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Al Jazeera. Bajo el volcán

Fuentes: www.ladinamo.org

La emisora de televisión qatarí Al Jazeera (ALJ) se hizo popular en occidente tras emitir varios vídeos de Osama ben Laden y conseguir grandes exclusivas periodísticas durante las invasiones de Afganistán e Irak. Pese a ser acusada con regularidad de ser una plataforma de Al Qaeda, un repaso a la historia de ALJ permite concluir […]

La emisora de televisión qatarí Al Jazeera (ALJ) se hizo popular en occidente tras emitir varios vídeos de Osama ben Laden y conseguir grandes exclusivas periodísticas durante las invasiones de Afganistán e Irak. Pese a ser acusada con regularidad de ser una plataforma de Al Qaeda, un repaso a la historia de ALJ permite concluir que, en un época en la que el periodismo está tocando fondo, una cadena de televisión árabe ha surgido, contra todo pronóstico, para sacarlo del coma.

Bagdad, abril de 2003. Rueda de prensa del Ministro de Información iraquí. Muhammad Said al-Sahaf asegura vehementemente que las tropas estadounidenses han sido aplastadas y que Bagdad, como no podía ser de otra forma, es un remanso de paz; mientras, a sus espaldas, los telespectadores pueden ver a los tanques norteamericanos acercarse peligrosamente… El estruendo de las explosiones hace casi inaudibles las palabras del ministro…

El Cairo, mayo de 2004. El Ministro egipcio de Juventud y Deporte aparece en televisión para dar a entender que su país ha sido elegido para organizar el Mundial de Fútbol de 2010. Horas más tarde, los ciudadanos egipcios pasan de la euforia al estupor tras anunciar la FIFA que la votación para elegir sede del Mundial ha sido ganada por Sudáfrica (por un escaso margen, eso sí: Egipto ha sacado 0 de los 24 votos en juego).

De esta falta de sutileza de los mandatarios árabes a la hora de distorsionar la realidad se suelen deducir los siguientes dogmas: a) bajo los regímenes autocráticos árabes la cosa no da más de sí; b) la libertad de expresión alcanza sus cotas más altas en las democracias occidentales. Pues bien, desde su fundación en 1996, ALJ se las ha arreglado para poner en entredicho ambas creencias (lo cuál, dicho sea de paso, ha resultado ser un negocio muy peligroso).

La Isla

Qatar, invierno de 1996. El nuevo emir, Sheikh Hamad, decide poner en marcha un canal de televisión por satélite a golpe de talonario: 137 millones de dólares de subvención para los siguientes cinco años. El 1 de noviembre comienzan las emisiones de Al Jazeera («La Isla»). La cadena cuenta con una amplia nómina de periodistas árabes de diferentes nacionalidades, un centenar de los cuales provienen de la BBC.

Oriente Medio, principios de 1997. Arabsat, de propiedad saudí, es el único satélite que ofrece en ese momento cobertura televisiva en Oriente Medio. Como ya tiene todos sus transmisores de señales alquilados a otras cadenas, ALJ se ve obligada a emitir con una señal muy débil que no llega a la mayoría de los hogares.

Riad, julio de 1997. Por un capricho del destino, un caluroso sábado de julio ocurre uno de esos acontecimientos que no sólo cambian el curso de la historia… sino que son dignos de un capítulo de Los Simpson: el CFI francés, canal que emite a través de Arabsat, tiene previsto retransmitir esa tarde un programa educativo para escolares de Oriente Medio. Desafortunadamente, un extraño problema técnico provoca la emisión en su lugar, y ante el estupor de grandes y pequeños, de una película de porno duro llamada Club privé au Portugal

Tras este nuevo milagro de las comunicaciones vía satélite, Arabia Saudí decide «desenchufar» la señal de CFI y ofrecer en su lugar Al Jazeera, sin ser aún conscientes de que estaban «saliendo de Málaga para meterse en Malagón»: en breve, ALJ se va a convertir en una imparable máquina de reventar tabúes.

Con él llegó el escándalo

Doha, 1998. Sheikh al-Qaradawi´s, célebre clérigo islámico y protagonista habitual del programa Religión y vida, asegura en antena que las normas coránicas relativas a la conducta moral son compatibles con las felaciones.

