A juzgar por lo que cuentan a diario los grandes medios de comunicación, en España parece que no hay nada de qué preocuparse. Sin embargo, según la oficina europea de estadística (Eurostat), España superó en noviembre pasado la alarmante cifra de seis millones de trabajadores en paro, lo que representaba el 26,6 % de la […]
A juzgar por lo que cuentan a diario los grandes medios de comunicación, en España parece que no hay nada de qué preocuparse. Sin embargo, según la oficina europea de estadística (Eurostat), España superó en noviembre pasado la alarmante cifra de seis millones de trabajadores en paro, lo que representaba el 26,6 % de la población activa. El paro juvenil se elevó hasta el 56,5%. En ambos casos, distanciada del resto de países, ocupa el vergonzoso primer puesto del continente europeo en esta negra estadística. Las perspectivas para el año que comienza son pesimistas sin remedio: congelada la inversión, disminuido severamente el consumo y agotado el ahorro familiar, continúa la recesión de la economía nacional y aumenta la pobreza de las clases populares.
La política de recortes en el gasto público (en especial, en sanidad, cultura y educación), de facilitar el despido barato, de reducción de los salarios, de privatizaciones del sector público y de incremento de los impuestos indirectos ─iniciada en 2010 por el presidente «socialista» José Luis Rodríguez Zapatero y corregida y aumentada por el presidente conservador Mariano Rajoy─, ha dado ya al pueblo español su amargo fruto de escasez, pobreza y marginación. Estos dirigentes del bipartidismo borbónico todo lo dan por bien empleado con tal de salvar a los bancos culpables de la crisis (más de 50.000 millones de euros han recibido ya y más de 50.000 trabajadores de este sector quedarán en el paro con los despidos que se anuncian) mientras siguen al pie de la letra y de modo despiadado las consignas ultraliberales de la troika (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea).
Un insensato neoliberal, exdirector de los diarios económicos Expansión y Actualidad Económica, se ha atrevido a decir en alto lo que, semana tras semana, hace el gobierno del PP: «Hay que arrasar con el Estado del Bienestar (…). El Gobierno debe aprovechar el choque actual para impulsar una revolución. (…) Hay que reformar por completo nuestro sistema político y económico para limpiar el país… Hay que extirpar el tumor [de lo público] desde la raíz» [1] . Como se ve, todo un programa reaccionario que hace suspirar a los ideólogos de la FAES, con Aznar a la cabeza.
Pero volvamos a los ecos deformados de la realidad ibérica. Para esos medios que silencian las causas de la crisis en España y edulcoran la corrupción generalizada del poder, aquí no pasa nada. Compruébenlo en los insoportables programas de la televisión pública y privada que compiten entre sí en cotilleos, banalidades, cine violento y loas sin fin al cazador de elefantes. Se repite así una vez más el viejo estribillo franquista de «España sin problema». El problema está… en Venezuela.
Venezuela, Chávez y la Revolución Bolivariana
Pasados a un segundo plano los ataques a Fidel Castro, una vez perdida la esperanza de destruir el socialismo en Cuba, Hugo Chávez se ha convertido en los últimos años en la obsesión enfermiza de los medios españoles. No hay tertuliano de radio o televisión que se precie, ni columnista de periódico con afán de brillar que no insulte al presidente de la república de Venezuela. Hace unos meses pronosticaban que sería derrotado por el escuálido Henrique Capriles: tuvieron que adobar aprisa y corriendo la derrota de su candidato y devaluar en lo posible la victoria de Chávez. Después, con el presidente enfermo y alejado de la lucha electoral, vinieron las elecciones regionales y la contundente victoria de los candidatos bolivarianos del PSUV. Está claro que en circunstancias difíciles el pueblo venezolano sigue apoyando con firmeza el proceso revolucionario inspirado y dirigido por el comandante Chávez. Confiamos y deseamos que el presidente bolivariano tenga larga vida; pero, en cualquier caso y pese a quien pese, la revolución ha echado raíces en Venezuela y será el pueblo, como siempre, quien garantizará su futuro en la lucha política y en el trabajo diario.
