Decíamos ayer -bajo el título de «Los templarios salvan a Prisa»- que los poderosos del Ibex han metido al Grupo Prisa, para que no cierre, cerca de 500 millones de euros entre pecho y espalda, y prácticamente a fondo perdido (se dice que a cambio de ruinosas acciones de un Grupo que está prácticamente en […]
Decíamos ayer -bajo el título de «Los templarios salvan a Prisa»- que los poderosos del Ibex han metido al Grupo Prisa, para que no cierre, cerca de 500 millones de euros entre pecho y espalda, y prácticamente a fondo perdido (se dice que a cambio de ruinosas acciones de un Grupo que está prácticamente en la quiebra y con 3.000 millones de deuda). Una donación a la que no es ajeno el Gobierno de Rajoy, y que ha producido estupor e interrogantes que ya ha comenzado a despejar el propio Juan Luís Cebrián con el artículo que públicó ayer en el diario El País, titulado «Una libra de carne fresca» (solomillo de primera clase, de La Izquierda).
Se trata de un alegato -post cobro de los 500 kilos- a favor y en apoyo del Gobierno del PP que preside Mariano Rajoy, así como de sus «reformas de gran calado» y las nuevas que están al llegar como «subir el IVA, bajar el sueldo a los funcionarios, recortar el subsidio de paro y reducir las pensiones». Nuevos y duros ajustes del Estado del Bienestar, con pérdida de soberanía incluida, a los que Cebrián pretende añadir la venta de las grandes empresas del Estado (Renfe, Loterías, Aena), y veremos si también El Prado.
Una soflama en la que el presidente de El País exige el apoyo del PSOE al Gobierno de Rajoy con el argumento procaz de «no nos hallamos ante una discusión ideológica, sino ante un problema de caja» -escribe sin rubor-, para solicitar finalmente un gran pacto nacional o de Estado, ¡por escrito!, político, económico, social y sindical que sea presidido y controlado por el Gobierno del PP.
Y, por supuesto, para sacar a España de la crisis, «arrimando el hombro», como se supone que ya lo hace el propio Cebrián tras recibir las mencionadas ayudas financieras, y desde su holgada posición con un sueldo millonario y una ingente fortuna amasada (parte de ella fuera de España) a la sombra del Grupo Prisa que él mismo arruinó.
La filípica de Cebrián va dirigida al PSOE -puede que como una advertencia y como una amenaza- pero también al diario El País, que él preside, y al resto de medios del Grupo Prisa (los cambios recientes en la SER van por ahí), y como aviso a los navegantes, redactores, tertulianos y analistas. E imaginamos que empezando por El Roto que ayer dibujaba a los generosos protectores de Prisa como buitres en Consejo de Administración, y al que Cebrián no olvida y tiene entre ceja y ceja desde que le pintó de contador de billetes de dólares al día siguiente de que el amo dijera que se acaba el papel, o el periodismo de papel.
Lo que se acabará, salvo una rebelión interna, es la actual línea informativa y editorial de El País y de sus columnistas, que hasta creían en otra salida a la crisis distinta al modelo Merkel-Rajoy que imponen los mercados financieros. Una redacción que estaba dedicada al acoso y derribo del Gobierno del PP y a la caza de los banqueros bajo sospecha, a los que Cebrián dice ahora que no hay que investigar porque existen cosas más urgentes (no olvidar que Bankia es acreedor de Prisa) y «porque este no es el momento de dar lecciones morales a nadie» (sic).
Y esto lo dice el amo del periódico de la izquierda española con toda clase de trucos, dobleces y falaces argumentos, lo que habrá causado asombro y consternación en el PSOE, en su redacción y en el ámbito cultural e ideológico en el que se envuelve El País, donde el discurso descarado y desvergonzado de Cebrián -más propio del diario ABC- habrá sonado como un trueno en medio de la tormenta general de desasosiego y desconcierto que invade a la izquierda española y la europea en general. Ni siquiera la bandera que tímidamente levanta Hollande desde París mereció la menor de las contemplaciones en el discurso fatalista de Cebrián, a quien habrán llamado por teléfono los capitostes del Ibex -empezando por Emilio Botín- para decirle: «Bien hecho Juan Luis».
Lo decíamos ayer -en el anterior artículo que a pie de página está- hay que: salvar al Rey, a la Banca, a las grandes empresas, empezando por las de comunicación como Prisa, en definitiva hay que salvar ¡El Régimen! y para ello no hay otro instrumento que el Gobierno de Rajoy (con estos bueyes hay que arar). Y por ello el PSOE, mal que le pese, debe someterse a ese liderazgo del PP y olvidarse de sus discursos ideológicos y de hacer oposición, porque no está el horno para bollos, se dice en los salones del verdadero poder.
Además si se salva ¡El Régimen! de «Los caballeros de la cama redonda», nacido de la transición y en plena decadencia -el Rey asiste a los funerales de un príncipe saudí, y el Príncipe Felipe le sustituye en el bicentenario del Tribunal Supremo que preside un tal Carlos Dívar, sospechoso de malversación y a punto de dimitir-, si se salva El Régimen, repetimos, se salvará ¡España!, aducen los habituales comensales de la cena de Baltasar.
Pero no es esto ni es así. El fatalismo interesado de Cebrián que se nos presenta como el portavoz y paladín de los poderes fácticos que retozan con los presuntamente democráticos del país, es un gran camelo. Un cuento chino peligroso e interesado. Hay salida a la crisis por vías distintas a las de Merkel, y El Régimen imperante en este país debe ser sustituido de una vez por todas por la reforma democrática profunda y valiente del país. Además la soberanía sí que importa y la Europa que queremos no es otra que la democrática (la de la Grecia de Pericles) y la solidaria, y no la de los mercaderes y los mercados bajo la peligrosa hegemonía de la canciller alemana.
Cebrián ha cogido el dinero «negro» del oculto poder y ha cumplido el encargo con su editorial (como lo cumplió Pedro J. cuando en 1996 escribió otra «sábana» titulada «Borrón y cuenta nueva para Felipe González», para que los fácticos dejaran gobernar a José María Aznar), y a buen seguro que al presidente de El País, y jefe absoluto de Prisa semejante postración a los pies de Rajoy no le ha producido pereza ni sentimiento de traición. En realidad volvió a casa con «los suyos», como un hijo pródigo al que además van a recibir con los brazos abiertos. De momento le han pagado la libra de carne a 500 millones de euros, ni el Mercader de Venecia pudo haber soñado una transacción parecida, ni la izquierda española no ha visto nunca un «striptease» similar.
Fuente original: http://www.republica.com/2012/06/17/cebrian-pide-al-psoe-y-a-el-pais-que-apoyen-a-rajoy_508935/