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El vídeo de la decapitación del rehén estadounidense es falso

Fuentes: Diario de León

Las imágenes habían ya a empezado a circular por las cadenas globales cuando se reveló que el protagonista de la filmación, lejos de haber sido degollado en Irak, gozaba de buena salud en San Francisco. De hecho, Vanderford, de 22 años, había filmado el vídeo de su supuesta muerte él mismo. Vanderford, que es músico […]

Las imágenes habían ya a empezado a circular por las cadenas globales cuando se reveló que el protagonista de la filmación, lejos de haber sido degollado en Irak, gozaba de buena salud en San Francisco. De hecho, Vanderford, de 22 años, había filmado el vídeo de su supuesta muerte él mismo.

Vanderford, que es músico aficionado y programador de vídeojuegos, se grabó en el patio trasero de su casa, utilizando sangre falsa para la escena del degüello. Tomó entonces imágenes de una página de una organización islamista en Internet y rebajó la calidad de las suyas hasta hacerlas indistinguibles de las otras para luego editar ambos vídeos juntos. Más tarde, Vanderford colgó su obra en Internet. Su objetivo: llamar la atención para así aumentar sus posibilidades de ser elegido para un puesto de inspector del ayuntamiento de San Francisco al que se presenta candidato este año.

En medio de la primera reacción de indignación que ha provocado esta broma macabra, a muchos no se les habrá escapado la no menos macabra lección que encierra: Vanderford no ha hecho más que seguir la estela de vídeos, fotografías e informes manipulados que en su momento sirvieron de base para iniciar la guerra de Irak. El propio Vanderford no tiene inconveniente en reconocer que el asunto nada tiene que ver con su programa electoral, pero llaman más la atención que cualquier otra cosa. Bush y Kerry, candidatos como él, aunque a otras elecciones, bien pueden sentirse incómodos por la alusión.

Sobre todo Bush, porque, inevitablemente, el caso Vanderford viene a coincidir con un intenso debate en la sociedad americana sobre lo real y lo imaginario en torno a IraK y las alertas de terrorismo. Ayer se seguía especulando con la sospecha de que las alarmas ante posibles atentados se estén utilizando con fines electoralistas. Es tentador relacionar la repentina declaración por parte de Washington de un código naranja con la estadística que acaba de revelar que Kerry ha ganado ocho puntos de confianza del electorado en cuestiones de Seguridad.

Bush, que todavía le lleva la delantera en este asunto crucial para el resultado de los comicios, podría haber suscrito las palabras de Vanderford: «Aunque sea falso, lo hice por una buena causa, para que la gente esté alerta ante los terroristas».