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Una más de EE.UU. contra Cuba y Venezuela

La CIA impulsa campaña de prensa en América Latina

Fuentes: APM

Lanzan primera acción de la nueva oficina de inteligencia creada en Washington para operar sobre La Habana y Caracas. Despliegan acciones encubiertas en grandes medios de comunicación.

La semana termina con un dato que obliga al alerta roja. Conducidos por el ex asesor de torturadores John Negroponte, oficiales de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) pusieron en marcha un ambicioso programa de influencias sobre los principales medios de comunicación de América Latina, tendiente a justificar futuras acciones diplomáticas, políticas e incluso militares contra Cuba y Venezuela.

El jueves último, y con la colaboración activa del diario The New York Times, algunos de los periódicos más influyentes del arco conservador – en Argentina, el matutino La Nación- publicaron una columna distribuida por el rotativo neoyorquino, en la cual la CIA pretende a involucrar a Cuba y a Venezuela en la escalda que Washington viene desplegando contra Irán.

Ese artículo, firmado en Caracas por Simón Romero, llega incluso a sugerir que el gobierno venezolano de Hugo Chávez estaría colaborando con Teherán en el procesamiento de uranio enriquecido.

Esas acciones desinformativas están siendo coordinadas directamente por la CIA, según revelaron a APM algunos periodistas que trabajan en los medios involucrados, quienes reconocieron haber sido contactados, en algunos casos con ofertas de sobornos, por «diplomáticos» estadounidenses.

Las mismas fuentes admitieron que desde hace varios meses, los mismos «diplomáticos» operan sobre periódicos y cadenas de televisión de Brasil y Argentina, para gestar comunicación manipulada contra ciertas decisiones adoptadas por el Mercado Común del Sur (Mercosur), en forma muy especial contra la incorporación de Venezuela, y contra el gobierno argentino de Néstor Kirchner y la campaña electoral que encabeza su homólogo brasileño, Luiz Inacio Lula Da Silva, de cara a dificultar su reelección en los comicios de octubre próximo.

No consta que el gobierno argentino haya tenido información previa sobre la campaña lanzada por la CIA, pero hace pocas semanas, el propio presidente y la senadora oficialista Cristina Fernández de Kirchner, formularon severas denuncias contra el sector más de derecha de la corporación periodística local, responsables de evidentes manipulaciones desinformativas y descalificadoras de la gestión gubernamental.

La respuesta de la corporación no se hizo esperar y fue encabezada por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la misma que defendió a todas las dictaduras que imperaron en la región y no disimula su permanente apoyo a las campañas anticubanas y antivenezolanas alimentadas desde Washington.

Las mismas fuentes que revelaron a APM la existencia de los programas de acción coordinados por el llamado zar de los servicios de inteligencia de Estados Unidos – John Negroponte – destacaron que los oficiales de la CIA involucrados en la misma trabajan «codo a codo» con los directivos de la SIP.

En Buenos Aires, fue el mismo diario La Nación, el encargado de revelar que el viernes pasado, en Washington, el gobierno de George W. Bush puso en funcionamiento una oficina de inteligencia, exclusivamente dedicada a operar sobre Cuba y Venezuela. Ya existía una estructura similar destinada a trabajos de análisis y trazado de acciones encubiertas sobre Corea del Norte e Irán.

La flamante «minicentral» anticubana y antivenezolana depende directamente de Negroponte, cabeza visible de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), organismo que coordina las actividades de las 16 agencias federales de espionaje, militares, policiales y civiles. La DNI fue creada después del 11 de setiembre de 2001.

La puesta en marcha de la nueva campaña de prensa de la CIA – instancia ejecutora del programa diseñado por la DNI – coincide en estos días con algunos datos relevantes de tablero internacional, que la administración Bush enmarca dentro de su estrategia hegemónica y militarista global.

