Para nadie es un secreto que el grupo empresarial español Prisa tiene a Latinoamérica, como objetivo para su expansión y para el chantaje político y económico. Recientemente uno de sus instrumentos de sicariato comunicacional (diario El País), publicó una nota para señalar que el jefe de estado colombiano Álvaro Uribe Vélez debía retirarse y dejar […]
Para nadie es un secreto que el grupo empresarial español Prisa tiene a Latinoamérica, como objetivo para su expansión y para el chantaje político y económico. Recientemente uno de sus instrumentos de sicariato comunicacional (diario El País), publicó una nota para señalar que el jefe de estado colombiano Álvaro Uribe Vélez debía retirarse y dejar de dividir a los colombianos. Se atrevieron a calificar al presidente mimado por los medios de la derecha como un «Hitchcock» que colocaba al pueblo de Colombia en suspenso.
Detrás del ataque contra Uribe, está la pugna por obtener la concesión de una nueva señal de televisión en Colombia. En esta nación existen actualmente sólo dos canales de señal abierta y la tercera opción es un plato apetecible para los oligopolios comunicacionales del continente y de España. No es extraño que el grupo Cisneros y Planeta sean los otros contricantes en la batalla por el nuevo canal.
El chantaje le resultó a Prisa, ya el gobierno colombiano anunció que la licitación para adjudicar el nuevo canal privado, de la que se habían retirado los grupos español Prisa y venezolano Cisneros a fines de diciembre, fue revocada este viernes y se volverá a plantear en nuevos términos.
La licitación estaba prevista para la semana próxima, pero la Comisión Nacional de Telecomunicaciones decidió revocarla en los términos en que estaba planteada, ante señalamientos de falta de claridad por parte de la Procuraduría.
Por supuesto Prisa chantajea porque sabe que el proceso licitatorio tampoco era para nada transparente. Cuando ellos y Cisneros se retiraron, quedaba la cancha abierta para que la señal la obtuviera el grupo español Planeta, otro oligopolio, asociado a El Tiempo de Bogotá, el diario de la familia Santos, pilar de las políticas militaristas de la administración Uribe.
Ya todos sabemos que la nota de Prisa contra Uribe, no fue porque este se negara a comprar algún pasquín «santanderista» de la editorial Santillana.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.