«Es muy difícil ser objetivo en la cobertura de una guerra. ¿Cuántas veces he llorado una vez que tenía un momento de tranquilidad en un baño frente a un espejo? ¿Cuántas veces he tenido pesadillas? La guerra no tiene equilibrio ni objetividad. La guerra tiene destrucción, sangre, miseria y destaca lo peor en el ser […]
«Es muy difícil ser objetivo en la cobertura de una guerra. ¿Cuántas veces he llorado una vez que tenía un momento de tranquilidad en un baño frente a un espejo? ¿Cuántas veces he tenido pesadillas? La guerra no tiene equilibrio ni objetividad. La guerra tiene destrucción, sangre, miseria y destaca lo peor en el ser humano», reflexiona Dima Khatib, representante de la televisora qatarí Al Jazeera en América Latina.
Actualmente Dima Khatib coordina al equipo editorial con sede en Caracas, Venezuela. Nació en Damasco, Siria. Desde 1998 ejerce el periodismo en la televisora árabe y en el año 2003 fungió como responsable de la producción informativa sobre la invasión estadounidense en Irak.
Tanto en Afganistán como en Irak continúan las agresiones militares estadounidenses. Los civiles son los que sufren los estragos de la guerra al tiempo que la Casa Blanca amenaza con abrir otros flancos, por ejemplo, contra Irán. La televisora Al Jazeera es el único medio con mayor credibilidad en el mundo árabe, sobre todo por el tenaz compromiso de informar en el momento oportuno sobre los acontecimientos actuales.
Dima Khatib nos introduce al mundo del trabajo periodístico profesional en tiempos de guerra. Sus respuestas, muchas de ellas interrogantes a quienes son responsables del estado de caos en el cercano oriente, son reflexiones agudas necesarias ante la barbarie que vivimos en el mundo. También es un llamado desde el trabajo profesional de un ser humano que se anima a defender el derecho a informar y ser informado.
–Estimada Dima Khatib, luego de instalarse en Latinoamérica con el fin de realizar la cobertura informativa del acontecer en esta parte del mundo ¿Cuáles han sido las afrentas para el equipo de la televisora Al Jazeera? ¿Lengua, cultura, relaciones políticas, etc.?
–Los problemas que hemos enfrentado han sido más bien logísticos. Primero al nivel telecomunicacional, nos dimos cuenta de que el mundo árabe y América Latina no están bien conectados. Desde algunos países en Sudamérica no podíamos, por ejemplo, hacer llamadas directas a Qatar porque no hay línea o no hay trato con Qatar. De otros países resulta muy difícil mandar por satélite porque estamos muy lejos uno del otro y no hay infraestructura de comunicación entre los dos mundos.
–¿Qué problemas han enfrentado al momento de ejercer su trabajo periodístico? Por ejemplo, ¿Cómo se han portado las Estados en Latinoamérica al momento de pedir el ingreso para cubrir acontecimientos de orden político, cultural y social?
–En la gran mayoría de los casos nos sentimos bienvenidos. Los pueblos latinoamericanos tienen mucho cariño a los pueblos árabes, y muchos admiran Al Jazeera. Pero en algunos casos hay gobiernos que nos niegan visas. La excusa siempre es mi nacionalidad (tengo documento de viaje sirio) pero muchas veces se le niega la visa al equipo entero no solamente a mí aunque mi equipo casi siempre es de América Latina.
–América Latina es considerada como el traspatio del imperio estadounidense, digamos «su espacio natural de influencia» ¿Qué representa para ustedes sostenerse en defender el derecho a la información frente a un gobierno que ha intentado destruir o ubicar como blanco de ataques a la televisora que usted representa?
–Yo creo que el tema de las visas ha sido el tema mas relacionado con EEUU porque después de tantas malas experiencias con visas, me di cuenta de que las listas de las «nacionalidades malas» y «nacionalidades buenas» son listas establecidas indirectamente o directamente según criterios de «terrorismo» y de «seguridad» del vecino del norte, y no de los países en cuestión en América Latina (salvo algunas excepciones como Venezuela). Y lo raro es que a pesar de la llegada de gobiernos que se dicen anti-imperialistas en varios países de América Latina y que se muestran muy solidarios con las causas árabes, pues las directivas para dar visas no cambian y seguimos con el mismo sufrimiento y la misma demora cada vez que necesitamos visa para viajar. Pero al mismo tiempo, yo no tengo problemas con visas a EEUU, Unión Europea y Gran Bretaña. Entonces es una cosa rara que no entiendo, como querer ser más real que el rey.
–En este tiempo de experiencia profesional en un continente distinto al tuyo ¿Qué puentes históricos has encontrado entre el mundo árabe y el mundo latinoamericano en los órdenes político, económico, cultural y social?
