«Por esta razón me volví muy peligrosa, ya que no hay nada mas peligroso que las palabras cuando son emitidas y sentidas por los pueblos». Dra. Escopeta El por qué de la creación de una radio no comercial o libre puede tener varios motivos, permítaseme presentar los nuestros. El año 2006 en México, puede leerse […]
«Por esta razón me volví muy peligrosa, ya que no hay nada mas peligroso que las palabras cuando son emitidas y sentidas por los pueblos».
Dra. Escopeta
El por qué de la creación de una radio no comercial o libre puede tener varios motivos, permítaseme presentar los nuestros.
El año 2006 en México, puede leerse como una coyuntura que alumbra procesos y tensiones que explorar, coyuntura que configuró un conjunto de eventos que desataron cuestionamientos al modelo de mando y la gobernabilidad neoliberal de manera crítica. La exposición de los eventos nodales será en orden de acontecimiento y se discutirán las temáticas que aportaron, debemos entender a los tres momentos como formas de esta crisis del mando y de la condensación de tensiones de largo aliento que reactivaron la protesta, pero de manera fundamental, de novedosas formas de exploración práctica.
Se iniciaba el año en que se renovaría la presidencia de la república, misma que había sido ganada en el año 2000 por el conservador Partido Acción Nacional (PAN), que ponía fin a más de setenta años de hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) – Partido que se había formado como unificación de los grupos y tendencias que habían pactado al termino de la Revolución mexicana de 1910 y que había fungido como el gran articulador del estado-nación en México – . El candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la izquierda institucional, salía al frente de todas las encuestas sobre preferencias electorales. Esto desató la embestida de la administración saliente llegando a extremos inimaginados como la utilización de estrategias para-legales para el denuesto, utilizando entre ellas, propaganda en medios bajo discursos de miedo: «el candidato de izquierda te va a quitar tu casa y demás bienes», «plantea un regreso al pasado», «es un violento y autoritario», «es amigo de Chávez» «Obrador es un peligro para México». El continuo golpeo desde los medios de comunicación, la mayoría en manos del duopolio Televisa-TV Azteca- ligados a lo grupos políticos cercanos a la tecnocracia neoliberal-, dio pauta al linchamiento mediático y a la crispación social. De esta manera el imaginario de legalidad y el airado discurso de democratización de las instituciones y vida política a partir de la alternancia, se vio cuestionado. Este hecho hizo visible las frágiles mediaciones sociales que el estado mexicano había intentado formar a lo largo del siglo XX.
Simultáneamente se iniciaba un nuevo desafío lanzado por el zapatismo. Situada bajo la coyuntura electoral, La Otra campaña se planteaba como el esfuerzo de construcción social más ambicioso, interesante y complejo que un movimiento social hiciese, complejo sobre todo ante la falta de referentes históricos. La convocatoria era no solo a mostrar solidaridad con las justas demandas que los zapatistas plantearan, la diferencia ahora era el implicarse, la otra campaña no interpelaba a un ustedes, ni se refería a un ellos, interpelaba a un yo, desde cualquier posición que ese yo escuchara y se encontrara. La forma de política que se buscaba hacer no se centraba en la espectacularidad sino en el acto; utilizando la metáfora teatral, podría decirse que buscaba constituir actores no espectadores. La otra forma de hacer política iniciaba entonces desde esa forma de interpelación directa, de ahí la importancia de la escucha. La primera etapa de la otra campaña se hizo escuchando, subvirtiendo de ese modo la forma de la política tradicional, la del habla vertical, la de la voz que sabe. El escuchar permitió enlazar experiencias de resistencia y reactivar memorias de lucha de todos los grupos subalternos, sentir que su palabra valía. El poder hablar desde abajo, eso en sí mismo era la inversión práctica de la hegemonía. El zapatismo articuló en la Sexta Declaración su diferencia de fondo y forma con la izquierda institucional, la distancia se hacía desde la perspectiva que el PRD se encontraba, al igual que la izquierda institucional en Sudamérica- Brasil y Chile-, bajo la mediación neoliberal, quedando atrapada en un centro que recomponía las relaciones de estabilidad en la exclusión y en la precarización social. La gira de la Otra campaña develó la situación de hartazgo y potencial explosividad social en el México profundo. En comunidades campesinas e indígenas de los estados de Morelos, Guerrero y Estado de México, muchos de los grupos manifestaron la sensación del límite, a la par que endurecían, con la rabia a flor de piel, sus discursos: «hasta morir si es preciso».
