En 1989 la revista Extra, publicada en Nueva York, calificó la instalación de la mal llamada Radio Martí y su homóloga de televisión, como «parte de una larga historia de aventurerismo de los medios masivos de difusión norteamericanos en la región dirigidos a socavar la soberanía cubana, alentando el descontento y la contrarrevolución». El gobierno […]
En 1989 la revista Extra, publicada en Nueva York, calificó la instalación de la mal llamada Radio Martí y su homóloga de televisión, como «parte de una larga historia de aventurerismo de los medios masivos de difusión norteamericanos en la región dirigidos a socavar la soberanía cubana, alentando el descontento y la contrarrevolución».
El gobierno de Barack Obama se ha sumado con creces a esa aventura, y en el primer semestre del año en curso se transmitieron contra Cuba un promedio de 2 243 horas semanales de propaganda radial, 65 horas más que el promedio del año 2010. Todo ello, pese a que el conocido Council on Hemispheric Affairs (COHA) reclamó eliminar del presupuesto federal los 30 millones de dólares que recibe anualmente de los contribuyentes norteamericanos la OCB, que opera Radio y TV Martí.
Un estudio realizado hace dos años por la Oficina de Fiscalización del Gobierno (GAO), brazo investigador del Congreso del vecino del Norte, -y les aseguro que el resultado no ha cambiado nada- indica que todavía no está claro si hay cubanos que escuchen o vean las transmisiones de Radio y Televisión Martí, planteando que menos del 1 por ciento de los encuestados dijo que había escuchado Radio Martí la semana anterior. La investigación señala además que la programación con frecuencia es prejuiciada y no satisface las normas periodísticas.
Agencias de prensa como la AP y el periódico The New York Times, que en nada simpatizan con la Revolución Cubana, se han hecho eco de declaraciones de congresistas y especialistas en la materia que reclaman la desconexión de las emisoras.
El representante William Delahunt, demócrata por Massachussets, declaró en el 2009: «Los reto a encontrar a alguien que haya visto TV Martí. Es una estación de televisión sin audiencia». También, la oficina del senador demócrata por Wisconsin, Russ Feingold, reconoció que «El presupuesto federal para las transmisiones de TV y Radio Martí es un despilfarro»
Por su parte, Cuba -con el derecho que le asiste de defender su soberanía en el espacio radioeléctrico- ha continuado denunciando en la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) las transmisiones de televisión que las aeronaves realizan contra la isla. En los primeros seis meses del año, la Isla ha realizado 27 reportes de interferencias perjudiciales a la Oficina de Radiocomunicaciones de la UIT, por los 115 días que realizaron transmisiones hacia Cuba desde las aeronaves norteamericanas.
Aunque la Junta del Reglamento de Radiocomunicaciones decidió, desde el 2004, que la Administración norteamericana está produciendo interferencias perjudiciales a los servicios de televisión cubanos, internacionalmente reconocidos, el gobierno de Estados Unidos ha hecho caso omiso de tales decisiones.
En un momento de debates en el Capitolio de Washington sobre el presupuesto, se debería recordar que en EE.UU. se han derrochado más de 600 millones de dólares del contribuyente norteamericano; porque a pesar de sus escaladas y soberbia, en Cuba no se reciben Radio y TV Martí.