Se cumplen cinco años de los episodios que desataron una de las peores crisis en la Argentina, que otra vez estuvo a un paso de quedar en manos de una dictadura.El miércoles 19 de diciembre de 2001, los argentinos amanecieron con la noticia de cientos de saqueos a supermercados y otros comercios por todo el […]
Se cumplen cinco años de los episodios que desataron una de las peores crisis en la Argentina, que otra vez estuvo a un paso de quedar en manos de una dictadura.
El miércoles 19 de diciembre de 2001, los argentinos amanecieron con la noticia de cientos de saqueos a supermercados y otros comercios por todo el país.
La situación parecía incontrolable y De la Rúa declaraba el estado de sitio en cadena nacional.
Pero el discurso del entonces presidente de la Nación no tuvo el efecto deseado y la gente salió a la calle a manifestar su descontento.
Cerca de las 22, la Plaza de Mayo comenzó a recibir a miles de personas que se acercaban golpeando cacerolas y agitando banderas argentinas.
Tal vez como nunca antes había sucedido, la clase media se volcaba a las calles en forma masiva.
Claro, el «corralito» financiero estaba haciendo estragos en los bolsillos y la mayoría se sentía defraudada por Domingo Cavallo, que había sido presentado por De la Rúa poco menos que como quien sería nuevamente el «salvador» de la economía nacional.
La represión del 20 de diciembre del 2001 en Plaza de Mayo, la más salvaje desde el retorno de la democracia, fue un punto de inflexión que obligó a Fernando de la Rúa a presentar la renuncia y a irse de la Casa Rosada en helicóptero, como lo había hecho Isabel Perón en el 76, pero por otras razones.
No hay ningún detenido por las muertes de aquella tarde y los únicos acusados por el asesinato esperan el juicio oral en su casa.
Cinco cadáveres, más de cien heridos y una ciudad tomada por la barbarie policial es la cruda síntesis de aquel dramático testimonio de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa.
La manifestación en la Plaza se había iniciado la noche anterior, el 19 de diciembre, con el espasmódico cacerolazo de miles de vecinos enfurecidos frente a un Gobierno que había impuesto el corralito 17 días antes y ahora declaraba el estado de sitio, por los saqueos y el desborde social.
Se cumple un nuevo aniversario de la crisis que obligó a la renuncia de De la Rúa tras la peor masacre desde el retorno de la democracia. Corralito y golpe a la ilusión
A la medianoche cayó Domingo Cavallo, el hombre que había logrado la estabilidad económica en los 90 y que volvió como salvador del gobierno autista de la Alianza.
Cavallo, al que muchos veían como presidenciable, terminó saliendo por la puerta trasera y dilapidando en segundos un capital político construido durante años.
Hoy hay tres comisarios acusados del asesinato de un manifestante, pero esperan su juicio en libertad ya que la Justicia tardó demasiado en llegar a una condena. Y el único detenido vinculado con la represión es un oficial de bajo rango al que se le atribuye haber herido a un manifestante.
Es el principal Víctor Belloni, que fue fotografiado el jueves 20 de diciembre mientras dispara con una escopeta que descarga balas de plomo, cuando la Policía, para este tipo de operativos, está obligada a usar balas de goma.
En la línea de su escopeta murieron tres manifestantes. Por ahora, Belloni está preso por «tentativa» de homicidio.
Mientras esa investigación aparece estancada, De la Rúa está convencido de que irá preso, pero por otra razón: la causa de las coimas en el Senado, que derivaron en la renuncia del vicepresidente Chacho Alvarez.