A final del sexenio, la promesa y la esperanza de que la alternancia en el poder iba a traer una mejora sustancial en la vida y en las perspectivas futuras de la población más desfavorecida se vieron frustradas, de alguna manera esto tuvo sus síntomas en el incremento de la conflictividad social y en la presión para el uso de la mano dura ante la protesta social, en este escenario se encuentra la represión a la huelga de SICARTSA (compañía Siderúrgica en el occidente del país), y la negligencia y corrupción gubernamental ante la muerte de decenas de mineros en Coahuila, pero sobre todo la brutal represión al pueblo de San Salvador Atenco.
En días previos a la elección, la embestida contra el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, adherentes a la Otra Campaña, – grupo surgido ante la defensa de sus tierras al pretender ser expropiadas en el año 2001 por el estado, mismos que echaron atrás dicho proyecto del gobierno de alternancia-, develó una estrategia de disociación que se ensayó contra población abierta, como una manera de medir las repercusiones sociales del uso de la fuerza, esto constituyó un hecho ominoso, de las violaciones más graves a los derechos humanos en la llamada «consolidación democrática». Develó también el cinismo de las élites políticas. Ante los ataques sexuales a las mujeres indefensas, se silenció expresamente a las víctimas de una manera atroz desde los ámbitos gubernamentales y mediáticos.
Y aquí quiero detenerme, porque fue en este momento, con Atenco, donde se revela una de las estrategias mejor planeadas desde los grupos de poder político y económico, para tratar de ensayar el dislocamiento de los movimientos sociales y la recomposición hegemónica. En ese momento, un arrollador embate de medios electrónicos y escritos, todos ellos propiedad de los grupos económicos más poderosos del país, hicieron eco de la línea gubernamental, aislando, minimizando y avalando los excesos de fuerza, los abusos de autoridad y las claras violaciones a los derechos humanos. Justificando la represión en contra de «los violentos», aquellos parias que se opusieron al progreso de México al oponerse al aeropuerto.
Días después, y todavía en la lucha por la excarcelación de miembros del Frente de Pueblos y demás pobladores de Atenco – y de otros lugares que fueron detenidos mientras se solidarizaban, cubrían investigaciones o notas periodísticas-, llegaba el dos de julio, día de la elección presidencial, y la anunciada – y temida por muchos-, posibilidad de un gobierno de «izquierda» en la jefatura del Estado. El desenlace de esa jornada y los días subsecuentes, fue uno de los fraudes electorales más sofisticados que se conozcan, y quizá uno de los procesos más difíciles de simbolizar socialmente en épocas recientes, con este fraude se cierra, la etapa de referente electoral como pieza válida en el sistema político, queda la idea de la imposibilidad del cambio social en los parámetros ficticios del juego político, el discurso tocó su límite encontró la desnudez de la ficción. La movilización social no se hizo esperar y abarrotó en tres ocasiones el centro de la ciudad de México con más de 2 millones de personas.
La estrategia del silenciamiento de lo que sucedía volvió a implementarse, en uno de los peores embates mediáticos orquestados en contra de una fuerza política, el PRD, misma que reclamaba fraude y el conteo repetido de todos los votos en cada casilla electoral. La estrategia hasta el hartazgo repetida en todos los medios, salvo algunas excepciones, fue presentar a las millones de personas que tomaban las calles, como un movimiento de «acarreados» y de «violentos desestabilizadores» de la paz social, siendo calificados de «peligro para México». Esto desencadenó prosas de encono y evidenció la fragilidad de la mediación social construida bajo el régimen político de la revolución y continuadas a lo largo del estado benefactor en la primera mitad del siglo XX, las tramas de interpelación estatal fincadas en la ciudadanía y en la igualdad abstracta nunca fueron enraizamientos prácticos, fragilidad que la reestructuración neoliberal potenció, no es lugar para esa discusión, pero lo que estas coyunturas pusieron en primer plano es el quiebre de esa referencialidad en el estado y en la política, de esa política de rearticulación hegemónica, de la estabilización en la exclusión.