A tres semanas de la cesión temporaria de facultades ejecutivas que hiciera el presidente de Cuba, Fidel Castro, afectado por problemas de salud de los cuales se está sobreponiendo, Washington constató el estrepitoso fracaso de su política desestabilizadora de la Isla – llamada de «transición» -, para la cual había aprobado el establecimiento de un comisión gubernamental en el Departamento de Estado, con presupuesto varias veces millonarios y con un «anexo» de operaciones secretas y encubiertas. La salud del líder cubano no alteró la marcha constitucional, política y social del país caribeño, que se aglutinó en torno a la continuidad del rico proceso independentista y revolucionario iniciado el 1 de enero de 1959.

En las ultimas horas, el presiente Chávez cumplió con éxito su visita a China, país con el cual trazó un ambicioso programa de cooperación estratégica, en el que se destaca la ampliación del mercado petrolero y los planes de desarrollo energético entre Venezuela y empresas estatales chinas. Los mismos tendrán una indudable repercusión positiva dentro de esquema de integración que se impulsa dentro del Mercosur.

Por otra parte, Venezuela sigue sumando apoyos para su legítima aspiración a ocupar una banca no permanente dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU), derecho que Estados Unidos se obstina en obstaculizar a través de la candidatura de Guatemala y mediante una hasta ahora fallida estrategia de presiones diplomáticas en distintas capitales del mundo, sobre todo latinoamericanas.

La presencia de Venezuela en el Consejo de Seguridad tendría una doble especial repercusión. Por un lado representaría mayor presencia de la región y del Mercosur en el mismo y por el otro aportaría una destacada contribución en la tarea aún pendiente de democratización de la ONU, tarea boicoteada en forma sistemática por Estados Unidos y por las potencia aliadas que figuran entre los cinco miembros permanentes con derecho veto.

La gravísima situación, que se registra en Medio Oriente como consecuencia de la política genocida que desarrolla Israel con el apoyo incondicional de Washington, puede ofrecer una escalada de mayor violencia contra los pueblos libanés y palestino en la medida que la ONU no desarticule la mascarada de negociaciones que se tramó dentro del Consejo de Seguridad.

El precario cese del fuego y la negativa de los países de la Unión Europea (UE) a integrar las fuerzas multinacionales de paz, con Francia a la cabeza de la operación «vergüenza y cobardía» que caracteriza a las posiciones diplomáticas de la UE, resultó ser – como fuera advertido en otras notas de APM – una concesión de tiempo a Israel, para que cure las heridas políticas internas que le provoco su derrota en manos de las fuerzas patrióticas del Hezbollah y vuelva al ataque contra palestinos y libaneses.

Ese complejo escenario se agrava porque esta misma semana comenzó una nueva escalada de presiones estadounidenses y europeas contra la política soberana de Irán en materia energética.

La escalda demuestra la veracidad de aquellos análisis según los cuales las agresiones contra Irán, las matanzas en el Líbano y la intervención despiadada contra el legítimo gobierno del Hamas en los territorios palestinos, así como la invasión a Afganistán y el genocidio en Irak, con Israel como pivote de esa política comanda por Washington, son acciones encadenadas de una misma estrategia regional: el control hegemónico de todo Medio Oriente y de sus recursos económicos por parte de Estados Unidos e Israel, según muy bien categorizara el profesor de la Universidad de York (Gran Bretaña), Alex Callinicos, en su libro «Los nuevos mandarines del poder americano» (Alianza, Buenos Aires, 2003).

La estrategia global de Estados Unidos contempla un capítulo latinoamericano. Los principales objetivos económicos, políticos y militares del mismo son: la desestabilización de Cuba y de Venezuela – incluso no hay que descartar agresiones armadas, encubiertas y visibles – y la obstrucción política del proceso de integración regional que se abre espacios dentro del Mercosur, pese a sus dificultades.

Es ese marco el que explica la campaña mediática lanzada por la CIA en América Latina, campaña que en las próximas semanas seguramente aumentará en volumen e intensidad.