A su paso por la Argentina, la periodista que enfrenta a las corporaciones mediáticas de los Estados Unidos a través del programa radial Democracy Now!, dialogó con Tiempo Argentino sobre el papel de los medios en su país. En pleno corazón del imperio estadounidense una mujer desafía a las grandes corporaciones mediáticas. Se llama […]
A su paso por la Argentina, la periodista que enfrenta a las corporaciones mediáticas de los Estados Unidos a través del programa radial Democracy Now!, dialogó con Tiempo Argentino sobre el papel de los medios en su país.
En pleno corazón del imperio estadounidense una mujer desafía a las grandes corporaciones mediáticas. Se llama Amy Goodman, es periodista, escritora, locutora y lidera Democracy Now! (Democracia ahora!), programa de radio que hoy se ha convertido en un movimiento cultural y político, dentro y fuera de los Estados Unidos.
Desde una vieja estación de bomberos, convertida en planta transmisora, en la ciudad de Nueva York, Goodman habla a ese inmenso nicho que dejan desatendido los principales noticieros.
Desde 1996 Democracy Now!, el informativo de guerra y paz, ha ido conquistando una audiencia que sigue diariamente sus emisiones con picos que han sobrepasado más de 3 millones de oyentes. Y ha conseguido articular una de las mayores redes de medios de comunicación pública de los Estados Unidos, llegando a más de 850 radios y canales de TV en el mundo. Se emite por Radio Pública Nacional, estaciones comunitarias y universitarias; canales de cable, PBS (televisión pública), televisión por satélite y como podcast por Internet, entre otros medios.
Su versión en español cumple cinco años. Y se financia mediante contribuciones de espectadores y fundaciones, sin aceptar anunciantes ni donaciones de corporaciones o gobiernos. La periodista ha recibido el premio a su trayectoria Right Livelihood Award, conocido como «el Premio Nobel Alternativo» por su trabajo para desarrollar un modelo innovador de verdadero periodismo político independiente de base que acerca a millones de personas las voces que son excluidas de los grandes medios.
No es casual que su presencia en Buenos Aires haya concitado la atención de jóvenes, periodistas, comunicadores o simples ciudadanos. La discusión en torno al papel de los medios en la sociedad argentina es hoy moneda corriente y ha dejado de ser una discusión corporativa o sólo para entendidos. Más aún, la comunicación alternativa es para nuestro país un fenómeno que continúa expandiéndose desde 1985 y que, como en el resto de Latinoamérica, está asociada a las principales luchas populares que se han dado a lo largo de la historia y que han enfrentado y enfrentan, entre otros factores de poder, el monopolio informativo. Pero, ¿cómo se hace comunicación alternativa o contra hegemónica en medio del corazón del imperio? Ella lo hizo en el marco de los cinco años de Democracy Now! en español y participando en la Décima Conferencia Mundial de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias y en la sede de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, UTPBA, transmitida en vivo vía streaming para las radios y personas interesadas que no estuvieran en Buenos Aires. Tiempo Argentino entrevistó a esta mujer de 53 años, cuya osadía y pasión por el periodismo político se le nota hasta en el cuerpo.
– ¿Cuál es el principal desafío que enfrentas para quebrar la barrera del silencio en tu país?
– La amenaza más fuerte son los monopolios mediáticos hoy en los Estados Unidos. Esto limita la libertad de expresión y la posibilidad de una apertura para que se puedan escuchar todas las voces. Es en los medios de comunicación donde tenemos un debate con los demás. No podemos saber todo individualmente. Lo hacemos a través de los medios de comunicación. Es como si se tratara de la mesa de una cocina donde todos se sientan a su alrededor y, sin embargo, está controlada por unos pocos. Esos pocos determinan las decisiones que se toman, cuándo vamos a la guerra y cuándo no lo hacemos. Imagino la posibilidad de sentarnos todos a esa mesa que recorre el planeta, debatir y discutir los temas más importantes del día: la guerra y la paz, la vida y la muerte. Hacer menos perjudicial la situación de los hombres y mujeres en servicio, soldados de este país, que no pueden desarrollar estos debates en las bases militares y confían en nosotros, en la sociedad civil, para discutir y determinar si van a vivir o a morir, si serán enviados a asesinar, o si serán asesinados. Hacer menos que eso para Democracy Now! sería menoscabar a la sociedad democrática.
– Frente a la violencia simbólica, económica y militar de los Estados Unidos, ¿qué papel deberían cumplir los medios?
– Veo a los medios como la mayor fuerza para lograr la paz. No obstante, hoy se los usa para dar volumen a los tambores de la guerra. Estamos cansados de que se nos imponga como inevitable la masacre económica, y la violencia como modo de resolver los conflictos.
– Hablás de la necesidad de crear desde los medios una «estática crítica», sería interesante que desarrolles un poco más esta idea…
– No hace mucho escribí junto a mi hermano David Goodman, también periodista, un libro que se llama Static (Estática). Lo nombramos así porque -aun cuando actualmente tenemos tecnologías digitales- seguimos sufriendo interferencias; velos que nos impiden percibir nítidamente la realidad. Es hora de crear esas herramientas globales que amplifiquen las perspectivas de las bases. Porque no somos una mayoría silenciosa. Somos una mayoría silenciada. La razón de por qué hemos escrito este libro es que a pesar de la tecnología todavía estamos enfrentando ruido en el aire. Distorsiones, mentiras, cosas que producen una falta de información en los medios y eso está causando confusión en la realidad misma. Lo que los medios, deberían darnos es estática en otro sentido: una estática crítica, que cuestione y a la vez produzca una interferencia no deseada sobre el discurso dominante. Necesitamos medios que cubran lo que sucede en el nivel del poder, no que encubran al poder. Necesitamos medios que sean el cuarto poder, y no parte del poder del Estado. Necesitamos medios que cubran a los movimientos que crean la estática y hacen historia. Con más canales que nunca, la falta de diversidad de opinión es estremecedora. La libertad de prensa está consagrada en la Constitución, sin embargo nuestros medios actúan en gran medida como megáfono de quienes están en el poder. Mientras enfrentamos crisis sin precedentes -desde el calentamiento global hasta las guerras mundiales y la crisis económica mundial-, también veo que hay una oportunidad de cambio sin precedentes.
