Queridos compañeros, colegas y amigos: Gracias por estar esta tarde celebrando junto a nosotros los 25 años de vida del semanario Liberación. Quiero en primer lugar pedirle disculpas a los salvadoreños, ecuatorianos y guyaneses porque los nombres de sus países no han aparecido en el afiche y anuncios de esta actividad junto al resto de […]
Queridos compañeros, colegas y amigos:
Gracias por estar esta tarde celebrando junto a nosotros los 25 años de vida del semanario Liberación.
Quiero en primer lugar pedirle disculpas a los salvadoreños, ecuatorianos y guyaneses porque los nombres de sus países no han aparecido en el afiche y anuncios de esta actividad junto al resto de los de América Latina que rodean la figura del libertador Simón Bolívar.
Yo escribí esos nombres con tinta de colores muchas veces y al final al confeccionar el afiche, no sé porque razón estos queridos países hermanos se me fueron al tintero. Ahora el error lo hemos querido subsanar y aquí están los nombres olvidados en este cartel de la escena.
Los años han transcurrido rápidamente y nos parece extraño haber llegado a estos 25 años de existencia semanal de Liberación.
Cuando en octubre de 1981 se preparaba la aparición del primer número del semanario, teníamos sólo a nuestro favor un gran ímpetu juvenil – porque también algún día fuimos muchachos- y la experiencia de haber atravesado ya clandestinidades, cárceles y exilios, nos reafirmaron ideas y principios a pesar de los esfuerzos pedagógicos que hicieron los militares y sus asesores gringos para reformarnos. Ideas y principios que a la postre cimentaron el rumbo seguido por Liberación a través de casi tres décadas de aparición ininterrumpida en Suecia.
No teníamos al comienzo todos los conocimientos técnicos de cómo hacer un periódico ni mucho menos la comprensión de la realidad, que nos fue dando la vida en su complicado y a veces difícil decursar.
Y todos sabemos hoy, que en estos 25 años las pruebas a que hemos estado sometidos han sido complejas y duras muchas veces, no menos para un periódico alternativo, popular, antimperialista y solidario con los pobres como Liberación.
Hubo momentos en que muchos dudaban y otros nos invitaban a dejar de creer en una América Latina y en un mundo liberados del capitalismo y con desdén nos criticaban por no ser de una vez por todas «realistas» y tampoco aceptar que el socialismo «ya había sido».
Era el tiempo de los aturdidos y asustados por el derrumbe estrepitoso de socialismo del Este de Europa; la época de los que se sumaron para repetir los augurios de Washington de que Cuba y Fidel se caerían en pocos días.
Asistimos entonces -y aún quedan restos de ese fenómeno- al trasvestismo político, allá y aquí. A muchos viajes de la izquierda a la derecha.
Así lo recuerda Aram Aharonian, nuestro amigo director de Telesur en el saludo que nos enviara días atrás cuando decía: «muchos se perdían en la conformidad o la frustración, saltaban tranqueras para ser en edad madura todo aquello contra lo que habían peleado cuando eran jóvenes».
Quizá alguno pensó que nosotros también aquí, pondríamos Liberación a remate, o que nos transformaríamos en nuevos empresarios de la información de mercado.
Que olvidaríamos ideas y principios, si se quiere hasta una forma sencilla de vivir y trabajar. Que nos «jubilaríamos» de luchadores sociales, a cambio de poder obtener algo de los restos en el banquete del capitalismo neoliberal.
Pero elegimos en cambio, por convicciones profundas, éticas y si se quiere hasta estéticas, frente a tanta fealdad reinante, mantenernos lo mas lejos posible del festín de los aparentes triunfadores. Aunque pequeña, la voz de Liberación aún tenía mucho por decir.
¿Ibamos acaso a dejar sola a Cuba en Escandinavia, frente a una avalancha de todo tipo? ¿Podíamos dejar a los pueblos latinoamericanos mudos? ¿Solos a los familiares de los torturados, asesinados y desaparecidos en Chile, Argentina y Uruguay? ¿A los pueblos indígenas de nuestro continente, que irrumpían con sus luchas en los años noventa? ¿A las valientes batallas que comenzaron a darse contra las brutales consecuencias económicas y sociales del saqueo neoliberal en nuestro continente y en el mundo, que en países latinoamericanos incluso sacar a patadas a algunos gobiernos entreguistas? ¿A las víctimas de las guerras imperialistas de Estados Unidos y sus cómplices que siguieron la imposición del modelo pos socialismo? ¿A los pueblos bombardeados de Panamá, la ex Yugoslavia, o como hasta hoy a los heroicos palestinos, libaneses o iraquíes? ¿Ibamos acaso a callarnos y acomodarnos dejando sin denuncia y respaldo las protestas y búsquedas de alternativas al capitalismo salvaje, que se fueron generando no sólo en el Tercer Mundo sino también y por suerte, dentro mismo de las sociedades del mundo desarrollado?
Por último: ¿Ibamos a permitir que dos o tres periodistas de los grandes medios suecos hablen por nuestros pueblos y decidan qué y cómo, se debe informar sobre América Latina?
¡No compañeros y amigos que esta tarde nos reunimos para celebrar estos 25 años de Liberación!
No lo hicimos, ni lo pensamos hacer. Como dicen las Madres de Plaza de Mayo «La única lucha que se pierde es la que se abandona» y esta frase sabia -que creo también la recordábamos en el festejo similar de hace siete años atrás- tiene permanente validez, no tiene fecha de caducidad.
Porque Cuba sobrevivió y avanza.
Nació y de desarrolla el proceso bolivariano en Venezuela.
Bolivia con su presidente indígena comienza a recuperar sus riquezas.
En Brasil los pobres llevaron a un obrero al gobierno, le exigen la Reforma Agraria y que rompa definitivamente con los restos de las políticas neoliberales.
En Uruguay que se cumpla con el programa del Frente Amplio.
Es decir, las batallas continúan y «muchas cosas veremos» como le decía don Quijote a Sancho Panza.
Por último y para terminar, vaya nuestro recuerdo emocionado a quienes hoy no están con nosotros porque murieron o están lejos geográficamente. Nuestro agradecimiento a todos los que han contribuido a hacer Liberación posible; lectores, colaboradores, amigos, por el apoyo recibido en la tarea.
En todos estos años seguramente no pudimos hacer muchas cosas que hubiésemos querido, pero estén seguros, de que nadie nos ha podido obligar a hacer lo que no deseábamos.
La lucha continúa para que exista siempre una información y análisis, veraz, crítico y alternativo.
Muchas gracias