Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo. Pascual Serrano. Prólogo de Ignacio Ramonet. Península. Madrid, junio de 2009. Pascual Serrano nos brinda un libro de texto de ciudadanía, un manual del buen demócrata, una enciclopedia de la realidad frente a las fantasías ideológicas que los poderosos marcan a fuego en las mentes. Desinformación es un […]
Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo.
Pascual Serrano. Prólogo de Ignacio Ramonet.
Península. Madrid, junio de 2009.
Pascual Serrano nos brinda un libro de texto de ciudadanía, un manual del buen demócrata, una enciclopedia de la realidad frente a las fantasías ideológicas que los poderosos marcan a fuego en las mentes.
Desinformación es un libro subversivo desde el sentido común, la sencillez y el rigor. Con un análisis demoledor y una recopilación de fuentes propia de un auténtico fuera de serie del periodismo, repasa de pe a pa las claves de la información internacional como ejemplo incontestable de la verdadera función de los medios de comunicación de masas actuales: la desinformación, la propaganda al servicio de los intereses de los propietarios del oligopolio de empresas mediáticas.
En mi modesta opinión, la divisa de Pascual Serrano bien podría ser «al pan, pan, y al vino, vino». No hay injusticia mediática, doble rasero informativo o barbaridad encubierta que escape a su implacable sentido común. Llama a cada cosa por su nombre, y no se deja atrapar nunca por los flashes y los cantos de sirena de unos medios que se escudan en la velocidad y el ruido para impedir el razonamiento. Lejos de los enfoques paranoicos al uso, sorprende el realismo, la llaneza con la que trabaja este verdadero periodista de raza.
Pascual Serrano alumbra la histeria de los comunicadores serios cuando informan sobre los gobiernos y pueblos que incomodan a los accionistas de las principales cabeceras. Los medios abusan constantemente de la confianza depositada en ellos por la población. A fuerza de administrar el espacio público de la información y diálogo, es decir, el conjunto de discursos que otorgan consistencia cultural y legitimidad democrática a la sociedad, las grandes empresas (de armamento, petróleo, banca, etc.), con su traje mediático, se adueñan de la política y excluyen a los opositores que no molestan demasiado, al tiempo que atacan con fiereza a los que consideran más peligrosos. Así, por ejemplo, contrasta la virtual desaparición de argumentos y luchas sociales de izquierda en Europa con la omnipresencia negativa de Cuba, Venezuela o Bolivia en la agenda del oligopolio periodístico.
Una lección importante que se desarrolla con contundencia en Desinformación es la relativa al cuidado de los medios para mantener una imagen de credibilidad. Evitan, en lo posible, la mentira pura y dura, aunque Pascual Serrano desvela unas cuantas entre curiosas e interesantes para la gran enciclopedia de la ignominia mediática. Se miente a lo grande, para lo cual es imprescindible renunciar a la mentira pequeña. Lo esencial es suplantar el contexto, es decir, eliminar la memoria. Se miente descontextualizando, cambiando el contexto histórico por un cuento de buenos y malos a medida. Sin alterar demasiado los hechos, se afecta así gravemente su interpretación. Y de manera sistemática, hasta conseguir un grado impresionante de naturalización de la mentira de fondo que permite seguir informando de hechos y más hechos tan verdaderos como malinterpretados. Es tal el edificio ideológico que se erige como telón de fondo de la información que el efecto es precisamente la desinformación, la ocultación del mundo en un chorro a presión mediático en el que se consagra como lo neutral, lo equidistante, lo que en realidad responde a una visión sesgada y manipuladora de realidad.
Desinformación es un trabajo amplio, casi exhaustivo, de reparación de los contextos para permitir un proceso de reinterpretación que, más que nada, procura ser lisa y llanamente fiel a la deontología profesional del periodista. A través de un recorrido que alcanza la mayor parte de los puntos calientes informativos de todo el orbe, no me cabe duda de que es una ayuda imprescindible para reconectar con el mundo real y alumbrar los trucos y falsedades del orden informativo establecido. Debería ser un manual básico de todas las facultades y escuelas de Periodismo. Es la profesión en estado puro, al servicio de la ciudadanía y no secuestrada por los dueños de los medios de producción de mensajes. Esta obra tiene un contrastado valor terapéutico: ojalá se extendiera ampliamente en todo el tejido social que nos circunda.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.