Hagamos un ejercicio y a la vez una reflexión. Paremos nuestra actividad y repasemos lo que hemos hecho durante la jornada. Desde el primer momento que nos levantamos de la cama realizamos ritos de consumo permanentes. Agua, electricidad, gas, dentrífico, tostadas, café, azúcar…Salimos de casa y consumimos energía a través de los transportes y medios […]
Hagamos un ejercicio y a la vez una reflexión. Paremos nuestra actividad y repasemos lo que hemos hecho durante la jornada. Desde el primer momento que nos levantamos de la cama realizamos ritos de consumo permanentes. Agua, electricidad, gas, dentrífico, tostadas, café, azúcar…Salimos de casa y consumimos energía a través de los transportes y medios de locomoción llámese privados o públicos. Nuestras vidas están impregnadas de consumo y mercantilización. Nuestras vidas están mercantilizadas. Nos ofrecen diversión a cambio de pagar un precio. Nos obligan a que todo consumo sea comercial. No hay espacio para compartir o para humanizar unas relaciones que están dirigidas por el mercado.
Los medios de comunicación juegan un papel importante en reforzamiento de este sistema nefasto de in-valores. Los medios justifican estas desigualdades y refuerzan la idea primigenia de que todo cuesta, que todo viene dado y que todo se nos impone. Como dice Vicente Romano, periodista y profesor, «Todo lo que tiene que ver con la comunicación es una forma de poder».
El sistema planifica y controla nuestras vidas. Manipula a conciencia. Y lo hace a gran escala.
En un documento recientemente desclasificado y difundido por la National Security Archive, el Pentágono presenta su estrategia para controlar la información. Titulado Information Operations Roadmap, el documento, rubricado por Donald Rumsfeld con fecha 30 de octubre de 2003, examina las diferentes actividades del Ejército relacionadas con el control de la información.
Inmediatamente después del 11 de septiembre, el Pentágono crea, en el mayor secreto, el Office for the Strategic Influence (OSI), una agencia de propaganda encargada de modelar las opiniones públicas a nivel planetario mediante una intoxicación masiva de los medios de comunicación a fin de apoyar la guerra contra el terrorismo. En ese entonces, las revelaciones de la prensa sobre las actividades de la OSI y su impacto en las informaciones difundidas por los medios estadounidenses obligaron a Donald Rumsfeld a anunciar el cierre de esta nueva agencia. En efecto, el Smith-Mundt Act prohíbe la realización de campañas de desinformación que tengan como objetivo el público estadounidense.
Sin embargo, el Pentágono no renunció a sus proyectos y el Office for the Strategic Influence (OSI) fue sustituido por el Northern Gulf Affairs Office. Creada en septiembre de 2002 y supervisada por el subsecretario de Defensa William Luti, esta oficina se dió a la tarea de preparar el terreno para una intervención en Irak, destilando informaciones sobre las supuestas armas de destrucción masiva en posesión de Irak y los vínculos de este país con el terrorismo internacional.
El documento, hecho público a finales de enero de 2006 por la National Security Archive, confirma que el Pentágono no ha abandonado el terreno de la guerra informativa y propagandística. El mismo indica que «La importancia del dominio de la información explica el objetivo de transformación de las Operaciones de Información para hacer de las mismas un arma en su totalidad como son las fuerzas aéreas, terrestres, navales y las fuerzas especiales» («The importance of dominating the information spectrum explains the objective of transforming IO into a core military competency on a par with air, ground, maritime and special operations»).
Con esta óptica, el Pentágono se adentra en un campo cuya competencia correspondía anteriormente al Departamento de Estado, y en especial al subsecretario de Estado para la diplomacia pública y los asuntos públicos (The Under Secretary for Public Diplomacy and Public Affairs), en realidad un ministerio de propaganda cuya misión es difundir la doctrina estadounidense, principalmente mediante medios directamente bajo su control como Así, el documento afirma igualmente que «las principales actividades en materia de información del Departamento de Defensa incluyen los asuntos públicos, el apoyo militar a la diplomacia pública y las operaciones psicológicas».
