Entre los efectos nefastos del neoliberalismo se cuenta la crisis de los medios de comunicación públicos a nivel mundial, por lo que el concepto de información se ha transformado. En esta era de la globalización, la prioridad es la búsqueda de mayor audiencia posible y como consecuencia de ello, los dueños y directores de los […]
Entre los efectos nefastos del neoliberalismo se cuenta la crisis de los medios de comunicación públicos a nivel mundial, por lo que el concepto de información se ha transformado. En esta era de la globalización, la prioridad es la búsqueda de mayor audiencia posible y como consecuencia de ello, los dueños y directores de los medios pretenden que la labor de informar se acerque cada vez más a la idea de entretenimiento, sin profundizar realmente en las raíces ni en las repercusiones de los sucesos.
Uno de los críticos de la manipulación mediática y las secuelas que está generando en la sociedad, es el director del Observatorio de Medios de Comunicación de Francia, ARMAND MATTELART, quien fue abordado por www.cronicon.net para dialogar sobre este tópico.
Mattelart, uno de los más destacados especialistas de la comunicación a escala mundial, conoce América Latina desde los años sesenta, por cuanto trabajó como catedrático universitario en Chile hasta 1973, cuando se vio obligado a salir como consecuencia del golpe militar que derrocó al gobierno del presidente Salvador Allende.
Su trabajo intelectual de más de tres décadas gira en torno a ejes fundamentales como comunicación, poder y libertad. Profesor de la Información y de la Comunicación en la Universidad París-VIII, Mattelart es autor de numerosas obras, entre las que se destacan: La publicidad; La mundialización de la comunicación; Historia de las teorías de la comunicación; e Historia de la utopía planetaria.
Para este experto en medios de comunicación, al comenzar el siglo XXI «nos encontramos ante un mundo marcado por la ofensiva de una cultura única, en el sentido de un orden total, mientras nosotros defendemos la multiplicidad de culturas y sus actores».
«Ese pensamiento único es tecnocrático y ésta será una pelea dura, porque en todo lo que concierne al tema de información y comunicación es difícil movilizar a la gente, pese a que es algo que afecta a su vida cotidiana».
En diálogo con este medio virtual, el catedrático belga explicó las bondades de los observatorios de medios de comunicación en varios países, los cuales están sirviendo como contrapoderes para contrarrestar la manipulación mediática de la denominada gran prensa, cuya propiedad está concentrada en muy pocas manos.
– Retomando al Subcomandante Marcos, usted ha señalado que la tercera guerra mundial va a ser una guerra de la semiótica. ¿En qué basa esa percepción?
– Efectivamente, con ello quiero significar que el problema mayor hoy es recuperar el sentido de las palabras. Le doy un ejemplo: el hecho de que hayamos sido despojados de la denominación mundialista y estamos obligados a utilizar la palabra antimundialista es muy significativo de la expropiación que ha hecho el neoliberalismo de nuestro vocabulario, porque la palabra mundialista es una acepción que pertenece al patrimonio de las luchas sociales que aparece a fines del siglo XIX con los sectores que lucharon contra la colonización. La mayor parte de los términos que hoy utilizamos son palabras tramposas como cuando aludimos a diversidad, sociedad de la información, sociedad civil, etc.
– ¿Cómo pasar de la sociedad de la información a la sociedad del saber o del conocimiento?
– El debate sobre la sociedad de la información a pesar del aporte de la sociedad civil organizada ha sido minado por una tendencia muy fuerte hacia una visión tecnicista de lo que realmente es su sentido real. No es gratuito que en el marco de Naciones Unidas se trate la sociedad de la información en un organismo eminentemente técnico que es la Unión Internacional de Telecomunicaciones y la noción que este organismo maneja sobre el tema está cortada de la cultura. Es una noción cibernética, que se remonta a las teorías de la información de fines de la Segunda Guerra Mundial. Por eso se hace prioritario tratar de reorientar la discusión sobre la arquitectura de la sociedad de la información cada vez más hacia lo que puede ser la alternativa, porque no puede haber sociedad de la información sin anclarla en un análisis y una estrategia que mire hacia la educación y cuando nuestros sistemas educativos están cada vez más tentados hacia la privatización no solamente de lo público sino también la entrada de los esquemas empresariales en la gestión educativa y de la investigación.
– ¿Cuáles son las perspectivas de las organizaciones sociales y progresistas dentro de un nuevo orden comunicacional?