La Doble conciencia
Las prosas que acompañaron a esta rearticulación pasaron por el reenvío a la diferencia interna, diferencia inherente a la historia social de Latinoamérica; rearticulando el racismo y la discriminación por clase, una discriminación en latencia que se había soslayado a partir de la ampliación social en el régimen posrevolucionario y a través del consumo. Estos discursos apelaron a una colonialidad del poder, en donde el mundo subalterno indio-campesino, es imaginado desde la minusvalía, no es casual que el conservadurismo en México haya estado asociado a la exaltación criolla, a la desesperada búsqueda de la ascendencia hispana colonial. Este es el fenómeno de la Doble conciencia, discutida desde las antropologías de la postcolonialidad. Cabe mencionar que la derecha en México, apela a dicha ascendencia, muchos de sus principales cuadros reivindican su estirpe. En esta larga duración, la derecha y los sectores identificados con su apuesta política, desenmascararon esos sentimientos escondidos y los explicitaron en los espacios de opinión.
De esta manera los discursos emitidos desde voceros facultados, en medios electrónicos e impresos y en spots políticos, buscaron insertar la percepción, construir el consenso, de que el simpatizar con la izquierda (la oficial o no) era cosa de «indios», «pobres» e ignorantes. Una anécdota personal puede ilustrar el punto, estando en el aeropuerto internacional de Santiago de Chile, escuché el dialogo que un pasajero mexicano sostenía con otros chilenos, a la pregunta sobre lo que sucedía en México respondía – A López Obrador lo apoya mucha gente, pero son los ignorantes que son engañados, bueno, también lo apoyan muchos intelectuales, pero no lo entiendo… El gobierno actual ha trabajado bien [refiriéndose al derechista PAN], tenía muchos proyectos buenos, pero no lo dejaron trabajar, iba a construir un aeropuerto de primer mundo pero los indios [refiriéndose a los habitantes de San Salvador Atenco] no lo dejaron, ya ven que los indios son violentos por naturaleza…
En ese entresijo se estaba cuando sucedió lo de Oaxaca, en uno de las experiencias organizativas más interesantes que se gestó al margen de los organizaciones políticas oficiales de izquierda (PRD, PT), cabe mencionar que el zapatismo tampoco tuvo vinculaciones directas en la conformación de dicho movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), aunque en este sentido es complejo el detalle, dado que hubo organizaciones dentro de la Otra Campaña que pertenecieron también a la APPO. El movimiento iniciado por las demandas de maestros para la re-zonificación de salarios, tuvieron la simpatía de los pobladores en general, ante la primera represión masiva – había antecedentes ya de represión selectiva- la población se volcó en solidaridad y además muchos de ellos vieron la similitud de las luchas, la ilegitimidad del gobernador del estado, quién llegara al mando también bajo sospechas de fraude electoral y quién se había estrenado en el ejercicio del gobierno, persiguiendo a muchos lideres campesinos. Esto condujo a la formación de la APPO, quién rebasara las demandas de los maestros y perfilara a un experimento de organización autonómica fincado en la horizontalidad y en la forma asamblearia de la toma de decisiones. El 29 de octubre de 2006 el ejército y la Policía Federal Preventiva [cuerpo policial militarizado] tomaron de manera violenta el centro de Oaxaca con el claro objetivo de reestablecer el orden corrupto que ya no contaba con legitimidad alguna dentro de la población mayoritaria de ese Estado. El restablecimiento de dicho orden significó la determinación del Estado mexicano de destruir a la APPO, un movimiento que encarnó la experiencia de autonomía de masas populares más importante del país. El 2 de noviembre fue significativo porque se contuvo durante horas el que los cuerpos militarizados entraran al campus universitario en donde se encontraba, transmitiendo, una de las radios que articulaban al movimiento: la radio Universidad Autónoma Benito Juárez, así la «batalla de Oaxaca» fue la defensa estudiantil y de los vecinos quienes con piedras y palos contuvieron el avance de los cuerpos militarizados. Con Oaxaca se estrena el nuevo gobierno conservador emanado del fraude electoral, la estrategia fue, como la ya ensayada con Atenco, el desgastar y golpear al movimiento por vías ilegales (desapariciones, torturas y asesinatos, entre ellos el de Brad Will reportero de Indymedia).
