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Los medios acusan al Centro Social Ocupado de Sevilla de pertenecer al entorno de ETA

Desinformación sobre Casas Viejas

Fuentes: Rebelión

Somos periodistas andaluces que, escribiendo a título personal, deseamos reflexionar sobre la cobertura informativa dada a la cuestión del desalojo del C.S.O.A. Casas Viejas y, más concretamente, sobre las infundadas acusaciones que relacionan a los miembros de este colectivo juvenil con la banda terrorista ETA o, lo que con demasiada ligereza, algunos medios han dado […]


Somos periodistas andaluces que, escribiendo a título personal, deseamos reflexionar sobre la cobertura informativa dada a la cuestión del desalojo del C.S.O.A. Casas Viejas y, más concretamente, sobre las infundadas acusaciones que relacionan a los miembros de este colectivo juvenil con la banda terrorista ETA o, lo que con demasiada ligereza, algunos medios han dado en denominar ‘entorno abertzale’, con todas las connotaciones que actualmente tiene este término.

Al igual que muchos ciudadanos, hemos expresado en numerosas ocasiones -por medio de nuestro trabajo diario, movilizaciones o, simplemente, compartiendo el dolor- nuestro absoluto rechazo y condena a ETA, defendiendo el compromiso y la unidad de todos los sectores sociales para acabar, empleando todos los métodos democráticos, con el terrorismo. Pero, honestamente, jamás pensamos que se utilizaría esta amenaza del modo tan irresponsable que algunos medios de comunicación sevillanos y autoridades públicas han empleado para criminalizar a un grupo de ciudadanos que han optado por una forma no violenta de defender sus ideales. Unos ideales y actuaciones que se podrán compartir o rechazar y que pueden estar sujetos a crítica, como los propios miembros de Casas Viejas reconocen con loable dignidad, pero que en una democracia tienen todo el derecho a ser defendidos, expresados y respetados.

Como periodistas y profesionales de la información creemos que las acusaciones vertidas contra los miembros de Casas Viejas -sin ninguna prueba que las sustente- son de enorme gravedad y, en este sentido, nos sorprende el escaso, por no decir nulo, debate que ha generado entre nuestros compañeros de profesión. Con Casas Viejas se han roto una serie de barreras éticas y de dignidad periodística en nuestra ciudad que tardarán años en recomponerse. Que determinados medios de comunicación sevillanos, de tradición centenaria, respetados y líderes de opinión para un sector de la ciudadanía, puedan -a través de acusaciones no probadas, mentiras y manipulaciones- atacar impunemente a ciudadanos inocentes que -repetimos- han actuado en todo momento de modo pacífico es algo que, para empezar, deshonra a nuestra profesión pero, sobre todo, desacredita para siempre a quienes lanzan y dan eco a estas gravísimas acusaciones a sabiendas de la absoluta falsedad de las mismas. Que se acuse a un grupo de ciudadanos de «haber contado con la supervisión etarra» para construir el túnel de Casas Viejas -que no ‘zulo’- sin aportar la más mínima prueba y con argumentos tan burdos como, por ejemplo, el haber encontrado en Casas Viejas documentos en euskera (¡cabe mayor insulto que considerar prueba incriminatoria el hecho de poseer material escrito en una de las lenguas oficiales de España!) es simple y llanamente, un insulto a la inteligencia y una falta de respeto a los lectores. Que este tratamiento informativo no haya provocado ni siquiera una llamada de atención de la Asociación de la Prensa de Sevilla, de los propios medios o de otras entidades de defensa del lector es cuanto menos preocupante y ante todo un claro síntoma de la pérdida de referentes del periodismo como contrapoder.

Somos periodistas y estamos orgullosos de ello. Estudiamos nuestra carrera por vocación. Porque seguimos creyendo, tal vez ilusamente, que un reportaje bien escrito, acorde a los principios éticos y profesionales que nos enseñaron, puede hacer este mundo un poco mejor. De igual modo, también creemos que todavía hay en el periodismo unos códigos de honor: no mentir, no manipular, no ocultar información, contrastar fuentes… Los medios que han relacionado al colectivo Casas Viejas con ETA «y su entorno» han violado todas y cada una de las reglas éticas y morales que nos inculcaron en la Universidad y que, en momentos históricos en nuestro país, han hecho grande a nuestra profesión.

Pero sobre todo, creemos que hay algo más grave: cuando se utiliza la expresión «entorno de ETA» para atacar a un grupo de jóvenes, del mismo modo que el senador McCarthy empleaba la palabra ‘comunista’ para atacar cualquier tipo de disidencia en el Hollywood de los 50, en unos momentos tan graves como los que estamos viviendo -cuando recientemente la banda terrorista ha asesinado a dos hombres- creemos que no sólo se está destrozando la vida de personas concretas -con nombres y apellidos, con su profesión, reputación, familiares y amigos- que se ven injustamente en el punto de mira de los ‘dos minutos de odio’ orwellianos por el hecho de defender sus ideas; sino que, ante todo, se le falta el respeto a las víctimas de ETA, por cuanto se banaliza la causa de su dolor y se despoja de entidad a los asesinos. Y lo que es peor: contribuye a que ETA triunfe por partida doble, al instaurarse el miedo a disentir y convertirnos a todos en delatores y sospechosos.

El silencio de la profesión periodística ante estos graves acontecimientos da patente de corso para la instauración del neo-McCarthysmo, en definitiva para la instauración de la sospecha ante cualquier persona que tenga otra forma de ver la realidad. Bastará con acusarla de «pertenecer al entorno» de lo que sea ¿Tendremos que volver a recitar la tan manida frase atribuida a Berltot Bretch*:

«Primero cogieron a los comunistas,
y yo no dije nada por que yo no era un comunista.
Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los obreros,
y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se metieron con los católicos,
y no dije nada porque yo era protestante.
Y cuando finalmente vinieron por mí,
no quedaba nadie para protestar».

(Bertolt Brecht )

Desde la confianza en nuestra profesión como baluarte democrático, esperemos que no.

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*(Nota del Editor)

Los versos que los autores atribuyen a Bertolt Brecht son, realmente, de Martin Niemöller, tal y como se puede comprobar en, por ejemplo, Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Martin Niemöller y como así nos indica nuestro lector Mikel Arizaleta. En el enlace también se puede comprobar la poesía original.