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Campaña vendida como "información objetiva"

Guerra electoral: Para quién juegan The Washington Post y The New York Times

Fuentes: Red Informativa Virtin

Cualquier investigador objetivo del poder en EE.UU. sabe el rol que jugaron históricamente los dos más influyentes diarios norteamericanos, The New York Times y The Washington Post, como «propagandistas encubiertos» de la política exterior y de las invasiones militares estadounidenses por todo el planeta. Voceros calificados del poder que controla la Casa Blanca imperial, hoy, […]

Cualquier investigador objetivo del poder en EE.UU. sabe el rol que jugaron históricamente los dos más influyentes diarios norteamericanos, The New York Times y The Washington Post, como «propagandistas encubiertos» de la política exterior y de las invasiones militares estadounidenses por todo el planeta. Voceros calificados del poder que controla la Casa Blanca imperial, hoy, sin embargo, asumen el rol de «críticos» a la administración Bush.

The New York Times, y The Washington Post -como lo hicieron durante toda la campaña presidencial estadounidense en el 2004- están embarcados en una estrategia mediática contra la política militar de la administración Bush en Irak orientada a darle créditos electorales a los demócratas.

Este fin de semana los diarios The Washington Post y The New York Times, difundieron parte de un supuesto «informe confidencial» de los servicios secretos estadounidenses, en el cual se concluye que la guerra en Irak «incrementó la amenaza terrorista», al contrario de lo que afirma Bush.

The New York Times citó a funcionarios «anónimos» que leyeron el documento y concluyeron que «la guerra en Irak ha empeorado el problema general del terrorismo».

«Juego de equipo»

El Washington Post -en un inédito «juego de equipo» con su competencia- «confirmó» los datos del Times, citando a un funcionario «no identificado» de los servicios de inteligencia, quien afirma que el informe en cuestión sobre Irak «se trata de un análisis muy honesto» de la situación, que «enuncia evidencias».

El Post también señaló que el informe describe el conflicto en Irak como el «principal vehículo de reclutamiento de extremistas islámicos».

Refiriéndose al «informe» difundido por el Post y el Times, el pasado domingo la prensa estadounidense concluía que la información sobre Irak (citada por «informantes anónimos») tira abajo el argumento de Bush y de los republicanos que afirma que la invasión a Irak en 2003 y el derrocamiento de Saddam Hussein hizo de Estados Unidos «un país más seguro».

Confirmando la alevosa «operación de prensa» del Times y del Post, los opositores demócratas se valieron rápidamente de la revelación de este informe para atacar la estrategia del gobierno de Bush en Irak.

Campaña electoral demócrata: ¿»Información objetiva»?

Pero este hábito de vender campaña electoral demócrata como si fuera «información objetiva» no es nueva en las líneas editoriales del Times y del Post.

Desde que, por razones editoriales y comerciales, se hicieron marcadamente «anti-Bush» durante la campaña presidencial estadounidense de 2004, The New York Times y Washington Post tienen «percepciones diferentes», y descubren hechos de la realidad que antes no eran sujetos de atención en su política editorial. Por ejemplo Irak.

Antes de sumarse -junto a CNN y otras cadenas norteamericanas- a la campaña de Kerry y de los demócratas, en las elecciones pasadas, el New York Times y el Washington Post no sabían que existía la ocupación militar de Irak, o, mejor dicho, sólo conocían la llamada «guerra de Irak» contra el «dictador Saddam Hussein» contada por el Pentágono.

«Propagandistas encubiertos»

Cualquier investigador objetivo del poder en EE.UU. sabe el rol que jugaron históricamente los dos más influyentes diarios norteamericanos, The New York Times y The Washington Post, como «propagandistas encubiertos» de la política exterior y de las invasiones militares estadounidenses por todo el planeta.

Estos dos diarios fueron los difusores principales de las campañas de acción psicológica lanzadas desde las oficinas de inteligencia del Pentágono y de la Casa Blanca, desde donde los halcones y el lobby judío de Cheney y Rumsfeld planificaban las invasiones con el general Tommy Frank.

Sus reporteros, como se recordará, durante las invasiones a Irak y Afganistán viajaron con las tropas invasoras para destacar, antes que nada, la visión de los oficiales y soldados norteamericanos sobre los países invadidos.

Polea de transmisión e la CIA

Tanto The New York Times como The Washington Post, históricamente han servido de polea de transmisión de la CIA y del Pentágono en las campañas mediáticas orientadas a preparar el terreno para las invasiones militares norteamericanas, más allá que sus ejecutores fueran republicanos o demócratas.

Estos dos diarios, que hoy condenan las «torturas» de Bush legitimaron y fueron cómplice del criminal bombardeo y ocupación de Yugoslavia ejecutado por la administración del demócrata Bill Clinton, junto con la ONU y la OTAN en la década del noventa.

¿Y por qué esa súbita fiebre editorial «crítica» a la política militar de EE.UU. en Irak? ¿Por qué New York Times y Washignton Post denuncian todos los días las torturas y las lacras de la invasión militar? ¿Por qué se han convertido en difusores de los muertos y heridos que esconde el Pentágono? ¿Por que después de propalar la campaña de acción psicológica de la CIA para justificar la invasión a Irak, se convirtieron en los máximos difusores de las «mentiras» de la CIA?.

Sencillamente, porque el Times, el Post y las otras cadenas, después de apostar al proyecto perdedor de Kerry, siguen asociados a una parte del establishment norteamericano que quiere remplazar a Bush y a los halcones en el control de los negocios de la Casa Blanca.

Paradójicamente, y en las antípodas de sus posiciones históricas habituales (servir de voceros oficiales de las invasiones) The New York Times y The Washington Post se convirtieron en líderes de las denuncias contra la «guerra en Irak».

Sus páginas y portadas se llenaron de denuncias contra las torturas, contra las «mentiras» usadas para invadir, contra el «CIA-gate», y contra todo lo que respirara la palabra «Bush».

Estas denuncias contra Bush manipuladas electoralmente, así como las advertencias de «ataques terroristas» de Bush y los republicanos, son difundidas literalmente y sin ningún análisis a través de todo el planeta por las estructuras mediáticas locales que venden la campaña electoral norteamericana como si fuese «información objetiva».

De esta manera, The New York Times y The Washington Post, son los representantes más emblemáticos del lobby judío imperial que controla la Casa Blanca, con demócratas o con republicanos, se convierten en paladines del periodismo «crítico» y denunciero en EE.UU.

Y también como paradoja, la izquierda y el «progresismo» internacional convirtieron a estos dos medios (representantes genuinos del imperialismo norteamericano invasor) en una especie de biblia de cabecera de la «objetividad periodística».