El 4 de mayo de 2006, la revista Forbes publicó la lista de los gobernantes más adinerados del mundo. Como el año anterior, Forbes incluye en su clasificación al presidente Fidel Castro, a quien atribuye una fortuna personal de 900 millones de dólares. Así, el jefe del Estado cubano sería el séptimo dirigente más rico […]
El 4 de mayo de 2006, la revista Forbes publicó la lista de los gobernantes más adinerados del mundo. Como el año anterior, Forbes incluye en su clasificación al presidente Fidel Castro, a quien atribuye una fortuna personal de 900 millones de dólares. Así, el jefe del Estado cubano sería el séptimo dirigente más rico del planeta. La prensa internacional agarró inmediatamente la información para divulgarla de manera estrepitosa y desproporcionada [1].
En 2003, Forbes atribuía ya a Fidel Castro un botín personal de 110 millones de dólares. Dos años después, en 2005, la suma era multiplicada súbitamente por cinco para alcanzar los 550 millones de dólares. Ahora, sería de 900 millones de dólares.
La prensa internacional no se dignó a detenerse en la manera, muy reveladora, en que se efectúa el cálculo de la supuesta fortuna del presidente cubano, legitimando de facto las afirmaciones de la revista estadounidense. Forbes en persona confiesa descaradamente que su cálculo es «más arte que ciencia». En efecto, hasta el informe de 2003, Forbes se contentaba con atribuir, de forma arbitraria, una parte del PIB cubano, alrededor de un 10%, a Fidel Castro [2].
En cuanto al informe de 2006, Forbes «asume que [Fidel Castro] ejerce un control económico sobre una red de empresas del Estado, incluso el Palacio de Convenciones, un centro de convención cerca de La Habana; Cimex, un conglomerado de ventas al por menor y Medicuba, que vende vacunas y otras medicinas producidas en Cuba. Antiguos altos funcionarios cubanos insisten en que Castro, que viaja únicamente con un cortejo de Mercedes negros, sacó beneficios de estos comercios durante años. Para conseguir una cifra concreta, utilizamos un método que calcula las entradas de dinero líquido para valorar estas empresas, y luego hemos asumido que una parte de este flujo de beneficios va a Castro»[3].
La presentación de Forbes no resiste el análisis y está salpicada de torpezas burdas. Primero, el Palacio de Convenciones es un edificio público donde se desarrollan las reuniones de la Asamblea Nacional, los diferentes congresos internacionales, y no genera ningún ingreso al Estado Cubano. Luego, Cimex y Medicuba son monopolios del Estado. Conviene señalar que la legislación cubana no permite a los particulares ser propietarios de empresas de este tamaño. Entonces, si se sigue el razonamiento de la revista, el presidente francés, Jacques Chirac, sería multimillonario pues poseería las empresas nacionales tales como La Poste, Air France, EDF-GDF y France Télécoms. Por fin, la revista se asombra de que el presidente cubano viaje con un cortejo de Mercedes que, dicho sea de paso, datan de los años 80. Quizás asuma que el presidente Bush viaja en taxi y que el presidente Chirac utiliza el metro.
La revista admite que no dispone de ninguna prueba en cuanto a eventuales cuentas bancarias del presidente cubano en el exterior [4]. Forbes reconoce también que la fortuna que atribuye a Fidel Castro se calcula de manera fantasiosa y por eso pasó de 110 a 900 millones de dólares en apenas cuatro años. Seguramente alcanzará nuevas cumbres en 2007 [5]. No obstante, la prensa internacional no vaciló en divulgar la información a pesar de su flagrante falta de credibilidad.
En cuanto a Forbes, quien sí es multimillonario, vale la pena recordar que es íntimo de los neoconservadores estadounidenses en general y del presidente Bush en particular. Fue candidato a la presidencia del partido republicano dos veces, en 1996 y en 2000. También es presidente de honor de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), una organización creada por Ronald Reagan en los años 1980 y dirigida por los descendientes de la oligarquía cubana prerrevolucionaria. Ésta no tiene otro objetivo que derrocar al gobierno cubano por todos los medios, incluso el terrorismo. Pero estos detalles, aparentemente, escaparon a la sagacidad de los periodistas internacionales que avalaron el informe de Forbes sin ninguna reserva [6].
Por su parte el presidente cubano respondió a estos ataques lanzando un reto: «Los desafío, los emplazo al presidente Bush, a la CIA, a los 33 organismos de inteligencia de Estados Unidos, a los miles de bancos que hay en el mundo y a los criados de la revista Forbes que me atribuyen una fortuna de 900 millones de pesos a que prueben que tengo aunque sea un solo dólar en el exterior […]. Si prueban que tengo un solo dólar, renuncio a mi cargo y a las funciones que estoy desempeñando, ya no le harían falta ni planes ni transiciones [para matarme]. Les ofrezco toda esta supuesta fortuna si encuentran una sola prueba. ¿Para qué quiero dinero, si voy a cumplir 80 años y no lo quise antes? […] No nací totalmente pobre. Mi padre poseía miles de hectáreas de tierra. Al triunfo de la Revolución, esas tierras fueron entregadas a obreros y campesinos»[7].
