El otrora «progresista» periódico El País se ha visto en la necesidad de pedirle disculpas a sus lectores, no -como ya han hecho el Washington Post y el New York Times-, por hacerse los débiles visuales ante la política imperial de la actual administración norteamericana, ni mucho menos por sus insistentes campañas contra Cuba o […]
El otrora «progresista» periódico El País se ha visto en la necesidad de pedirle disculpas a sus lectores, no -como ya han hecho el Washington Post y el New York Times-, por hacerse los débiles visuales ante la política imperial de la actual administración norteamericana, ni mucho menos por sus insistentes campañas contra Cuba o Venezuela, sino por un anuncio con el que su edición digital intentaba captar a nuevos subscriptores.
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El comercial en cuestión, cuya publicación comenzó el pasado lunes 13 de septiembre y fue remitido a más de 50.000 destinatarios antes de su cancelación dos días después, ilustra el slogan: Un día da para mucho. Imagine lo que puede suceder en tres meses con la reproducción doble de una misma vista de la ciudad de Nueva York. En la primera imagen aparecen las dos torres del World Trade Center, mientras en la segunda los iconos arquitectónicos de la Gran Manzana brillan por su ausencia.
Esta nada subliminar promoción de la eficacia del terrorismo, ha generado el efecto contrario entre aquellos a quienes pensaba conquistar. Los comentarios aparecidos en weblogs y correos electrónicos en los que se incita a los lectores a retirar la suscripción del periódico o fotos montajes realizados en fotoshop con las imágenes del 11-M en Madrid, han provocado que los directivos de PRISA, traten de enmendar la plana con un editorial en donde piden perdón por la campaña de promoción de su edición digital.
«EL PAÍS, su empresa editora y el Grupo Prisa -afirma el editorial- lamentan profundamente que se haya utilizado como soporte publicitario una tragedia, que en este caso costó la vida a más de 2.700 personas. Pedimos perdón por ello a las víctimas y a sus familiares, a los ciudadanos de Nueva York que vivieron más directamente aquella agresión, a cuantos han visto invadido su correo electrónico por tan ominoso mensaje, y a los lectores todos del diario».
Como se ha vuelto habitual en los últimos tiempos en el mundo de los media, donde disculparse parece haberse puesto de moda para justificar imperdonables errores profesionales o complicidades políticas, El País pretende limpiarse las manos con la advertencia de que realizará una investigación y le solicitará a la empresa encargada del buzoneo electrónico que le pida disculpa a todos los destinatarios de la campaña.
En la época en que vivimos, el cinismo parece haberse entronizado de forma tal que hasta los terroristas, arrepentimiento o corrupción mediante, pueden ser absueltos de los peores crímenes: la mejor prueba es el reciente indulto, por la expresidenta de Panamá, de cuatro asesinos de origen cubano.
A pesar de las protestas y las suplicas, las que serán utilizadas también por El País como recursos de marketing, nadie se extrañe si el lector común de esta era, ese condicionado al engaño, continúe accediendo a las páginas de un periódico que para venderse necesita evocar de manera irrespetuosa una tragedia como la del 11 de septiembre del 2001 en los Estados Unidos.
No obstante, y desvergüenza aparte, el anuncio de marras ya ha hecho sin duda una importante contribución: ha confirmado, en solo dos días, lo que algunos han tratado de demostrar en mucho más de tres meses: el carácter fascistoide de esa publicación.