Lo que los tres momentos significan, es la crisis del modelo mando-obediencia fincada en la trama estatal y en las mediaciones liberales de los estados nacionales. Dicha crisis pasa por el quiebre de la interpelación bajo los parámetros de inclusión aparentes como la ciudadanía y se potencia por la insuficiencia en la vinculación de nuevas subjetividades en el consumo, como apuesta de la estabilización neoliberal. Es interesante ver algunas similitudes de fondo con la crisis argentina del 2001, en algunos análisis la «Comuna de Oaxaca» se interpretó como el «Que se vayan todos». Lo popular del pueblo y el que no quede ni uno solo, hablan del vaciamiento de la representación de ese pueblo detentado desde la hegemonía.
El por qué de la radio
Ante estos tres escenarios que se empalman en tiempo hasta el día de hoy, ante la estrategia hegemónica de aislarlos y denostarlos para legitimar socialmente su destrucción, nos dimos cuenta de la urgentísima necesidad de contar con medios que, independientes del poder, mostraran la voz y perspectiva de aquellos que han sido los silenciados de siempre.
En esto el movimiento de Oaxaca fue una gran inspiración. Si bien ya existían en el país medios libres (sobre todo radios, desde los años setenta) – productos de luchas previas como la huelga estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1999 – que dio lugar a la Ke Huelga radio-, o varias radios comunitarias – entre ellas La Rebelde zapatista- ; Oaxaca nos enseñó de la función social de la comunicación y la coordinación a través de la utilización de los medios como estrategia de inversión de perspectivas.
Uno de los momento más brillantes de la APPO fue cuando decenas de mujeres -en la conocida como «Marcha de las cacerolas»- tomaron varias estaciones de radio comerciales y dos cadenas locales de televisión. Muchos pudimos seguir los acontecimientos y constatar el apoyo social a la lucha de Oaxaca a través de los medios tomados y creados. La coordinación de las estrategias locales se dio a través de la radio, tan fue así, que cuando los grupos policíacos de inteligencia lo entendieron, procedieron a la destrucción de los equipos de transmisión.
La única forma de enterarse de los acontecimientos fueron algunos diarios independientes como La Jornada y Noticias, pero de manera fundamental fueron los medios libres, mismos que aún cuando se destruían los equipos locales de transmisión, prestaban su transmisión aérea o por Internet para emitir la señal desde Oaxaca, estrategia a la que se conoció como «espejo».
De esta manera, ante estos escenarios descritos y en el impasse de digerir lo acontecido, un grupo de personas y colectivos de distintas filiaciones e intereses, preocupados por el silenciamiento aplastante de las voces en disenso, nos organizamos para crear una radio independiente, que nucleara nuestras necesidades de expresión y nuestras demandas por información. Así, con bastante ingenuidad sobre la complejidad de sostener un medio de estas características, formamos La Rabiosa Radio que transmite recién desde la ciudad de Puebla, México.
Este esfuerzo se vertebra bajo el principio de autogestionarnos en nuestras necesidades y deseos, creemos que en algo muy pequeño también se subjetiva la idea de lo posible, de hacer tangible esa sensibilidad que aspira a la construcción de lo por-venir.
