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«Oleada represiva en Cuba»

Fuentes: Rebelión

Es evidente que el editorial de El País del pasado 26 de julio no podía dejar de pasar la oportunidad de embestir al gobierno cubano tras las detenciones de la pasada semana. Por mucho que nos pese, los gobiernos son más o menos democráticos y más o menos represivos en referencia al resto de los […]

Es evidente que el editorial de El País del pasado 26 de julio no podía dejar de pasar la oportunidad de embestir al gobierno cubano tras las detenciones de la pasada semana. Por mucho que nos pese, los gobiernos son más o menos democráticos y más o menos represivos en referencia al resto de los gobiernos. Por tanto, sólo desde ese prisma podemos dedicar más o menos espacio a las críticas contra el gobierno cubano y poner un volumen u otro en los decibelios de nuestros gritos de indignación.

Efectivamente el gobierno cubano retuvo a una treintena de personas que tenían previsto movilizarse frente a la embajada francesa en La Habana, veintidos de ellas fueron liberadas antes de las 48 horas. Francia era el objetivo de las iras de los anticastristas por haber recibido a una delegación del gobierno cubano en la recepción de su fiesta nacional unos días antes, iniciativa que hacen todas las legaciones diplomáticas de todos los países en todas las naciones donde tienen representación. No sé cuál era la intención precisa de esos manifestantes frente a una legación diplomática cuya inmunidad y protección está establecida por la legislación internacional y debe ser garantizada por el país que acoge a la representación diplomática, pero cuando esos mismos manifestantes se concentraron para criticar y denunciar al gobierno cubano pacíficamente el pasado 20 de mayo no fueron molestados lo más mínimo por las autoridades cubanas.

Por otro lado, la detención policial, sin acusación ni supervisión ni orden judicial está vigente en todos los países de nuestro entorno. Sin ir más lejos en España por un periodo que puede durar hasta 72 horas según la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En el Reino Unido son quince días y se pretende ampliar a tres meses. Por cierto el día 23 se prohibieron tres manifestaciones en el País Vasco en homenaje a un miembro de ETA fallecido en Francia en un accidente de tráfico. Se podrá estar de acuerdo o no con la citada manifestación, pero se trataba de eso, una manifestación tan pacífica como la convocada en La Habana frente a la embajada francesa. También en España se detuvo a varias personas, una de ellas un menor de 17 años, y la policía provocó lesiones a un manifestante que portaba una pancarta. Sin embargo, la situación cubana fue calificada por las agencias de prensa de «nueva oleada represiva». Su repercusión se podría comparar con los 700 manifestantes heridos el día 25 que provocó la intervención policial en la India contra trabajadores de la multinacional Honda y que apenas han aparecido en los medios de comunición. Menos aún como «oleada represiva».

No es la primera vez que la policía de un país de nuestro entorno interviene para disolver una manifestación frente a una embajada. Hay un precedente muy peculiar en abril del año 2003 en una manifestación frente a la embajada cubana en Francia. Manifestantes anticastristas igual de pacíficos agredieron y provocaron varios heridos entre los diplomáticos cubanos.

Por otro lado, en España, las sucesivas reformas del Código Penal han establecido como delito de terrorismo la alteración del orden público. De ahí que no sólo se produce el encarcelamiento de varios días a los participantes en kale borroka en Euskadi, también a manifestantes que defienden a okupas, como en Valencia en noviembre de 2002, o a inmigrantes que se manifiestan y que son disueltos violentamente por la policía y detenidos un centenar, como sucedió en Barcelona en julio del año 2001.

El editorial de El País reconoce que «no ha sido la policía la encargada últimamente de disolver a los opositores, sino grupos de ciudadanos». Según el diario, esa reacción ciudadana es calificada de «ominoso procedimiento de estas Brigadas de Respuesta Rápida, así se llaman estas pandillas organizadas por el poder». Afirma el diario que la técnica del «repudio popular», es la «versión ideologizada de la mafiosa partida de la porra, consiste en intimidar y agredir verbalmente a los disidentes en medio del fragor de eslóganes patrióticos». Sería interesante conocer por qué los ciudadanos cubanos que defiende a su gobierno son «pandillas organizadas» y los anticastristas son pacíficos opositores. Es bueno recordar que tras el golpe de Estado en Venezuela contra Chávez también los editoriales de El País de entonces llamaba «muchedumbre» y «manifestantes desquiciados» a los venezolanos que apoyaron al gobierno y «resistencia civil» e «indignación popular» a los que quisieron derrocar a Chávez con la violencia y la ilegalidad.

También parece que los incentivos económicos para cada uno de esos bandos son muy dispares, los defensores del gobierno cubano se conforman con sus modestos sueldos de trabajadores y los manifestantes «se animan» con 130.000 dólares que recibieron de Estados Unidos para su «reunión» del 20 de mayo. La amenaza de prisión para esos «opositores» tampoco debe suponer ninguna disuasión, no se olvide que esa «represión» es un gran argumento para lograr el visado para entrar y residir en Estados Unidos, lo que buscan muchos anticastristas. En cambio, participar en las manifestaciones de apoyo al gobierno y ser miembro del Partido Comunista impide recibir ayuda económica de familiares y amigos de Miami.

Termina el editorial denunciando «las serias limitaciones de la política de apaciguamiento con el régimen castrista impulsada por el Gobierno español entre sus socios de la UE». Qué coincidencia, el término «apaciguamiento» es el que utiliza un famoso vídeo de FAES, la fundación del Partido Popular presidida por Aznar, para denominar y criticar la política de diálogo establecida por los dirigente moderados internacionales frente a la de guerra de Reagan, Thatcher y Bush.

No se trata de defender ciegamente el encarcelamiento de cubanos anticastristas, pero tampoco permitir que mientras en nuestros países europeos la policía, por directrices de sus superiores, mata a inocentes de siete tiros en la cabeza cuando van en el metro, sigamos dedicando titulares y editoriales sobre «olas de represión en Cuba».

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