El reciente escándalo que implicó al Pentágono y a uno de sus subcontratistas, el Lyncoln Group, sobre el tema de los artículos periodísticos que presentan la ocupación de Irak desde un punto de vista favorable, redactados por militares estadounidenses y luego difundidos por la prensa iraquí, constituye un ejemplo de esta estrategia. Por otra parte, el Pentágono no excluyó desarrollar los medios al servicio de la propaganda. Se menciona la voluntad de «desarrollar un sitio web global al servicio de los objetivos de comunicación de los Estados Unidos. Los contenidos provendrían fundamentalmente de terceros y por lo tanto serían más creíbles para públicos extranjeros que si fueran producidos por oficiales estadounidenses» («Develop a global web site supporting U.S. strategic communications objectives. Content should be primarily from third parties with greater credibility to foreign audiences than U.S. officials»).
Utilizar los medios para justificar la guerra
En realidad el Pentágono administra directamente, a través del US European Command los dos sitios siguientes: el Southeast European Times sobre los Balcanes y Magharebia.com sobre el Magreb, y muestra su voluntad de «identificar y difundir los puntos de vista de terceros que apoyen las posiciones estadounidenses. Estas fuentes podrían no estar totalmente de acuerdo con las posiciones norteamericanas como lo desearía el DSG, pero podrían ejercer una influencia positiva» («Identify and disseminate the views of third party advocates that support U.S. positions. These sources may not articulate the U.S. position the way that the DSG would, but they may nonetheless have a positive influence»
Así, la ciudadanía asiste impotente a esta manipulación globalizada y desarrollada por la principal potencia. La guerra como instrumento de dominación donde los medios juegan un papel importante, como señala Roberto Montoya 1.
O mejor aún, la utilización de los medios de comunicación como arma justificatoria de la guerra y las restricciones a las libertades de los ciudadanos 2.
Desde que está considerada como una mercancía, la información ha dejado de verse sometida a los criterios tradicionales de la verificación, la autenticidad o el error. Ahora se rige por las leyes del mercado.
Antes, el enviado de un periódico, el corresponsal de una agencia de prensa o de una cadena de televisión, disponía de una gran libertad y podía dar libre curso a su iniciativa personal. Buscaba la información, la descubría, la verificaba, la seleccionaba y le daba forma. Actualmente, y cada vez más a menudo, no es más que un simple peón que su jefe desplaza a través del mundo desde sus oficinas, que pueden encontrarse en la otra punta del planeta. Por su parte, este jefe tiene al alcance de su mano informaciones procedentes de multitud de fuentes (cadenas de informaciones en continuo, despachos de agencias, Internet) y puede, de esta manera, tener su propia visión de los hechos, eventualmente muy distinta de la del reportero que cubre el acontecimiento en el lugar de los hechos.
A veces, el jefe no puede esperar pacientemente a que el reportero termine su trabajo. Y es él quien informa al reportero del desarrollo de los acontecimientos y lo único que espera de su enviado especial es la confirmación de la idea que se ha hecho sobre el asunto. Muchos reporteros, hoy, tienen miedo a buscar la verdad por sí mismos.
En Niza, durante la celebración de una de las contracumbres del movimiento alterglobalizador, uno de mis amigos trabajaba para las cadenas de televisión norteamericanas. Me lo encontré en la calle; estaba a punto de filmar los enfrentamientos entre manifestantes y policía.
«¿Qué ocurre, John?», le pregunté. «No tengo la menor idea, me respondió sin dejar de filmar. No hago más que grabar, me contento con tomar las imágenes; después, las envío a la cadena que hace lo que quiere con este material».
Como la información se rige por criterios de mercado, conviene conocer cómo se elabora y quiénes son los instrumentos que la desarrollan.
Diversos estudiosos afirman que antes de que finalice esta década menos de diez megacorporaciones controlarán la mayor parte de los medios de comunicación más importantes del mundo.