La Rabiosa radio toma su nombre de la rabia que produce el hartazgo a las condiciones actuales del país y del mundo, de la humillación e injusticia institucionalizada; una forma del grito que dice basta, de ese impulso que rechaza al mundo tal y como es.
En La Rabiosa nos organizamos en programas donde cada grupo o persona tiene la libertad de elegir los contenidos, para expresarlos al resto y abrir al mismo tiempo el espacio para que otros a su vez se expresen. Los programas con los que iniciamos son:
- Sonidos Libertarios. Programa de reggae y ska elaborado por jóvenes artistas independientes de Puebla que buscan difundir la cultura de estos géneros acompañada de la conciencia, historia y mensaje que en esta música existe.
- El cuentito Diario. Especie de radionovela, un esfuerzo abierto a distintos colaboradores de la radio, donde semana a semana se cuentan historias de lo cotidiano: como la vida de un emigrante, de una mamá soltera, de un chofer, etc.
- Taloneando el mundo. Este espacio es creado por un grupo de compañer@s que se encargan de presentar las experiencias de resistencia mundial. Haciendo entrevistas a colectivos y personas de otros países sobre formas de organización y acción, para que tod@s conozcamos su experiencia, buscando diluir fronteras y tejer encuentros.
- Cuakearte. Este programa es elaborado por el Colectivo Urbano de Arte y Cultura de la ciudad de Puebla, conformado por artistas independientes. Este programa muestra la cultura popular urbana con música creada por ellos mismos.
- Stoy Lucas, Investigador. Los encargados de este programa realizan investigaciones, documentales y en medios electrónicos, sobre empresas transnacionales y políticas públicas que afectan la vida de comunidades y equilibrios ecológicos, presentando la información como un relato de ficción.
- Memoria Rebelde. Este es un programa que relata la historia de México, pero no desde la perspectiva oficial, sino documentando las condiciones sociales que se vivían en tiempos pasados y que posibilitaron las luchas actuales.
- El chupón asesino. «Programa para adultos de amplio criterio y niños de todas las edades.» Este programa para niños es realizado por una familia. Los niños conductores del programa escriben lo que quieren decir, graban y editan, así como eligen la música que lo acompañará.
- Bocina intoxicada. Programa sobre la cultura hip-hop que difunde el movimiento rebelde e independiente mexicano. El hip-hop es conformado por 4 elementos: el graffiti, el MC (el que rapea), el breaker (el que baila) y el Dj (el que acompaña con la música), de estos cuatro elementos, los conductores del programa se expresan en dos: como grafitero y como MC. Bocina intoxicada es «un espacio desde la calle para el barrio»
- Dragón Barricada. Este programa realiza entrevistas a la gente que convive en nuestra ciudad, en las calles: los roleros, los artesanos, los vendedores ambulantes, el payasito del semáforo, etc. Desde la misma vivencia de quien surge de la calle, el conductor (quien fuera niño de la calle) regresa a ella para recoger las voces de nuestra ciudad.
- No somos nada. Programa que difunde la música e ideología del rock radikal. Un programa para los que sienten que su voz no se escucha con demasiado peso, quienes expresan su rabia acompañados de las guitarras, batería, bajo y demás instrumentos.
- Transeúnte. Programa de Rock en español, que da espacio a las bandas de Puebla, uno de los pocos espacios que difunde los eventos y conciertos independientes de Puebla, este programa se transmite por el 96.9 de FM (Radio BUAP) y La Rabiosa lo transmite por Internet.
- Seminario de Teoría Crítica. Este es un espacio que transmite el Seminario de Subjetividad y Teoría Crítica que se realiza en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla. Dicho seminario es coordinado por Sergio Tischler, John Holloway y Fernando Matamoros y en el que participan académicos, estudiantes, invitad@s de varios países y personas diversas. Este seminario lleva años de estarse realizando y enlazándose con diversas personas en el mundo, La Rabiosa lo transmite ahora por Internet para facilitar puentes de comunicación y reflexión.
La Rabiosa radio se puede escuchar en www.larabiosaradio.org