Van de exquisitos. Los demás, casi todos, son-somos tontos y estúpidos. No están-estamos a su altura. Escriben editoriales sesudos. A veces sobre gramática y lectura. Critican los descuidos de éste y de aquél. De todos sin incluirles. Desinforman todo lo que pueden cuando, por ejemplo (no es el único caso), hablan de Venezuela. Ayudan a […]
Van de exquisitos. Los demás, casi todos, son-somos tontos y estúpidos. No están-estamos a su altura.
Escriben editoriales sesudos. A veces sobre gramática y lectura.
Critican los descuidos de éste y de aquél. De todos sin incluirles.
Desinforman todo lo que pueden cuando, por ejemplo (no es el único caso), hablan de Venezuela. Ayudan a incendiar el país hasta aniquilar la revolución bolivariana. Lo hacen y lo saben.
Mélenchon es, para ellos, un representante de la izquierda más radical, antieuropea y populista. Luego o al mismo tiempo van de rigurosos y de informadores objetivos. Se pirran, eso sí, por gentes como Macron, la eterna repetición de lo mismo.
Mal pagan a muchos de sus colaboradores mientras los ejecutivos tipo Cebrián cobran millones y millones. Es la ley del mercado, aseguran riendo en entrevistas en las que se les ve el plumero.
Colaboran en golpes de estado institucionales partidistas. Último ejemplo: la voladura de Pedro Sánchez. Y con protagonismo.
Se mantienen en el hilo del abismo en manos de fondos de inversión y colectivos afines.
Su sionismo echa para atrás. De su neoliberalismo extremo mejor no hablar.
Alardean de verse con grandes hombres como Bill Gates y de participar en oscuros grupos mundiales de mando, gran política y hegemonía total.
Arremeten todo lo que pueden contra cualquier intento de superar el sistema bipartidista realmente existente en España.
Son sistema-sistema en estado puro.
Y así siguiendo… Pero luego meten la pata hasta lo más hondo y en lo más elemental. ¡Cometen faltas básicas, de 21 de ESO! Por no utilizar no utilizan ni el corrector. Les suelen faltar en sus escritos acentos, haches, comas, escriben jota cuando hay que escribir ge, etc.
La última pifia encontrada: artículo de Nicolás Baverez, «Las claves del futuro», El País, 24 de abril de 2017, en el siguiente fragmento: «Francia está peor que antes. Nuestro país está en el 28º puesto mundial en PIB per capitán, y el 63% de la población ha visto…»
¡PIB per capitán! ¡Un nuevo concepto económico militar-desarrollista acuñado por las sesudas mentes del País!
Pensarán tal vez: una tontería sin importancia. Todo el mundo comete errores. Pero la tiene, tiene su importancia. No repasan casi nada. Les importa un carajo el diario en papel. Pagan mal a sus trabajadores (cuando pagan: muchos son becarios que esperan «su oportunidad»). Detrás de ese error: lucha descarnada de clases. Acumulación de ingresos y de capital en las cuentas de los mandamases. A los demás, sobre todo a las demás, que les den. Todo sea, dicen, por su personal renta «per capitán».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.