La producción de información
El Manhattan Institute, en Nueva York, es uno de esos centros de producción de información de encargo. Su misión, explica su presidente, es «desarrollar ideas y ponerlas en circulación entre el gran público», con ayuda, precisamente, de la «cadena alimentaria de los media». Sin escatimar en invitaciones masivas a periodistas, funcionarios, dirigentes políticos, etcétera, a sus desayunos-debate, con un personaje que interviene para tratar el tema que se haya escogido para esa fecha, este instituto es de los que, informa The New York Times, han «desplazado el centro de gravedad político neoyorquino hacia la derecha».
Otras numerosas organizaciones de la misma índole -las que se citan más frecuentemente son la Brookings Institution, la Heritage Foundation, el American Enterprise Institute y el Cato lnstitute- sirven de vectores discretos de la «voz del business», que además no está especialmente privado de acceso a los media. Así es como la información que se sirve al público se encuentra contaminada desde sus orígenes.
Más cercano, aquí tenemos otras experiencias. La Burson-Martseller es una de las tantas empresas que a nivel global realizan trabajos para los intereses de las grandes corporaciones y que tienen como principal cometido neutralizar todo lo que se opone. Por medio de seminarios, esta empresa hace el trabajo sucio. A esta empresa se le encarga la formación de diplomáticos y funcionarios de embajadas y consulados. «Durante esos seminarios intensivos, estos funcionarios aprenden tanto a ‘reaccionar ante las críticas como a tomar la ofensiva’. Entre los temas y ejercicios prácticos propuestos en el reporte, destacan por ejemplo: «cómo tratar con los grupos locales, nacionales o internacionales, como Amnesty Internacional quien efectúa una campaña antiargentina» 3
Mattelart se refiere al trabajo de estas megacorporaciones con las dictaduras del Cono Sur. Pero esta empresa también trabaja, con sus mismos objetivos, con gobiernos en sistemas democráticos.
El Gobierno de Navarra firmó en junio de 1997 un contrato de asesoramiento con la empresa Burson Marsteller, con un coste mensual de 2.238.000 de las pesetas de entonces, que propone «investigar» a los organismos ecologistas españoles opuestos al embalse de Itoiz. Entre ellos, la propia Coordinadora Antipantano. Uno de los apartados del contrato considera «indispensable» realizar informes «sobre medios nacionales y asociaciones ecologistas a nivel nacional, así como investigar sobre la configuración en la Coordinadora de Itoiz». Le llaman democracia y no lo es.
Esta claro que cada vez más dependemos de estas megacorporaciones y los Gobiernos -supuestamente elegidos- no tienen ninguna capacidad ni voluntad política de control sobre esta dictadura de las multinacionales de la información.
Como ha subrayado Eduardo Galeano: «El número de quienes tienen derecho a escuchar y ver no cesa de acrecentarse, en tanto se reduce vertiginosamente el número de quienes tienen el privilegio de informar, de expresarse, de crear. La dictadura de la palabra única y de la imagen única, mucho más devastadora que la del partido único, impone en todas partes el mismo modo de vida, y otorga el título de ciudadano ejemplar a quien es consumidor dócil, espectador pasivo, fabricado en serie, a escala planetaria, conforme al modelo propuesto por la televisión comercial norteamericana. (…) En el mundo sin alma que los medios de comunicación nos presentan como el único mundo posible, los pueblos han sido reemplazados por los mercados; los ciudadanos, por los consumidores; las naciones, por las empresas; las ciudades, por las aglomeraciones. Jamás la economía mundial ha sido menos democrática, ni el mundo tan escandalosamente injusto».4
O en cualquier caso, el espectáculo manda en nuestro alrededor. «Insensiblemente, las leyes del espectáculo mandan sobre las exigencias y el rigor de la información. Las sofá news (sucesos, deportes, alegres notas finales, anécdotas…) son, a menudo, más importantes que las hard news (temas políticos, económicos o sociales de verdadera gravedad) Y la fragmentación sutil de la actualidad en un mosaico de hechos separados de su contexto tiene como objetivo principal distraer. Divertir en función de lo accesorio. Y evitar que se reflexione sobre lo esencial a partir de la información».5
Ante la globalización de la desinformación, medios
Llegados a este punto el acceso a los medios queda en manos de los que pueden comprar espacios en los medios y que tienen la capacidad de crear mensajes que moldean nuestros comportamientos y nos convierten en sujetos pasivos y de consumo.
