A menos de tres años de la supuesta ‘exitosa’, ‘histórica’ y ‘sin precedentes’ reestructuración de la deuda, la Argentina está técnicamente en default. Una de las evidencias es que los precios de los títulos de la deuda están en los niveles de 2005 a pesar de que el gobierno sostiene la cotización comprando bonos. El […]
A menos de tres años de la supuesta ‘exitosa’, ‘histórica’ y ‘sin precedentes’ reestructuración de la deuda, la Argentina está técnicamente en default.
Una de las evidencias es que los precios de los títulos de la deuda están en los niveles de 2005 a pesar de que el gobierno sostiene la cotización comprando bonos. El ‘riesgo país’ volvió a los titulares de los diarios.
Canjeemos en el bosque mientras viene el default
El gobierno sigue ‘truchando’ el Índice de Precios que se utiliza para ajustar la deuda en pesos atada al CER. Según los acreedores, esto les ha rebanado un 20%, como mínimo, de ese ajuste, lo cual equivale a un incumplimiento de pago. Si los títulos en pesos atados al CER, de 60.000 millones de dólares, se ajustaran por la inflación real deberían valer 72.000 millones de dólares. Como la inflación sube en espiral, la pérdida de valor de los bonos es creciente. Estaríamos ante un default permanente. Se da, de este modo, la contradicción explosiva de una destrucción de las relaciones económicas capitalistas sobre la base de un régimen económico capitalista.
El ex ministro Lousteau había planteado, precisamente, proponerle a los bancos, AFJP y fondos de inversión un ‘canje voluntario’ de una parte de la deuda porque no estaría en condiciones de hacer frente a los vencimientos de este año. O sea, un reconocimiento del default para salir del default. De nada ha servido tener superávit fiscal, ya no del 3 por ciento del PBI como reclamaba el FMI sino del 4%, y todavía con la ventaja de que los precios de las exportaciones argentinas siguen por las nubes. Si se cayeran….
La deuda pública suma casi 150.000 millones de dólares pero, con los intereses implícitos en esa deuda, trepa a 200.000 millones de dólares. Este valor no tiene en cuenta el llamado cupón PBI, ni la deuda de los bonistas que no ingresaron en el canje, ni el truchaje del ajuste del CER. Si se suma todo esto, la deuda rondaría los 250.000 millones de dólares, equivalente al 90% del PBI. Miente entonces el funcionario Alejandro Vanoli, quien escribió en Página/12 que la deuda pública actual es inferior a la de Menem. ¡Ay, si hubiera un ‘observatorio de medios’!
Los intereses están en el orden de los 7.000 millones de dólares (casi lo mismo que lo que el gobierno nacional paga en sueldos públicos), pero año tras año la cuenta aumenta porque el costo de financiar el pago de esa deuda es creciente. Además, esto no considera los más de 1.000 millones en intereses que no se pagan en efectivo sino que se suman al capital engordando la deuda.
Provincias unidas
Todos estos números no incluyen las deudas de las provincias. ‘El año pasado las provincias cerraron sus cuentas con un superávit primario de 2.400 millones de pesos, pero tras el pago de los intereses quedaron con un rojo de 100 millones. Esos números se alcanzaron con la subejecución de obras públicas. En tanto el endeudamiento, en gran parte por el CER, creció en 8.430 millones de pesos, según las estimaciones de Economía & Regiones. Así, los números consolidados provinciales están ‘en rojo’. El stock de la deuda provincial rondaría los 90.000 millones de pesos. El grueso – casi el 70%- es con la Nación por la deuda del canje y los programas de asistencia financiera’ (Clarín, Ieco, 15/4).
A su vez, ‘la provincia de Buenos Aires es responsable del 42% del endeudamiento total y el equivalente de su deuda en dólares – 11.730 millones- supera la marca de 2001, cuando sumaba 10.911 millones de dólares. Lo que pasó fue que la deuda pesificada fue aumentando por el ajuste del CER y la que estaba en dólares con los organismos internacionales se potenció en pesos por la devaluación’. Además, ‘por ejemplo, la provincia de Buenos Aires había proyectado en el presupuesto 2008 un déficit primario de 670 millones de pesos que, tras el pago de los intereses, elevaba el déficit financiero a 2.142 millones. Pero tras los aumentos de gastos ya aprobados (como salarios o jubilaciones), el déficit financiero treparía 6.000 millones’ (ídem). Por eso, Scioli impulsa el aumento del impuesto a los ingresos brutos.
