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Telesur

Fuentes: La Jornada

La salida al aire de Telesur es una clarinada por la independencia y la integración de América Latina y el Caribe. Es también una señal de los nuevos vientos que soplan al sur del río Bravo gracias a la pujanza de los movimientos populares contra el neoliberalismo y al surgimiento de gobiernos que, en mayor […]

La salida al aire de Telesur es una clarinada por la independencia y la integración de América Latina y el Caribe. Es también una señal de los nuevos vientos que soplan al sur del río Bravo gracias a la pujanza de los movimientos populares contra el neoliberalismo y al surgimiento de gobiernos que, en mayor o menor grado, intentan alejarse de esa política desde una tónica más ligada al interés nacional. Con su lema, «nuestro Norte es el Sur» la televisora sintetiza su objetivo fundamental de lograr una programación sobre América Latina y el mundo con una visión latinoamericana y caribeña, antagónica a la de los grandes consorcios que dictan los contenidos y controlan las audiencias desde la óptica del Norte revuelto y brutal. El respaldo del presidente venezolano Hugo Chávez ha sido decisivo en el nacimiento de esta empresa, que -radicada en Caracas- también copatrocinan los gobiernos de Argentina, Cuba y Uruguay.

El temor que inspira el proyecto a Washington se ha hecho sentir desde que Telesur hizo sus primeras pruebas. Richard Ludgard, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, tronaba: «la cadena es un instrumento de la política autoritaria de Chávez». Días después la Cámara de Diputados acordaba solicitar a la Casa Blanca la emisión de ondas televisivas y radiofónicas hacia Venezuela. La idea recuerda la misma operación fallida puesta en práctica contra Cuba desde hace más de cuarenta años. Estos amagos confirman por sí solos la necesidad imperiosa de desarrollar un medio alternativo latinoamericano de gran cobertura, como puede llegar a ser Telesur, por ahora limitada en su alcance a algunos países de Suramérica. Y es que un medio que refleje la pluralidad y diversidad de la Patria Grande es indispensable para liberarnos de la camisa de fuerza cultural e ideológica impuesta por las corporaciones mediáticas occidentales. Por que, instrumentos como son del desarraigo y la uniformidad, uno de sus rasgos más dañinos es la enajenación de la historia y tradiciones de lucha latinoamericanas. Se trata de una vieja manipulación que el revolucionario y periodista argentino Rodolfo Walsh -uno de los desaparecidos de su país- definió así: «Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, ni tengan héroes, ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las demás cosas».

La ola privatizadora neoliberal, más allá de sus profundas connotaciones de esclavitud económica, es también una gran operación de colonialismo ideológico y cultural que busca destruir las culturas e identidades de los pueblos latinoamericanos. Este es el espacio que Telesur le disputará a la CNN y sus congéneres. Para hacerlo, tendrá que enfrentar grandes obstáculos que le interpondrán los consorcios televisivos y el gobierno de Bush. Telesur se propone impulsar la integración de nuestros pueblos y, por lo mismo, el rescate de los valores latinoamericanos, tareas que forman parte del legado de Bolívar y Martí. Como pensando en la empresa que comienza este último escribió: «La historia de América, de los incas acá ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los Arcontes de Grecia…Injértese en nuestras repúblicas el mundo pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas».

La lucha que librará Telesur es muy dispareja porque el imperialismo y las clases dominantes locales disponen de poderosos recursos de coerción. Pero Telesur puede imponerse por el simple expediente de decir la verdad, como ha recomendado el presidente Chávez y, cabría añadir, argumentar la verdad: dos atributos fundamentales de credibilidad que no poseen los heraldos de la dominación. Venezuela misma es un ejemplo del descrédito en que pueden caer los medios de la oligarquía en la lucha de ideas. Las propias televisoras estadunidenses, perdieron una parte de su audiencia por la manipulación de la información sobre la guerra en Irak.

Telesur cuenta, además, con dos prestigiosos periodistas latinoamericanos en su puesto de mando, Aram Aharoniam y Jorge Botero, y dispondrá de miles de voces, plumas y lentes de talento en nuestro continente, capaces de nutrir una programación de alta calidad que no podrán contrarrestar los medios corporativos.

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