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Declaración unilateral de solidaridad con los trabajadores de la información multilateral

Filosofía de la Verdad Al Jazeera

Fuentes: Rebelión / Fundación Federico Engels

Doha, Qatar. Al Jazeera descansa el peso de sus convicciones sobre los hombros de una historia que camina, entre amenazas y desafíos, mojándose los pies en el Golfo Pérsico. Las olas llegan con aguas mezcladas de infamia. Ni todo es tan bonito ni todo es tan fácil. Si uno camina por los pasillos de Al […]

Doha, Qatar.

Al Jazeera descansa el peso de sus convicciones sobre los hombros de una historia que camina, entre amenazas y desafíos, mojándose los pies en el Golfo Pérsico. Las olas llegan con aguas mezcladas de infamia. Ni todo es tan bonito ni todo es tan fácil. Si uno camina por los pasillos de Al Jazeera, es decir si uno comparte con quienes ahí trabajan algunas bocanadas de historia a quemarropa, tendrá de inmediato la perspectiva concreta de un juego dificilísimo donde la verdad desborda todo. Pero aquí nadie parece andar desahuciado de convicciones y claridades. Desde la mismísima puerta de Al Jazeera la cabeza y el corazón se hacen torbellino de ansiedades y urgencias bajo la presencia, no poco provocadora, de un código ético [1] que advierte a cuatro vientos su pertinencia y reclamos en el terreno de la lucha por la verdad a pesar de los pesares. No muchos pueden presumir eso.

Por eso las voces de quienes ahí trabajan tienen esos remates de dignidad y convocatoria, por eso sus voces árabes se enredan con otras muchas del mundo entero y juntas electrizan la atmósfera contra la coacción de aquella realidad amarga que se destila desde la Casa Blanca. Hay una bisagra histórica interesante. Por eso tiene sentido pararse al lado de estos compañeros, para aprender de ellos lo que mejor hacen a la hora de no arredrarse y poner el pellejo. No hay modo de equivocarse, no hay tangentes, esto debieran enseñarlo los profes honestos que todavía quedan en el mundo, eso debemos decirlo todos y a toda hora; no hay escapatoria: la inspiración permanente del trabajo en Al Jazeera anda fortalecida en todo los rincones bajo la mirada serena y escudriñante de Sami Alhajj [2] ; la pérdida irreparable de Tarek Ayub [3] y las mil y una tareas pendientes para reivindicar, con praxis de periodismo no obsecuente, la vida y obra de trabajadores de la información, encarcelados o asesinados, por elegir no quedarse callados cuando los pueblos son devastados.

Cada teclado, cámara, micrófono en Al Jazeera, se ve como la honda de David. Esos compañeros trabajan ahí entre velámenes de voluntad en pie de lucha, que se hinchan con los torbellinos del Golfo y los aires del mundo entero. Ahí ve uno a estos compañeros con su ir y venir nervioso, convencido y convincente, prestos a sacar la verdad donde la encuentren por que se los manda una conciencia comunicativa de televisora [4] y se los demanda una conciencia colectiva mundial que no soporta más la devastación de los seres humanos, el robo de las riquezas del trabajo ni el saqueo de sus bienes sociales. No hay para dónde escaparse.

La pantalla de Al Jazeera no es más que el mascaron de proa de un barco que crece y camina reflejando su silueta en las corneas marítimas de televidentes no acostumbrados a navegar la realidad con verdades a las claras. Es un barco que crece con las necesidades de la historia y la conciencia. Un barco para luchar contra la alienación. Se trata de un barco isla con vocación de pájaro. Eso traen, entre ceja y ceja, quienes aquí trabajan. Su ruta náutica no es otra que la de un manifiesto mundial contra la mentira y el asesinato, contra la devastación y el crimen. Está clara su convicción, a cada minuto, en cada corte de estación, en la energía que se invierte para acudir, escribir, transmitir lo que, incluso, es «incómodo «, para muchos. Lo sabemos bien nosotros y lo saben bien Bush y Blair… por eso están bajo amenaza de misiles [5] estos compañeros de Al Jazeera y no seremos nosotros los que nos quedaremos callados. Por cierto no vendrían mal las expresiones solidarias, del mundo entero, estos compañeros de Al Jazeera son trabajadores que no se arriesgan sólo por vanidad o sólo por el salario… la tarea del momento es, ¿alguien lo duda?, unirnos todos. Nunca está de más [6] .



[1] Aljazeera Code of Ethics: http://english.aljazeera.net/NR/exeres/07256105-B2FC-439A-B255-D830BB238EA1.htm

[2] « Prisionero número 345 en Guantánamo, nació en Kartoum en 1969. Después de estudiar Literatura Inglesa y fotografía se especializó como foto-periodista en la televisora Al Jazeera. En 2001 cubrió la guerra en Afganistán para Al Jazeera y dspués fue trasladado a Pakistán donde fue arrestado por las fueras Norteamericanas. 1562 días han pasado desde su detención y hasta el mmento no sabe por qué… tampoco nosotros »

[3] Tarek Ayub, reportero de Al-Yazira, asesinado en el ataque al Hotel Palestina, en Bagdad, el 8 de abril 2003. « Crímenes contra periodistas» Hernán Uribe O ; http://www.rebelion.org/medios/031119mx.htm

 

[4]   http://english.aljazeera.net/NR/exeres/5D7F956E-6B52-46D9-8D17-448856D01CDB.htm

[5] http://www.rebelión.org/noticia.php?id=23829

[6] press.int @aljazeera.net (http://english.aljazeera.net/NR/exeres/E53A78E4-8F00-4D4C-9B62-DE3D19E5B1AA.htm)