Un observatorio de medios a la izquierda de la tribuna, por favor
Que el mencionado Alejandro Vanoli, vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores y uno de los mentores del Plan Fénix, diga que la Argentina sigue ‘desendeudándose’ o que ‘existe consenso nacional e internacional de que no existen precedentes de un país que haya renegociado con tanta firmeza y por ello obtenido una fuerte quita de capital e intereses, a pesar de la intensa presión del G-7 y los lobbies de los fondos buitres’, suena a estafa moral.
Decir que hay ‘consenso internacional’ cuando el G-7 presionó con éxito contra cualquier quita sobre la deuda con los organismos financieros, como ocurrió cuando se le pagó al FMI, como ahora presiona para que tampoco haya quita sobre la deuda con el Club de París, es vivir en una fantasía. El G-7 presionó para que se le pagara por anticipado al FMI, como hizo con Brasil, Rusia, Indonesia. Tampoco presta su ‘consenso’ Hugo Chávez, quien está pagando religiosamente la deuda venezolana y aumentándola al mismo tiempo, para que los importadores se hagan de dólares en el mercado internacional.
Volvé Domingo
El G-7 también presionó por la emisión de los bonos en pesos atados al CER, que hoy están en el centro de la crisis de la deuda. El tema estuvo a punto de provocar la renuncia del banco gestor de la negociación: el Bank of New York. En 2005, Vanoli había destacado como un mérito del canje que casi la mitad de la nueva deuda estuviera en pesos atados al CER. Ahora insiste con eso: ‘La pesificación de la deuda, que era de sólo el 3 por ciento en 2001 y ya supera el 48 por ciento… reduce la vulnerabilidad fiscal y externa del país. En general, luego de décadas de inestabilidad, los países que pesifican gradualmente su deuda indexan el capital o la tasa de interés para reducir el costo financiero’. ¡Como si el peso fuera reserva de valor y no se canjeara por dólares al primer síntoma de default! Es cierto que lo del mercado de capitales en pesos fue invento de un preceptor de Kirchner… Domingo Cavallo.
La pesificación atada a la inflación fue impuesta por el G-7 y los bancos porque sabían que después de una maxi-devaluación, el dólar quedaría planchado por un tiempo mientras los precios internos iban a subir precisamente por la presión devaluatoria. Al ajustarse por la inflación, con un dólar nominalmente quieto en 3 pesos, esa deuda en dólares iría a ser creciente, como lo fue. Por eso, los bancos recomendaron los bonos en pesos y las AFJP negociaron un bono en pesos (cuasi-par) exclusivo para ellas. El bono en pesos atado al CER fue lo que destrabó el canje de la deuda, como se explicó desde estas páginas en 2005.
La circular 1050 del pingüino
La decisión de truchar la inflación desmiente a Vanoli cuando dice que la pesificación ‘reduce el costo financiero’. Esa pesificación fue una especie de ‘circular 1050’ que llevó a que los deudores hipotecarios terminaran debiendo más que el valor de la casa, después de haber pagado sus cuotas. Recordemos que con ese instrumento los Kirchner se hicieron ricos bajo la dictadura.
Finalmente, si lo que dice Vanoli fuese cierto ¿por qué en términos absolutos y en relación con el PBI la deuda es superior? ¿Por qué, si se alargaron los plazos para pagar esa deuda, el gobierno tendrá que recurrir a un nuevo canje? ¿Por qué los bonos cotizan por el suelo? ¿Cómo es eso del desendeudamiento, cuando a pesar de todos los truchajes, la deuda pública creció el año pasado 8.003 millones de dólares, más de 25.000 millones de pesos?
Como la deuda, los economistas del Plan Fénix están en bancarrota.