En cualquiera de las legislaciones de nuestros países, están por demás establecidas las formas y condiciones en que se estipula la conformación de empresas en diferentes actividades de la economía de nuestros pueblos, condiciones que son unas más ventajosas que otras, siempre favoreciendo a la «libre empresa», por no decir a la empresa privada. Sin […]
En cualquiera de las legislaciones de nuestros países, están por demás establecidas las formas y condiciones en que se estipula la conformación de empresas en diferentes actividades de la economía de nuestros pueblos, condiciones que son unas más ventajosas que otras, siempre favoreciendo a la «libre empresa», por no decir a la empresa privada. Sin embargo pese a las grandes facilidades otorgadas a los inversores, para saquear recursos naturales en condiciones leoninas, así como para el establecimiento de cualquier otro tipo de empresas en sectores de la producción, alimentación, agropecuaria, etc. .etc. etc., sólo por rellenar requisitos se les exige una serie de condiciones, respecto al medio ambiente, y algunas que otras normas, que vayan en pro de la «salud de la población «.En lo referente a condiciones impositivas, eso es harina de otro costal.
Amparados en las mismas leyes estipuladas para la conformación y establecimiento de empresa, cualquier «emprendedor» o empresario privado o ciudadano con dineros de dudosa procedencia, solicita utilizar parte del espacio radioeléctrico que es de propiedad de todos y cada uno de los ciudadanos de nuestros países y si no hay concesiones libres, compra algún o algunos medios de comunicación y listo, eso es todo y así se convierte en empresario de la «comunicación», con el derecho de agraviar a quien le parezca un peligro a sus intereses de clase.
Para este tipo de empresa no hay ninguna clase de obstáculos, ni ambientales ni de ningún otro tipo, todos amparados en » la libertad de prensa», fácil y así comienza a operar uno de los instrumentos más perniciosos para la salud mental en que se están convirtiendo en este siglo los medios de comunicación, televisivos, radiales y escritos, en manos de «emprendedores» y empresarios privados que a la sazón se han transformado en vanguardia política de oposición a gobiernos que buscan mejores condiciones de vida para las mayorías nacionales por tanto tiempo postergadas .
Además esa prensa empresarial es una fiel defensora de gobiernos que representan sus intereses de clase, aunque los mismos sean gobiernos acusados por la comunidad internacional de violar los derechos humanos como es el caso irrefutable del gobierno Colombiano.
Es bueno recordar que todos estos medios de comunicación empresarial, ya no dependen de inversores nativos solamente, todos o casi todos están conectados a las grandes cadenas del sistema capitalista, como uno de los principales instrumentos de desestabilización de gobiernos que no sea cliente de las políticas de los EE.UU. sin mediar para eso en mentir, difamar, tergiversar, enajenar y de acuerdo a informes de estudios hechos por entendido médicos en la conducta humana, están enfermando a grandes contingentes de las poblaciones, especialmente disociando a fracciones de la clase media incitándolos a la violencia con el fantasma de que «el comunismo esta llegando» y que» les arrebatará sus hijos y todo su tener». Ese viejo discurso obsoleto de décadas pasadas, hace carne en estos sectores acostumbrados a vivir de las migajas de las burguesías nacionales, es hora de contrarrestar eficientemente esa guerra mediática del imperio global.
Es cierto, hay avances en nuestros países por neutralizar, semejante bestia mediática, con medios oficiales de la comunicación que a veces, por pretender «parecerse» a los medios empresariales caen en lo simple de ser solo medios de comunicación y no instrumentos para la liberación, y eso tendrá que curarse nombrando a la cabeza de estas empresas no solo a expertos de la comunicación, sino a entendidos en la lucha de la liberación de nuestros pueblos.
Hay que iniciar el boicot, con campañas masivas para desenmascarar la actitud de estas empresas de la comunicación mentirosa y dañina para la salud mental. Esta acción debe alcanzar a que los pueblos eviten del uso de ninguna de estas cadenas, radios o periódicos en son de rechazo y boicot.
Los gobiernos afectados por las empresas sediciosas no deberán favorecer ni un solo minuto de avisos o propagandas en ninguna cadena, radio o periódico, ya que es contradictorio ver el auspicio millonario de los gobiernos y sus instituciones a estos medios de la derecha antinacional.
Y lo más importante, es urgente incrementar el incentivo masivo a la creación y fomento a medios comunitarios en todos los rincones de nuestros pueblos a ser dirigidos y manejados por los propios pobladores, como la mejor garantía de una real libertad de prensa.
Otra tarea pendiente de gobiernos que dicen ser revolucionarios, deberá ser la regulación del funcionamiento de dichas empresas, buscando que siempre estén no en pocas manos, sino en manos del pueblo como tienen que estar todas las empresas de producción, en especial la comunicación que tiene que ver con la salud mental. Ese día será el momento en que nos estemos acercando a una verdadera revolución social, dónde habrá una legítima libertad de expresión.
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José Justiniano Lijerón es ex Dirigente de la Central Obrera Boliviana (COB)