(Este artículo apareció originalmente en The Miami New Times.) En la edición dominical del 25 de junio de El Nuevo Herald apareció una foto en colores desplegada a cinco columnas. Mostraba a cuatro prostitutas en Cuba, vestidas con ropa muy ajustada, llamando a un turista extranjero. A unos pocos metros, dos policías conversaban con una […]
En la edición dominical del 25 de junio de El Nuevo Herald apareció una foto en colores desplegada a cinco columnas. Mostraba a cuatro prostitutas en Cuba, vestidas con ropa muy ajustada, llamando a un turista extranjero. A unos pocos metros, dos policías conversaban con una niña y una mujer. El titular: «Prostitutas: La Triste Carne del Dólar Norteamericano».
Evidentemente a los policías no les importaban las muchachas trabajadoras -una clara señal de las desvergonzadas e hipócritas actitudes en la Cuba de Fidel Castro.
El problema es que la foto era falsa. Es más, es precisamente el tipo de manipulada combinación de dos imágenes que hizo que Los Angeles Times despidiera al fotógrafo Brian Walski in 2003. Puede que recuerden que Walski alteró dos fotos de un soldado norteamericano para crear una sola imagen más dramática. Sin saberlo, varios periódicos publicaron el resultado en su primera página, Thom McGuire, un editor asistente de The Hartford Courant, dijo que el incidente le provocó «nausea».
El pecado de El Nuevo es peor. Su imagen -en la página 27A- apareció con el pie «El gobierno ha demostrado ser incapaz de enfrentar el dramático fenómeno de la prostitución», y una noticia sobre un libro acerca de las prostitutas por el autor Amir Valle.
Promovió una agenda anti-Castro en un periódico que, según por sus nuevos propietarios, McClatchy and Co., es el «periódico en español más respetado y de mayor circulación en los Estados Unidos continentales».
Y lo que quizás sea peor, el alto mando de El Nuevo hizo caso omiso de las objeciones del veterano fotógrafo Roberto Koltun, quien tomó ambas fotos hace varios años en Cuba (y que no respondió a llamadas para que hiciera un comentario). «Se unieron dos cosas», comentó el coordinador fotográfico Orlando Mellado. «(Koltun) expresó su preocupación por esa razón y por otras. Básicamente él no quería que se usara».
Entonces, ¿por qué la publicó el periódico?
«Esa es una decisión de otro editor», respondió Mellado antes de remitirme a Luis García, un artista de El Nuevo.
«Recuerdo que combine algo para esa sección», dijo García cuando lo llamé por teléfono. «Lo voy a buscar y lo llamaré después». No volvió a llamar. Tres mensajes adicionales que le envié no fueron respondidos. Ni tampoco dos mensajes que dejé a Andrés Reynaldo, quien edita la sección en la que apareció la foto, Séptimo Día.
También dejé múltiples mensajes a Humberto Castelló, el director ejecutivo del periódico; y a Gloria Leal, la editora asociada. Tampoco respondieron.
«Uno espera que algo así suceda en un periódico comunista», comentó un fotógrafo de la localidad. «Pero en una organización periodística legítima es inaceptable».