Diríamos que nos sentimos obligados, tal y como les ocurre a todos los venezolanos, ver sus programas informativos y de noticias, pues lamentablemente en esta América Latina carecemos, por ahora, pues ya pronto saldrá al aire TELESUR, de una televisora que hable por sus pueblos y, más allá de ello, que sea veraz, honesta y […]
Diríamos que nos sentimos obligados, tal y como les ocurre a todos los venezolanos, ver sus programas informativos y de noticias, pues lamentablemente en esta América Latina carecemos, por ahora, pues ya pronto saldrá al aire TELESUR, de una televisora que hable por sus pueblos y, más allá de ello, que sea veraz, honesta y que no manipule o sesgue la información con el único objetivo de confundir y engañar a la audiencia.
En estos días, ante el caso de Luis Posada Carriles, nos ha molestado en extremo y hemos sentido que lo mismo le ocurre a gente de nuestro entorno, tanto en el ámbito laboral y profesional, como en el vecindario, que CNN cuando informa en sus noticieros sobre ese personaje(particularmente hemos escuchado los conducidos por Patricia Janiot y Daniel Vioto) lo califican de «anticastrista» y se cuidan de utilizar el mote que más la cuadra, el de «terrorista».
Le preguntamos a esa cadena mediática, una de las mayores del mundo: ¿Por qué, por ejemplo, cuando transmite noticias o información sobre Bin Laden o Musad Zarqawi, no los llaman «antibuschistas»?
¿Que hay en todo ese descaro de maquillar los sucesos en los cuales ese personaje es noticia? ¿Es acaso un intento por cambiarle a Posada Carriles su condición de confeso y contumaz asesino y torturador a lo largo y ancho de nuestro Continente como agente encubierto de la CIA, al menos durante los últimos cuarenta y cinco años, por la de un valeroso «patriota» que lucha por la libertad de Cuba?
Es necesario tener muy presente que ese sujeto no solamente planificó y dirigió la voladura del avión DC8 de Cubana de Aviación en 1.976, con 73 pasajeros a bordo, lo que ya lo califica como uno de los más atroces sanguinarios que haya parido la humanidad, sino que ha cumplido incontables actividades igualmente criminales al servicio de la CIA, las cuales incluyen, entre otros hechos abominables, la colocación a finales de la década de los noventa de bombas en distintos sitios turísticos de Cuba, con saldo de muertos, heridos y daños materiales cuantiosos; el asesinato de diplomáticos cubanos ante la ONU; el crimen monstruoso del excanciller chileno Orlando Letelier y el de su secretaria en una calle céntrica de la capital norteamericana por la explosión de una bomba colocada en su automóvil; el asesinato y la tortura de centenares de presos políticos venezolanos cuando, sin perder sus nexos con la CIA, ejerció las funciones de Jede de Operaciones y Prevención de la DISIP, d urante los gobiernos de Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez (1.967/74) y para no extendernos demasiado, el papel que jugó en Centro América como figura estelar en el asesinato y tortura de patriotas salvadoreños y al mismo tiempo entrenador y suplidor de armas a la Contra nicaragüense en los esfuerzos de Washington por destruir la revolución sandinista.
Efectivamente, el prontuario criminal de Posada Carriles es enorme y eso lo sabe el gobierno de Bush, tanto porque ha sido uno de los agentes especiales de mayores «méritos» del máximo organismo de seguridad de los Estados Unidos, debido a que cumplió a cabalidad y con éxito las misiones que le asignaron, como porque quien dirigió dicho cuerpo cuando ocurrió la voladura del avión de Cubana, así como el asesinato de Letellier y su secretaria, fue Bush padre. De otra parte, según documentos a granel que circulan en la red, la persona que debió organizar la fuga de Posada de la cárcel de San Juan de Los Morros y lo conduce a Honduras para incorporarlo a los esfuerzos que desde ese país se articulaban en favor de la Contra para derrocar el gobierno Sandinista, es el agente de la CIA Félix Rodríguez Mendigutía, quien fue su compañero en la guerra de Vietnam y, además, siendo esto lo más importante, que ese Rodríguez fue uno de los funcionarios de la Agencia de la mayor confianza del viejo Bush y, desde entonces, se profesan una gran amistad.
Es relevante agregar que ese sujeto fue quien dio la orden de que le dispararan al Che Guevara debajo del cuello para que, según lo afirmó, pareciera una herida en combate aquel día 9 de octubre 1.967 en la escuelita del poblado de la Higuera. De ello quedó para la historia el testimonio del corresponsal de The Guardian, el inglés Richard Gott, quien escribió que al llegar el cuerpo del Che a Vallegrande, la operación fue dejada en manos de un hombre en traje de campaña, cuya descripción corresponde a Félix Rodríguez.
Es por todo ello que manejamos la tesis de que ante una extraordinaria presión nacional e internacional que pudiera generarse en favor de que Posada sea extraditado a Venezuela, no es descartable que el gobierno norteamericano opte por «suicidarlo», única fórmula exitosa que garantiza que ese personaje jamás soltará la lengua.