con mucho fuego y mucha muerte, con el enemigo de siempre unido como siempre, al amo norteño y recibiendo sus»orientaciones».

17 de noviembre, renació y esta vez no como fecha sino en barrio, en gente. De la que vale, la que sirve. No señoritos de 4 x 4 y lomo a 80 pesos. No de jerarcas de pacotilla devenidos funcionarios sin ideas de lo que se trata.

Feliz año 2009.

Fraternidad, Igualdad; cuando las tengamos, recién entonces tendremos la Libertad.