Dando muestras una vez más de su bajeza moral, la oposición venezolana y sus mentores de ultramar sólo confían ahora en una evolución negativa de la salud de Chávez para pescar en río revuelto y recuperar el poder que perdieron en las urnas. Confundiendo sus turbios deseos e intereses con la realidad y mostrando de nuevo la miseria de su proyecto político, la oligarquía local y sus voceros dan por muerto al nuevo Bolívar aunque éste, como Fidel, parece que tiene siete vidas como los gatos.
Sin esperar la decisión de la Asamblea Nacional y sin conocer el dictamen del Tribunal Supremo, estos caballeros neoliberales ya habían fijado de antemano la fecha de toma de posesión para el nuevo mandato e incluso habían decidido sustituir al presidente constitucional convaleciente de una intervención quirúrgica. Los mismos que rechazaron la Constitución bolivariana blanden ahora alguno de sus artículos olvidando el conjunto de las disposiciones legales en ella contenidas para tales supuestos y pretenden impedir el normal funcionamiento de las instituciones legislativa y judicial del Estado, ignorando sus decisiones sobre el tema. Para la desacreditada oposición venezolana de lo que se trata con todas estas artimañas es de montar un golpe de Estado blando que, en el colmo de la estupidez, fuera ejecutado por los propios dirigentes del PSUV.
Estos oligarcas criollos, ahora como antes, no conciben la nación sino como una finca de su propiedad a la que hay que explotar. Pablo Neruda retrató bien a sus antepasados en unos versos del Canto General que no han perdido actualidad:
«Mientras temblaban las praderas
con el galope de Bolívar,
o de O’Higgins (soldados pobres
pueblo azotado, héroes descalzos),
vosotros formásteis las filas
del rey, del pozo clerical,
de la traición a las banderas,
pero cuando el viento arrogante
del pueblo, agitando sus lanzas,
nos dejó la patria en los brazos,
surgísteis alambrando tierras,
midiendo cercas, hacinando
áreas y seres, repartiendo
la policía y los estancos».
El vuelo de los buitres: un progresista global al ataque
No se crea que los enemigos declarados de la revolución bolivariana se encuentran en España sólo dentro de la derecha tradicional y entre los nostálgicos del franquismo. Muchos de sus más fieros críticos proceden de la desteñida socialdemocracia, del neoliberalismo rampante y del acomodaticio progresismo hispano que floreció entre rosas y flores en la transición. Uno de estos últimos ha vomitado en días pasados su odio hacia Chávez a través de las ondas de la cadena SER, perteneciente al grupo PRISA [2]. Miguel Ángel Aguilar ha mostrado una vez más por qué, tras haber sido director de la agencia EFE durante el gobierno de Felipe González, está ligado desde su creación a Telecinco (mejor llamada Telecirco), perteneciente al grupo italiano Mediaset propiedad de Silvio Berlusconi, como jefe de programas, comentarista político y tertuliano, además de seguir siendo colaborador habitual del diario global El País, de la Cadena SER y de Televisión Española (TVE).
Al igual que la mayoría de los programas de Telecinco podemos calificarlos de manera objetiva como telebasura, así podemos llamar radiobasura al «telegrama» radiofónico de Aguilar. Su indignación «progresista» no le permite preguntarse por Honduras y Paraguay, víctimas de sendos golpes de Estado tramados por el imperio y ejecutados por la oligarquía local. Únicamente le preocupan aquellos países latinoamericanos como Cuba, Venezuela y Argentina que eligieron un camino de independencia y dignidad nacional. Su posición al respecto se aleja de la tarea propia de un periodista para asumir sin recato alguno la visión sectaria de una oligarquía criolla que teme más a su pueblo que a la peste.