–Para contestar hay que escribir un libro. Son infinitas las cosas que tenemos en común, no solamente históricamente sino ahora también. Yo he vivido en Asia, Europa y EEUU. Pues es aquí en América Latina donde me siento más «en mi casa». Somos países en vía de desarrollo y tenemos una historia colonial. A pesar de que haya efectivamente diferencias en el tipo de cambios políticos hoy y de los problemas socio-económicos, pues al final creo que compartimos una realidad muy clara de países con muchos recursos pero sin poder aprovechar bien de ellos. Yo creo realmente que podemos aprender mucho juntos, sacando lecciones de las experiencias del otro. Un ejemplo muy importante es la democracia. Nosotros en el mundo árabe estamos buscando un modelo de democracia no necesariamente copiado de – ni impuesto por – Occidente, sino adaptado a nuestra cultura y nuestras necesidades. Pues creo que América Latina está mucho más avanzada que nosotros en cuanto a la democracia y las libertades y por eso tenemos mucho que aprender viendo el ejemplo o, mejor dicho, los ejemplos de vida democrática aquí.
–Usted fue la responsable en el año 2003 de la producción informativa de Al Jazeera durante la guerra en Irak ¿Qué experiencia adquirió en un contexto crítico y riesgoso para el ejercicio informativo que busca ser equilibrado y objetivo?
–Fueron probablemente las semanas más difíciles de mi carrera. A pesar de la falta de sueño acumulado día tras día, teníamos que tomar las decisiones más críticas y más difíciles. Yo era la única mujer de 4 jefes de producción y hacíamos turnos durante toda la guerra. Sé que a veces me quedé hasta 40 horas seguidas haciendo el noticiero. Esta guerra me afectó mucho, en lo personal y lo profesional. Es muy difícil ser objetivo en la cobertura de una guerra. ¿Cuántas veces he llorado una vez que tenía un momento de tranquilidad en un baño frente a un espejo? ¿Cuántas veces he tenido pesadillas? La guerra no tiene equilibrio ni objetividad. La guerra tiene destrucción, sangre, miseria y destaca lo peor en el ser humano. El desafío era muy grande y las expectativas también. Trabajamos muy duro a pesar de todas las presiones y todos los peligros para darle a nuestro público, y también al público mundial, la cara de las guerras en Oriente Medio que no se muestra normalmente. Nuestra gente en Irak se arriesgó la vida. Varios murieron. Uno de ellos fue el compañero Tarek Ayub, asesinado el 8 de abril 2003 por el ejército de EEUU mientras hacia su trabajo desde la azotea de las oficinas de Al Jazeera. El desafío era dar una cobertura inteligente a pesar de todo el sentimentalismo que pudiéramos tener presente frente a una agresión injustificada contra un pueblo nuestro. Así que nos armamos otra vez con la verdad y la ética. Transmitimos sin excepción todo lo que se podía transmitir de lado de EEUU y los países aliados con ellos en la guerra. Muchas veces teníamos en vivo a los responsables del gobierno de EEUU cuando CNN no los tenía. Siempre tratamos de presentar TODOS los puntos de vista. Lo que pasa con Al Jazeera es que las imágenes que se muestran a través de otros canales en el extranjero son justamente las que no consiguen los otros medios. Pero al retransmitirlas estos otros medios toman una decisión editorial escogiendo las imágenes que ellos quieren. Entonces eso ha dado una imagen de Al Jazeera que no es, como si fuera el canal que sólo transmite videos de grupos de resistencia, de Al Qaeda, o de civiles bombardeados. Pues no es así. Al Jazeera da una cobertura muy completa de todos los hechos y todos los puntos de vista, y siempre lo ha hecho y seguirá haciéndolo, a pesar de todas las acusaciones que nos hacen. Sólo que nosotros hemos ganado la confianza de nuestros pueblos árabes, por eso tenemos acceso a información e imágenes que ningún otro medio tiene. Algunos dicen que somos portavoces de los dichos ‘terroristas», otros nos acusan en el mundo árabe de ser agentes del servicio secreto israelí (porque entrevistamos a Israelíes y cubrimos el conflicto arabo-israelí tomando en cuenta a Israel como Estado), otros nos acusan de ser agentes de la CIA, yo que sé que más etiquetas nos han puesto. Creo que esto es una prueba más de que estamos haciendo nuestro trabajo periodístico como se debe: nunca gustamos a todo el mundo al mismo tiempo.
–¿Podría relatar un momento vivido donde combine el papel de periodista profesional con la inalienable identidad humana, en un contexto de catástrofes y conflictos bélicos?