Esta globalización de los medios de comunicación es excluyente. Y ante ello debemos propiciar, desarrollar y fortalecer las vías alternativas y protegerlas para que no las ocupe la ideología de la globalización insolidaria.
El sujeto de esta comunicación alternativa ya no será el individuo o las megacorporaciones sino los colectivos sociales, los grupos humanos que espontáneamente o no se organizan y hacen frente a este tipo de globalización que destruye y no crea. Que mata y no dá vida.
Ahora bien, levantar alternativas significa anteponer al modelo existente uno propio, el de los movimientos sociales. Cabe el enfrentamiento con las instituciones, con las empresas y con el mercado. Es un enfrentamiento en toda regla y eso se logra con la toma de conciencia colectiva. El actual modelo de desarrollo pone las bases para que este enfrentamiento sea previsible. Porque cada vez más los espacios públicos va en retroceso y la precarización en aumento. Los espacios públicos en todas las esferas y especialmente en la de los medios de comunicación.
Sin embargo, hay experiencias gratificantes que señalan un camino. La semana de lucha impulsada por la Plataforma Rompamos el Silencio en Madrid va en esa línea. Acciones y propuestas generadas desde la asamblea. Control de las acciones y control de la salida a medios. Medios alternativos y medios de referencia. A la vez que se denuncia, se propone alternativas y a la vez se construye movimiento y redes.
Rompamos el Silencio es parte de un proyecto de transformación global. Porque la comunicación alternativa sólo se puede desarrollar en marcos de ruptura, de revolución, de cambio de esquemas prefijados y de lenguaje. No son proyectos alterativos que cambian, pero no rompen, no se enfrentan. No significa ruptura con el sistema de dominación. La apuesta es romper con el sistema de dominación y levantar propuestas.
Al ser los movimientos sociales los sujetos de esta comunicación alternativa las movilizaciones y acciones imponen sus criterios y conceptos de comunicación. Basado en un concepto de comunicación y no de consumidor.
El proyecto alternativo de comunicación es un instrumento de lucha. No sólo para contar sino para producir hechos diferentes. Y en este sentido, las nuevas tecnologías se deben poner a servicio de los colectivos. Con el uso alternativo de internet conseguimos la inmediatez pero a la vez se nos exige calidad en la información, contraste y credibilidad.
Nuestro objetivo, como indica el Informe MacBride, es que «los miembros de la sociedad y los grupos sociales organizados puedan expresar su opinión.» O sea: reemplazar el espectáculo, la representación de los hechos por la palabra de los actores mismos de los hechos. Eso son los medios alternativos de comunicación: instrumentos que sirven para darle voz a los sin voz. 6
El trabajo que tenemos por delante es también educativo. Cuestionar, analizar, y objetar el papel de los medios masivos (dominantes) de comunicación frente a problemas de ámbito social, económico, cultural y político en el mundo de hoy.
Incidir en la agenda oficial que marcan los grandes medios y las grandes agencias de desinformación. Participar en los procesos sociales como sujetos de la acción social.
Considerar que los medios alternativos son parte de la lucha de clases y que estos medios deben fundirse en los movimientos sociales. Son parte de los movimientos sociales.
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Pepe Mejía es periodista. Miembro de Attac.
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1. La impunidad imperial. Roberto Montoya. La Esfera de los libros. 2005. Pág. 43-44.
2. El imperio global. Roberto Montoya. L esfera actualidad. 2003. Págs. 451-462.
3. Comunicación e ideologías de la seguridad. Michèle Mattelart. Armand Mattelart. Cuadernos Anagrama. Editorial Anagrama. 1978. Págs. 115-116.
4. ¿Hacia una sociedad de la incomunicación?, en Le Monde Diplomatique, enero de 1996
5. La tiranía de la comunicación. Ignacio Ramonet. Temas de Debate. Primera edición Mayo de 1998. Pág. 90.
6. Medios de comunicación alternativos: una guerra popular. Marcelo Colussi, Rebelión. 24.04.06