Por otra parte, resulta de una desfachatez sin límites pretender identificar el franquismo con la Revolución Bolivariana. No entraré a refutar semejante engendro porque el único elemento que lo sustenta es el odio.
Finalmente, como Miguel Ángel Aguilar parece haber adquirido el don de la adivinación en sus largos años de periodismo al calor del poder, le sugiero que consulte en su bola de cristal algo más próximo, como, por ejemplo, la duración previsible del gobierno del recortador Mariano Rajoy o el futuro del régimen borbónico, tan admirado por él.
La ignominia de El País y su exclusiva fotográfica mundial
Después de escribir las anteriores líneas, salta el escándalo provocado por el diario El País al publicar en primera página «y en exclusiva mundial» una falsa foto del presidente Chávez entubado en un quirófano. Que un periódico como éste, estrecho aliado del PSOE y considerado «serio», y al que algunos ingenuos siguen considerando todavía baluarte de la democracia española, se atreva a semejante manipulación tras reconocer sus propios responsables que no habían confirmado la veracidad de semejante imagen ─ tomada en realidad de un vídeo que circulaba en internet desde 2008 y cuyo protagonista era un enfermo anónimo ─ muestra la bajeza moral y profesional a que ha llegado el diario global y desnuda su verdadero rostro. Todo vale contra la Venezuela bolivariana y contra su presidente constitucional, Hugo Chávez.
Los buitres de los medios transnacionales han picado carroña antes de tiempo en su afán por liquidar a un digno jefe de estado que no fue nombrado a dedo por un dictador sino elegido de manera democrática en sucesivas ocasiones por su pueblo. En una nota autoexculpatoria el diario global intenta ocultar su evidente responsabilidad echando la culpa no a su torpe dirección sino a … Cuba. «La foto que El País nunca debió publicar» (pero que sí publicó, añadimos nosotros) titula la dirección del periódico su amago de disculpa en el amargo trance de reconocer el ridículo mundial que han hecho y el fiasco de su encubierto intento de desestabilización política de Venezuela.
No fue un error, ni un patinazo sonoro propio de la prensa amarilla. Fue algo más profundo: una nueva muestra de la ceguera a que conduce el odio del imperio y sus fieles servidores hacia los gobiernos de izquierda latinoamericanos. La inmunda y falsa fotografía de El País pasará sin duda a la historia de la ignominia en la prensa mundial.
[1] Miguel Ángel Belloso, «Sin compasión», diario Expansión, 18-7-2012. En un texto anterior este propagandista neoliberal definió con claridad su posición clasista en el título mismo del artículo: «Estoy, naturalmente, con los ricos», Expansión, 3-10-2011. Esperanza Aguirre, lideresa del PP y estrecha colaboradora del exilio cubano en Miami, siendo presidenta de la Comunidad de Madrid reconoció sus méritos por la causa─ capitalista, por supuesto─, al nombrarlo representante de dicha Comunidad en el Consejo Económico Social (CES) junto a otros ilustres miembros del «radicalismo rampante de los ideólogos del ultraliberalismo»(en expresión del historiador Eric Hobsbawm), como Luis de Guindos, actual ministro de Economia y Amando de Miguel.
[2] Estas fueron sus miserables palabras: «Telegrama de Miguel Ángel Aguilar a Hugo Chávez. Señor presidente de la República de Venezuela, difícil será que le llegue este mensaje en la situación de coma inducido en que se encuentra, sala de tránsito hacia lo desconocido, qué difícil retirarse, designar sucesor y abdicar sin haber sido coronado. La suerte del chavismo será tan perecedera como la del stalinismo, el maoísmo o el franquismo. Vino la desestalinización, la desmaoización, la desfranquización, se adivina la deschavización y está cantado el final del castrismo. Sólo perdura el peronismo para desgracia interminable de los argentinos y medro personal de Cristina Fernández y sus afines. Venezuela merece más.»
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