– Creo que la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información auspiciada por Naciones Unidas representa un momento de verdad, porque por primera vez se ha ofrecido tanto a la sociedad civil organizada como a los empresarios de los medios, tomar la palabra. Y ha sido una prueba de la verdad porque a pesar de las diferencias se ha logrado una declaración final que me parece hace avanzar la discusión hacia un escenario de diversidad de los medios. Creo además que hay un desconocimiento general respecto de este tema porque cuando se habla de la sociedad de la información y lo veo con mis propios alumnos de la universidad, se cree que es totalmente abstracto. Para concretar los desafíos de las sociedad de la información es fundamental ligar su significado en la cotidianidad de la gente para que entienda el dinamismo que viene teniendo Internet y el papel que juegan instituciones como la Organización Mundial del Comercio y los entes internacionales involucrados en el tema de la comunicación. La mayoría de la sociedad puede interesarse en lo que constituye realmente los desafíos de las nuevas tecnologías a partir de los medios y considero que la necesidad de diversificar los paisajes mediáticos es fundamental, no solo a nivel retórico sino a nivel de estructura, porque hoy en día la lucha para una nueva sociedad de comunicación es, precisamente, repensar una nueva estructura para que el concepto de servicio público forme parte de la carta magna del comportamiento de los medios y, en consecuencia, debe afectar también lo privado. Hay que enfrentar ese problema porque los medios han adquirido demasiado poder como para dejarlos solos, necesitamos entonces contrapoderes y requerimos de los ciudadanos también una nueva conciencia frente a esto.
– ¿No cree que la información periodística está en crisis, pues hoy por culpa del raiting se privilegia más el entretenimiento y lo banal sacrificando el análisis y el contexto?
– En la década de los años 80 comenzó un proceso de desregulación y de privatización de los medios de comunicación que trajo aparejada una desregulación de los sistemas de telecomunicaciones. A partir de ese momento se podría hablar de una desregulación también de todo el sistema, es decir, tanto de los contenidos como de las maneras de verlos. Creo que lo más significativo es el surgimiento de la expresión «evento global». Cada vez más se razona en términos de «eventos globales», que tienden a congregar a la mayor parte de las audiencias. Es decir que con la crisis de los medios de comunicación públicos, la idea de información se ha transformado. La prioridad ha pasado a ser la búsqueda de la mayor audiencia posible y, con ello, la información se ha acercado cada vez más a la idea de entretenimiento, sin profundizar realmente ni en las raíces ni en las repercusiones de la información.
– ¿Cuál es su percepción en cuanto al auge inusitado que viene teniendo Internet en los medios de comunicación alternativos?
– Si bien es cierto que Internet tiene una gran repercusión en la ciudadanía y lo pudimos observar concretamente en el caso de España en los atentados del 11 de marzo de 2004, donde se produjo toda una información alternativa, pero creo que no basta. Hay que superar la etapa del medio como agitación y propaganda para no repetir la dolorosa experiencia de la izquierda chilena de los años 70. Considero que los medios alternativos deben subir otro nivel. Yo no estoy de acuerdo con que la alternativa consiste únicamente en la multiplicación de los medios llamados alternativos. Yo respeto mucho a los movimientos populares, locales, que hacen trabajos muy buenos, a veces utilizando Internet, otras combinando Internet con la radio. Sin embargo, pienso también que hay que plantearse la necesidad de cooperación de fuerzas alternativas al nivel de lo que llamaríamos los grandes medios, para que puedan confluir en ellas múltiples iniciativas de carácter local. Tenemos una tendencia a responder al orden dominante de manera demasiado fragmentaria; cada uno se queda con su estrategia, sin ver la trampa de quedarnos únicamente en lo local, sin insertarnos en un espectro más amplio de la comunicación. Es el momento de repensar la estructura de los medios, sobre todo el delicado tema de la concentración de los medios en pocas manos. Esta preocupación no solamente se da en América Latina sino también en el Parlamento Europeo que acaba de emitir una directiva para regular la democratización de los medios de comunicación y superar de esta manera la degeneración a que ha llegado el concepto de servicio público.
– En el Foro Mundial de Porto Alegre de 2002 salió la iniciativa de crear estructuras de contrapoder y para ello se ha venido trabajando en la concreción de observatorios de medios de comunicación. ¿Cuál es su objetivo?
– Los observatorios no son cuestión de sabios sino de ciudadanía. La idea es crear una red de observatorios con el fin de poder actuar no solamente en la crítica sino en la reflexión sobre lo que debería ser un nuevo paisaje de la comunicación. Esta iniciativa ya se ha puesto en marcha, existen observatorios en Francia y en Italia y con modalidades distintas en Brasil y en Venezuela. El observatorio es la comunión de tres colegios: el de los periodistas, el de los investigadores y especialistas en comunicaciones y el tercero, el de las organizaciones de la sociedad civil. Se financia con aportes de la ciudadanía y el tipo de acción que emprende el observatorio depende de cada realidad o de las diversas realidades. En caso del observatorio francés, hace un par de meses lanzó un llamado en contra del proceso de concentración de la propiedad de los medios porque el 70 por ciento de la prensa en Francia está en manos de fabricantes de armas.
– ¿Qué opinión le merecen el trabajo de las cadenas mundiales de información como la CNN, por ejemplo?
– Le soy sincero, yo me resisto a ver CNN porque ha terminado siendo una agencia de propaganda del Pentágono, sino basta analizar las emisiones informativas sobre las torturas en Irak en las que hay una clara manipulación mediática. Lo interesante es analizar que ya comienza a haber una pérdida de credibilidad de estos medios, lo cual permite el surgimiento de otras fuentes de información.