Esta nueva campaña mediática se inscribe en la estrategia de desinformación de la Casa Blanca. La prensa internacional tiene su responsabilidad. Por ejemplo, en vez de participar en esta histeria colectiva, hubiera podido informar a la opinión pública de que el Estado de Florida acaba de prohibir a sus universidades financiar intercambios académicos con Cuba al adoptar una ley que muchos consideran ilegal [8].
En la misma línea de actuación, la ciudad de Miami quiere prohibir la presencia de un libro de fotos de niños cubanos, realizado por George Acona, en las bibliotecas municipales y escolares, pues sería ideológicamente orientado. En efecto, el libro se atreve a retratar a niños sonriendo, subraya que la educación y la salud son gratuitas en Cuba, y denuncia que las sanciones económicas estadounidenses perjudican el bienestar de los cubanos. Por si fuera poco, comete el espantoso crimen de mostrar a una joven sonriendo ante su pastel de cumpleaños cuando «ni siquiera hay caramelos, ni harina para hacer el cake» en Cuba, según los detractores del libro. Pero este tipo de censura no interesa la prensa. En efecto, la escena se desarrolla en el país equivocado, es decir en los Estados Unidos y no en Cuba [9].
Otro hecho notable, los Estados Unidos prohibieron a sus boxeadores que participaran en la tercera Olimpiada del Deporte que se celebró en Cuba en abril de 2006, mientras que 153 atletas de once países estuvieron presentes en La Habana. Esta flagrante violación de la libertad de viajar de jóvenes ciudadanos estadounidenses tampoco conmovió a nadie en el seno de la prensa «democrática» del planeta [10].
El ministro de Salud de Pakistán, Nazim Khan, declaró que el terremoto del 18 de octubre de 2005, que causó la muerte de más de 75.000 personas, hubiera sido mucho más devastador sin la presencia de los médicos cubanos. Efectivamente, cerca de 2.500 médicos y otro personal de salud que mandó el gobierno de La Habana, permitieron atender a más de 1.700.000 víctimas pakistaníes golpeadas por el seísmo. El presidente pakistaní, Pervez Musharraf se lo agradeció a Fidel Castro y a los médicos que ejercieron su oficio en condiciones climáticas terribles (en invierno, las temperaturas rozan los 50° bajo cero). La presencia de los profesionales cubanos en este país duró hasta el 18 de mayo de 2006, en el más absoluto anonimato. Las misiones humanitarias cubanas, únicas en el mundo, nunca han merecido la atención de la prensa internacional [11].
Que un aliado de la Casa Blanca como Forbes, vinculado a la extrema derecha y cuyo anhelo más caro es la aniquilación del proyecto socialista cubano estigmatice a Fidel Castro, es poco sorprendente. En cambio, que todas las transnacionales de la información entonen a coro, con un manifiesto júbilo, una invención de cabo a rabo, sólo para desacreditar a las autoridades cubanas y correr un tupido velo sobre la realidad de la Isla, indica hasta qué punto la deontología periodística ha caído en el olvido.
Notas
1 EFE, «Castro es el séptimo gobernante más rico», 5 de mayo de 2006.
2 Luisa Kroll, «Fortunes of Kings, Queens and Dictators», Forbes, 5 de mayo de 2006.
3 Ibid.
4 Gerardo Reyes, «Castro: un millonario detrás de la fachada», El Nuevo Herald, 21 de mayo de 2006.
5 Luisa Kroll, op. cit.
6 Cuba Debate, «Cinco personalidades contra las infamias de la Revista Forbes: ‘Las verdades reales son los hechos'», 18 de mayo de 2006.
7 María Julia Mayoral, Pedro de la Hoz & José A. de la Osa, «Fidel desmiente a Forbes. ¡Los emplazo a que prueben que tengo un solo dólar!», Granma, 16 de mayo de 2006.
8 Joaquim Utset, «Prohiben a universidades de Florida financiar viajes a Cuba», El Nuevo Herald, 4 de mayo de 2006.
9 Ketty Rodríguez, «Nuevo libro escolar enciende más la polémica», El Nuevo Herald, 2 de mayo de 2006.
10 Granma, «EE.UU. niega permiso a sus boxeadores para asistir a Olimpiada cubana», 25 de abril de 2006.
11 Granma, «Médicos cubanos impidieron en Paquistán una segunda ola de muertes», 19 de mayo de 2006.
Revisado por Caty R.