–Creo que expresé eso en la última respuesta. Fíjate que muchas veces durante la guerra en Irak, me sentí muy confundida y muy enojada con los propios árabes. Yo escuchaba el ruido de los aviones saliendo de la base norteamericana en Qatar en la madrugada y después venían las noticias de lo que fue bombardeado en Irak. Esto ha creado en mi un sentimiento de impotencia frente a una realidad política que va en contra de todo lo que he creído toda la vida: que somos árabes y hermanos y un sólo pueblo. Lo mismo pasa en América Latina, creo. En vez de la unidad muchas veces nos perdemos en las alianzas con los otros pensando que así nos fortalecemos. Pero a largo plazo eso no hace sino dañarnos y debilitarnos.
–Los ataques a las oficinas de Al Jazeera en 2001 en Afganistán, a los periodistas del medio árabe en el 2003 en Irak, la detención y encarcelamiento de sus reporteros, ponen en evidencia un blanco sensible y vulnerable ¿Qué medidas legales y legítimas ha optado el equipo editorial para contrarrestar esta situación que por lo que se ve seguirá estando en medio de las invasiones que ha hecho Estados Unidos y que pretende seguir haciendo?
–Siempre vamos armados y preparados. Nuestra arma es la verdad. Creemos que nuestra misión es esa y que mientras mantengamos la verdad como misión, nadie podrá pararnos. Mencionas mucho a los Estados Unidos, pero la verdad Al Jazeera sufre más que todo de los gobiernos árabes que no nos dejan trabajar. Es que nos tienen miedo porque nadie les había expuesto antes. Nos cierran corresponsalías, nos prohíben acceso a la información, nos bloquean la señal, obligan a sus empresarios a boicotearnos a nivel publicitario, nos acusan de todo tipo de cosas y pertenencias que no son ciertas, hacen presión mediática y política sobre nosotros, amenazan a Qatar porque nos protege, etc. En el fondo, el rol fundamental que ha jugado Al Jazeera ha sido el cambio hecho en el mundo árabe. Un cambio que ha despertado a las masas, que le ha hecho sentir al público por primera vez que es inteligente y capaz de analizar y formar su opinión después de décadas de información manipulada que no daba a nadie la oportunidad de pensar o analizar, sino de simplemente repetir.
–¿Podría hacer una breve comparación de cómo informa Al Jazeera en los conflictos bélicos frente a otros medios como CNN, BBC, CBS, etcétera?
–Mira, tu pregunta es muy general. Cuando se trata de conflictos en el mundo árabe y musulmán, creo que nosotros hemos ofrecido una nueva manera de hacer. Primero por la simple razón de que somos de allá. No venimos como los medios extranjeros con una visión de afuera, sino de adentro. Entonces damos una visión muy distinta de la visión de muchos medios extranjeros que provienen además de los países invasores en el caso de Irak al menos.
Segundo, porque tenemos un acceso que no puede tener un periodista extranjero porque somos expertos en la región con raíces e infraestructuras bien establecidas. Cuando el 11 de septiembre y la guerra contra los Talibán nosotros teníamos lo que nadie en el mundo tenía: una corresponsalía en Kabul desde el año 2000. Entonces claro que dimos otra cobertura totalmente distinta a la cobertura del periodista que aterriza cuando empieza la guerra (además muchas veces viene con algún ejército o delegación) y se va cuando el tema ya se hace aburrido para su público.
Tercero porque tenemos una libertad de expresión limitada sólo por nuestra ética periodística y profesional. No pasamos ni por ejércitos ni por gobiernos antes de definir una línea editorial o mandar una nota.
Cuarto porque tenemos públicos distintos. Hasta la creación de Al Jazeera Inglés, nuestro público directo era limitado a los que hablan árabe en el mundo. Entonces, cuando se trata de una guerra en un país árabe, no le vamos a «limpiar» la imagen al público para no ofenderlo con imágenes de sangre o de guerra. Nuestro público vive esta guerra diariamente en Irak y en Palestina, por ejemplo. ¿Cómo le vamos a censurar imágenes o información tal como hacen los medios que transmiten hacia un público que tiene una vida tranquila, no tiene a su puerta a cadáveres de bombardeos ni ha perdido familiares en guerras ni vive bajo el ruido infernal de aviones de guerra?
–En un mundo que experimenta la globalización de las comunicaciones, el departamento de Estado norteamericano dio luz verde para emprender acciones de contención de páginas web ¿Cuál ha sido la amarga experiencia en el caso de sus informaciones en las redes globales cibernéticas de su página web?
–Durante la guerra en Irak nuestra pagina web www.aljazeera.net fue bloqueada en el mundo entero después de haber publicado fotos de niños iraquíes muertos en bombardeos norteamericanos. No podemos decir con certeza quien hizo ese trabajo de sabotaje pero me acuerdo que en aquel entonces teníamos indicaciones que muestran que la página fue bloqueada desde Estados Unidos.