Argel, enero de 1999. Un representante del gobierno argelino y un periodista exiliado debaten en el programa Dirección opuesta sobre la guerra civil argelina en un momento en que se cree que el gobierno ha ejecutado extrajudicialmente a cientos de militantes islámicos. A los diez minutos de empezar el debate, un misterioso apagón deja sin electricidad a las principales ciudades argelinas…

Así, semana tras semana, ALJ trataba los clásicos temas de los que todo el mundo hablaba… en privado, como la implantación de las bases estadounidenses en territorio árabe o la corrupción de la familia real saudí. Las consecuencias no se hicieron esperar: Jordania, Siria, Kuwait, Arabia Saudí y Argelia vetan la presencia de la emisora en sus territorios poniendo como excusa, por regla general, que ALJ, única cadena árabe que entrevista israelíes, es una cadena «sionista». Salam Pax, blogger irakí que se hizo famoso durante la guerra de Irak, definió ésta situación con un sutil toque de ironía: «Al Jazeera: la única cadena de noticias árabe sin corresponsalías en el mundo árabe». Según algunas estimaciones, el «boicot» publicitario instigado por Arabia Saudí le ha podido costar a la cadena el 25% de sus ingresos por publicidad.

Segunda Intifada

Ramala, finales de 2000. El ejército israelí invade la ciudad, declara el toque de queda y «aparca» varios tanques en las inmediaciones de la oficina de ALJ. El corresponsal de ALJ en los Territorios Ocupados (TO), Walid al Omary, se ve obligado a transmitir un único reportaje diario sobre las condiciones en las que se sobrevive en el interior de la oficina: tras una semana de asedio el agua se ha acabado y los ocho miembros de la plantilla de ALJ cuentan con una lata de atún y tres barras de pan para cada uno. Al día siguiente, una mujer palestina aprovecha un movimiento de los tanques para romper el toque de queda y, jugándose el pellejo, dejar una bandeja de comida junto a la puerta de la oficina. Más tarde aparecen un hombre y su hijo con bidones de agua. Según el periodista Hugh Miles, «la cadena se había ganado la confianza de los palestinos gracias a sus valerosas denuncias de la corrupción de la Autoridad Palestina (AP); en los primeros días de la Intifada, el número de teléfono de Walid al-Omary se difundió boca a boca por todos los TO […]. Muchos ciudadanos palestinos le ponían sobre aviso cada vez que ocurría algo importante […]. Cuando los palestinos tienen un problema llaman a ALJ antes que a la AP».

Afganistán e Irak: el eterno retorno

Kandahar, otoño de 2003. Una bomba estadounidense explota en un hospital en Kandahar asesinando a cinco personas. ALJ difunde la noticia, aunque no ofrece imágenes. El Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld asegura que se trata de acusaciones «ridículas». Poco después, ALJ muestra imágenes de los niños quemados por la explosión.

Kabul, otoño de 2003. Dos bombas estadounidenses de 227 kilos «aterrizan» sobre la oficina de ALJ. Ante las protestas de la emisora qatarí, que asegura haber informado sobre su ubicación, el Pentágono afirma que se ha tratado de un extraño caso de mala suerte. Meses después, una investigación de la BBC confirma que se trató de un ataque deliberado.

Basora, marzo de 2003. El portavoz americano del Mando Central en Irak anuncia que el alto mando de la 51 División del ejército iraquí ha desertado en mitad del cerco a la ciudad por parte de las tropas de la «coalición». La noticia es reproducida a los cuatro vientos por los medios occidentales. La caída de Basora parece inminente. Pocas horas después, ALJ entrevista al supuesto desertor: no sólo sigue al frente de las tropas iraquíes sino que asegura que recibirá a las tropas invasoras con el cuchillo entre los dientes.

Bagdad, abril de 2003. Dos misiles estadounidenses estallan en la sede de ALJ en Bagdad asesinando al periodista Tareq Ayyoub. Días después, las autoridades iraquíes expulsan del país al corresponsal de ALJ en Bagdad, Taisyr Alluni, por discrepancias con el modo de cubrir la información. ALJ decide dejar de emitir desde Irak como medida de protesta.

Moraleja

Qatar, finales de 2003: Séptimo aniversario de la fundación de ALJ. Para celebrarlo, la cadena dedica un episodio entero del programa Sin fronteras… a criticar a ALJ. Un periodista saudí asegura reiteradas veces que la cadena es una marioneta en manos del gobierno qatarí. Gran modo de celebrar un aniversario. Igualito que en España.

