El Observatorio de Medios de la Agencia Periodística del MERCOSUR comprobó que, en general, los diarios latinoamericanos ocultan el despliegue militarista en la región, auspiciado por Estados Unidos
Pese a la importancia y gravedad que caracterizan al proceso de militarización que se registra en América Latina, la cuestión «ocupa un lugar marginal dentro de la agenda informativa», dice el Informe Final del Observatorio de Medios sobre el tema, realizado por esa unidad analítica de la Agencia Periodística del MERCOSUR (APM) y dado a conocer el lunes pasado en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
La medición cuantitativa y cualitativa abarcó algunos de los principales medios escritos de Argentina, Colombia y México y se desarrolló en el período comprendido entre el 1 y el 31 de mayo pasado. La muestra de periódicos monitoreados incluyó a La Nación y Clarín, de Buenos Aires; a El Espectador y El Tiempo, de Bogotá; y a La Jornada y El Universal de México.
La medición y el análisis cualitativo de los datos arrojados por la misma estuvieron a cargo de un equipo de docentes y estudiantes avanzados de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.
«La incidencia de la cobertura especializada, entre los géneros, las secciones y las ubicaciones en páginas, es casi irrelevante en relación al tratamiento dado a otros ítems de las respectivas propuestas noticiosas», sostiene el informe.
Sin embargo, agrega, «la excepción está dada por el periódico La Jornada, el único que, en forma constante, trató el tema a lo largo del período medido, aunque lejos de incluir al mismo dentro los asuntos especialmente destacados de su agenda».
Esa diferencia no surge sólo de la lectura cuantitativa de la muestra (aparición, frecuencia y ubicación en páginas) sino que también se manifiesta a partir de su postura editorial.
La Jornada, diario caracterizado por el uso de fuentes con criterio de diversidad y multiplicidad y por aparecer abierto a una amplia gama de columnistas, tomó una decidida posición crítica respecto del tema estudiado, en cuanto pone el acento en que el mismo responde a las estrategias económicas y políticas de Estados Unidos para con la región.
Estrategias esas, dice el Informe, que, «para La Jornada, son contrarias a los intereses latinoamericanos y rechazadas, en general, por las más amplia capas sociales de la misma. Ello surge tanto del tratamiento noticioso como de las páginas de opinión, y mediante la utilización de una mayor variedad de géneros.
Cabe resaltar que ese diario mexicano toma posición casi editorial contra el Plan Colombia, contra las políticas estadounidenses para la Triple Frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil y contra la militarización de la frontera mexicano estadounidense, haciendo responsable de la misma al gobierno de George W. Bush.
Asimismo, fue el único de los seis periódicos que, al cubrir la crisis carcelaria en Brasil, puso en forma clara el acento en que la misma se inscribió dentro del marco de la llamada Guerra de Baja Intensidad, señalando no sólo las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas policiales, sino destacando el rol fundamental que juega la pobreza en estos escenarios y su manipulación por parte de las esferas políticas, militares y de seguridad del sistema hegemónico en la región.
Respecto de los otros cinco medios observados, el Informe señala que «si bien no pertenecen a la misma facción de las múltiples que suelen existir y actuar dentro del bloque hegemónico en América Latina, todos guardan una marcada línea de correspondencia en el tratamiento del tema».
Adecuados a y dependientes de las peculiaridades que se expresan en los países donde se editan e influyen, estos medios (El Universal, El Espectador, El Tiempo, La Nación y Clarín) coinciden en quitarle jerarquía al tema dentro de la agenda -los diarios de Colombia lo logran con menor eficacia, puesto que en ese país se registra el cuadro militar más agudo: Plan Colombia – y en tratarlo siempre desde la perspectiva del discurso y de la práctica política estadounidense.
Esa tendencia se observa en todos los géneros, tanto de carácter noticioso como de opinión. También quedo registrado, por comparación de textos y de enfoques, que la principal fuente informativa de esos medios y para el tema que nos ocupa, es el material de prensa y los «papers» reservados de las embajadas y de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Incluso, y en general, estos periódicos pertenecen a un mismo grupo informativo (GDA), que uniformiza agenda y tratamientos. Esa uniformidad se ve reflejada en la referencia permanente a un mismo paquete de agencias internacionales (estadounidenses y de la Unión Europa).
Tanto en sus columnas de opinión como en sus páginas informativas, estos medios apelan a las construcciones discursivas diseñadas por el sistema de poder de Estados Unidos, dice el estudio del Observatorio de Medios de APM.
Un caso testigo de esa caracterización es la apelación constante a los conceptos «terrorismo» y «terrorismo» internacional», según la semántica impuesta por la administración de George. W. Bush, añade el mismo documento.
También hicieron propias dos líneas de informativas y de análisis surgidas del discurso oficial del Departamento de Estado de Estados Unidos: la supuesta «guerra fría» que se vive en América Latina y la también supuesta condición desestabilizadora del gobierno venezolano de Hugo Chávez respecto del escenario político regional.
Esos discursos se articulan de forma tal que la segunda afirmación aparece como causa de la primera. Ninguno de los cinco medios en cuestión informó, por ejemplo, sobre las incursiones de paramilitares colombianos en territorio venezolano -prevista en el diseño del Plan Colombia-, salvo en dos ocasiones pero en la sección de noticias breves, y siempre utilizando fuentes oficiales colombianas, que desmientan la especie.
Si se analizan las bases de materialidad de la construcciones discursivas (relaciones económicas de los medios) y las respectivas contextualizaciones históricas de los mismos – análisis que son imprescindibles para el modelo teórico y metodológico del Observatorio, denominado Intencionalidad Editorial – se comprueba que los cinco medios en cuestión ofrecen grados de pertenencias corporativas y transnacionalizas semejantes o paralelas, y que a lo largo de sus respectivas historias mantuvieron comportamientos editoriales constantes.
En ese sentido cabe destacar que, La Nación, por ejemplo, apoyó desde sus páginas noticiosas e informativas, con la misma enjundia y énfasis, todos los procesos represivos que vivió Argentina en algo más de un siglo; de la misma forma que avaló dos de los mas significativos procesos genocidas de ese país: la llamada Conquista del Desierto (hecho histórico) y la dictadura militar de la pasada década del ´70.
«Si tenemos en cuenta la importancia estratégica del tema y la paralela poca relevancia que esos cinco medios le dan a la cuestión, como así también los enfoques y la semántica con que aparecen las pocas piezas referidas a la misma, concluimos que en todos los casos estamos ante verdaderas operaciones de ocultamiento, funcionales a la estrategia enunciada por el gobierno de Estados Unidos», dice el documento de APM.
Entre los ejemplos citados se destacan un informe sobre la manifiesta carrera armamentista que tiene lugar en le región, realizado por la revista argentina DEF (Buenos Aires, abril, 2006), y los estudios realizados durante la primera mitad de este año por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz, de Suecia.
Ambos relevamientos coinciden en señalar que el gasto militar promedio en América Latina aumento 7,2 por ciento en el último año, y que, a nivel global, Estados Unidos fue el que más se expandió en esos términos, con un 48 por ciento del gasto militar total del mundo, en el mismo período.