Expertos en política exterior, medios de comunicación y derechos humanos lamentan la trivialidad que perciben en los debates televisivos de la campaña electoral en Estados Unidos, atribuida, en buena medida, a la actuación de los periodistas que los moderan. Según estos críticos, en esos programas se ignoran muchos de los problemas más acuciantes que afronta […]
Expertos en política exterior, medios de comunicación y derechos humanos lamentan la trivialidad que perciben en los debates televisivos de la campaña electoral en Estados Unidos, atribuida, en buena medida, a la actuación de los periodistas que los moderan.
Según estos críticos, en esos programas se ignoran muchos de los problemas más acuciantes que afronta este país, en especial los relativos a los derechos humanos, cíviles y políticos.
De ese modo, en esas polémicas no se consideran cuestiones cruciales como los límites a la autoridad presidencial, la separación de poderes, el papel de la justicia y las escuchas telefónicas clandestinas ordenadas por el gobierno.
También están ausentes del debate el secuestro de supuestos terroristas y su entrega a países donde se practica la tortura, la situación de los detenidos en la base naval estadounidense en Guantánamo, Cuba, y las prisiones secretas de la CIA en terceras naciones.
Los debates fallan porque «todo el proceso de discusión se concentra en la personalidad de los candidatos», explicó a IPS el periodista Danny Schechter, de Mediachannel.org, sitio electrónico de una organización no gubernamental especializada en análisis de medios.
Schechter denominó ese fenómeno «eleccionimiento» (en inglés, ‘electotainment’), palabra que combina «elecciones» y «entretenimiento», y advirtió que, en ese marco, «se avivan los conflictos sin buscar soluciones». «Hay calor, no luz», resumió.
Hasta ahora, se televisaron 20 debates entre aspirantes a la presidencia, en su mayor parte patrocinados por canales televisivos de noticias como CNN, Fox News y MSNBC, y moderados por conductores de informativos de televisión asistidos por unos pocos periodistas de medios escritos.
Cuando concluya el proceso de elecciones primarias –el gobernante Partido Republicano ya consagró a John McCain como candidato, mientras el opositor Demócrata aún no terminó de decidirse entre Hillary Rodham Clinton y Barack Obama–, habrá varios debates televisados entre los presidenciables y vicepresidenciables.
La agenda de los realizados hasta ahora incluyó cuestiones de fuste, como la atención de la salud, el comercio mundial, la economía, la educación y el terrorismo. Pero los derechos humanos, civiles y políticos han brillado por su ausencia.
«Los partidos parecen haberse puesto de acuerdo en no tratar estos asuntos», dijo a IPS el abogado, profesor de la Universidad de Columbia y presidente del no gubernamental Centro para los Derechos Constitucionales, Michael Ratner, defensor de varios prisioneros en Guantánamo.
«Los demócratas creen, equivocadamente, que defender los derechos humanos debilita su imagen de firmeza contra el terrorismo. Los republicanos probablemente no quieran ser responsabilizados de actos inconstitucionales o inhumanos, o al menos no en un debate público. Y es posible que los moderadores entiendan eso», agregó.
Para colmo, gran cantidad de preguntas trivializaron las polémicas, entre las que el periodista Jamison Foser recordó las siguientes: si debería reformarse la Constitución para que el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, pueda ser candidato a la presidencia a pesar de haber nacido en Austria, cómo se vestirán los candidatos en Halloween y si en verdad el legislador demócrata Dennis Kucinich había avistado un objeto volador no identificado.
Mary Shaw, de la filial estadounidense de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, dijo a IPS: «Es muy importante que los candidatos compartan honestamente sus opiniones e intenciones sobre estas cuestiones. Nos arrastraron a ciegas hacia una guerra en Iraq. No podemos darnos el lujo de ser arrastrados a ciegas hacia otras atrocidades, cometidas en nuestro nombre y con el dinero de nuestros impuestos.»
Los temas marginados de la agenda son «cruciales para la supervivencia de la democracia estadounidense», advirtió Patricia H. Kushlis, diplomática retirada con 25 años de experiencia que hoy codirige el conocido blog WhirledView (http:/whirledview.typepad.com).
«Si a los candidatos presidenciales se les permite esquivar estos asuntos, la mayor parte de la culpa, desde mi punto de vista, recae sobre los representantes de los medios y organizaciones que dirigen y televisan los debates», dijo Kushlis a IPS.
Los cuestionamientos de la experta se refieren «a los formatos elegidos, las preguntas formuladas y el modo y el orden en que éstas se suceden».
La otra codirectora de WhirledView, Patricia Sharpe, experta en política exterior y seguridad nacional, coincidió con este punto de vista.
«Puedo entender que los candidatos no desaten discusiones sobre asuntos complejos y controvertidos. Lo que es difícil de entender es por qué los moderadores no los crean» con sus preguntas, dijo Sharpe a IPS.
El abogado Brian J. Foley, profesor de la Facultad de Derecho de la Uiversidad Drexel, piensa lo contrario. «Acuso a los moderadores, pero más aun a los propios candidatos. ¿Por qué compiten por la presidencia si no es para corregir estos errores tan graves, las fechorías y el ‘modus operandi’ de un presidente abusivo?», inquirió.
«En una democracia real, los temas importantes deberían ser centrales en los debates, pues saber cómo se ubica un candidato en torno de ellos es crucial y básico para elegir el voto», dijo IPS Edward S. Herman, profesor emérito de la Universidad de Pennsylvania.
Para Herman, en la actual campaña debería discutirse acciones del gobierno de George W. Bush, «una administración que arrasó brutalmente con principios constitucionales del sistema de pesos y contrapesos (entre poderes) y con el estado de derecho en sí mismo».
Entre las acciones que demuestran esa forma de gobernar, el experto mencionó «la firma de declaraciones presidenciales que implícitamente ignoran la voluntad del Poder Legislativo» y la reivindicación del derecho «a torturar y a mantener detenido a cualquiera que se considere ‘combatiente enemigo'».
«Si esas cosas no pueden debatirse, estamos en problemas. Y lo estamos», concluyó Herman.