– ¿Esa oportunidad de cambio pasa por brindar mayor información o por aportar nuevas categorías de comprensión de la realidad?
– En Estados Unidos hay muy poca cobertura sobre las realidades de la guerra. Si la gente pudiera ver lo que está pasando en la guerra a nivel de la realidad, si pudiera ver los infantes que están en la guerra, en Afganistán o Irak, si ven a mujeres sin piernas o mutiladas, a los aviones que atacan sin tripulación, a los soldados que están muriendo, la respuesta de la población a la guerra sería otra. Los estadounidenses tenemos mucha compasión…
– ¿La crisis económica de los Estados Unidos ha beneficiado la actitud crítica de la población estadounidense frente al discurso mediático belicista, cuyas corporaciones están asociadas, en algunos casos, a la industria de las armas?
– Sí, colabora. Pero debemos abrir espacios para tener debates auténticos, donde se presenten alternativas para que la gente pueda tomar decisiones.
– ¿Democracia Now! es una remake, en un contexto sustancialmente distinto, del movimiento que se generó en la década de 1960 contra la guerra de Vietnam?
– Intentamos ser un medio sin fronteras, salimos en 900 emisoras y también por Internet, nos escuchan millones de ciudadanos. Damos voces a todos los pueblos del mundo. Sentimos que no estamos enfrentando la guerra solos. En otros puntos del planeta también lo están haciendo. La pregunta es de qué lado del rifle estamos viendo la realidad. Cuando los Estados Unidos se muestran únicamente desde la perspectiva de las corporaciones es muy, pero muy peligroso, porque no representan la mayoría de la población del país y esto causa polarización con el resto del mundo. Nosotros lo vemos desde la perspectiva desde el que va a tirar el tiro en Afganistán, en Iraq, ahora en Pakistán, de los que tienen la experiencia de la guerra. Nuestro trabajo es ir adonde está el silencio, para que esas percepciones puedan juntarse. Es una cuestión de seguridad nacional, porque cuando vemos el mundo proyectado hacia el interior de nuestro país, desde la perspectiva de esas mismas corporaciones mediáticas, nos pone en peligro. Por eso, Democracy Now! es más que un programa, es un movimiento. Un movimiento para la democracia mediática.
– Tu visita a la Argentina también incluyó la presentación de tu libro.
– Mi hermano David es coautor de este libro. Hablamos de gente que no pretende buscar líos, pero cuando se meten con ellos, se defienden. Por ejemplo, los bibliotecarios de los Estados Unidos. Cuando el FBI llegó a las bibliotecas para pedirles información sobre qué están leyendo sus lectores, ellos decidieron proteger la privacidad de éstos. Los científicos también denunciaron la idea del gobierno de ir sacando de las páginas web las palabras referidas al calentamiento global y lucharon férreamente contra eso. Lo mismo ocurrió en algunas escuelas, donde los niños utilizaron las palabras de soldados, sus cartas para hacer una obra de teatro. Cuando se conoció la directiva de censurar esta expresión, los teatros de Broadway invitaron a los alumnos a hacer lo que cualquier actor sueña, presentarse en el escenario de un teatro. Otro ejemplo es el del doctor Steven Reisner y otros psicólogos, quienes conformaron la Coalición por una Psicología Ética en contra de la participación de miembros de la Asociación Estadounidense de Psicología en interrogatorios agresivos. Se oponen al uso de psicólogos para supervisar interrogatorios abusivos realizados a presos de Guantánamo, de las prisiones secretas de la CIA o de cualquier otro lugar donde se alegue que la Convención de Ginebra es irrelevante. También quiero citar el movimiento que en este momento rechaza la presentación del libro de memorias de George Bush (h). La gente se presenta donde está hablando y traslada sus libros al sector «crímenes» en las librerías.
– Estos «héroes anónimos», ¿qué están demandando?
– Lo que veo es hambre de voces independientes. Nadie habría pensando que este programa, con sólo un docena de radios comunitarias, iba a tener tanto éxito. El interés de la juventud por aprender la historia de estos movimientos viene del hecho de la información que brindamos en nuestras coberturas. Los movimientos hoy no llegan a ser vistos por los medios corporativos, pero a pesar de esto, los jóvenes entienden lo que es auténtico cuando lo ven. Mi respuesta es a la prensa corporativa, y mi pregunta es por qué van a los supuestos expertos que no saben nada, que saben tan poco de tanto. Constantemente estamos escuchando al pequeño círculo de expertos de Washington. Y con eso pretenden explicarnos el mundo a nosotros. Es cierto que mucha gente ve la FOX o la CNN y piensa que se está informando. Pero muchos otros ya no dan crédito a lo que ven. La televisión en gran parte ofrece la versión del miedo, de la amenaza, de la catástrofe y de la oficialidad. Con tanta repetición y tanto melodrama, la gente se hace inmune a sus efectos. Hay mucha sed de información veraz en mi país y los medios han llegado a su máxima decadencia.
– ¿Y los periodistas?
– A esta altura ya no se trata de hacer un «llamamiento profesional», sino de la necesidad espiritual de volvernos periodistas en serio. En una coyuntura como esta, decir la verdad equivale a salvar vida.
Fuente original: http://tiempo.elargentino.com/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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