La información de éste artículo proviene principalmente de tres fuentes: los libros Al Jazeera (Hugh Miles, Abacus, 2005) y Tell me lies (David Miller, Pluto, 2004) y el documental Control Room (Jehane Noujaim, 2004).

Al Jazeera y el mito de la BBC

Uno de los efectos colaterales de la guerra de Irak fue el enfrentamiento entre el ejecutivo de Tony Blair y la BBC, acusada de realizar una cobertura «antigubernamental» del conflicto. Lo curioso del caso es que, un estudio realizado con posterioridad por la Universidad de Cardiff demostró que la idea de que la BBC había realizado una cobertura antibélica era tan cierta como la existencia de armas de destrucción masiva (ADM). Según el estudio, basado en un análisis de informativos, la BBC realizó la cobertura más progubernamental de entre todas las televisiones británicas generalistas: fue la que más fuentes probélicas -gubernamentales y militares- utilizó en sus informaciones, la que menos uso hizo de fuentes independientes y la que menos énfasis puso en la existencia de víctimas iraquíes. Y todo pese a que la cobertura del resto no se caracterizó precisamente por su militancia pacifista: un estudio de la Universidad de Glasgow indicó que el 86% de las referencias a las ADM hechas en las cuatro grandes cadenas británicas -BBC, ITV, Sky News y Channel 4- daban por sentado que existían. Además, presentaron como hechos probados el 49% de los comunicados oficiales infundados suministrados por el gobierno británico durante la guerra (tan sólo el 17% de los comunicados infundados fueron acompañados de comentarios del tipo: «información basada únicamente en informes gubernamentales no corroborados»). Por contra, durante la guerra, ALJ tuvo la feliz idea de tomarse tan en serio las informaciones difundidas por el excéntrico Ministro de Información Iraquí como las proporcionadas por las fuerzas de la «coalición» («fuerzas invasoras», según la cadena qatarí). Si a esta desconfianza le sumamos la capacidad para desmentir bulos (casi) a tiempo real, debido a su exclusivo despliegue sobre el terreno, el resultado no puede ser otro que una cobertura modélica. Mientras, a los periodistas occidentales, «empotrados» en gran número con las tropas de la «coalición», les superaban las dificultades: a la imposibilidad de encontrar fuentes alternativas a las oficiales se añadía su manía de dar por buena cualquier tipo de información que proviniera de fuentes occidentales oficiales. Así, durante la guerra, era curioso ver cómo las informaciones proporcionadas por los medios más hostiles al conflicto no diferían en demasía de las del resto… Ahora bien, los apologetas de estos medios siempre podrán alegar que sus porcentajes de aciertos fueron más altos que los de sus colegas estadounidenses. Y tendrán razón, aunque no está claro que esto sea un motivo para tirar cohetes. Según un estudio de la organización Fairness & Accuracy In Reporting (FAIR), el porcentaje de opiniones contrarias a la guerra emitidas en las cadenas ABC, CBS, NBC, CNN y FOX antes, durante y después de los bombardeos no superó el 3% del total. La palma se la llevó la CBS: en seis meses, la única opinión contraria a la guerra que se pudo escuchar en la cadena fue el discurso del director Michael Moore durante la ceremonia de los Oscar; vamos que, a nivel informativo, a lado de esto, la sociedad descrita por George Orwell en la novela 1984 es una especie de encantadora comuna hippie.

Como conclusión, es inevitable referirse a una anécdota ocurrida durante la guerra de Afganistán: el Pentágono convirtió un inmenso avión militar llamado Commando Solo en una emisora volante de radio y televisión que trasmitía información para todo el país. Pues bien, el corresponsal de ALJ en la ciudad de Kandahar, encontró a unos cuantos ciudadanos escuchando atentamente las emisiones de Commando Solo: «La mayoría de la gente de por aquí dice que lo hacen para echarse unas risas». ¡Esto ya es el colmo! Que un campesino afgano iletrado tenga más recursos para enfrentarse a la propaganda que un periodista occidental dice mucho acerca de la verdadera naturaleza del periodismo en nuestros días: repetir los mensajes emitidos por los centros de poder sin molestarse en comprobar sin son verdaderos o falsos.